Pasión por Lost

El lunes, después de ver el episodio final de Lost, publiqué mis reflexiones. Es el último capítulo de una tarea que me impuse al comienzo de esta temporada: comentar cada episodio. Hasta este lunes, a la publicación de los textos le seguía un incremento de visitas notable pero tampoco excesivo. El lunes, con la animada discusión sobre el final, las visitas se dispararon hasta tal punto que esta página se vio incapaz de soportarlas todas. Muchos de mis lectores se encontraron con problemas continuos para acceder.

Creo que lo llaman morir de éxito.

No me quejo.

Es uno de esos problemas que es bueno tener.

Fue preciso un cambio de urgencia de servidor. Era algo necesario que llevaba retrasando mucho tiempo y esta situación me ha espoleado a hacerlo. Básicamente, si estás leyendo este texto, te encuentras en la nueva versión de pjorge.com. Nueva y más rápida, espero.

Por lo demás, quiero dar las gracias a todos mis lectores por su paciencia. Y también, un agradecimiento especial a todas las personas que por medio de Twitter, correo electrónico y demás medios han tenido la deferencia de comunicarme lo mucho que les había gustado mi texto.

Que los demás aprecien lo que has hecho es también un buen «problema» a tener.

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Lost, 6ª temporada, episodios 17 y 18, «The End»

¿De verdad han pasado ya seis años? ¿De verdad hemos llegado al final de Perdidos?

Pero no hay razón para desesperar. Lo bueno de las obras de arte es que no desaparecen del mundo al concluir. Siguen ahí.

Es más, siguen ahí y ya las conocemos completas. Si son buenas obras –y Lost lo es- podemos volver atrás y releerlas. Yo lo he hecho en varias ocasiones (debo haber visto la primera temporada unas cinco veces), pero ahora por primera vez comienza el fascinante proceso de regresar a la serie ya completa, conociendo su final. Ahora es cuando podremos extraer de ella todo lo que pueda darnos.

Y ese proceso durará años.

Al fin comprendemos el sentido exacto de las palabras de Juliet en el primer episodio de la temporada, su enigmático «It worked» mientras agonizaba, comentando también ir a tomar café y pagar a medias. Resulta, como sospechábamos, que al agonizar entrevió la línea X. Pero el «It worked» no se refería a la bomba, como podríamos haber pensado, sino a una simple máquina de chocolatinas. Cuando James Ford la desenchufa y la vuelve a enchufar, el truco funciona y es posible recoger el chocolate (una chocolatina Apollo, por cierto, ya saben, como el dios de la luz y el sol). Inmediatamente después hablan de ir a tomar café, antes de recordar al fin. Todo eso mientras muere en brazos de Sawyer…

Como no conocíamos la naturaleza de la línea X, resultaba difícil comprender su relación con la isla. Creíamos que quizá se refiriese a la bomba porque en la línea X la isla está hundida y da toda la impresión de que ese hundimiento se produjo en el momento del incidente. Pero resulta que la línea X es fundamentalmente falsa.

O, visto desde otro punto de vista, la línea X es fundamentalmente verdadera.

Es falsa en el sentido de que no forma parte de nuestro mundo. Es un limbo, un presente eterno por el que pasan las almas antes de dar el paso final al más allá. Es un punto de encuentro y en este caso particular, el punto de reunión de nuestros perdidos. Tal y como explica Christian Shephard, es un mundo consensuado para reunir a gente que pasó por la experiencia de la isla, la más intensa de sus vidas y por tanto la que les define totalmente. Para algunos personajes, muchos años después, en el momento de morir, la isla sigue siendo lo más importante que les ha sucedido.

Pero desde otro punto de vista, esa realidad consensuada que existe, como explica Christian, en un eterno ahora, es más real que cualquier otra cosa. Es una vida de la mente. ¿Y no son nuestras vidas en el fondo realidades mentales, estados más o menos complejos de nuestras consciencias? Si experimentamos algo como real, ¿no es real en sí mismo? Después de todo, la realidad que conocemos y damos como existente bien podría ser un espejismo compartido. La sombra de Berkeley no anda muy lejos.

En la línea X, cada uno se ha edificado el mundo que le hubiese gustado tener, cada uno vive la vida que podría haber sido. Kate, por ejemplo, es una fugitiva de la justicia, pero es inocente (como no se cansa de repetir). Sayid protege a Nadia y evita que le pase nada malo. Desmond tiene el reconocimiento de Widmore. Jack tiene un hijo. Juliet trae al mundo bebés sanos. Sawyer es de los buenos. Charlie tiene su banda. Hurley es millonario y querido por todos. Y así uno tras otro.

Pero es un lugar de paso, un punto en la eternidad. O mejor dicho, es la eternidad. No hay principio. No hay fin. Nuestra mente imperfecta no puede concebirla sin tiempo, así que hemos visto el desarrollo de la línea X como si de una sucesión temporal se tratase, y probablemente los que la habitan también la perciben así. Cuando mueres, pasas por ese limbo. Luego, cuando comprendes lo que te ha pasado, cuando estás dispuesto a «let go», estás preparado para ir al otro lado. Puede llevarte un segundo o un millón de años, pero da igual, porque en el limbo sólo existe el presente. Debes aceptar tu situación, debes aprender a renunciar.

Para nuestros perdidos, el limbo empieza en el avión. Ése es el punto de referencia de sus vidas, el lugar donde la mayoría de ellos se encontraron, donde empezó su aventura en común. Al avión hemos vuelto una y otra vez a lo largo de la serie, y en la sexta temporada los personajes de la línea X (¿podemos llamarlo ya Limbo?) han vuelto continuamente a ese momento inicial. No es de extrañar, porque es el punto de nacimiento de su mundo.

Sólo que en el Limbo no hay nacimiento ni muerte, no hay principio ni final.

Comprendemos ahora las referencias a no estar preparados. Desmond dice de Ana Lucía que no está preparada, su proceso de renuncia no ha concluido. Y lo mismo le dice Eloise a Desmond, aunque ésta tenga una razón algo más egoísta para intentar evitar la iluminación de los demás, más comprensiblemente egoísta. Eloise es también una iluminada, sabe perfectamente dónde está, pero quiere disfrutar un poco más de su hijo, hijo que en la isla tuvo que sacrificar. Nadie se lo puede reprochar.

Una de las frases recurrentes de Lost –de las que, por cierto, hay muchas en este episodio- es precisamente «Live together, die alone», una versión condensada de la receta de Jack para la salvación: «Either we live together or we die alone». Esas personas, las que se encuentran al final en la iglesia, vivieron juntas, en la isla, compartieron una experiencia intensa. Y luego murieron solas. Cada una en su momento. Porque así es como morimos todos. Solos. Y cada uno en su momento.

Kate y Sawyer, por ejemplo, escaparon de la isla al final de su aventura. Fueron de los pocos supervivientes. Vivieron, se entiende, una vida feliz –o eso queremos creer-, quizá juntos, quizá ayudando a Claire a criar a su hijo Aaron. En su momento, murieron. Kate con, digamos, 95 años, una viejecita encantadora que jamás hablaba de aquel tiempo que pasó en la isla. Sawyer, a los 75, pongamos por caso, en un accidente de automóvil –siempre le gustaron los coches rápidos. Al morir, llegaron a ese limbo.

Porque la estancia en la isla les marcó para siempre.

Y allí se encontraron con todos los demás. Incluso con Jack, que murió muchos años antes, como en cierta forma nació, entre el bambú de la isla. Por eso Kate dice que le ha echado de menos, porque vivió más de sesenta años sin él. Porque esas personas no recuerdan sólo su periodo en la isla, sino que recuerdan toda su vida. Un ejemplo evidente, sabemos que Hugo ocupará el puesto de protector de la isla, mientras que Ben hará de segundo al mando. Y precisamente a eso alude Hugo cuando le dice a Ben que fue un buen número dos.

(¿Soy yo o ese comentario sobre número 2 es una referencia a la serie El prisionero?).

Ben, por ejemplo, que a pesar de recordar toda su vida, a pesar de saber que está muerto, prefiere disfrutar un poco más de su situación, quiere disfrutar un poco más de una vida que se parece a la normalidad. Pero debemos entender que en el Limbo no hay tiempo. Puede demorarse un segundo o un millón de años. Da igual.

Pero lo que sí han logrado estos personajes es reunirse en el limbo. Quizá murieron solos, pero el último paso lo pueden dar juntos. En el tránsito final pueden estar juntos. Pueden reunirse en esa iglesia, Desmond puede ir despertando uno por uno a los que no estén despiertos. Rose, Bernard y él pueden ayudar a los demás a recordar. Y recordar es parte del proceso de renuncia a las cargas del pasado. Paradójicamente, recordar es parte del proceso de dejar atrás el mundo y poder seguir avanzando.

Y es Christian Shephard psicopompo el que aparece para explicarlo todo, para contarnos que la isla les unió, que ahora están juntos por efecto de esa unión, que el viaje debe continuar. El personaje omnipresente en la serie, que reaparecía periódicamente, que todos sabíamos que estaría en el final. La luz final, la fuente y el fin de todo, una luz eterna. Quizá, como comentaba sobre el episodio anterior, la misma luz de la bondad. Posiblemente la misma luz de la isla, que ya sabemos que es muerte, resurrección y vida. Al final las almas se unen de nuevo a la luz. ¿Qué hay en la luz? Nadie lo sabe, porque es una región inexplorada de la que no regresa ningún viajero.

Es un final fiel a la serie.

Y además, hace total justicia a su título: «The End».

Después de ese punto, ya no hay más.

No es que la serie no haya tratado nunca el tema de la muerte. De hecho, la muerte es uno de sus temas más recurrentes. Ha habido muertes de todo tipo, desde grandes matanzas hasta muertes personales. La gente ha muerto por todo tipo de razones, desde sacrificándose por algo o encontrándose en el camino de una bala. Incluso hay personas que han tenido que morir para cumplir su destino, como Locke o Jacob. O en ocasiones la muerte ha sido el comienzo de algo, como la muerte de Claudia junto al nacimiento de sus hijos.

Pero incluso la vida tras la muerte ha sido recurrente. Ya desde el comienzo, con Christian dando saltos por la isla, son muchos los personajes que han vuelto para contar algo. E incluso personajes como Hurley o Miles han sido capaces de conectar con ellos y hablar. La magia de los flashbacks nos permitía recuperar personajes desaparecidos. Y ya hacia el final, el propio Jacob renace brevemente para poder contar a los perdidos qué deben hacer.

Y en cierta forma, la naturaleza final de la línea X es la última gran ironía de la serie, de una serie cargada de ironías. Una de las hipótesis desde el principio de la serie era que los protagonistas habían muerto y se encontraban en una especie de limbo. Resulta que no, todo lo que pasó en la isla era real. Lo que era el limbo era precisamente la línea X, la línea feliz.

Y otra gran ironía fue que creíamos que veríamos un final sobre el enfrentamiento entre los perdidos y el humo negro sobre el control de la isla, pero lo que tuvimos sobre todo fue un final sobre los personajes, sobre sus sueños, sobre cómo les gustaría haber vivido y sobre la vida que tuvieron. Muchos vivieron un buen montón de años después de los acontecimientos de la isla. Otros murieron mucho antes de que todo terminase. Pero en el momento final de la serie, lo importante siguen siendo ellos. Son ellos los que vuelven a reunirse. Son ellos los que siguen juntos. Incluso en la muerte.

Lo que no nos imaginábamos, quizá no podíamos imaginar, es que nos fuesen a contar incluso el tránsito del alma, el periplo desde que abandona el cuerpo hasta su destino final. Visto ahora, desde el final, es casi obvio. Las referencias a los espejos, los niños inexistentes, ese ataúd que se pasea por el mundo, las casualidades repetidas. Nos habían contado el pasado de los personajes en los antiguos flashback, nos contaron lo que pasaron en la isla y al final decidieron contarnos el final de todos ellos.

Lo importante siempre fueron los personajes.

Lo demás que se veía en la serie eran cosas que les pasaban.

O detalles del entorno, como la isla misma.

Pero nada de eso era realmente tan importante como los personajes.

Ver a Locke finalmente feliz vale más que cualquier explicación sobre la naturaleza de la isla.

Pero el final, final, lo da la línea de la isla, con la última escena. Jack, mortalmente herido, habiendo cumplido con su labor, regresa al bambú y se tiende para morir. Posiblemente, como Juliet, ya agonizando entrevé el otro mundo y sonríe al saberse rodeado de amigos. Sawyer, allá en el final de la cuarta temporada, le dice a Jack «You don´t get to die alone». Y así es en cierta forma, porque a pesar de estar físicamente solo –excepto por la compañía de Vincent-, en el momento de la muerte se siente con sus amigos. Cierra los ojos, porque ahora está tranquilo y no tiene obligaciones que le retengan, y vemos un primer plano de un ojo, como el que iniciaba la serie, sólo que éste ojo está cerrado. Se acabó. El ciclo se completa.

Vincent está a su lado. Fue Vincent el que originalmente despertó a Jack entre ese mismo bambú. Le despertó por indicación de Christian Shephard, diciéndole que tenía trabajo por hacer. Y así era, tenía un trabajo importante. Su sacrificio sería vital para garantizar el éxito del plan. Jack debía entregar su vida para preservar la luz. La luz a la que regresa al morir.

Pero ni él ni nosotros habíamos entendido el plan.

¿Cuándo se fraguó el plan? ¿En qué momento del tiempo? Fue después de la creación del monstruo de humo, evidentemente, porque el plan era acabar con él. Quizá Jacob se cansó de que sus esfuerzos –eso de convencerle de que la humanidad era fundamentalmente buena- no sirviesen para nada. Pero el plan implica a Desmond, así que lógicamente, sólo puede ser después de saber que Desmond era inmune a la radiación electromagnética de la isla.

Es posible que se supiese desde siempre, es posible que sólo después de la destrucción de la estación Swan. Si fue desde siempre, Widmore lo trató así de mal para mandarle a la isla. Si no, bueno, Widmore era un poco protector con su hija. En cualquier caso, parece que esto fue lo que sucedió:

En algún momento, sabiendo que Desmond era inmune a la radiación de la isla, Jacob le dijo a Widmore que lo trajese de vuelta. Desmond salió de la isla junto con los demás al final de la cuarta temporada. Sabemos que no deberían haberse ido, porque eran importantes. En particular, Desmond y Jack lo eran. No sé cómo le planteó Jacob la cuestión a Widmore, pero imagino que recurrió a su responsabilidad para con la isla. ¿Conocía Widmore el plan? Sabía, evidentemente, que Desmond era importante, un arma final, porque podía desmontar el mecanismo interno de la luz. Cualquier otra persona, de acercarse allí, se convertiría en un nuevo monstruo de humo.

