El liderazgo de Bill Gates

Ahora que Bill Gates se va a desentender un poco más del funcionamiento diario de Microsoft (que no es necesariamente lo mismo que irse), quizá valga la pena leer este texto de Joel Spolsky donde recuerda cuando trabajaba en Microsoft y había que integrar Visual Basic con Excel. Y la forma en que Bill Gates llevaba la compañía:

It was a good point. Bill Gates was amazingly technical. He understood Variants, and COM objects, and IDispatch and why Automation is different than vtables and why this might lead to dual interfaces. He worried about date functions. He didn’t meddle in software if he trusted the people who were working on it, but you couldn’t bullshit him for a minute because he was a programmer. A real, actual, programmer.

Watching non-programmers trying to run software companies is like watching someone who doesn’t know how to surf trying to surf.

(vía Reddit)

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Mi primer regalo

Dentro de unos días es mi cumpleaños, pero ya he recibido mi primer regalo. Se trata del libro Language Death de David Crystal (tengo en cola otro libro suyo sobre lenguaje e internet):

16062006

Por desgracia, el regalo no viene firmado (sólo una nota recordándome que me queda poco para los XL. Cierto, muy cierto). Lo agradezco desde aquí.

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Series de televisión

Un meme que me llega desde Sospechosos Habituales. Pues bien, he aquí alguna series que veo habitualmente (no son necesariamente mis series preferidas, porque mis preferidas de siempre ya han terminado):

Perdidos
Medium
Mujeres desesperadas
Veronica Mars
Aquí no hay quien viva
4400
La zona muerta
Padre de familia
American Dad

Quizá tenga alguna más. Pero estas son las que recuerdo ahora mismo.

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La voz más hermosa es la de los poetas malditos

Ayer vi un trozo de Fahrenheit 451. Leí el libro cuando era muy joven, y vi la película también de niño. Recuerdo sobre todo que me impacto mucho. Una de las sorpresas de volver a encontrarla fue descubrir que no se rodó originalmente en francés, sino en inglés. Como algunos de los actores no hablaban el idioma y los guionistas tampoco, pues el resultado es francamente curioso y divertido. No la vi entera, así que tampoco puedo hablar de la obra en sí -hacia el final salen unos tíos volando, chulo- pero sí me dio la impresión de ser una parodia divertidísima.

A todo grupo le gusta sentirse maltratado y menospreciado. Y los lectores no son menos. A pesar de creerse superiores al resto de la población no lectora, no cesan de repetir las múltiples desgracias que caen sobre ellos. Cada vez se publican menos libros (a pesar de las cifras editoriales). Cada vez se lee menos (a pesar de las cifras de ventas). Ya no se leen libros de la misma calidad de antes (suele ser, sobre todo, un problema de pérdida de memoria). Es difícil mantener el hábito lector ante el ataque del fútbol y la telebasura (como si eso pudiese o debiese afectarte). Vamos, que ser lector es una cruz, una putada más que una suerte. Mantener el hábito de lectura se convierte casi en un sacerdocio, en un martirio, en un arrojarse a los leones con cada página (cuidado, que muerden). Vas con un libro por la calle y las multitudes de trogloditas te persiguen para escupirte.

Pero siempre se puede aspirar a más.

En Fahrenheit 451, en el giro paródico del que hablaba, no ya es que te desprecien, es que leer está prohibido. Es lo máximo para cualquier grupo. La indiferencia es mortal, y la mayor muestra de importancia es que alguien se tome la molestia de declararte ilegal. En el mundo de la película, no importa lo que lees, como si sólo disfrutas de Corín Tellado o Marcial Lafuente Estefanía y jamás te has metido en política, tú a la cárcel y el libro a la hoguera. Y lo más ya es inmolarse con los libros, porque la vida sin tus pequeñines de papel ya no tiene sentido ni interés; es más, en el universo moral de la película, matar a una persona es un pecado mucho menor que quemar un libro (me pregunto si los bomberos son conscientes de que algún día conseguirán quemar todos los libros y se quedarán sin trabajo; ¿no les convendría más hacer dejación de sus funciones?). Eso sí, tanto libro no ha incrementado la inteligencia de sus lectores, que se olvidan detalles importantes como instalar una antena de televisión, cuando todo el mundo sabe que no ver la tele es de peligrosos lectores subversivos.

