Todo se hace más pequeño
Sí. Por ejemplo, los teléfonos móviles son cada vez más diminutos. Y según una tienda de Tenerife, hay más cosas que se reducen:
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Sí. Por ejemplo, los teléfonos móviles son cada vez más diminutos. Y según una tienda de Tenerife, hay más cosas que se reducen:
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Lo del domingo por la noche en Tenerife merece contarse. Jorge y yo (Xavier estaba hecho polvo -estos jóvenes- y decidió quedarse a descansar) emprendimos una expedición en busca de un restaurante tailandés. Por desgracia, dicho restaurante estaba cerrado, por lo que nos dirigimos a otro que conocemos y donde sabíamos que podíamos encontrar algo ligero. De camino, vimos en un callejón un sitio llamado Baccus del que no sabíamos nada. Leimos la carta que tenían en la puerta y nos decidimos a entrar. ¡Qué bien hicimos!
Baccus es uno de esos sitios pequeños y muy agradables. Lo llevan la agradable Katarine (alemana) y el chef Salvatore (italiano). Se dedican a la cocina mediterránea: es decir, cocina de ninguna parte y de todas.
Decidimos colocar el sitio en nuestra lista de restaurantes preferidos al probar el carpaccio de atún, absolutamente delicioso:
Aunque la mousse de aguacate (con su carpaccio, es decir, aguacate cortado en rodajas) tampoco estaba nada mal:
De platos principales, un pollo relleno muy rico:
Y «penne» mediterráneo también delicioso:
A los dos nos quedó claro que volveremos.
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A ver si me pongo al día con restaurantes y con todas las fotos que tengo. Imagino que soy la ilustración perfecta de ese principio genial: dale una cámara a un tonto y llenará la bitácora de fotos de comida.
El domingo al mediodía fuimos a comer a un restaurante libanés, llamado, muy apropiadamente, El Líbano:
No me parece el mejor de los dos restaurantes libaneses que hay en Santa Cruz, pero efectivamente es el que más gusta. A mí, de la cocina de esos restaurantes lo que me gustan son dos platos.
Kipe naye (estoy usando los nombres que aparecían en la carta. En otros restaurantes las transcripciones son otras). Una carne picada y cruda mezclada con cosas que no conozco:
Del Kipe en cuestión hay una versión guisada que no recuerdo cómo se llama:
A mí me contaron que el Kipe naye se toma comiéndolo con un trozo de cebolla:
Y otro plato que me encanta es el Tapule, que es la mejor ensalada del mundo (si se trata de una ensalada):
Otros platos:
Humus:
Labne:
Arayez:
Pollo:
Pinchos:
De los que Jorge disfrutó mucho:
Papa:
Y para terminar té libanés:
Me sigue dando por saco la lluvia.
Yo no podría haberlo expresado mejor. En Santiago también está lloviendo de mala manera. Y yo que ayer me vine de los maravillosos veinticinco grados de Tenerife. ¡Ah!
Anoche cenamos en un restaurante llamado Dafne (sí, ya estamos en la noche del día siguiente. Voy retrasado. Es culpa de Xavier). La gracia del asunto es la siguiente: literalmente vimos cómo hacían el restaurante. Xavier ya me habló de él el miércoles: «Sabes, van a montar un griego frente a mi casa». El jueves, cuando llegué, ya tenían el cartel que decía Dafne (un nombre muy apropiado, supongo), y los obreros estaban en el interior intentando arreglar las paredes con las cajas de material por todo el suelo. El viernes la cosa ya ganaba aspecto de restaurante, hasta ayer, cuando pasamos delante y nos dijimos: «Parece abierto. No, imposible. Que sí, que parece que lo han terminado. Imposible. Pues pregunta. No, pregunta tú…» y un largo diálogo de besugos más. Resultado: fuimos los segundos clientes en estrenar el restaurante: unas chicas nos ganaron por unos minutos, cosa que a mí me fastidia mucho.
La entrada del restaurante es curiosa, con imágenes de Grecia (o eso dicen 🙂
Lo que bebimos fue una cerveza llamada Mythos (apropiado de nuevo, ¿no?)