Estoy convencido de que el plan fue siempre ése. Desmond debía desmontar el mecanismo de la isla, lo que privaría al monstruo de humo de sus poderes, lo dejaría convertido en humano, quizá incluso anulando temporalmente todos los poderes de la isla. Por supuesto, hay riesgos, porque detener el mecanismo de la isla implica apagar la luz, y apagar la luz de la isla implica la muerte de toda la humanidad. Pero si se hace bien, durante el tiempo justo, es posible matar al monstruo de humo, porque ahora es puramente humano. Por desgracia, luego alguien tiene que bajar a arreglar el mecanismo. ¿Quién? Pues el protector de la isla, que se sacrifica de esa forma.

Sin saberlo, o quizá consciente del peligro pero más interesado en la posibilidad de destruir la isla, Flocke se apunta a la idea de llevar a Desmond a la fuente de la luz. Ésa fue la gran contribución de Widmore justo antes de morir, contarle a Flocke lo de esa opción. ¿Sabía por qué murió? ¿Creía estar traicionando a Jacob y salvando a Penny o siempre supo cuál sería su papel? ¿Debía morir para pagar sus culpas?

Lo de Desmond es todavía más curioso. Desmond X, al encontrarse con Penny y tras ser convenientemente dirigido por Charlie y por Daniel, recordó la vida en la isla. No, no es cierto, recordó toda su vida, hasta el momento de su muerte, que no sabemos cuándo se produjo. Lo último que sabemos de él es que Hugo y Ben se preparaban para enviarle fuera de la isla, con su mujer e hijo, para que viviese en paz. Murió, queremos creer, muchos años después. En cualquier caso, recordó todo eso al encontrarse con su gran amor.

A veces es el amor. A veces es la muerte. A veces es el contacto con una nueva vida. Cualquiera de esas vías es buena para recordar. Y el recuerdo es el paso previo para el perdón, como Locke perdona a Ben, y también requisito indispensable para deshacerse de las cargas.

Desmond de la isla entrevió la línea X y creyó que era un mundo real. Creyó que allí no había pasado nada, que el avión no se había estrellado y que él no había pasado esos años dándole a un botón. Creía que yendo a la fuente de la luz podría acceder a ese otro mundo. Estaba feliz, porque se sabía arma, se sabía recurso final, y sabía que allí acabaría. Acabaría justo donde creía que podría escapar.

Pero la línea X no existe en ese sentido. Es un lugar tras la muerte.

Y Desmond no va a morir. Precisamente tiene que estar vivo para hacer lo que hace.

Durante un momento interrumpe el mecanismo de la isla, ése que combina agua y luz para ejecutar su alquimia. Y eso detiene al monstruo de humo. Brevemente lo convierte de nuevo en mortal. Un mecanismo que esencialmente parece una versión mucho más grande del mecanismo que Ben usó para invocar al monstruo de humo.

Jacob explicó que la isla retenía una enorme fuente de maldad. Imagino que los poderes del humo negro derivaban de esa fuente de maldad. Al detenerse el mecanismo, esa conexión se interrumpió. En ese momento Jack pudo atacar y hacerle daño.

El enfrentamiento final con Flocke se produce en el acantilado, justo sobre la cueva de Jacob, con toda la isla desmoronándose a su alrededor. El barco de la huida –para Flocke- o de la salvación –para los demás- se ve cerca.

Poco antes han descendido a las profundidades de la isla para detener el mecanismo, como quien desciende al inconsciente. La pelea luego en la superficie, se produce justo sobre la cueva que parece representar pulsiones internas. Y la pelea entre Flocke y Jack es más una lucha entre instintos. No es tanto bien y mal, como el instinto de supervivencia contra el deseo de morir. Una pelea absurda, que no debería producirse. La isla se está hundiendo y si no se arregla, el mundo se acaba.

Y es Kate la que dispara y pone fin a la pelea. Es la que deja suficientemente incapacitado a Flocke como para que Jack acabe con él. Es lo que la serie siempre ha defendido y se manifiesta una y otra vez en este final. La necesidad de estar unidos, la participación de todos para lograr el fin que se pretende. Es cierto que es Jack quien se sacrifica por todos los demás, quien ha recibido una puñalada, quien se está desangrando, quien pronto va a morir. Pero sin los demás no podría hacer nada. Si Jack es un héroe es porque se apoya en el sacrificio de otros muchos.

Y lo mismo sucede en el limbo. El despertar de un buen montón de perdidos (ya en el avión, toda la conversación entre Boone y Locke gana mucho si pensamos que Boone ya estaba iluminado en ese momento, que ya sabía. Lo mismo pasa con lo que Rose le dice a Jack) se debe a un esfuerzo colectivo. Lo inicia Desmond, pero luego va requiriendo la colaboración de muchos otros. El último en despertar, Jack, precisa de varias intervenciones, hasta la intervención final del ataúd de Christian Shephard, para lograr la iluminación. El «let go», con sus ecos budistas, es una tarea complicada.

Posteriormente, es Jack el que debe descender a la entrañas de la tierra, al corazón mismo del mundo, para reactivar el mecanismo. Y de nuevo, debe hacerlo en colaboración. De hecho, todo el plan es una gigantesca colaboración –voluntaria o no- entre cientos, incluso miles de personas. Empezando por Jacob, pasando por los Otros, por Richard, por Widmore, por Ilana y acabando en los perdidos, el plan es común.

Dije antes que el plan consistía en parar la máquina, en detener a Flocke y en ponerla en marcha otra vez.

Pero eso es digamos, la parte final del plan, un detalle de implementación.

El plan realmente era el de siempre. Demostrarle al hombre vestido de negro que hay bondad en el corazón humano. Demostrarle que es posible que los seres humanos colaboren y se sacrifiquen por algo más importante, por el bien de todos.

Cuando Jack vuelve a colocar la piedra y reactiva el mecanismo, lo que está haciendo –aparte de salvar a la humanidad- es poner la última letra de un mensaje para el hombre vestido de negro:

Jacob tenía razón.

Después de 2.000 años, le demostró que tenía razón.

Y por desgracia para él, el hombre vestido de negro se equivocaba.

Eso es lo que le derrota, no haber entendido esa capacidad para el bien. Creía que amenazando, obligando, sobornando podría lograr sus fines, podría escapar al fin de la isla. No podemos echárselo en cara. Tuvo muy malas experiencias y es lógico que no entendiese la lealtad, el amor y la amistad. Habiendo sido traicionado por los seres que más quería, es normal que no lo comprendiese.

Hurley y Ben ayudan a Jack a descender al interior de la isla. Como sabe que sus minutos están contados, Jack pide a Hurley que sea el nuevo protector. No quiere dejar ese asunto sin resolver. Y al descender, se toma su tiempo en ayudar a Desmond, quien ya ha sufrido más de lo que merecía.

Incluso la huída de los otros perdidos, los que escapan en el avión –que pilota Lapidus. Sería capaz de dar la vuelta al mundo en un avión de papel-, es producto total de la colaboración. Richard y Miles ayudan a Lapidus a acondicionar el avión. Kate y Swayer se detienen para convencer a Claire de ir con ellos. Incluso en medio del desastre, hay tiempo para la bondad, para ayudar a los demás. Tiempo para arriesgarse por los demás.

Jacob al fin encontró un grupo de personas dispuestas a comportarse con humanidad.

Y eso que al empezar muchos de ellos eran seres ariscos, solitarios, poco dispuestos a inmiscuirse. Incluso egoístas. Pero los años en la isla les han sentado bien. En eso Jacob también tenía razón. Ellos necesitaban más a la isla de lo que la isla los necesitaba a ellos.

En cierta forma, Jack es el último componente del régimen de Jacob, el último de los guardianes de la isla que tiene que lidiar con el problema del humo negro. A Hugo le cede una isla ya limpia, una isla sobre la que se puede edificar algo importante, una isla que ya no está marcada por la mancha del humo negro. En cierta forma, sí que hay un gran reset en esta serie, pero se produce al volver a colocar la piedra. En cierta forma, la isla comienza de nuevo, renovada. Hugo ahora puede crear sus propias reglas, habiendo quedado anuladas las anteriores, con la ayuda de un Ben definitivamente que ahora empieza su camino de redención. El mando de Hugo será más humano, más orientado a las personas. La guerra ha terminado y la rigidez marcial ya no es necesaria.

Y eso ha sido toda la serie. El largo proceso de redención de los personajes, que aprendieron a sacrificarse unos por otros. Todos formaron parte del plan, todos pusieron su granito de arena para demostrar que la humanidad es capaz de hacer el bien. Todos compartieron esa misma experiencia. Fue su gran obra colectiva. Y eso les une.

Lo último que ve Jack antes de morir es el avión escapando. En él van varios personajes que vivirán sus vidas a partir de ese momento (iba a decir que a menos que se estrelle el avión, pero lo pilota Lapidus y ese avión no se estrellaría ni aunque se quedase sin combustible). En la isla quedan Ben, Hugo, Desmond, Rose y Bernard. Pero esas personas ya no son problema suyo, sino de Hugo, el nuevo protector humanizado. Por primera vez en mucho tiempo, la isla dejará de ser un campo de batalla y la dirigirá un hombre de paz.

La guerra ha terminado.

Pero al contrario de lo que suele pasar en la mayoría de las guerras, de ésta la humanidad ha salido reforzada.

La serie se cierra con la muerte feliz de Jack que pasa al limbo que hasta ahora llamábamos la línea X. Ahora que sabemos lo que era, la antesala del más allá, el espacio intermedio entre la vida y lo que sea que hay después, podemos comprender algunas de sus características. Las casualidades, todavía mayores que en la realidad, el cruce continuo de personajes. Incluso el hecho de que la línea pareciese a medio hacer, que continuamente se reajustase para adaptarse a las expectativas de sus habitantes. Incluso la lectura platónica, porque efectivamente los personajes recuerdan lo que les sucedió en vida como si la línea X fuese una ilusión, que en cierta forma lo es.

La serie ya había hecho muchas referencias a las religiones. Ya habían salido curas, ya habían salido milagros, ya habían salido creencias espirituales de todo tipo. Pero creo que la reunión final en la iglesia tiene como fin reconocer el esfuerzo de esas personas, el sacrificio que realizaron. Juntos preservaron la isla y por tanto merecen acompañarse. En su limbo hay ecos de las creencias egipcias, que consideraban la vida en el más allá como un reflejo –mejor- de la vida que la persona hubiese llevado. De ahí, probablemente, las continuas apariciones de espejos.

¿Cuál ha sido el sentido de la línea X? Creo que ha sido preservar los personajes. La línea X nos permitió verlos en otras circunstancias, en sus personalidades modificadas por la isla. Si en la primera temporada los flashbacks nos permitían ver de dónde provenían, la línea X nos permitía comprobar lo mucho que habían cambiado y lo diferentes que serían sus vidas de haberlas vivido con su nueva visión de las cosas.

Porque Lost siempre fue una serie sobre personajes. Fue lo que nos atrajo del piloto y lo que mantuvo el interés durante los años. Esas personas en concreto eran más atractivas que cualquier misterio. La isla, su origen, su naturaleza eran simplemente menos importantes. Incluso el monstruo de humo, que parecía un misterio puramente mecánico, se reveló finalmente como una personalidad trágica atrapada en un destino que no había escogido. ¿No fue mejor así? ¿Habríamos cambiado la historia del hombre vestido de negro por una relación de pesos atómicos?

Se podría haber hecho otro final, efectivamente. Pero la serie ya había elegido el suyo. La línea X ya nos había centrado de nuevo en los personajes, por lo que estaba claro que ellos serían los protagonistas. En todos los demás casos, como dejaron claro «Across the Sea» o «What They Died For», la explicación sería de naturaleza sobrenatural o mitológica, aprovechando las resonancias que el mito tiene con nuestra comprensión del mundo. Desde el punto de vista de la serie, la luz y la naturaleza última de la isla, no tienen demasiado interés. O mejor dicho, omitir la explicación hace que el resultado sea mejor, porque sitúa una historia de sacrificio frente a un fondo enorme que nos parece descomunal precisamente por no entenderlo.

Sólo lamento que no viésemos el limbo de Jacob, el hombre de negro y sus madres. Me habría resultado interesante verles deshacerse de sus cargas, verles perdonarse mutuamente. ¿Qué lugar habrían escogido para reunirse? ¿Una playa?

Aún dentro de esos parámetros, me esperaba cierto final para la serie. Me alegra poder decir que el final ofrecido es mucho mejor, me resulta mucho más enternecedor, mucho más humano y mucho más interesante que el que yo había imaginado. Es un final lleno de detalles y sutilezas sobre el comportamiento humano que resaltan la complejidad fundamental del universo de Lost. Me alegra que los guionistas se hayan resistido a la tentación de ofrecer cualquier otro tipo de final.

Me alegra que pensasen ante todo en los personajes.

Con ello no sólo han cerrado brillantemente la serie, sino que también la ha convertido en una obra que podremos revisitar y comentar durante años.

No es poco.

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Lost, 6ª temporada, episodio 16, «What They Died For»

¿Sabes, Lost? Nunca pensé que una serie de televisión me volviese a emocionar hasta este punto, a interesar tanto como para pensar en ella tan intensa y fructíferamente, para tratarla como una obra de arte. Muy pocas veces he visto una serie de televisión tan intensamente literaria como tú y hay más de una novela –un género que se cree tan importante- que no te llega ni a la suela de los zapatos. Se me ocurren algunas otras series que comparten esas características, pero no las voy a mencionar, porque hoy es tu día y mereces todos los focos.

Han sido seis años estupendos. Desde el momento en que Jack abrió los ojos supe que eras una serie especial. El viaje, como dice una amiga, ha valido la pena. Y el secreto es ése, que el viaje fue siempre más importante que el destino, que las preguntas siempre fueron más valiosas que las posibles respuestas. Saber plantearse las preguntas correctas es el primer paso hacia el conocimiento.

