Banana Yoshimoto
Curioso seudónimo el de esta escritora. Afirma que le gustan los plátanos. A mí me gustan los melocotones… quizá debería cambiarme el nombre a Melocotón Jorge. Siempre sería una buena forma de iniciar una conversación.
Ya me estoy yendo por las ramas otra vez.
A veces, aunque parezca lo contrario, termino los libros. Es decir, ya sé que siempre hablo de los que compro, pero los voy leyendo lentamente; no obstante mis hábitos de lecturas son caóticos hasta lo extremo. Se guían más bien por fuerzas aleatorias, referencias encontradas aquí o allá con respecto a algo que despiertan mi curiosidad y me lleva a querer saber más. Un buen ejemplo es este caso. Empecé a leer a Haruki Murakami (del que he leído todo lo que tiene en inglés y español, exceptuando Underground) ?quien por cierto, algún día ganará el Nobel, pero ése es otro asunto- y eso me lleva a fijarme más en los autores japoneses, sobre todo los más modernos.
Banana Yoshimoto es uno de esos nombres que me saltan del estante de la librería. Vi su novela Amrita y decidí que podría ser más interesante leer algo de ella. Como el libro me pareció un poco caro, sobre todo para probar un autor nuevo, me decidí mejor por Kitchen. Un buen descubrimiento, sí.
El libro está compuesto por dos historias: «Kitchen» y «Moonlight Shadow». Aunque en realidad no están relacionadas, ambas giran alrededor de un tema común: la muerte. La muerte que altera el universo personal, la muerte que deja en soledad, la muerte que destaca la soledad en la que siempre hemos vivido. El estilo de Banana Yoshimoto es simple hasta el extremo, casi totalmente infantil. Pero es extrañamente efectivo. Desprovisto de artificios, ni siquiera los más básicos y naturales, el libro se ofrece desnudo e ingenuo al lector, de suerte que el tumulto interno de los personajes ?rara vez explícito- se manifiesta más bien por el espacio vacío, por lo que no hay.
Es como si nos encontrásemos el molde de una escultura, en lugar de la figura en sí. Esa forma negativa, desechable, se transforma en el elemento principal. Y el hueco que deja la ausencia se vuelve hipnótico y fascinante.