Al selecto grupo formado hasta ahora por americanos y rusos se unen los chinos. China es ya un país capaz de poner personas en órbita, en lo que debe ser uno de los golpes publicitarios más caros de la historia de ese país. Vamos, que tiene tanta lógica como construir pirámides, pero hay que reconocer que a monumentos efectitas no les gana nadie.
Francamente, aparte de mostrar la cornamenta y amenazar con embestir a los otros, no le veo la más mínima gracia a ese gesto. Lo de mandar gente al espacio es tan absolutamente deficiente que sólo puede concebirse en momentos históricos determinados, como la guerra fría o cuando, como en este caso, quieres demostrar que los tienes bien puesto y de lo que eres capaz. La verdad, la exploración espacial tripulada me parece tan del siglo veinte…
Incluso hablan de una misión a la luna. Pero como en el fondo son personas razonables y confucianas, será una misión no tripulada.
La ciencia ficción tiene mucha culpa de toda esa obsesión con el viaje espacial tripulado. Durante años nos contó que el destino manifiesto de la humanidad era primero conquistar el sistema solar y luego, claro, la galaxia. Pero como ya contó William Gibson en «El continuo Gernsback», lo bueno de ese futuro predicho es que nunca fue.Si hay algo peor que un presente imperfecto es un futuro perfecto.
Y la ciencia ficción -género conservador como pocos- todavía intenta superar el disgusto de que el proyecto Apolo no fuese más que una estratagema publicitaria. Y sin embargo, hay inmensas y nuevas fronteras en nuestro mundo actual. Por ejemplo, dejando de lado los problemas éticos -y hay muchos problemas éticos- el asunto del embrión de tres padres me parece infinitamente más interesante. También en China, por cierto.
Bienvenidos al siglo veintiuno.
Nota: China acabará dominando el mundo. Al tiempo.
[Estoy escuchando: «Angels (live)» de Robbie Williams en el disco Live summer 2003]