Y ahora llega todo a su fin. Y no dudo que será un gran final. Lindelof y Cuse jamás consentirían que terminases de otra forma. Han sido buenos padres, y todos sabemos que para ti la maternidad y la paternidad son muy importantes.

Gracias.

De disponer de tiempo y mundo suficientes, el retraimiento de Lost no sería ningún crimen. Por desgracia, para nosotros, la serie terminará muy pronto y lloraremos porque ya no tendremos isla que explorar. Por tanto, un episodio como éste no sólo era obligatorio, sino que yo diría que era incluso ineludible e inexcusable.

En el episodio anterior nos contaron el origen de la situación actual. Vimos a Jacob, a su hermano y la madre (loca o no). Sabemos lo que pasó y sabemos qué estableció el patrón que se repite ahora. Por tanto, revelado el secreto más secreto de las personas en la isla (que no de la isla en sí, claro, que queda por revelar, taimados y ladinos guionistas) no hay ninguna razón para no tener una escena como la siguiente: personajes reunidos alrededor de un fuego alimentado por las cenizas de Jacob a los que el propio Jacob explica la situación. En particular, responde a la pregunta de Kate: ¿por qué murieron?

Siendo poco caritativos, la respuesta podría resumirse en «fui un inútil celoso y ahora ustedes deben cargar con las consecuencias». Porque sí, el propio Jacob confirma que él fabricó al monstruo de humo. Lo hizo arrojando a su hermano a la luz de la isla. Entiendo, o quiero entender, que si entras en la luz sin haber muerto, tu esencia se transforma de algún modo que no queda del todo claro. Queda el cascarón vacío, pero eso no significa que hayas muerto. Todo lo contrario, sigues más que vivo y muy, muy cabreado.

Y quién no lo estaría. Por lo que vimos en el capítulo anterior, bastante aguantó el hombre vestido de negro.

Jacob define lo sucedido como un «error». Deseo informarte, amigo Jacob, que eso no fue un error, fue una perrería con mayúsculas. Un error es pedir Coca Cola normal cuando quieres Coca Cola Light. Fabricar un monstruo sobrenatural capaz de destruir el mundo está a un nivel que pocos pueden alcanzar.

Pero debemos admitir, en defensa de Jacob, que algo ha aprendido en sus miles de años dando tumbos por ahí. Sí, ahora el problema es de la humanidad y en particular de los perdidos, que deben ocuparse de arreglar el desastre. Pero al menos Jacob tiene la decencia de dejarles elegir. En eso Jacob mejora a su madre.

Cuando él se convirtió en protector, su madre empleó todos los trucos pasivo agresivos para lograr que dijese que sí. Incluso le dijo que no tenía elección, lo que ahora podemos entender en el sentido «o tú, o nadie». Cuando le toca a Jacob, después de su suicidio, éste se cura en salud y encarga un buen montón de posibles sustitutos, gente a la que la vida no le va muy bien, gente solitaria, de esas personas a las que les vendría de maravilla cuidar de una isla sobrenatural. No era cuestión de tener a un favorito y a un suplente para que luego el favorito decidiese cambiar de bando.

Quizá confundida por la escasez de mujeres en el grupo de candidatos, o temiendo que ser tachada con tiza implique algo más que haberse quedado fuera de la selección final, Kate pregunta qué pasa con lo suyo. «Fuiste madre», le responde Jacob. Quizá porque la vida de Kate ya está completa por haber cuidado totalmente de Aaron o quizá porque Jacob recuerda la última vez que una madre tomó el control de la isla y no le apetece repetir.

Y luego les dice que uno debe dar un paso al frente y ocupar su puesto.

Debemos entender que ninguno de los presentes iba a decir que no. Después de las vicisitudes pasadas, de años lidiando con la isla, de años cuidando de sus amigos y compañeros, era seguro que uno diría que sí. De habérselo preguntado individualmente, Jacob habría obtenido cuatro guardianes. Es el efecto beneficioso de la isla. Como bien dice Jacob, eran seres solitarios y encerrados en sí mismos, que apenas eran capaces de contarse unos a otros lo que habían visto o habían descubierto. Pero vivir en la isla los transformó. Ahora serían capaces de aceptar cualquier responsabilidad.

Por suerte para los otros tres, Jack dice que sí primero. ¿Alguien lo dudaba? Ya dice Jacob, cuando le cuenta dónde encontrar el corazón de la isla, que estaba a poca distancia del bosquecillo de bambú donde despertó en el primer episodio (y el Christian Shephard que andaba por allí ¿era realmente el monstruo de humo? ¿Qué interés podría tener en despertar a un futuro candidato?). Además, Jack jamás dejaría pasar la oportunidad de ponerse a arreglar algo. Jack es de esas personas que en un atasco se pondrían a dirigir el tráfico.

Tiene complejo de dios, dice Sawyer, con razón. Me alegra no haber sido yo, dice Hurley, también con razón. Son las cosas que pensaríamos nosotros. Kate no dice nada. O la situación le parece muy solemne o suspira aliviada al saber que lo de tachar su nombre era una mera formalidad.

No se aclara por qué Jacob llevaba una doble contabilidad, por qué tenía una lista de nombres en el faro y otra en la cueva. Además, listas tan diferentes, una tan pulcra y la otra que parecía el producto de un frenesí dionisíaco. Supongo que nunca lo sabremos. Quizá fuese parte del proceso. O a lo mejor a Jacob le gustaba la espeleología.

Tal y como yo lo veo, Jacob está expiando su culpa. No se deja matar porque esté cansado de su trabajo –como fue el caso de su madre-, sino porque es parte del plan para anular la amenaza del humo negro. Era inevitable, como dice, que algún día diese con la forma de matarle, por lo que era mejor estar preparado y adelantarse un poco. Su vida es el precio que paga por resolver finalmente la situación. Los pocos minutos que gana con la ceniza –ceniza que, curiosamente, solicita un Jacob niño- los invierte en los preparativos finales.

(Por cierto, que Jacob se consumiese por completo en el fuego central que dominaba su estancia me recordó el mito de Fénix. Ahora compruebo que sus cenizas le permiten renacer brevemente, usando de nuevo el fuego –que ya comentaremos-, para poder hablar con todos los perdidos a la vez.)

Si cuando Jacob bebió el vino y aceptó su puesto nos recordó la eucaristía, Jack bebiendo agua bendita no sólo recuerda al cristianismo, sino a tradiciones todavía más antiguas, donde el agua es un elemento purificador. Y como medida adicional de precaución, los perdidos han estado entrando y saliendo del agua continuamente a lo largo de esta temporada. Lo que encaja muy bien con uno de los temas principales de Lost: la culpa.

Los candidatos, y la mayor parte de los personajes, habían cometido errores graves en el pasado. Algunos eran asesinos, otros no supieron aprovechar la oportunidad de ser felices, otros empujaron a seres queridos a un final desgraciado. Eso les marcó hasta tal punto, que vivían sus vidas bajo el peso de esos hechos. Algunos sentían la necesidad de redimirse mientras que otros se conformaban con escabullirse como podían. En cualquier caso, les marcaba la incapacidad de compartir y comunicarse.

Desde el episodio anterior sabemos por qué. El propio Jacob había cometido un error enorme, tan grande, que hacía pequeño el error de cualquier otro. Los perdidos, y los candidatos en concreto, son como Jacob. Supongo que piensa que si él se ha vuelto un poco sabio después de 2.000 años, bien puede servir el mismo truco para los demás. Analizar y corregir las culpas del pasado ha sido uno de los temas de la serie, y es agradable ver el proceso completado aunque sea en algunos casos.

Pero, ¿no se hubiese podido mantener la misma reunión un poco antes? Allá en el primer episodio, haber dicho: «miren, tengo este problema y necesito ayuda». La verdad es que no lo creo. ¿Se imaginan a Kate, Jack, Hurley y Sawyer en el primer episodio prestando tranquilamente atención a lo que fuese a decirles Jacob? El propio Jacob necesitó muchos años para cambiar –siempre fue un poco lento. Incluso el comportamiento de los Otros no era más que un reflejo del comportamiento del Jacob original.

Para bien o para mal, o eso debemos creer, las seis temporadas en la isla eran necesarias.

Además, hay un factor adicional.

El Jack original posiblemente hubiese dicho que sí. No sé, de habérsele presentados pruebas suficientes, podría haber aceptado. Porque él es así y tiene complejo de dios. Pero ésa tampoco es la cuestión. No tiene sentido aceptar el puesto como quien acepta una responsabilidad. No, es preciso creer. Y ahora Jack cree más que nadie. Posiblemente sólo Locke le superaría en fe. Pero Locke está muerto.

No es tanto que Jack beba agua bendita, sino que al beber reafirma su fe. Y así se convierte en el guardián de la isla. Su camino ha sido duro. Empezó siendo el escéptico más absoluto, por lo que fue el que a más renunció –incluso a su dignidad de médico, en los tiempos de la iniciativa Dharma- para llegar a donde está ahora. Locke estaba dispuesto a creer. Kate, Sawyer y Hurley deben, a estas alturas, creer más o menos. Pero sólo Jack ha dejado de creer en las coincidencias para pasar a creer definitivamente en el destino.

Si alguien se merecía ser guardián, era él.

Y, francamente, nadie más quería el puesto.

Una cosa es ayudar y eso, pero otra…

Aunque el pobre Sawyer empieza a dudar. Si Jack tiene razón… y bien, la verdad, cómo podría no tenerla si acaban de hablar con un muerto y Jack ha adquirido poderes… entonces Sawyer es el responsable, o al menos lo es parcialmente, de que estallase el submarino. De haber creído a Jack, de haber tenido fe suficiente, no habría pasado nada. Es otra persona que ha cometido un error con terribles consecuencias. Le queda perdonarse a sí mismo.

Mientras tanto, Flocke sigue con su tarea. No tengo muy claro cuál es o en todo caso, parece cambiar a lo largo del episodio. Cuando dijo que iba a terminar lo que había empezado, podría referirse al asunto de salir de la isla. Adicionalmente, podría ser que quiera matar a los candidatos supervivientes, lo que estaría relacionado con la primera opción. Cuando termina el episodio, se le ha ocurrido una idea mejor: destruir la isla. Todo por culpa de Widmore.

Pensemos en Widmore y observemos la contradicción. Si Flocke escapa, el mundo se acaba. Parece muy simple, una relación fácil de entender. Por tanto, la opción es no dejarle escapar bajo ningún concepto. Por tanto, ¿qué importa que prometa o deje de prometer no matar a Penny? Si Flocke escapa, Penny está muerta por efecto de «el mundo se acaba». Luego aquí hay algo que no encaja. O Widmore está muy confundido o la huída de Flocke no implicaría necesariamente la destrucción del mundo. De hecho, pocas veces han hablado de la destrucción del mundo, y casi siempre se han referido a las consecuencias como la desaparición de los seres queridos. Es más que posible que el asunto tenga complejidades que no hemos comprendido.

En cualquier caso, la consecuencia del acuerdo es que Widmore susurra al oído de Flocke algún secreto relativo a Desmond y su función en todo esto. Jacob le dijo –como supongo que también le dio la lista de candidatos- que le trajese a la isla como recurso final. Pero Ben mata a Widmore cuando todavía no parece haber terminado de hablar. ¿Le reveló el secreto a Flocke? No creo que importe. En el episodio 15 vimos que el hombre vestido de negro poseía conocimientos innatos sobre la isla. En ese caso, es más que posible que «Desmond» y «electromagnetismo» sea todo lo que precise oír para entender de qué va la situación. Quizá le miente a Ben sólo para que Ben no se alegre en exceso.

Ben ha vuelto, por cierto, ¿lo había dicho? El cabrón absoluto y total que tanto nos gustaba, no el llorica que vimos por última vez. Le dispara a Widmore para garantizar que Flocke mate a Penny, la misma Penny que el propio Ben dejó vivir al descubrir que era madre, escena que el Ben de la línea X recuerda cuando Desmond le golpea. Es más, por si no lo recordábamos, al entrar en el poblado ya se aseguran de dejar claro que Alex está allí enterrada (cortesía de Richard Alpert, al que luego Flocke lanza contra un árbol sin contemplaciones en un contundente «es hora de machacar»). Supongo que eso fue lo que pasó. Habiendo recordado la muerte de su hija y enfrentado a la humillación de que Widmore entrase en su casa, el viejo Ben no se pudo resistir.

La verdad es que la muerte de Widmore y la de las gafas fue un poco anticlimática. Uno esperaba más. De ella, porque salía mucho, y uno presentía que se revelaría como la hija secreta de Vincent, o prima hermana por parte de padre de Jacob, no sé, algo. Y de Widmore sí que esperaba mucho más. Al menos esperaba que estuviese presente en el enfrentamiento final. Pero cuatro tiros de Ben parece que lo impedirán.

Parece, porque en la isla, estar muerto no significa que no puedas intervenir. Es más, a veces parece que algunos personajes recuperan la vitalidad después de volver a la luz.

Flocke es como aquel personaje de Achille Campanile que sólo discute contigo si previamente aceptas estar de acuerdo con él. Si no estás de acuerdo, te corta el cuello o amenaza con matar a tu hámster. Ben, que es perro viejo para estas cosas, lo sabe y dice sí a todo lo que Flocke le suelta. Que hay que matar gente, se mata. Que hay que regar el ficus, se riega. Lo que sea. Ben simplemente quiere salir de allí con el pellejo intacto. Al principio Flocke le ofrece la isla. Pero la verdad, a estas alturas, ¿para qué quiere Ben la isla? Aunque la quisiese, una vez qué Flocke le dice «me la voy a cargar entera», ¿qué sentido tendría pestañear y llevarle la contraria? Lo mejor, sabe Ben, es darle la razón y esperar sobrevivir.

En cuanto a Flocke. Bien, se le ve tenso al hombre. Tanto tiempo queriendo escapar y ahora se encuentra con todo el mundo en contra. Y encima Widmore le cuenta para qué sirve Desmond –aparte de como padre y esposo, se entiende- en el marco de la isla. Es un arma de último recurso, aunque cuál es exactamente ese recurso queda para el final de la serie.

