Castillo Lichtenstein de papel

El castillo Lichtenstein parece tal cual sacado de un cuento de hadas. Está en Alemania y aparentemente lo construyeron entre 1840 y 1842. A principios del siglo XX tiene este aspecto:

La versión en papel la compré en una tienda de aficiones que había en Santiago, justo antes de que cerrase. Hace unos días me decidí a montarlo, porque la verdad es que ensamblar cosas me encanta y me relaja. Tanto los disfruto, que no entiendo por qué no lo hago más. Incluso disfruto ensamblando muebles. Inventar no, que eso exige trabajo (por lo que cosas en plan Arduino me llaman la atención pero no me distraen tanto); lo que me gusta es seguir instrucciones.

El castillo ha quedado más o menos así (mide unos 20 centímetros de alto):

Es la primera vez, así que no ha quedado tan bien como yo querría. Se nota donde corté mal o donde al pegar las cosas no quedaron exactamente donde debieran. Teniendo en cuenta que soy novato, he decidido darme un aprobado (o un debe mejorar, que dicen ahora). Por lo demás, el castillo pasará ahora a manos de mi hija que dispondrá de él como crea conveniente.

A ver qué tal me queda mi segundo intento: la Universidad Invisible.

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[Recibido] La música del hambre de J.M.G. Le Clézio

La música del hambre (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-153-3. 216 pp. 17,00€) de J. M. G. Le Clézio es uno de esos libros que me llaman la atención precisamente porque su autor ganó el premio Nobel. Siempre me resulta fascinante la combinación de autor publicado en España del que no sé absolutamente nada.

De la contraportada:

Ethel Brun es hija de un matrimonio de exiliados, el formado por Justine y Alexandre, un ahombre apuesto e inquieto que dejó muy joven la isla Mauricio y que, en el alegre París de los años veinte y treinta, se dedica a dilapidar su herencia en negocios poco recomendables. En su infancia, Ethel sólo disfruta durante sus paseos por la ciudad con su tío abuelo, el excéntrico Samuel Soliman, que sueña con vivir en el pabellón de la India francesa construido para la Exposición Colonial. Ya en la adolescencia, Ethel conocerá algo parecido a la amistad de la mano de Xenia, una compañera de colegio, víctima de la Revolución rusa y que vive casi en la pobreza. La existencia de Ethel empieza a tambalearse cuando, en las comidas que su padre ofrece a parientes y conocidos, se repite cada vez más a menudo el nombre de Hitler. Serán las primeras señales de lo que amenaza a la familia Brun: la ruina, la guerra, pero, sobre todo, el hambre. Eso marcará el despertar de la joven Ethel al dolor y al vacío, pero también al amor, en una novela en torno a los orígenes perdidos y a una época que culminó con un Apocalipsis anunciado.

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Videoarte de Sylvia Martin

Compré este libro con la esperanza de obtener una visión rápida -y como no, superficial- del mundo del videoarte que me sirviese de mapa de referencia inicial para moverme mejor luego. Extrañamente, no lo conseguí. Y digo extrañamente, porque otros volúmenes similares de Taschen suelen venirme muy bien como primeras aproximaciones. Sin embargo, Videoarte me provocó cierta indiferencia.

Este tipo de libros suele estar dividido en dos partes. En la primera, se da un repaso rápido al movimiento artístico del que trate. En la segunda parte, mucho más amplia, se repasan obras que se suponen representativas del movimiento.

Y aquí está mi problema. La parte histórica es adecuada y en sus pocas páginas cumple su función de situarte. Pero la selección de obras me resulta poco atractiva, muy poco interesantes. De hecho, incluso llegué a considerar que el videoarte no merecía la atención que yo había creído al principio.

Por supuesto, se comentan obras que llaman mucho la atención y que te dejan ganas de explorar. Hablo de Vito Acconci, Peter Campus, Douglas Gordon, Shirin Neshat o Nam June Paik. Pero por lo demás, me alegra haber seguido con otros libros, porque de haberme guiado por mi impresión tras leer éste, no habría continuado explorando.

[50 libros] 2009

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El pueblo contra George Lucas

Así se llama la película (a estrenar en 2010): The People vs. George Lucas. Aparentemente va de toda la gente que se sintió molesta por la nueva trilogía y en particular contra George Lucas por haber arruinado su infancia. Al ver el trailer he recordado una vez más que no soy fan de Star Wars. Es decir, la vi con ocho años y me encantó y me sigue pareciendo una película divertida. Pero la verdad, no me resulta tan interesante como para molestarme en sentirme ofendido. Es más, Jar Jar Binks me hace gracia y su aparición es de los pocos buenos momentos de los episodios 2 y 3 (al menos, como me dicen, da un toque exótico).