Mentí, hay algo todavía mejor que quemarse con los libros. Lo más de lo más es olvidar tu individualidad y convertirte en un libro. Aprenderte de memoria una obra y repetírsela al primero que pase, quiera o no quiera. Te olvidas incluso de tu nombre y pasas a ser «La república de Platón» (uno se pregunta cómo se resuelve la situación cuando 100.000 personas deciden simultáneamente ser «El código Da Vinci de Dan Brown»). De hecho, en la película, el protagonista, por sus muchos crímenes, acaba en un infierno donde cada uno sólo habla del libro que más le gustó; el aburrimiento está servido.

Esa manía persecutoria se da sobre todo entre los lectores de ciencia ficción. En cuanto se reúnen varios lectores «serios» -en volumen- de ciencia ficción, acaba saliendo el tema de la difícil vida que lleva el fan, de los miles de sinsabores que ha tenido que tragarse por su elección de género; la sociedad arroja todo tipo de desprecios sobre cualquiera que se atreva a leer ciencia ficción y/o fantasía. Oyendo esas historias, en medio de una convención, uno acaba pensando que hay pandas especializadas de matones que corren por las calles persiguiendo a cualquiera que lleve un libro de ciencia ficción. Es uno de los mitos fundamentales del género, y no sirve de nada sacar a colación los muchos lectores de ciencia ficción que no sólo no se han sentido despreciados nunca, sino que han encontrado una respuesta francamente positiva de lectores de otros género. Un poco como lo de que Walt Disney está congelado. Con un mito así, no es de extrañar, por tanto, que un escritor de ciencia ficción fuese el autor de Fahrenheit 451.

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Sony presenta su nuevo modelo de cliente

Los de The Onion se superan cada día más. En Sony Unveils New Model Customer, hablan de Steve, su nueva versión del consumidor ideal:

The 72-inch, 195-pound consumer-a 34-year-old unmarried financial analyst-is smaller, lighter, and swifter than last year’s beta-model consumer, Larry.

«Larry was much less mobile, which worked well for electronics enjoyment but less so for purchasing,» said Hideo Ichimonji, head of the design team for the Ideal Consumer Project. «Also, the Larry’s decision-processing became jammed when forced to choose from more than one potential Sony product. By implementing parallel-purchasing solutions and simplifying its personality traits, we’ve ensured that Steve will always be a loyal Sony customer without any annoying system shutdowns or buying freezes.»

Hablan de la gama de colores disponibles, de su interoperabilidad con otras marcas y de su amplio límite de crédito. Sólo tiene una competencia:

Analysts say that Steve’s only real competition comes from Apple Computer’s own ideal consumer, the iBuy. But because the much more expensive iBuy is designed only to purchase and enjoy the pricier, but limited Apple product line, and is not intershoperable with other systems, Steve’s appeal will likely prove much broader.

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Padre de familia en Harvard

Seth MacFarlane -creador de Padre de familia y American Dad (¿se han fijado que traducción española de la esta serie, Padre made in USA, sigue conteniendo un 75% de términos en inglés?)- habló en Harvard el día antes de la graduación (demasiado macarra para la graduación en sí). Y el hombre, claro, dio sus consejos con su propia voz, pero también como Peter, Quagmire y, mi prefiero, Stewie. Cada personaje conservaba su personalidad, por lo que los consejos de Peter eran totalmente idiotas y los de Quagmire… bueno, ya se lo imaginan.

Stewie en particular se sabe más listo que todos los graduados de Harvard de 2006 juntos, y no tiene reparos en meterse con ellos. Como también se mete con South Park, la iglesia y los que se hacen tatuajes con caracteres orientales.

(vía Hanzi Smatter)

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¿Creías que no se podía ganar dinero con Google?

Pues aquí tienes un cheque de AdSense por 901.733,84 dólares. Impresionante, ¿verdad? En realidad, no tanto. Son dólares canadienses, por lo que se quedan en 639.413,28 euros (según Google). Además, es un cheque por dos meses, por lo que la cifra se reduce a 319.706,64 euros al mes (según mi calculadora). Sigue sin estar mal, pero no impresiona lo mismo. ¿O sí?

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