Yo la verdad es que comprendo muy bien a Flocke. No tengo claro que su salida de la isla sea tan perniciosa como dicen. Sólo tenemos la palabra de Jacob y no está claro cómo lo sabe él. Es decir, Jacob parece saber muchas cosas –parece saber dónde dar con los perdidos en el mundo exterior- pero eso no significa que sea omnisciente. Además, la reacción de Widmore, su rapidez en aceptar las condiciones de Flocke para salvar a Penny, dan a entender que hay algo más. Aunque tampoco sería la primera vez que los guionistas juegan con nosotros.

Es la línea X la que me confunde, la que conserva los mayores misterios de la serie.

Esta claro que Desmond y Hurley en la línea X recuerdan. Recuerdan hasta tal punto que Desmond se aprovecha de Ana Lucía y Hurley comenta que podría haberle avisado de que era ella. Sin embargo, el Hurley de la isla no parece recordar nada, mientras que el Desmond de la isla bien podría estar trabajando en concierto con el Desmond X. Además, Desmond se refiere a Ana Lucía indicando que no está preparada, un comentario similar al que hizo Eloise con respecto a él mismo. ¿Qué son por tanto Eloise, Desmond y Hurley? Personajes iluminados que han despertado para comprender la naturaleza real de su mundo, es mi hipótesis. Pero ¿de qué les sirve la iluminación? Siguen existiendo en el mundo X. Quizá sean iluminados que han decidido permanecer en el mundo para ayudar al despertar de otros, Boddhisatvas. ¿A cuántos deben iluminar? ¿A toda la humanidad o sólo a los perdidos?

Hay una familia que se reúne. O mejor dicho, está en proceso de reunirse. Jack –quien, por cierto, se refleja en el espejo-, David y Claire viven ahora juntos y ella es una mujer embarazada, sacando de nuevo el tema de la maternidad. Además, otra vez se hace referencia a la madre de David, a la que veremos en el concierto. También, cuando Locke va al despacho de Jack vemos una foto de Christian, por si nos habíamos olvidado de él. Padres, madres, hijos, nietos…

Así mismo, Locke y Jack recuperan brevemente sus lugares. Después de la paliza a Ben –y de que Ben se reflejase en el espejo- y el mensaje de Desmond, Locke empieza a pensar que las casualidades ya son muchas. Ya sabemos que para Locke de una multiplicidad de casualidades a una fe no hay más que un paso. Y es Jack el que le suelta aquella frase habitual de la serie, la que advierte que no debes confundir las casualidades con el destino. Sin embargo, en la realidad X Jack y Locke están fundamentalmente de acuerdo y si están en desacuerdo es en los detalles. En lo demás, podemos dar por seguro que en la línea X Locke volverá a caminar si eso depende de Jack.

¿Recuerda Ben cuando llora en casa de Alex? ¿Recuerda cómo fue su vida? ¿Recuerda la muerte de Alex? Considerando que la referencian y la discuten, hablando incluso de dónde está enterrada –convenientemente colocada para que Miles la encuentre- es inevitable pensar que sí. Y toda la escena, como cuidan de él, señala la posibilidad de un destino feliz para Ben, un Ben que en la isla salvó a Alex de una muerte segura a manos de Widmore. Aunque, como advertencia, Alex referencia a Napoleón, lo que nos recuerda la isla y los delirios de poder del otro Ben. Da la impresión de que Ben tiene una posibilidad de arreglar su vida si está dispuesto a aprovecharla, pero que el margen de actuación es muy estrecho y definido. Durante la confrontación final, ¿en qué bando estará Ben al final?

¿He dicho ya que Desmond X se sale (el otro Desmond se sale de un pozo, pero no es exactamente lo mismo)? Pues si no lo he dicho, debería haberlo hecho. Es más, lo voy a decir. Desmond X se sale. Qué tío. Con qué absoluta seguridad lo está haciendo todo, con qué aires de suficiencia. Además, con qué despreocupación. Le pega una paliza a un tío delante de un colegio lleno de gente. Se planta delante de la policía declarándose culpable. Y es capaz de convencer a dos criminales –aunque Kate niega serlo- para que vayan con él. E incluso tiene a Hurley de su lado con toda esa pasta (Hurley le debe un favor, que Desmond lo juntó con su chica).

¿Y a dónde van a ir? Pues al baile de Cenicienta, donde todos se revelarán tal cual son y la bruja intentará su último truco. Bueno, no, casi, a un concierto en el museo. Incluso Desmond le da un vestido a Kate, como aquella vez que Ben le dio a Kate un vestido nuevo sólo para desayunar con él. Y se suben al Camaro de Hurley, porque si vas a un concierto sin invitación, al menos hazlo con estilo.

Al concierto, por cierto, van también Jack, David y la madre ausente. Posiblemente Claire también. Supongo que Desmond hará una de sus llamadas y conseguirá que Sawyer también se presente al fin. No dudo que allí conseguirá reunir a todos los posibles. Van Miles, el padre de Miles, Charlotte… Vamos, que ni siquiera me extrañaría nada ver aparecer a Christian Shephard (curiosa la llamada de Desmond sobre el ataúd). Sí, ya sé que está muerto, pero como dije antes, no parece que en Lost eso importe en exceso.

El final de la serie, evidentemente, está relacionado con la suerte de Flocke y con lo que pase en ese concierto. Y esos dos hechos, evidentemente, están relacionados con la cueva de la luz.

La presencia continua de agua en esta temporada y luego esa luz me hicieron pensar en mitos del fuego y agua, agentes purificadores los dos, y en particular en los mitos persas, que son fundamentalmente dualistas, con la existencia de un bien y un mal, u orden y caos, enfrentados. Son dos polos opuestos representados por Ahura Mazda y Arimán. De Arimán, el maligno, se dice que contaminó el fuego añadiéndole el humo. Hasta ese momento, el fuego ardía puro. Así mismo, intentando alguna de sus bandideces –mientras Ahura Mazda iba creando las cosas buenas del mundo, Arimán iba creando lo negativo-, Arimán se quedó atrapado bajo la cúpula celeste. En particular, el fuego es importante porque emite luz, y la luz es la representación de lo bueno y emana directamente de Ahura Mazda.

Es más, durante el conflicto final, con la destrucción de Arimán, todas las almas regresarán a la luz, se producirá la resurrección y la renovación del mundo, que ahora será bueno. Sin recurrir a los mitos persas, por lo que he estado leyendo, en las tradiciones gnósticas se pueden encontrar ideas similares.

Es difícil no creer que algo de eso hay en la línea X. Incluso personajes que no parecían ser felices están logrando su felicidad, como Ben. ¿Es la línea X el mundo renovado tras el conflicto final?

Yo no lo tengo claro. Porque hay un detalle de la línea X que no acaba de cuadrar.

En la línea X la isla está bajo el agua.

Es como si Flocke hubiese cumplido con su propósito de destruirla. Pero eso sucedió en el pasado, muy posiblemente durante el incidente. Es como si la línea X y la línea de la isla se hubiesen tocado en ese punto, los perdidos hubiesen detonado la bomba y la isla se hubiese ido al fondo. Entonces, ¿qué fue de la luz? ¿Se apagó? Si se apagó, ¿por qué la gente vive tan feliz en la línea X cuando dicen que es tan importante para la supervivencia de todos? Si no se apagó, ¿está en algún otro lugar?

¿Qué hay en ese museo? ¿Hay un resto de la isla que no hemos considerado? Antes de que se hundiese, ¿lograron sacar algo de allí? ¿Ésa es la razón para que un astrofísico como Pierre Chang trabaje en un museo?

Alternativamente, ¿podría ser que la luz no fuese necesaria?

Quizá la forma de derrotar a Flocke no sea acabar con él, sino provocar la destrucción del concepto en sí, es decir, de la idea de una isla, una fuente y demás, del mito fundamental. Quizá la serie termine con la destrucción del viejo mundo y el nacimiento de un mundo nuevo y renovado donde la isla no sea necesaria. Es evidente que Flocke pretende usar a Desmond para destruir la isla, pero es posible que consiga un resultado inesperado. Una posibilidad es que en esta segunda creación, el demiurgo -¿el propio Desmond?- lo haga mejor que la primera vez y no haya una fuente a corromper.

Quedan algunas preguntas. ¿Por qué la línea X transcurre en 2004? En cierta forma, la respuesta es trivial: en ese momento empieza la serie. Aparte de la posibilidad de que la muerte de Jacob esté sincronizada con el momento en que Jack mira por la ventanilla del avión, es posible que no lleguemos a tener ninguna otra respuesta. ¿Qué importancia tiene que los perdidos recuerden la isla? Es el misterio final, claro, que depende, íntimamente, de la naturaleza de la línea X. Se ve que la línea X se aproxima cada vez más a la línea de la isla. Todo apunta a su falsedad fundamental, pero no sería la primera vez que una falsedad resulta ser verdadera en el contexto de la serie.

Una última posibilidad, una que no hemos considerado. La serie acabaría con un enfrentamiento final y con la muerte de todos los personajes en la línea de la isla. De alguna forma, surgiría la línea X (asumamos por un momento que no es preexistente y que se limita a interaccionar con la línea de la isla, asumamos que nace como consecuencia del final) y en ella los personajes alcanzarían la felicidad que no tuvieron en la línea original. Una especie de cielo, una especie de recompensa. Da igual.

¿Qué hay del hombre vestido de negro?

¿No se merece la vida que primero su madre y luego Jacob le negaron?

¿No merece también ser feliz?

Cabe la posibilidad de que veamos un baño de sangre y a la vez un final feliz, en dos líneas distintas. Un final feliz para todos.

Incluso para el hombre vestido de negro.

Yo me alegraría por él.

En pocos días lo sabremos.

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Continuar leyendoLost, 6ª temporada, episodio 16, «What They Died For»

Lost, 6ª temporada, episodio 15, «Across the Sea»

Yo nací en una isla. Lanzarote. Una isla con un montón de volcanes. Una isla casi sin vegetación, por lo que incluso hoy, estar rodeado de verde me resulta ligeramente desconcertante.

Hay mucha gente que no soporta las islas. Para muchas personas, las islas son opresivas, pequeñas, rodeadas de agua, sin posibilidad de escapar. Eso pasó con varios actores de Perdidos, que se fueron de la serie por no poder soportar vivir en Hawai.

En Lanzarote, si te sitúas en el lugar adecuado, es incluso posible ver el mar a ambos lados. El mar es liso y se extiende hasta el horizonte, por lo que a mí me provoca la sensación contraria. Me parece lógico y normal tener esa masa de agua extendiéndose hasta donde se pierde la vista, y verlo no sólo no me inquieta sino que incluso me resulta tranquilizador.

A mí lo que me resulta opresivo e inquietante es verme rodeado de montañas. No ver la línea del horizonte.

Depende, imagino, de cual fue el paisaje de tu infancia. En última instancia, es en la infancia donde radica el germen de la persona que somos ahora. Me resulta llamativo que hoy siga teniendo reacciones que se fraguaron hace cuarenta años.

Sí, efectivamente, no tiene nada que ver con Lost. Lo que sí tiene relación con Lost es la advertencia habitual: no leer a menos que hayas visto el episodio.

Érase una vez un niño. El niño vivía en una isla. Era un niño curioso, interesado por el mundo. Era atrevido e ingenioso. Era especial. Estaba destinado a la grandeza. Su madre era la guardiana de la isla, la protectora de un secreto portentoso. Él estaba destinado a ser su sucesor, a convertirse en el nuevo guardián de la isla. Quedó claro cuando le preguntó a su madre por la muerte y ella le respondió que era algo de lo que él nunca tendría que preocuparse. ¿El guardián de la isla no puede morir hasta que decide renunciar a su carga?

No conocemos el nombre del niño. Tampoco conocemos el nombre de la guardiana. Quizá ocupen puestos tan antiguos que sus nombres se han perdido en el tiempo. Quizá sus nombres no deban ser revelados.

El niño tenía un hermano llamado Jacob. Los dos habían nacido casi al mismo tiempo -Jacob primero- en esa misma isla. Pero al contrario que el niño, Jacob era tímido, poco dado a desafiar a su madre, sin demasiada curiosidad o ganas de explorar. Es más, Jacob sentía celos de su hermano, porque éste era claramente especial, sabía cosas. Por ejemplo, un día el niño encontró un juego en la playa, parecido al Senet, un juego que es un talismán para el viaje por la muerte, un muy antiguo juego -quizá el más antiguo del mundo- que se juega con piezas blancas y negras. Sin haberlo visto nunca en su vida -los niños siempre han vivido en la isla- el niño sin nombre supo de inmediato cómo se jugaba. Quizá la isla se lo contó, quizá lo había sabido siempre.

El niño quería mantener el secreto del juego. Pero cometió el error –probablemente deliberado, a sabiendas de lo que sucedería- de compartirlo con su hermano Jacob, quien prontamente fue a contárselo a su madre, porque Jacob no sabe mentir tan bien como su hermano. Por suerte, el juego lo había dejado la madre, como prueba, como forma de descubrir cuál de los dos niños era el candidato ideal para proteger la isla, para poder elegir entre el cordero y el león.

Por desgracia, la madre no era su madre. Su madre real había muerto a manos de la que ahora afirmaba ser su madre. El nacimiento del niño y su hermano vino acompañado de un acto brutal de violencia, de un asesinato que marcaría sus vidas y así el destino de muchas personas. Porque la madre adoptiva cree, la madre tiene fe, la madre sigue una causa, y ese tipo de personas pueden ser peligrosas, porque pueden acabar poniendo a las causas por encima de las personas, acabar valorando más la idea sublime en la que creen que las vidas de los demás.

La causa de la madre es la isla, o más bien, lo que la isla contiene. Una fuente, una luz, un fuego oculto, secreto, puro, ardiendo en las profundidades de la tierra, una llama telúrica que quizá sea el origen de todas las cosas, quizá sea la chispa que anima a todo ser humano. Sólo sabemos que la llama es vida, muerte y renacimiento.

Todos los seres humanos del mundo llevan en su interior una chispa de esa luz. ¿Qué sucede cuando mueren? ¿La chispa regresa a la fuente? La madre insiste en que si la fuente desapareciese, la luz se apagaría en todo el mundo. ¿Sería el fin de la humanidad? ¿La desaparición de toda la especie? Y una pregunta relacionada con todo esto, ¿en esa luz están almacenados todos los seres humanos que han sido y han muerto? ¿Es por eso que los muertos pueden manifestarse ante personas especiales?

