Everything bad is good for you, de Steven Johnson

Everything bad is good for you es un libro peligroso. Te dice cosas que te apetece oír. Como consuelo, eran cosas que ya creía y no necesitaba a Steven Johnson para confirmarlas. Por otra parte, él ha hecho sus deberes y cita a más gente de la que podrías citar yo. Eso está bien.

La tesis del libro es simple: cada vez somos más listos, y los responsables son los medios culturales populares que ganan cada vez más en complejidad.

La primera parte de libro analiza la segunda parte de esa afirmación. Examinando videojuego, internet, televisión y películas, llega a la conclusión de que son medios cada vez más complejos que exigen aplicar con mayor profundidad y extensión nuestras capacidades cognitivas. Esta parte es divertida de leer, aunque en mi caso está predicando a un converso. Que las series de televisión se estén volviendo cada vez más complejas de seguir y exigen más atención por parte del espectador me resulta más que evidente. Desde Canción triste de Hill Street la tónica ha sido incrementar la complejidad de los argumentos y el número de personajes. Algunas exigen una visión tan atenta, que se convierten casi en trabajos a tiempo completo para sus seguidores. Además, la aparición de medios como el DVD permite el visionado repetido, y por tanto, la inclusión de claves y detalles que sólo se aprecian a posteriori.

Lo mismo pasa con los videojuegos, que ponen en funcionamiento mecanismos que la ficción tradicional -tan rígidamente lineal- deja de lado, Internet o el cine (aunque, la verdad, la tele le gana en complejidad).

Somehow in this age of attention deficit disorder and instant gratification, in this age of gratuitous violence and cheap titillation, the most intellectually challenging titles are also the most popular. And they’re growing more challenging with each passing year.

La segunda parte del libro es quizá más controvertida y menos convincente. En ella trata de demostrar que hay pruebas de ese incremento de la inteligencia debido al consumo de productos populares cada vez más complejos. Para ello establece como hipótesis una relación entre el efecto Flynn y el incremento de la complejidad de los productos culturales. Por desgracia, el efecto Flynn es una de esas cosas que no están muy claras, y su defensa queda coja.

Eso sí, da la misma respuesta que yo a la pregunta de Flynn: si el CI está creciendo, ¿cómo es que no vivimos en el Renacimiento? Mi respuesta desde que conocí el efecto, y la que da Johnson en este libro, es la misma: vivimos en el Renacimiento. Sólo que el Renacimiento no estás donde tú crees que debería estar. Me parece indudable que hay una explosión asombrosa de creatividad humana.

Pues eso, creo que Johnson tiene esencialmente razón, que el supuesto descenso al fondo de la cultura popular es un mito como otro cualquiera. El entretenimiento popular es cada vez más complejo y exige más de nosotros. El único problema del libro es que no acaba de demostrarlo. Aunque, mientras sigan haciendo buenos vídeojuegos y buenas series de televisión, poco importa si lo demuestra o no.

[50 libros] 2006

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Pinki Nankani

    Parece una lectura interesante.

    Por cierto, el enlace del «efecto Flynn» no funciona (vuelve a tu página incial) así que he tenido que recurrir a la Wikipedia, porque no lo conocía y me había quedado con las ganas de saber.

    Saludos y felicidades por el blog de un asiduo (y entusiasta)lector suscrito.

  2. Pedro

    Gracias. Ya lo he arreglado. Precisamente, pretendía enlazar a la Wikipedia.

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