El CGAC es el centro gallego de arte contemporáneo, uno de los lugares más interesantes de Santiago de Compostela. Tanto me lo parece que me asombra la gente capaz de pasar por la ciudad sin visitarlo. Sobre todo, porque los sábados y domingos, a las 12:30, hacen unas excelentes visitas guiadas muy recomendables.
Pero bien, a lo que iba. Periódicamente tienen una iniciativa llamada “La ciudad interpretada” donde, bueno, se hace eso, se interpreta la ciudad. Este año, una de esas interpretaciones es de Ruben Santiago y se llama “Cálculo”. En realidad, no es una sino tetra, porque tiene cuatro partes.
Todo está en el sótano del CGAC, espacio que hoy se dedica a exposiciones pero que aparentemente se pensó como espacio de almacenamiento (o, al menos, una parte de él). Ese destino inicial lleva a que una de las sala tenga en medio una tremenda columna que molesta un poco cuando quieres ver algo que está en la pared que hay detrás. Su existencia queda clara una vez que conoces la función original. En esa sala, por cierto, está una de las parte: placas de bronca con los gráficos de humedad y demás, que registraron esas maquinitas que hay en las sala de los museos, durante algunos años especialmente relevantes.
Pero la parte importante es la tubería. Resulta que debajo del CGAC hay una bolsa de agua. Pues bien, lo que han hecho es instalar una tubería que sale de una pared (el origen no se puede ver porque está en una zona de mantenimiento):
Se extiende un poco, gira tras una pared:
Atraviesa completamente el sótano, dividiendo el espacio de una forma my curiosa, trepa por la pared y sale por un lateral del edificio:
Al final, después de ir detrás del edificio, atraviesa la calle, baja un poco por otra y al final llega a la plaza:
Para verter allí un poco de agua:
Lo divertido del caso, según me contaron, es que esa tubería sigue aproximadamente el camino que recorrería —como sucedía en su época— un flujo natural que partiese de esa bolsa de agua. Se produce así una curiosa superposición, donde algo que sucedía de forma natural rompe, en su interpretación actual, las paredes del edificio que alberga la obra.
Para afianzar la reflexión sobre el agua, la cuarta parte de la instalación ocupa toda una sala enorme. Allí, a un lado, hay un pilar blanco bajo un foco de luz. Sobre el pila hay un cálculo renal de un ciudadano de Santiago, cálculo que refleja el aspecto blanco del CGAC. Me imagino al artista cargando con el tremendo peso de la ironía.