Y un vino curioso llamado Naoussa Boutari, que según Xavier debe ser el Don Simón de Grecia:
De entrantes, una crema de aceitunas:
Y también Saganaki kefalotiri (una especie de queso empanado):
Y Sutsukakia (albóndigas muy ricas):
Y de platos principales:
Bisteki gemisto:
Mousaca:
Y Pastitsio:
Como acababan de abrir y no tenían todos los postres, nos prepararon un muestrario de lo que tenían, es decir, yogurt, baclavas y halvas:
El dueño corría por allí (ya saben, ojo del amo…). Me dejó sacarle una foto (básicamente le largué el teléfono a la cara) e incluso me dio permiso para ponerla en Internet:
El restaurante Dafne (c/ Méndez Núñez 4) nos gustó bastante. Aunque quizá las dos botellas de vino griego que bebimos contribuyesen a esa impresión 🙂
Hoy me tocó paseo solitario por La Laguna:
Hoy La Laguna estaba muy bien. Casitas de colores y bajas. Muchos sol. Un cielo espléndido y maravilloso. Calor y la posibilidad de pasear por calma. Curiosamente, estar en Tenerife me produce una sensación de calma absoluta y de tranquilidad. En Santiago tengo la impresión de estar desconcertado continuamente, como si todo fuese continuamente nuevo; supongo que ya soy demasiado viejo para adaptarme con facilidad a otras regiones (que llueva y que las casas sean grises tampoco ayuda a mi adaptación. A cambio, se come de maravilla). Sin embargo, en Tenerife todo me resulta familiar: los rasgos de la gente, el acento tan suave (diferente a mi propio acento de Lanzarote), los tremendos chorros de luz que siempre me ponen de buen humor (sospecho que se trata del mar que refleja la luz y llena el cielo). Aún así, La Laguna me induce una extraña sensación de tristeza, o quizá sea nostalgia: me da la impresión que viví demasiados años en esa ciudad.
En todo caso, aproveché para tomar unos churros con chocolate. Churros canarios, que son diferentes a los que encuentras en la península.
Y compré libros en una pequeña librería llamada El paso: Aforismos en el laberinto de Max Aub, e-topía de William J. Mitchell y El tío Tugsteno de Oliver Sacks.
Finalmente me decidí a comer con Jorge Riesco -uno de los componentes del trío de hermanos Riesco-, repitiendo restaurante japonés –Tokyo. Me gusta mucho el sashimi y el sushi y rara vez tengo oportunidad de probarlo. Siempre que estoy en Barcelona aprovecho para pasar por el Yashima, y estoy deseando volver al Oriental de Oporto (supongo que lo ideal sería irse a Japón a tomar comida japonesa, pero eso más bien va para largo, aunque dentro de poco hay en Tokio una conferencia sobre moblogging… mmm…)
Vamos a ver, tomamo Sashimi:
Tekka Maki (repetimos dos veces):
Aguacate maki:
y sushi, pero éste último estaba demasido rico y me olvidé de sacar una foto.
Ahora me voy a tomar algo con Jorge y José Carlos.
Un comentario sobre los restaurantes. Aunque parezcan caros, no lo son tanto, sobre todo si se comparan con los precios de restaurantes similares en la península, que cobran muchísimo más. De hecho, la hostelería en la península es en general mucho más cara, y en un establecimiento hostelero de Canarias (que no esté en zona definitivamente turística) el dinero cunde más.
Uno de mis restaurantes preferidos es El principito, situado en la ciudad de La Laguna (c/ Santo Domingo 26), Tenerife. Se trata de un extraordinario restaurante frances regentados por los incombustibles Philippe y Valentín (el chef). He ido muchas veces desde que lo descubrí, y siempre que estoy en Tenerife intento pasarme al menos una vez. Además, está decorado con mucho gusto y la música suele ser jazz o bosa nova. Cuenta con una clientela muy fiel y la carta es muy variada y deliciosa. Por ejemplo, anoche cenamos -Xavier, Rosi y yo-:
Paté de conejo (o eso nos dijeron):
Carpaccio de salmón y calamar:
Tarrina de foie al Oporto:
Mejillones rellenos de salmón:
Y mi debilidad personal, el delicioso steak tartare de buey. Es curioso que el steak tartare parezca un plato tan simple y sin embargo sea tan difícil de preparar:
Como curiosidad tenemos la carta del restaurante, formada por dos láminas metálicas unidas por bisagras. La mía incluso chirriaba:
Al final una muy buena cena terminada con Calvados. Luego nos fuimos a una fiesta organizada para apoyar a los becarios (La Laguna es ciudad universitaria), que los pobres se encuentran en una situación laboral terrible.