Y la madre está dispuesta a sacrificar cualquier cosa por proteger esa luz.

Como Eloise con su hijo Daniel, está dispuesta a todo por proteger la isla.

Incluso a inmolar a sus hijos.

Un día el niño innominado descubre que hay más gente en la isla. Su madre muerta -Claudia se llamaba- se le aparece y le indica cómo llegar hasta ellos. Son los que quedan del naufragio que la trajo a ella y a él, en su vientre junto con su hermano Jacob, a la isla. A pesar de que su madre adoptiva le ha dicho que no hay nada más que la isla, el niño descubre que al otro lado del mar hay otro lugar, que su origen está en otra parte.

Y el niño ansía escapar.

Ansía volver a un lugar que no conoce.

Su hermano Jacob se niega a ir con él. A pesar de que sabe que todo es cierto, a pesar de que su madre adoptiva mintió -como mienten todos los líderes de la isla que hemos conocido- y además mató a su madre real, a pesar de todo eso sigue creyendo en ella. Porque Jacob es un hombre de fe y cree que las mentiras ocultan una verdad más profunda. Tanta fe tiene que cree que el asesinato y la traición pueden llevar al bien.

El niño se hace mayor. Su hermano Jacob también. Siguen en contacto y juegan periódicamente a ese juego de piezas blancas y negras –el hombre vestido de negro, que había sido el niño, ya le había dicho a Jacob que algún día podría crear sus propias reglas, cosa que Jacob hizo en cuanto tuvo oportunidad- y hablan sobre el futuro. El juego nos retrotrae a aquel otro juego, el Backgammon, que tanto le gustaba jugar a Locke, también con sus piezas blancas y negras.

Jacob no quiere salir de la isla. Es el mundo que conoce y está cómodo en él. Además, cree en la luz que su madre les enseñó cuando eran niños.

El hombre vestido de negro sólo quiere escapar. Cree que la gente con la que vive –los supervivientes del naufragio que trajo a Claudia a la isla- es brutal, criminal, mala, corrupta. Curiosamente, Jacob no está de acuerdo; él cree que hay bien en el corazón de la gente y está dispuesto a demostrárselo a su hermano. Digo curiosamente, porque en ese punto choca con las ideas de su madre, que está más bien de acuerdo con el hombre vestido de negro. Es la secreta rebeldía de Jacob, su forma de preservar su individualidad.

La madre cree que la humanidad no debe conocer los secretos de la isla. Al hombre vestido de negro no le importa, porque sólo pretende escapar. Es él el que excava la isla. Es él quien diseña la rueda de madera que sabemos puede mover la isla. Él sabe -porque es especial, porque es el legítimo heredero de un reino que no quiere- y aplica lo que sabe. Sólo quiere salir de la isla.

No es tan difícil de entender.

No tiene nada de malo.

La madre no lo acepta. En vista de que el hombre vestido de negro no quiere echarse atrás, le confronta en las profundidades de la tierra, al final del pozo, él como Hefaistos inventando un mecanismo para salir de la isla, ella como una diosa pura, bañada en luz. Pero es ella la asesina.

Al final la madre entierra la obra del hijo. Y mata a todo el poblado -a los que en su época representan lo que luego sería la Iniciativa Dharma, al primer grupo que se puso a explorar y a sondear la isla, sufriendo por ello su propia purga- para garantizar el secreto.

A continuación, la madre sacrifica a su hijo Jacob.

A Jacob el celoso.

A Jacob que a pesar de todo no merecía ser el elegido.

Pero no hay forma de saber qué haría el hombre vestido de negro con los poderes de la isla en caso de poseerlos.

Quizá se iría.

Se iría para no volver.

Abandonaría su puesto.

Que es justo lo que lleva intentando hacer durante dos mil años.

Jacob acepta el vino y el compromiso. Bebiéndolo sella su destino. Hay una ambigüedad en su decisión. ¿Es voluntaria o, tal y como le dice su madre, no tiene opción?

A continuación la madre muere a manos del hombre vestido de negro. Que ya no es un niño, pero sigue teniendo los mismos sueños de infancia. El brutal exterminio del poblado merece un castigo. Pero sobre todo, es preciso castigar la traición de los sueños de infancia. La muerte es un hecho planificado, meditado, como luego lo sería el plan para dar muerte a Jacob. El hombre vestido de negro es reflexivo.

En verdad, el destino de los niños se selló aquella noche, después de que el niño vestido de negro descubriese la verdad sobre Claudia y la mujer que dice ser su madre, la noche en que se fue con la gente al otro lado de la isla, al otro lado del Edén. Le contó la verdad a Jacob, que no pudo aceptarla. Jacob atacó y golpeó a su hermano, sin pensar, brutalmente, por decir lo que era cierto. Y Jacob ni siquiera reaccionó cuando su madre lo confirmó. Porque la madre debe responder con la verdad a las preguntas directas de los candidatos. Pero las respuestas no precisan ser claras y puede usar la retórica, como cuando Jacob le pregunta por qué ama más a su hermano y la madre responde que ama a cada uno de forma diferente.

Todos sabemos lo que eso significa.

Jacob no es tan tonto.

Desde el punto de vista del hombre vestido de negro, la madre mató a todo el poblado. La madre mató a su madre. La madre mató sus sueños.

La madre que es múltiplemente asesina.

Una madre que agradece en sus palabras finales la liberación de la muerte. La madre que sabía que iba a morir, la madre que en cierta forma lo preparó todo para garantizar su muerte.

Una especie de suicidio. Como también lo de Jacob fue una especie de suicidio. Es un patrón que se repite.

Porque ser el guardián de la isla es una carga.

Jacob y el hombre de negro no pueden matarse mutuamente. Tontamente, fue una regla instaurada por su madre -se ve que los guardianes pueden establecer reglas- cuando eran niños. Tontamente, digo, porque la muerte hubiese sido un regalo para el hombre vestido de negro. Pero Jacob, presa de deseos de venganza, Jacob incapaz de pensar, arroja al hombre vestido de negro a la misma fuente de la luz.

Y así Jacob, Jacob que debía proteger a la isla, crea al monstruo de humo a partir de la misma esencia de su hermano.

Un destino peor que la muerte. Como le había indicado su madre, que ya le había dicho que no debía entrar allí.

De su hermano queda el cascarón vacío, que no es lo mismo que el cuerpo muerto. Que Jacob coloca junto al cadáver de su madre. En el futuro los encontrarán, y los perdidos se preguntarán quiénes eran y qué significan esas dos piedras, una negra y una blanca. No sabrán que representan a dos hermanos, marcados por dos colores –la luz y la oscuridad- ya desde el momento del nacimiento, cuando fueron envueltos en mantitas tan diferentes.

Todo es culpa de Jacob. La gran ironía del episodio es que marcado para ser Abel, Jacob se convierte finalmente en Caín.

A partir de ese momento, Jacob intentará expiar su culpa queriendo demostrar que su hermano se equivoca. Intentará demostrar que en el fondo de la humanidad hay algo bueno y que el libre albedrío no tiene necesariamente que llevar a la destrucción. Cree que así justificará todo lo sucedido. Justificará haber transformado a su hermano en un monstruo y que su madre matase a todo el poblado. Cree que así justificará todas las manipulaciones a las que ha sometido a la humanidad desde que ocupó el puesto de guardián.

En cierta forma es muy triste. El hombre vestido de negro despreciaba a la humanidad. La madre despreciaba a la humanidad. Pero es Jacob, precisamente quien más afirma creer en ella, el que más la desprecia. Para demostrar su posición no duda en manipular, en hacer matar, en engañar a todo se humano que se presta a sus juegos. En lugar de permitir que las cosas sean como son, Jacob trata a los seres humanos como objetos para su fines, como medios. No le importa las vidas que destroce en el camino.

Porque Jacob, al igual que su madre, es un hombre con una causa.

Y los hombres con una causa pueden ser peligrosos.

Porque a menudo ponen la causa por encima de las personas.

En cierta forma, estos dos hermanos me recuerdan a Prometeo y Epimeteo.

Prometeo -que significa, dicen, piensa primero- era el ingenioso de los dos. Era el valiente, el reflexivo, el atrevido, el dispuesto a desafiar a cualquier autoridad, el valedor de la humanidad. En cierta forma, así es el hombre de negro. No es que defienda a la humanidad, pero la acepta como es. Y está dispuesto a arrancar el fuego de las entrañas de la isla y entregarlo a los hombres. Porque quiere escapar, cierto. Pero tampoco quiere nada más.

Epimeteo -que significa, dicen, piensa más tarde- era el tonto de la familia, el que nunca reflexionaba sobre las consecuencias de lo que iba a hacer, el que sólo era capaz de prever lo ya sucedido, era la oveja dispuesta a seguir a cualquiera que afirmase ser un líder. Es Jacob. Y al igual que Epimeteo, Jacob finalmente aceptó un regalo y fue así responsable de la liberación de una fuerza negra, ctónica, telúrica, de una manifestación del inframundo.

Si el monstruo de humo existe, es precisamente por culpa de Jacob.

Si el monstruo de humo es malvado, la culpa es de Jacob.

Es el propio Jacob el que crea a Tifón, a Leviatán, a Set, a Jörmundgander, al humo que contamina la pureza del fuego. Si Jacob se ha ganado una cita en el enfrentamiento final, si a Jacob le espera un Ragnarök, es precisamente porque él se lo ha buscado. Podía haber elegido otro camino, pero se fabricó su propio adversario.

Quizá Adversario sea el nombre secreto del hombre vestido de negro.

Los hermanos son también como Cástor y Pólux. Uno es inmortal y vive en el cielo. El otro mora en las profundidades del Hades. Aunque Jacob no tiene la cortesía de cambiarse por su hermano durante seis meses al año.

Tampoco es de extrañar que el destino de los niño siga esos patrones. Los gemelos aparecen continuamente en los relatos mitológicos y más aún si hablamos simplemente de hermanos. Los gemelos tienden a evocar principios opuestos, la luna y el sol, el día y la noche. A veces están enfrentados y a veces batallan juntos. A veces se les ve como partes separadas de un todo global. Por ejemplo, en la isla flotante de Delos también nació una pareja de gemelos.

Incluso en Lost hay varios hermanos. En esta misma temporada, Sayid tenía que lidiar con la tontería del suyo. Y, por supuesto, tenemos a Jack y Claire. Curiosamente, uno de los primeros libros relacionados con la serie –una novela sobre la familia Widmore- se titulaba Bad Twin. Y ahora, con la línea X, podríamos incluso decir que todos los personajes se han convertido en miembros de una pareja de gemelos. Incluso la duplicación de personajes y funciones ha sido una constante en la serie. Los gemelos siempre estuvieron allí, de una forma u otra.

Pero en esta serie, las cosas nunca son fáciles.

Muchos esperaban que este episodio revelase los crímenes cometidos en el pasado por el hombre de negro, por la entidad que es ahora Flocke. Supongo que quedaron profundamente decepcionados. Si algo descubrimos es que el hombre de negro no hizo nada malo. O al menos, nada malo desde nuestro punto de vista, que no profesamos la fe de su madre. Su historia es tal cual como se la contó a Kate, la trágica relación con una madre loca –y entendemos por qué la describe así- dispuesta al asesinato por preservar lo suyo.

Es más, ni siquiera su conversión en el monstruo de humo fue voluntaria. Literalmente lo arrojaron a la cueva de la luz. Y lo hizo su hermano, que le expulsó del paraíso de la isla y lo condenó al infierno, a una vida eterna que es peor que la muerte. Lo que debemos entender es que si Jacob hubiese sabido lo que hizo su madre, los crímenes que cometió, a ella no la hubiese juzgado tan severamente. Pero de su hermano sentía celos.

Probablemente éste sea el episodio más absolutamente irónico de la serie. Habiendo establecido una dinámica de enfrentamiento entre Jacob y el hombre vestido de negro, hace caer la responsabilidad sobre Jacob. No significa eso que Jacob no tenga razón, que Jacob no sea el «bueno», porque quizá su misión sea legítima, quizá sea cierto que es preciso proteger la isla y que el monstruo de humo sea «malo».

Pero Jacob ciertamente no es el bueno de este episodio. Dado a la ira inicial, ataca dos veces a su hermano, en un juego de detalles dobles que se van repitiendo a lo largo del episodio. La primera vez, la noche de la verdad. La segunda, después de encontrar a su hermano con el cadáver de su madre. Responde sin pensar, su irreflexión es el origen de todos los problemas, su incapacidad de controlar la ira.

La dualidad de los hermanos reaparece. Como ya he dicho, tanto el hombre vestido de negro como la madre carecen de nombre. Igualmente, la madre dice dos veces que lo siente, y en ambas ocasiones inmediatamente antes de cometer un acto de violencia brutal. La primera vez antes de asesinar a la madre real. La segunda antes de golpear a su hijo y exterminar a todo el pueblo.

De la misma forma, el niño encuentra dos veces el juego: la primera vez en la playa, en un momento luminoso que luego sabremos que es una prueba. La segunda, entre los restos de la purga, entre cadáveres quemados, entre la destrucción. Así mismo, los hermanos juegan dos veces, la primera vez como niños, hablando, sin saberlo, del futuro. La segunda, ya adultos, cuando su enfrentamiento está claramente definido.

Dos veces va la madre a la cueva de la luz. La primera, con ambos hermanos, para hablarles de su futuro destino. La segunda, sólo con Jacob, para sellar su destino, diciéndole que no tiene elección. ¿Pero no repite siempre Jacob que todo el mundo tiene la posibilidad de elegir? ¿Es algo que quiere creer, una mentira que se cuenta a sí mismo para justificar lo sucedido?

Dos veces habla la madre con los niños en la playa. La primera para dejar claro a uno que es el preferido. La segunda, para justificarse ante el otro, una vez que el elegido se ha alejado sin haberse ido realmente.

En esencia, «Across the Sea» es un episodio sobre una extraña familia disfuncional, como casi todas las que ha aparecido en la serie. La madre no es la madre. La madre real murió bajo su mano. Los hermanos están enfrentados y uno siente celos del otro. Hay muertes en la familia y aceptaciones a regañadientes del destino. En cierta forma, Jacob es tan víctima como el hombre vestido de negro. Jacob nunca esperó convertirse en guardián de la isla. Pero al menos tuvo la oportunidad de decir que no. Aunque en la lógica de la isla, esa oportunidad es siempre ilusoria.