En cuanto a los cambios (hacer que Greedo disparase primero), no me parecen tanto molestos como tristes. En el sentido de que me resulta triste que un autor vuelva atrás y modifique su obra para hacerla menos interesante. Que Han disparase primero daba al personaje un grado de individualidad poco habitual, le hacía más único. Hacer que dispare después lo convierte en otro héroe del montón.

(vía FlickFilosopher.com, gracias a Sara)

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Gravity Sucks at the BFI

Simon Faithfull’s exhibition Gravity Sucks and his recent talk at the British Film Institute focuses largely around his examination of that most elementary of forces we experience. What Wikipedia calls a «consequence of the curvature of spacetime which governs the motion of inertial objects» and what we call gravity.

In what has come to be sometimes called Gravity Art, there is actually a couple of artists who have chosen to use it as their medium, often in somewhat beautiful yet futile actions, «heroic failures». Among these however, there’s different directions of movement, namely down (submission) and up (escape).

Gravity Sucks at the BFI – we make money not art

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Darwin: La historia de un hombre extraordinario de Tim M. Berra

Darwin (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-128-1. 144 páginas. PVP: 12,00€) de Tim M. Berra cuenta muy resumidamente la vida de Charles Darwin, en un libro que en total no llega a las 150 páginas. Es lo suficientemente breve como para hacerte una idea rápida de su vida, sobre todo ahora que se cumple su centenario, aunque no es tan amplio como para entrar en análisis más complejos. Es decir, el proceso de redacción de El origen de las especies se describe de una forma muy escueta, aunque ofrece varios detalles que dejan clara la magnitud de la tarea.

La historia está francamente bien contada y viene acompañada de muchas fotografías e ilustraciones. Si quieres algo más profundo, éste claramente no será tu libro. Si quieres una aproximación inicial, creo que es una excelente opción.

[50 libros] 2009

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Soy un cyborg de Park Chan-wook

Soy un cyborg es una de esas películas que te gustaría que te gustasen. Excesiva, rara, desconcertante, atípica y todo lo demás. Usa una paleta de colores extrema, presume de unos ángulos inusuales y tiene unos personajes que se salen mucho de lo habitual. Por desgracia, también es aburrida y se hace larga, y todas sus virtudes no logran dejar ninguna buena impresión final.

La joven Young-goon está convencida de ser un cyborg de combate. Un día, tras cortarse las venas, meterse un cable y conectarse a la corriente para recargarse, la ingresan en un hospital psiquiátrico. Allí nos encontramos con un variopinto conjunto de locos, aunque el personal no parece estar mucho más cuerdo, entre los que destaca el también joven Park Il-soon, un ladrón tan habilidoso que puede robar estados mentales, destrezas e incluso tu compasión, y que siente debilidad por ocultarse tras variadas máscaras.

La joven cyborg no come, alimentándose de pilas, lo que provoca el pequeño problema de que está a punto de morirse. Lo que ella realmente quiere es recargarse, perder su compasión y matar a los hombres de blanco que se llevaron por la fuerza a su abuelita, una comedora empedernida de rábanos en vinagre (hay algunas escenas donde el mundo de fantasía colectivo permite a Young-goon mostrarse como cyborg).

Y por ahí sigue toda la película, hecha sobre todo de momentos sueltos, algunos muy graciosos, otros tiernos, en general estrambóticos, pero que rara vez forman un conjunto. Es un poco como ver una sucesión de cortos insólitos. El problema es que la película hace gala de una de esas rarezas que son raras por el simple hecho de serlo, el equivalente cinematográfico de meterse un calcetín en la oreja y salir a la calle. Puede ser divertido unos segundos, pero probablemente no sirva para llenar más de 100 minutos.

Dicho de otra forma, creo que algo falla cuando te descubres más interesado en el tono de verde usado en la habitación acolchada o por la posición de los personajes dentro de un encuadre que por lo que esos personajes puedan estar haciendo, pensando, sintiendo o por lo que la película esté intentando contar.

Un detalle adicional. Me encantan las ediciones en DVD de Cameo. No sólo porque me suelen gustar los títulos que sacan, sino porque además sus discos son muy poco molestos. Te permiten llegar a la película muy rápidamente, sin incordios de anuncios y con los mínimos logotipos. Un diez. Y veo además que van a sacar El año pasado en Marienbad, mi película favorita de este año.

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