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Estoy en Tenerife. Me vine ayer cogiendo un avión a las seis y media de la mañana después de haberme levantado a las cuatro y media. La explicación del viaje es por un lado ver a los amigotes que corren por aquí, por ejemplo los hermanos «máximo riesco» -Xavier y Jorge-:
aprovechar un viaje que conseguimos por puntos de esas tarjetas que acumulas cuando compras y por otro lado tener una vacaciones alejadas de todo. La verdad es que últimamente estaba agotado tanto física como mentalmente, así que me viene bien para renovar las pilas.
Las ventajas de salir tan temprano es que llegas a tiempo para tomarte unas cervecitas y luego ir a comer. Con alegría descubrí que en el quiosco de la plaza Weyler ponen claras (con limón) si las pides con amabilidad. La clara es uno de esos inventos que yo asocio con la península, que por aquí no se conocía mucho y que yo estaba dispuesto a importar a cualquier precio:
La comida fue en uno de los restaurantes japoneses que hay en Santa Cruz. Dicen que no es muy bueno, pero a mí me deja satisfecho, aunque puede ser porque sólo pido Sashimi, Sushi y Teka Maki (rollitos de arroz, alga y atún) y quedo lleno y feliz. No hay nada como el pescado crudo para eso. El Sushi lo hacen un poco excesivamente picante, pero como ya lo sabíamos pedimos poco y disfrutamos de la sensación de quemadura en la parte superior del cráneo.
Jorge intentó que viese Thumb Wars, pero me quedé dormido en el sofá. El cansancio tiene esas cosas.
La cena fue en una pizzería muy buena llamada Toscazo. Como observarán, lo que me gusta de los sitios es sobre todo dónde se come. Incluso dejamos propina:
Hoy ha sido un día muy entretenido. Hizo bastante calor, con un buen solecito del que llevo disfrutando todo el día. El desayuno fue en el Corte Inglés que tiene un edificio de ocho plantas con una buena vista desde la cafetería:
Curiosamente, para algunos funcionarios es la cafetería más cercana para desayunar. Yo pedí agua con gas y me pusieron agua Firgas, la que vivía cuando era niño. ¡Cuántos recuerdos!
Toda esa zona la están edificando a marchas forzadas, sobre todo centros comerciales. Por desagracia, da la impresión de que serán sobre todo centros comerciales llenos de tiendas de ropa donde no se podrá comprar ni un libro ni un periódico.
Entre otros detalles de la zona, tenemos la torres gemelas de Santa Cruz, dos edificios que serán los alto de Santa Cruz. Según mi amigo Xavier, no son más que un ejemplo de «cargo cult» para atraer pequeños aviones (ajustado a la escala de los edificios).
Aunque por el momento sólo tienen edificada una de ellas:
Otro ejemplo de «cargo cult» lo tenemos en el auditorio de Santa Cruz: así la gente creerá estar en Sydney:
La verdad es que yo pensaba que semejante auditorio, que lleva años construyéndose, seguiría el camino de la Sagrada Familia y quedaría inacabado durante siglos. Pero aparentemente ya lo están usando aunque los obreros siguen corriendo por él intentando acabarlo.
Por esa zona también me encontré un grafitti que me resultó muy gracioso:
Ayer compré una tarjeta de Movistar Activa con la teoría de probar su conexión GPRS antes de decidir por una u otra. La conversación que tuve con el servicio técnico fue más o menos así:
Ella: ¿Marca y modelo del móvil?
Yo: Nokia 3650.
Ella: ¿7650?
Yo: No, 3650.
Ella: ¿7650?
Yo: No, no, 3650.
Ella: ¿3650?
Yo: Sí. Es un modelo nuevo de Nokia.
Ella: ¿Cómo sabe usted que ese modelo permite GPRS?
Yo: Lo pone en el manual.
Ella: Un momento.
[al rato]
Ella: ¿Me da el número IMEI?
Yo: ¿Qué?