Y en esencia es también un episodio fundacional. Es cimiento de todo lo demás, el que explica el patrón de todo lo sucedido en la serie, de todos los enfrentamientos. En muchos aspectos, «Across the Sea» es un resumen en poco más de cuarenta minutos de toda la serie.

Jack frente a Locke. Ana Lucía frente a Ecko. El hombre práctico frente al hombre de fe. Jacob, el que cree en la isla, frente a el hombre vestido de negro que explora el funcionamiento de las cosas. Y, nuevamente, el poblado es también el modelo de la iniciativa Dharma, y su destrucción también prefigura su final.

El comportamiento de Jacob y su madre es también el comportamiento una y otra vez de los Otros, ya sean los Otros de Ben, los Otros de Dogen o los Otros de Widmore. Un comportamiento brutal, asesino, un comportamiento sostenido en la creencia absoluta en la bondad de su causa, lo que curiosamente les permite causar cualquier mal.

Así mismo, Claudia surge del agua como muchos personajes a lo largo de la serie –y en particular a lo largo de la temporada- han surgido del agua. También llega embarazada a la isla como Danielle y Claire, y como ellas también pierde a sus hijos.

La madre del niño muere poco después del parto, igual que murió la madre de Ben. Y al igual que en el caso de Ben, la madre también se le aparece. Y la madre de Locke también sufre un trauma brutal antes del parto, y Locke acaba también siendo adoptado por una familia. Locke, que también era especial, cuya forma ha adoptado ahora el hombre de humo.

Es más, la estancia de Jacob bajo la estatua no es más que una versión más refinada de la cueva en la que vivía con su madre. Incluyendo el fuego central dominándolo todo y la tela a un lado. Lo que deja en evidencia que el régimen de Jacob es conservador, básicamente el mismo que el de su madre, sólo que quizá más refinado, más estilizado. Jacob lleva 2.000 años conservando su mundo igual que era antes.

Por lo que me han comentado, mucha gente cree que este episodio trata del origen del humo negro. Pero en realidad, eso son unos pocos segundos del episodio. La verdad es que este episodio intenta establecer el ADN de todo lo sucedido en la serie, la esencia de los patrones que se repiten una y otra vez. Vemos el origen del ciclo y durante el resto de la serie hemos visto su última iteración. No sabemos cuántas veces se habrá repetido en dos mil años.

También se nos muestra el descubrimiento de Adán y Eva, que ahora sabemos que son la madre y el cuerpo del hombre vestido de negro. El descubrimiento lo realizan Jack, Kate y Locke. Jack, que ahora es el más firme candidato a ocupar el puesto de Jacob. Locke, cuya forma la tiene ahora el hombre vestido de negro. Y Kate, que crió como madre adoptiva a un niño especial. Es casi el mismo trío. ¿Estaba pensado ya así? No importa si fue preparación o casualidad. Lo que importa es que ahora podemos ver la escena y encontrar la resonancia.

En ese aspecto, la estructura de la serie es clara. En el pasado remoto se produjo un hecho traumático, se desarrolló una historia tan intensa que se convirtió en mito, dio origen a una narrativa tan poderosa que informa todo lo que viene luego. En la lógica de la isla, eso conforma el destino. No puedes escapar al destino, porque una vez fijado te vas ajustando a él, quieras o no quieras. La esencia del mito es precisamente que importan los hechos que se producen, pero no tanto quién los causa o a quién afectan.

Era fácil pensar que Lost daría otro tipo de explicación, que iba a darnos, no sé, la composición química del monstruo de humo. Pero claramente no será así. Ya es más que evidente, aunque ya han dado muchas señales en el pasado, que la explicación será mitológica, que aprovecharán todo el juego de alusiones para cimentar la historia. En ese aspecto, la construcción es extremadamente literaria. Un juego de resonancias entre narraciones, de referencias a historias que nos parecen coherentes porque son justamente los mitos que usamos para explicar nuestra existencia.

Creo, es más, que es la única explicación posible. Este episodio no muestra el origen del mundo, y todavía nos podemos preguntar por la madre de la madre –como hace el niño- remontándonos sin fin, para siempre. Pero lo que hemos presenciado es un cierto conjunto de acciones, una serie de hechos dramáticos con tal fuerza que afectan al futuro, unos hechos que ahora sabemos que dan forma a toda la historia. Poco importa lo que pasase antes, porque lo importante es lo que pasó en este preciso momento del tiempo.

En Lost la infancia es el lugar al que se debe volver para comprender el origen de nuestros problemas. Y claramente, la infancia de la historia que cuenta la serie está relatada en «Across the Sea».

Uno de los aspectos más asombrosos de este episodio –que creo que está fácilmente entre los mejores episodios que ha dado Lost– es que diestramente agarra los hilos temáticos que la serie ha tratado hasta ahora, tira de ellos y los anuda con destreza alrededor de unos pocos personajes y una única hora de televisión.

Aquí están los niños con traumas de infancia que luego se manifiestan en comportamientos de adultos, como ha pasado con casi todos los personajes de la serie hasta ahora. El episodio no nos cuenta el origen de Jacob y el hombre vestido de negro. Nos cuenta quiénes son, qué les motiva, qué les hace actuar como actúan. Jacob es conservador, no le gusta la tecnología –como le dijo Ben a Locke- y lleva siglos intentando mantener las cosas como estaban. El hombre vestido de negro es un agente del caos, del cambio, aspirando a modificar la situación tal y como existe. Cada uno ha respondido a su manera al trauma de una infancia marcada por la locura y la muerte. De la misma forma que otros muchos personajes de la serie han intentado responder a sus infancias traumáticas.

También tenemos el conflicto entre ciencia y fe, que durante buena parte de la serie representaron Jack y Locke. Y precisamente son ahora Flocke y Jack los que están representando un enfrentamiento similar, con las tornas cambiadas. ¿Hay un destino? ¿Hay un plan maestro que debemos seguir, un curso correcto de los acontecimientos? ¿Estamos predestinados –como dice el mito- a repetir la historia del pasado, o podemos cambiar el resultado?

Pero sobre todo es un episodio sobre la culpa y la responsabilidad ante tus actos. En particular, sobre si ciertos actos aunque dañinos y criminales podrían estar justificados. ¿Hacen bien la madre y Jacob? Es decir, en el contexto de su mundo, ¿sus actos violentos están justificado? Cuando Jacob ordenó la purga de la iniciativa Dharma –cuando, sin duda, también se acercaron demasiado a la luz-, ¿estaba tan justificado como su madre cuando purgó al pueblo del hombre vestido de negro?

La serie siempre ha jugado con esa ambigüedad moral, siempre se ha negado a establecer si ciertos personajes que cometían malas acciones eran realmente malos o si sus actos estaban totalmente justificados. Sayid, por ejemplo, es un asesino, pero nos cae bien. Kate y Sawyer también lo son. Jack prácticamente empujó a su padre al alcoholismo y a su muerte final. ¿Actuaron como debían actuar? ¿Se dejaron llevar, como Jacob, por emociones que no podían controlar? ¿Qué hay de Widmore o Ben? ¿Sus actos están justificados o son malvados? A pesar de todo lo que han hecho, todavía no lo han dejado claro.

Y podría ser, en última instancia, que la madre y Jacob hayan actuado bien. Es posible que realmente la luz sea tan fundamental para el mundo que su destrucción o modificación deba evitarse a toda costa. Puestos a elegir, ¿es lícito escoger el mal menor? ¿Se puede matar a uno para salvar a un millón? ¿Piensa en eso un general antes de la batalla?

Quizá esa ambigüedad se dé precisamente porque la serie no va sobre el bien y el mal. O mejor dicho, la serie asume el bien y el mal como estados preexistentes e inevitables de la condición humana. Al creer que el ser humano es fundamentalmente malo, el hombre vestido de negro se equivoca tanto como su hermano Jacob al creerlo bueno. Bien y mal son simplemente partes consustanciales de la humanidad, inseparables.

Yo más bien creo que el conflicto va por otro lado. Es realmente un enfrentamiento entre el orden y el caos, entre un mundo estático y un mundo en cambio. El hombre vestido de negro quería cambiar las cosas, su madre no se lo consintió. Jacob continua con el legado de su madre, apenas desviándose, aunque se rebela manteniendo opiniones opuestas a las de ella.

¿Qué sucederá en el enfrentamiento final?

Es posible que no pase nada. Después de todo, el monstruo de negro nació en parte de la luz y quizá simplemente porte una esencia también indispensable. Quizá sea verdad que no debe abandonar la isla, pero eso no es lo mismo que afirmar que no debe existir. Puede que el humo negro sea tan imprescindible como la cueva de la luz.

En otras tradiciones, el enfrentamiento final entre los miembros de la dualidad no concluye con la muerte de uno de ellos sino con algo diferente, con una renovación del mundo. Y ya sabemos que la luz de la cueva representa también el renacimiento. Podría ser, por tanto, que los defensores del gran reset final no vayan tan descaminados.

Lo tentador sería pensar que la línea X reside en la cueva. Después de todo, allí están todas las almas y las almas muertas regresan allí. Es posible que tras el enfrentamiento final, el mundo se renueve y los antiguos personajes –buenos y malos, que en Lost es una distinción que no importa tanto como pensamos- regresen a la vida.

Ya sabemos al fin por qué aparecían tantos niños en esta temporada, por qué la paternidad estaba resultando tan importante. Nos han contado la historia original, el punto al que la serie ha vuelto una y otra vez. Como sucede con el avión en la línea X, al que se vuelve una y otra vez, cuya extraña coincidencia los propios personajes comentan. Son dos puntos marcados como especiales. Quizá estén relacionados.

Incluso tenemos un reflejo, hecho que habitualmente se produce en la línea X. Cuando las madres –la real y la adoptiva- se encuentran por primera vez, la segunda aparece reflejada en las aguas en movimiento del río. Sólo un segundo después la vemos completa.

Una opción es que la solución final de la serie esté también en este momento dramático que acabamos de presenciar. Quizá lo necesario no sea mantener prisionero al monstruo de humo o detenerlo, quizá lo necesario sea cambiar la narrativa, el mito que da forma a toda la serie. Si los hechos que hemos visto hasta ahora son repeticiones de lo sucedido en «Across the Sea», quizá lo que haga falta sea encontrar otro mito que rompa el ciclo de violencia y enfrentamiento.

Hay un resquicio de esperanza. La madre putativa poco antes de morir le dice al hombre vestido de negro que hizo lo que hizo por amor, que no podía dejarle partir.

Bien podría ser verdad.

Lo que me lleva a preguntarme por el final en sí de la serie, sobre el que creo que «Across the Sea» tiene mucho que decir. ¿Era necesario un episodio para contar el mito que da origen a la serie? Supongo que estrictamente no, que para contar la historia de los perdidos no hacía falta. Tal opinión asume que lo importante de la serie es la historia de esos personajes y no los temas que la serie ha tratado. Pero visto desde el punto de vista temático, «Across the Sea» sirve para amplificar, delinear y destacar aquello de lo que la serie lleva hablando seis temporadas.

¿Era necesario que el episodio fuese el 15 de la última temporada? De nuevo, creo que la respuesta es afirmativa. Hemos visto 14 episodios sin el contexto suficiente para entender lo que pasaba, sin poder calibrar adecuadamente las motivaciones de los personajes. «Across the Sea» nos obliga a replantearnos lo que habíamos comprendido de los episodios anteriores. Colocado antes, ese elemento de forzar la reflexión se hubiese perdido por completo.

Y he ahí donde radica la filosofía de los guionistas. Han hecho un episodio que creían imprescindible para la narración, para que la serie pudiese dispararse hacia el futuro. Si Lost está llamada a ser una gran obra, y eso evidentemente es lo que pretenden, entonces «Across the Sea» les resultaba inevitable. O como dice otro gran guionista de televisión, el episodio no es lo que queríamos, pero sí lo que necesitábamos.

Imagino que todos tenemos una opinión concreta sobre cómo debería terminar la serie. Dudo mucho que tengamos la oportunidad de ver nuestras opiniones reflejadas en la pantalla. Con el final garantizado, con la libertad de poder hacer lo que quieran, Damon Lindelof y Carlton Cuse cerrarán la serie siguiendo el modelo de este «Across the Sea»: de la forma que crean más conveniente para el bien de la serie, para dejarla redonda y completa, para que dentro de 10 ó 20 años se pueda ver de nuevo, aunque eso signifique que los espectadores actuales consideren que el final no se ajusta a lo que esperaban.

Como dije antes, aspiran a la creación de una gran obra. Que lo consigan o no está por ver, pero claramente están más que dispuestos a intentarlo. Y si eso significa renunciar a la aceptación de los espectadores de hoy, pues que así sea. Parafraseando lo anterior, en el final nos darán lo que creen que la serie necesita, no lo que esperamos ver.

Y la verdad es que a mí me vale. Para eso veo la serie, para que me sorprenda, para que me cuenten cosas que no esperaba que me contasen. En cada final de temporada se las han arreglado para darle la vuelta a la serie y redefinirla. ¿Por qué el final de la serie iba a ser una excepción?

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Er niño Laí (y una cultura libre)

Hoy les presento la oportunidad de descargarse Er niño Laí, una novela corta de J. J. Merelo sobre un robot que quería ser torero (vale, no es eso exactamente). Es una novela con licencia libre que te puedes bajar gratuitamente y leer en tu lector de libros favorito. El formato es epub y yo me he encargado de preparar la edición.

Lo he hecho porque me apetece meterme un poco en el mundo del libro electrónico. Por varias razones, pero la principal es que creo que la cultura libre es el único antídoto real contra los excesos actuales del mundo del copyright. Es decir, si nosotros no creamos una cultura que podamos compartir con libertad, no lo va a hacer nadie. De ahí mi interés en saber cómo se hacen esas cosas. Y también creo que los autores deben empezar a responsabilizarse por todos esos aspectos que rodean la edición de sus libros.

Por mi parte, tengo varios proyectos más de libros electrónicos en preparación. Pero van más despacio –uno de ellos, todavía no está terminado el texto- por lo que aproveché la oportunidad de fabricar el epub para un libro de JJ, al que conozco desde hace años y es sin embargo amigo.