Ella: Pulse *#06#
Yo: ¿Y la tecla de llamada?
Ella: Sí, y la tecla de llamada.
Yo: Pero ya estoy hablando por el móvil.
Ella: Bien, pues lo podrá encontrar bajo la batería. Lo mira y vuelva a llamar.
Yo: Vale, entonces lo miraré y volveré a llamar.
Lo que me resultó más curioso es que no supiesen nada del 3650 cuando sale en su publicidad de e-moción.
Xavier tiene una de esas maravillosas gafas de sol ciberpunk en las que te reflejas:
Hoy comimos en casa de Xavier y Jorge. De postre un yogur Celgan. ¿Qué tiempos?
Por la tarde subí a centro comercial La Laguna a ver a mi amigo Fonsi, que lleva una tienda por esos lares. Para llegar hasta allí hay que coger la guagua:
atravesar el puente de cristal:
que cruza la autopista:
y llegar al otro lado donde pillas una guagua gratuita que finalmente te deja en el centro comercial. Supongo que podría haberme bajado en Guajara e ir caminando, pero me hacía gracia la otra aventura:
Fonsi lleva una tienda de ropa, así que aproveché uno de los grandes espejos para hacerme un autorretrato. Por suerte, no se me ve muy bien:
Aquí les presento a Fonsi. El texto dice: «¿Algo para mi momia?», lo que no deja de resultarme curioso:
Esta noche nos vamos a cenar a uno de mis restaurantes preferidos del mundo mundial. Ya contaré.
Una cosa más. Paseando por Santa Cruz me encontré varios curiosos grafitos. Uno de ellos en el muro de un instituto de secundaria:
¡Vaya, vaya!
JJ lamenta la lenta pero segura desapareción del disquete de toda la vida. La verdad es que a mí el disquete nunca me gustó. Ni el disco de 5 y 1/4 ni el de 3 y 1/2. Siempre tuve mala suerte con ellos. Se me estropeaban en el momento más inoportuno, tiempo después eran ilegibles y demás. No lloré cuando las disqueteras grandes desaparecieron de los ordenadores y dudo mucho que dedique ni diez segundos a recordar la única que queda en el equipo (de hecho, si se estropease, ni me molestaría en cambiarla). Como Fernand0, tengo un pen de esos (aunque sólo de 32 megas) y estoy encantado con él. Con su cuerdecita me lo pongo al cuello y me voy por ahí:
Aunque evidentemente, lo que a mí me gustaría sería sentarme delante de cualquier ordenador y tener acceso a todos mis datos de forma segura. Pero mientras tanto…
Comprendo la nostalgia. Incluso la ejercito de vez en cuando, aunque no me gustaría seguir con los equipos del pasado. No cambiaría mi iPaq por el ZX-81 que tuve. Pero lo que definitivamente me sorprende del comentario de JJ es el final cuando dice:
En fin, decir adiós a los discos blandos es decir adiós al más entrañable desorden, y decirle hola a lo práctico, eficiente, pero sin corazón.
¡Hombre, no le digas a mi pobre pen que no tiene corazón!
El teclado del Nokia 3650 tiene una disposición diferente a la habitual. Las teclas numéricas están dispuestas en un círculo:
Cuando se anunció el teléfono algunas personas mostraron su inquietud con respecto a esa disposición del teclado. Básicamente el argumento parecía ser que la disposición tradicional (en filas y columnas) está tan estandarizada que cualquier variación haría difícil la manipulación del teléfono. Bien, dejando de lado que el teclado tradicional no tiene nada de natural y que se trata de una disposición arbitraria que como mucho respeta el orden de lectura occidental, estamos hablando de un teclado que tiene diez teclas. Es decir, no hay muchas formas de confundirse.
Supongo que es posible que la disposición del Nokia 3650 plantee dificultutades para alguien que sea capaz de marcar o escribir sin mirar el móvil (y aún en ese caso, estoy seguro de que se habituaría). Pero si no es así, debo decir después de varios días que no sólo se acostumbra uno con rapidez al teclado, sino que es incluso más cómodo. No es extraordinariamente más cómodo, pero sí lo suficiente para que se note en el uso habitual. Y encima el diseño es diferente 🙂
Por tanto, en este caso le doy un punto a Nokia.
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