El epub lo he creado usando un programa que me gusta mucho y se llama eCub. Su principal función es ahorrarte crear la estructura interna del epub (que no es más que un archivo zip con ciertos archivos de control) mientras tú te centras en el XHTML y el CSS. Creo que para ser mi primer epub, el resultado ha quedado bastante decente.

La portada también la he hecho yo. Si bien los textos los añadí por ordenador, la cabeza de toro que la ilustra es un objeto físico. Aprovechando mi afición a los objetos de papel, la fabriqué con papales de distintos colores y texturas, sostenidos a distintas alturas por trozos de cartón pluma, por lo que la sombra que proyecta cada pieza es real.

La portada, como se ve, es completamente en color y el interior del libro también contiene toques de color. La razón es simple. Si bien hoy los lectores de libro son mayoritariamente en blanco y grises, no veo ninguna razón para no pensar en el futuro, cuando los lectores sean en color. Además, se ve guay en el iPad/iPhone/iPod Touch. De hecho, la imagen que he puesto antes es de mi iPhone.

En la medida en la que he podido determinarlo, se trata de un epub estándar que debería funcionar sin problemas en cualquier lector que soporte ese formato. En particular, si usas Stanza para iPhone, no tienes más que ir a Obtener libros -> Descargas, darle al botón + e introducir la dirección: http://i.niniolai.mobi
Feliz lectura.

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Lost, 6ª temporada, episodio 14, «The Candidate»

La semana pasada estuve unos días de viaje, por lo que vi el episodio con retraso, y en consecuencia todo lo demás se ha retrasado. Lo que me hace pensar en los próximos episodios. Esta noche emiten el episodio 15. El martes siguiente, emitirán el 16 y luego, el domingo (!) emitirán de corrido todo el final de la temporada. Lo ideal es publicar estos textos antes del siguiente episodio. Por tanto, el lunes 17 podría publicar el comentario sobre el episodio de hoy. Pero lo ideal sería que el domingo 23 ya tuviese el comentario del 16.

¿Pero qué pasa con el final? Ya no habrá ningún episodio posterior. Evitemos por el momento llorar ante esa idea, y pensemos en el mejor momento para publicar el comentario. La verdad es que da un poco igual. Publicarlo una semana después, o cuatro días o cuatro meses, viene a ser lo mismo. Ahora volvamos atrás y lloremos un poco, porque cuando me di cuenta de que daba igual es cuando comprendí que Lost se acaba para siempre.

Ya está, seis años después. Hemos terminado.

Ahora, si quieres leer este comentario sin haber visto el episodio, es cosa tuya.

Creo que Jack tiene razón. Creo que si hubiesen dejado la bomba en paz no habría pasado nada. Creo que efectivamente el hombre de negro no puede matar a un candidato, que perdió esa opción cuando se transformó en el monstruo de humo. Los actos de un candidato son resultado del libre albedrío, y aunque Claire hizo la ominosa predicción de que Jack seguiría a Flocke por haber dejado que le hablase, ninguno de los candidatos parece especialmente sujeto a su voluntad. De hecho, como demuestra este episodio, le traicionan recurrentemente en cuanto tienen la más mínima oportunidad. De la misma forma, la muerte de un candidato debe ser resultado del libre albedrío. La bomba en la mochila era un acto de Flocke y por tanto no podía afectar a ningún candidato. Pero en cuanto alguien tiró de los cables, la transformó en un acto propio, y por tanto en un dispositivo explosivo real. Si alguien mata a candidatos en este episodio (al menos al candidato Kwon, el que fuese de los dos) es Sawyer el que lo hace.

La bomba tenía que ser especial, no valía cualquiera. Se ve que en los miles de años como monstruo de humo, Flocke ha pillado algunos buenos trucos (deben ser todos esos ingenieros Dharma que se ha comido) y sabe montar en pocos segundos un dispositivo explosivo que obliga a Sayid a pensárselo dos veces. Y está bien que así sea. Si la bomba hubiese sido tan simple como para que Sayid hubiese pensado que se podía desmontar con facilidad, habría tirado de los cables instintivamente, lo que no sería un acto de libre albedrío. El libre albedrío en este caso exige reflexión, exige sopesar las posibilidades, exige concentración y habilidad. Y exige, sobre todo, no confiar en Jack (nadie confía en los místicos cuando tienes una bomba delante). Tirar de los cables convierte la bomba en un acto de Sawyer.

Lo que plantea ciertamente un pequeño problema. Cuando Jack encendió el cartucho de dinamita, lo hizo seguro de que no estallaría, de que como candidato –es decir, alguien que estaba en la isla para cumplir con una importante misión-, no podía morir. Y efectivamente, el cartucho no estalló. Pero Jack lo encendió haciendo completo uso de su libre albedrío, por tanto, ¿por qué no estalló? Bien, quizá un candidato no pueda matarse a sí mismo. Quizá la idea es que sólo puede quedar uno, en plan inmortales, matándose entre ellos si es menester. Por otra parte, quizá fue la percepción de Jack, su creencia en que el cartucho no estallaría, lo que hizo que no estallase. Quizá igualmente, al estar convencido de que la bomba sin cables sería mortal, pues…

Lo que nos lleva a las palabras finales de Sayid, que le dice a Jack algo así como «serás tú». ¿El qué? Recordemos dos detalles sobre Sayid. Primero, ya ha muerto una vez. Segundo, al cargar con una bomba, morirá con seguridad pocos segundos después (aunque claro, en Lost nunca se sabe). Si creemos a Hurley, el doblemente muerto Sayid es doblemente de fiar. Sus enigmáticas últimas palabras recuerdan también las enigmáticas últimas palabras de Juliet, poco antes de morir, relativas al éxito de la bomba atómica.

Lo que dice Sayid puede tomarse, y así lo vamos a considerar, como indicación de que Jack será el nuevo protector de la isla, el nuevo Jacob. Después de todo, está dispuesto a plantarse delante de una bomba de tiempo y no hacer absolutamente nada, lo que te convierte en un hombre de fe o en un idiota, quizá ambas cosas simultáneamente. El proceso de conversión mística es algo en lo que hemos visto embarcado a Jack desde el final de la tercera temporada. Sí, el final de la tercera temporada, cuando le vimos diciendo que había que volver a la isla. En ese momento, entrevimos el comienzo de la transformación de Jack en el nuevo Locke, en una persona con fe absoluta en la isla y en su lugar en ella. Su filosofía es ahora «lo que será, será», que no es más que una inversión temporal del famoso «lo que pasó, pasó» que tanto se repite en la serie. O dicho de otra forma, Jack ha aterrizado al fin en el planeta Wu-wei. Alcanzada la sabiduría, Jack sabe ahora cuándo debe actuar y cuándo es preciso dejar que la realidad fluya por sí sola como el agua, que también sale tanto. Está listo para proteger la isla aunque no tiene ni idea de lo que eso puede significar.

O no.

La gracia de los ambiguos pronunciamientos délficos de la serie es que se pueden interpretar de varias formas. Las palabras finales de Sayid –él, que ya tenía más que un pie en la tumba- podrían interpretarse en el sentido de «te va a tocar a ti arreglarlo». Es decir, Jack no será el guardián, sino el cordero para el sacrificio. Será él que se inmole para salvar algo. Quizá la isla, quizá la realidad, quizá alguna región metafísica que lo ordena todo, o quizá simplemente para mantener el monstruo de humo en su prisión, para preservar la dualidad, el equilibro entre el ying y el yang (una de las múltiples dualidades de este episodio). Como Jack no puede morir –y podría argumentarse que en cierta forma es a todos los efectos un inmortal- su vida vale todavía más. Cuando finalmente se mate, su sacrificio será mayor que el de cualquier otro, porque será totalmente voluntario.

La bomba, además, nos sirve para recuperar al Sayid de otra época. El zombi tiene todavía dentro un fragmento de humanidad. Se ve que el truco de Desmond –quien aparentemente sigue en el fondo de su pozo, lo que daría para un buen spin-off: Desmond en el fondo de un pozo hablando sin parar sobre todo tipo de temas filosóficos, puntuando sus frases con algún que otro rotundo «brothar»- surtió efecto. La tragedia de Sayid no fue haber muerto y volverse malo. No, la tragedia de Sayid fue morir y dejar de sentir, como le confesó a Flocke. Flocke le dijo que así era más conveniente para lo que estaba por venir, porque no sentir nada es lo mejor cuando vas a matar a diestro y siniestro. Pero Sayid sabe que no sentir es no estar vivo. Sin alma, cualquier acto es igual a cualquier otro. Matar o no matar son operaciones equivalentes si no sientes que has matado o no lo has hecho. La indiferencia, la anhedonia, eran en realidad la condena del Sayid sin alma.

Creo que Desmond le hizo comprender que había una forma de salir de esa situación. Deseando a Nadia, amándola, Desmond le hace ver que puede usarla como ancla de su moral. No en el sentido de que Nadia vaya a juzgar sus actos, porque está muerta, sino porque Sayid puede preguntarse en todo momento si Nadia aprobaría o no lo que va a hacer, que fue el núcleo de la pregunta de Desmond: ¿qué pensaría Nadia de todo esto? Creo que por eso corre con la bomba en las manos, porque estando muerto por dentro, no tiene nada que perder, y ese sacrificio final recibiría la aprobación de su Nadia interior.

Mucho de lo que he dicho hasta ahora da por supuesto que el plan de Flocke era precisamente hundir el submarino con los candidatos dentro. Pero podría ser que no fuese así. Más que nada, ¿cómo iba a saber que alguien dispararía a Kate y que Jack, después de arrojarle al agua (asumo que Sawyer ha llegado a la conclusión de que el agua es la kriptonita de Flocke), iba a llevarla al submarino? No sé, no suena precisamente a mecanismo de precisión. Aunque conociendo al señor «quiero arreglarlo todo», quizá incluso un gatito herido hubiese bastado para que Jack entrase en el submarino.

Pero podría ser que hubiese sucedido algo diferente.

Flocke se encontró el avión con C4. Consciente de que el avión volaría por los aires –qué irónico, un avión volando por los aires- en cuanto lo pusiesen en marcha, montó la bomba en unos pocos segundos –siempre ha trabajado rápido y eso que no tenía un soldador- y la encajó en la mochila de Jack. Sabía perfectamente que Jack –ejerciendo su libre albedrío- es ahora un hombre con destino y no está dispuesto a salir de la isla. Pero Flocke necesita a todos los candidatos vivos para salir, así que la solución evidente es matar al que no quiere salir. Fija la bomba con tiempo suficiente para que estalle cuando el submarino esté convenientemente sumergido y nadie pueda darse cuenta. Para cuando el submarino haya llegado al punto mágico que representa la salida de la isla, Jack ya sería carne picada, uniéndose al ilustre grupo de Ilana y Arzt.

Es por eso que Flocke no pone cara de plan completado con éxito cuando ve que el submarino se aleja. Que Jack entrase en el submarino con la bomba en la mano no formaba parte del plan y por desgracia, eso le hace perder a sus preciosos candidatos. Por tanto, es hora de buscar otro camino fuera de la isla. ¿Rueda de madera? Parece una forma cómoda de salir. Al menos rápida. Porque la verdad, sin avión y sin submarino –y teniendo en cuenta que no puede salir nadando- no le quedan muchas más puertas. Que sepamos…

Por supuesto, todo lo anterior choca con la idea de que Flocke no puede matar a los candidatos. Si no puede, no podría matar a Jack.

Pero así son las hipótesis defectuosas.

Widmore tiene mucho que aprender de Flocke. Veamos, Flocke le rompe el cuello a la gente, se convierte en un monstruo de humo, amenaza, mata a Jin y a Sun (supuestamente para que comprendamos que es malo, malo, malo de verdad, como si hubiese matado a una pareja que nos cayese simpática. Si los guionistas hubiesen querido dejar a Flocke de malo, habrían hecho que matase a Vincent; el público se habría vuelto loco) y aún así logra ser más simpático que Widmore y sus Otros. Es decir, ¿qué sentido tiene tratar tan mal a la gente a la que quieres ayudar? Si de verdad es por su bien, ¿tanto costaría hablarlo un poco? No sé, un té, unas pastas, algo de civilización británica. Pero no, los Otros no hacen las cosas así. Los Otros ordenan, pegan y torturan y luego se quejan cuando alguien le encaja un tiro entre ceja y ceja (lloricas). Y mira, en menos de cinco minutos eso es precisamente lo que pasa.

Widmore amenaza a Sawyer con pegarle un tiro a Kate, Sawyer tira el arma y el Otro ese pequeñito le da un golpe, porque sí, porque no puedes aceptar que recibir hostias de los prisioneros es un gaje más del oficio y que es comprensible que alguien a quien apuntas con un arma pueda estar un poco enfadado. No, la venganza ante todo. Sawyer, por cierto, parece haberse creído lo de la cueva y da por seguro que Kate no es candidata. ¿Por qué no lo es? ¿Por haber criado a Aaron? En cualquier caso, aparece el monstruo de humo y mata a algunos otros Otros (momento en el que los que odiamos a los Otros vitoreamos de alegría. Somos así, nuestros placeres son simples). Kate intenta imitar a Mr. Fantástico y Lapidus se pone a darle patadas a la puerta de la jaula. Qué tío.

Lo voy a repetir.

Qué tío.

A patada limpia.

Si no lo consigue es porque aparece Jack, que vamos, yo veo a Lapidus rompiendo una puerta de hierro a patadas y luego comiéndose los barrotes sin mostaza ni nada. Después de todo, aterrizó un avión comercial en un campo de gravilla. Y estaba dispuesto a volarlo otra vez. Es más, va por ahí enseñando pecho peludo. En esta época, eso es valor.

Por cierto, que toda la escena ilustra el peligro de que se vaya la luz, el talón de Aquiles de nuestra vida moderna. Mucha verja sónica y mucha alta tecnología, pero sin corriente, cualquier monstruo primigenio y ctónico gana sin problemas. En este caso particular, el eterno encaramiento de mística frente a ciencia –el que ejemplificaban Locke y Jack, y que ahora ejemplifican Locke y Jack, con eso de haberse trocado- se resuelve claramente a favor de lo sobrenatural. Sin verja sónica, Widmore no tiene nada, mientras que Flocke puede caminar tranquilamente entre balas y romper cuellos como quien retuerce pajitas.

Lo que sí tiene Widmore es una lista.

Una lista con los nombres de los candidatos, aunque no queda claro si él sabe que son los candidatos.

¿De dónde salió esa lista?

La solución obvia es que se la dio Jacob. Pero si Widmore trabaja para Jacob, ¿qué hacía fuera de la isla? Es más, Widmore tuvo un hijo con Eloise, y sabe que Eloise es capaz de encontrar la isla, por tanto, a todos los efectos prácticos, Widmore nunca tuvo problemas para dar con la isla. Tanto Eloise como Jacob podían haberle dicho dónde estaba. A estas alturas, no me queda claro si Widmore no sabía dónde estaba la isla o simplemente eso es lo que la serie nos dio a entender. En cualquier caso, quizá Widmore sí supiese dónde estaba la isla pero no podía actuar de cualquier forma. Quizá debía emprender sus acciones siguiendo una secuencia concreta –incluyendo la inmolación de su hijo Daniel- y no le hubiese servido de nada que él y sus misiles se hubiesen presentado antes de tiempo.

Lo curioso es que son dos los grupos externos con la lista (curiosamente, los otros Otros de la isla recibieron la lista después, por mediación de Hurley). Ilana por un lado, tenía sus propios Otros y sabía a quién debía proteger. Ahora resulta que Widmore y sus Otros (hay Otros dentro de Otros, o mejor dicho, hay Otros debajo de Otros y así sucesivamente por siempre, hasta abajo del todo) también quieren proteger (seamos buenos y pensemos que quieren proteger) a los candidatos. Si los dos grupos representan igualmente a Jacob, ¿no hubiese sido mejor una colaboración? Aunque quizá Jacob pensaba que la redundancia era mejor opción, con dos grupos operando independientemente. Sea como sea, a Widmore le quedan muy pocos episodios para actuar.

La parte del submarino, por cierto, termina con otra declaración ambigua. Flocke dice que va a terminar lo que ha empezado. ¿El qué? ¿Matar a todos los candidatos? Claramente es capaz de sentir que hay candidatos supervivientes. ¿Huir de la isla? ¿Vengarse? Esto último podría ser una opción. Digamos que si todos se ponen en su contra, bien podría plantearse acabar con todo de una vez. Quizá el monstruo de humo no pueda morir, pero no dudo que podría causar mucho dolor. Ojalá vaya a por Widmore. No se confundan, Widmore me empieza a caer bien, pero sin duda es un Otro y ya saben lo que pensamos de los Otros por aquí.

En cualquier caso, parece quedar claro que Flocke es el malo. Por lo visto, Jacob puede hacer matar a quien quiera y es el bueno, pero si Flocke mata a Jin y Sun, es automáticamente el malo. Como pasa en toda serie de televisión, un personaje puede cargarse a todos los secundarios que se le pongan por delante, que será considerado el bueno. Pero si toca a algún personaje principal, ya has pasado al lado oscuro. Evidentemente, los muertos del templo eran de plástico. Y Nadia también, a la que Jacob dejó morir sin contemplaciones. Aunque otra forma de verlo es pensar que ahora Flocke tiene a todos –menos a Claire- en su contra, y cuando tienes a todos en tu contra eres el malo o un líder revolucionario. O ambas cosas a la vez.

Otra cosa que creo. Este episodio es con diferencia el que contiene mayor cantidad de referencias, yuxtaposiciones, ironías, dualidades, recuerdos recurrentes de otros momentos de la serie y demás elementos que ayudar a tejer la urdimbre de una narrativa densa y sólida. Que ayudan, repito, antes de que alguien se confunda.

Ejemplos a patadas.

Flocke sale del agua poco antes de haber colocado explosivos en un submarino. Claire y Jack se reflejan en el espejo de la caja de música (caja de música que, por cierto, estaba vacía, como lo estaba el ataúd de Christian). Sayid vuelve a lidiar con el C4. Sawyer secuestra un submarino. Acaban en las jaulas. Sawyer recibe un golpe de un otro después de haber rendido el arma cuando un jefe amenaza a Kate. Locke X se ha quedado paralítico por un accidente de aviación, al contrario que en la isla. Jack X saca una chocolatina Apollo de la máquina. Jin recupera su anillo de casado, completando el círculo con un círculo, de la mano de Sun, cuando precisamente se lo dio a Locke para evitar que Sun volviese a la isla; poco después morirán los dos. Jack X y Claire X hablan entre sí intentando conocerse, en contraste con el comportamiento distante de Jack y Claire en la línea original. Todos los candidatos acaban una vez más en el agua y algunos no vuelven a salir.

Y eso por no hablar de la muchas frases típicas de la serie que se repiten una y otra vez.

De hecho, hay tantos detalles de ese tipo que sería necesario un texto muy largo para detallarlos todos. Y aunque sería un ejercicio interesante, tampoco nos serviría de mucho. Porque como dije antes, ayuda a crear la densidad narrativa, pero no es su sustancia. Ayuda a que veamos el episodio en el contexto de una serie mucho mayor. Ya tan cerca del final, nos recuerda todo lo sucedido. En este caso en particular, sirve de parada, de pequeño momento antes de la aceleración final.

Lo más llamativo en la línea de la isla es la presencia recurrente del agua. Los personajes acaban continuamente en el agua de una forma u otra. Y ahora, incluso dos de ellos mueren ahogados y vemos sus cuerpos flotar pacíficamente. Su equivalente en la línea X es el reflejo en el espejo que también es recurrente. Es más, recientemente, el reflejo ha sido doble: Locke y Jack, Claire y Jack, y llamativamente en la línea original son también dos las personas que mueren en el agua. No sé si es un simple elemento de color narrativo, un detalle introducido para dar gracia a la trama o se supone que hay algo más.

El reflejo en el espejo podríamos asociarlo al doble, a la vida vivida en otro lugar, al país más allá del espejo, el mundo de Alicia donde todo es raro; y debemos admitir que en la isla pasan muchas cosas raras, siendo prácticamente un país de las maravillas. Una referencia, por tanto, a la línea temporal de la isla. El agua la hemos visto asociada a la muerte –allá en el templo y en el hecho mismo de que el más allá está precisamente al otro lado del mar- pero también al renacimiento, al bautismo. El agua está siendo el principio y el final de la vida. Incluso la salida de los supervivientes del submarino parece un nacimiento.

Si hay un detalle que va quedando claro en la línea X es la importancia del vuelo Oceanic 815. Jack se encuentra con ese hecho en dos ocasiones, y tiene la oportunidad de poner cara de «esto es cada vez más raro». Bernard es el primero en comentarlo, pero luego le vuelve a quedar claro con Claire. No es de extrañar, ya al propio Sawyer le había parecido una coincidencia a destacar. De hecho, el avión es justo lo primero que vemos de la línea X, por lo que tarde o temprano todo vuelve a ese momento. El vuelo Oceanic 815 es el nexo de unión entre todos ellos. Ahora más que nunca queda claro que no estaban por casualidad a bordo de ese avión. Quizá debemos entender que la línea X empieza precisamente con el avión, con Jack mirando por la ventana, como elucubré en algún momento (pero claro, he elucubrado tantas cosas…).

Una de las ironías del episodio –quizá la más triste- es que Locke es en la línea X candidato a una operación que podría devolverle el uso de las piernas, mientras que en la isla su muerte le impidió ser candidato. Descubrimos también que tenía una relación más normal con su padre. ¿En la línea X Anthony Cooper no es un estafador? En ese caso, ¿quién estafó a los padres de Sawyer? En cualquier caso, Anthony Cooper es ahora casi un vegetal, habiendo sufrido un accidente con su hijo. Quizá a ese Locke no le robó un riñón, quizá ese Locke siguió con su «no me digas lo que puedo hacer» y se hizo piloto.

La relación de Locke con su padre es también irónica porque fue culpa suya que ahora el viejo esté en una silla de ruedas, justo lo contrario de lo sucedido en la línea original. Es más, como he apuntado antes, en la línea X Anthony Cooper parece haber sido mejor padre, algo que parece ser una especie de constante en la línea X. Widmore X también parece mejor padre, mientras que en la línea original se muestra como uno de esos padres que hacen lo mejor para sus hijos sin molestarse en explicar por qué es lo mejor. Igualmente, Jack consigue superar los traumas de su propio padre. Por otra parte, Christian no parece haber cambiado mucho (por las referencias que se hacen a él).

Locke, sin embargo, carga todavía con la culpa de lo sucedido a su padre. De nuevo, una ironía, porque claramente al Anthony Cooper original no le importó nada tirar a su hijo por una ventana, pero su hijo en la línea X se siente culpable. En eso Locke X y Locke se parecen bastante, viviendo vidas bajo la sombra del padre. Tal y como dice Jack, Locke debería descargarse, debería olvidar. En ese aspecto, Jack y Locke también son muy similares, los dos siguen cargando con sus respectivos padres. Otra ironía es que la conversación final entre los dos es la inversa de sus conversaciones habituales. Es ahora Jack el que se muestra creyente en el destino, defensor del destino y una cierta filosofía con aires orientales, mientras que Locke es más racional.

Lo que sí queda claro es que Locke X recuerda. Al menos, recuerda en sueños, y suelta frases que se refieren a sus actividades en la isla. Pero no me queda claro si Bernard recuerda. Después de todo, ¿dónde están Rose y Bernard en la isla? Es tentador pensar que se quedaron en 1977, pero después de todo los perdidos regresaron al presente de la isla. ¿Por qué iban a quedarse atrás Rose y Bernard? Y Vincent, que estaba con ellos. En la línea X, Bernard habla con Jack de una forma que da entender que sabe más de lo que dice. Es como si estuviese dirigiendo a Jack hacia su destino (obsérvese que si Bernard le hubiese contado a Jack lo sucedido en el accidente, el efecto no habría sido tan dramático como ver a Anthony Cooper babeando). Volviendo al principio de la temporada, es un poco como Rose, que parece estar dirigiendo a Locke hacia su puesto de profesor.

Es tentador pensar que Rose, Bernard y Desmond están dedicándose a la misma labor, a dirigir a los personajes X a su destino. Pero la verdad es que no lo creo. Creo simplemente que Rose y Bernard, con esas caras de ancianos sabios, son los personajes adecuados para soltar frases así y añadir densidad a la narrativa. Es como cuando Locke se cruza en el hospital con Jin, que va vestido de negro y con flores, como si fuese a un funeral. Sabemos que no es así, que son para Sun que se recupera del balazo, pero como en nuestra mente no podemos separar del todo a los personajes X de sus equivalentes en la isla, y sabiendo lo de las muertes, es difícil no verlo como un gesto algo triste.

En el próximo episodio, precisamente en el que se emite hoy, descubriremos la historia de Jacob y el hombre de negro. Previsiblemente descubriremos muchas cosas, y muchos aspectos de la historia y la mitología de la isla nos quedarán claros. Lo más importante, previsiblemente sabremos por qué el hombre de negro se convirtió en el monstruo de humo. ¿Fue decisión suya? ¿Fue una caída resultado del orgullo, recordando el Everything that rises must converge que leía Jacob? ¿O le empujaron? ¿Fue un acto de libre albedrío o fue el destino? ¿Fue ciencia o fue algo sobrenatural? En el universo de Lost, ¿hay diferencia entre lo científico y lo sobrenatural?

Fuese como fuese, el hombre de negro es un personaje trágico, uno de esos villanos que son más interesantes que el héroe. Al contrario de lo que cree Hurley, en Lost no parece que se pueda volver del lado oscuro una vez que la transformación está completa. Pero hay sinceridad en su deseo de escapar de la isla, y hasta que no sepamos los términos de su condena, no podremos juzgar la extensión de su maldad. Incluso si podemos llamarlo maldad. Quizá Flocke no sea más que la leal oposición del divinizado Jacob.

Ahora que se acerca el final, tengo un poco de miedo. Sé que no debería tenerlo, que si no perdí la fe en la quinta temporada ya no la perderé nunca, sé que no me van a decepcionar, definiendo decepción como un final que vaya de una tonta lucha entre bien y mal. Sé que el final será de otra forma. Que es muy posible que el bien y el mal se enfrenten, pero que no será como en una película de buenos y malos. Sé que al final serán los personajes los que terminarán la serie, que sus vicisitudes, todo lo que han pasado en la isla y en la línea X, darán forma a la conclusión última. Y así, darán forma definitiva a la serie, y la podremos analizar completa, viéndola desde el principio entendiéndola realmente por primera vez. Que la serie completa será en última instancia una larga reflexión sobre muchos aspectos de la condición humana. También será al final una obra de una gran densidad narrativa que será analizada durante muchos años. Y encima, el final nos dejará una gran historia de personajes atrapados en una situación imposible.

No se puede pedir mucho más.

Aún así, no puedo evitar sentir algo de miedo.

Queda tan poco.

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[Recibido] Bajo el influjo del cometa, de Jon Bilbao

Jon Bilbao podría contarte el argumento de una película de los hermanos Marx y convertirla en una pesadilla, sin apenas cambiar detalles de la historia. Después de su El hermano de las moscas, apetece este Bajo el influjo del cometa (Editorial Salto de Páginas. ISBN: 978-84-937181-5-2. 256 pp. 19,50 €).

De la contraportada:

En este libro, lo inquietante y lo amenazador surgen de lo cotidiano.

Así, una ballena varada en la playa puede estropear el tranquilo día de verano del que pensaba disfrutar una familia. Curiosear a esos vecinos que leen la Biblia puede alterar la paz de una pareja de agnósticos. El paso de un cometa sacude inexplicablemente la existencia de los habitantes de un pequeño pueblo costero. Incluso retirarse unos días a la montaña puede complicarse si se entablan relaciones con un zorro.

Puestos a prueba por tales situaciones, los personajes de estos relatos se ven forzados a conocerse mejor. Lo que descubren les sorprende, y en algunos casos les asusta. Cuando se encuentran con esa faceta oscura y hasta entonces desconocida de sí mismos, las cosas no tienen por qué empeorar. No siempre.

Jon Bilbao, autor de El hermano de las moscas y Como una historia de terror —Premio Ojo Crítico de Narrativa 2008—, se confirma con esta colección como una de las voces más sólidas del relato español contemporáneo.

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