Caballos y nave espaciales: Firefly
Pues sí, caballos. Porque en Firefly, a pesar de ser una serie de ciencia ficción -una revisión del tópico narrativo del imperio galáctico, los granujas renegados y los piratas del espacio-, hay caballos. Muchos caballos. Es más, en cuanto la nave toca el suelo de un planeta, todos a montar caballos. Incluso los caballos salen en el montaje de los títulos de crédito.
Hay más. El imperio. El imperio es muy corporativo, con una misteriosa empresa llamada Blue Sun que aparece de fondo. Pero si se presta más atención, el espectador observará con sorpresa que el «imperio» -llamado La Alianza- es una combinación de Estados Unidos y China, las dos únicas superpotencias supervivientes. De fondo se aprecian muchas influencias chinas y de frente los personajes maldicen en chino. Incluso la bandera, es una mezcla de la bandera china y americana.
Unos años antes del arranque de la serie, una guerra enfrentó a la Alianza contra los mundos independientes. Ganó la Alianza -que se pasea con naves majestuosas y verticales que se mueven seguras por el espacio- mientras que los independentistas huyeron como pudieron y ahora viven en los intersticios que deja la Alianza. Las naves de los independientes están «filmadas» cámara en mano -no tan difícil como parece, ya que todas las naves están generadas por ordenador- por lo que se agitan continuamente con efecto «documental».
La serie se concentra en una nave en particular, Serenity, un carguero de tipo Firefly. Su capitán es Malcolm «Mal» Reynolds, un excombatiente convertido ahora en pillo de poca monta, que dirige más mal que bien a su tripulación, que intenta que la Alianza no lo fusile un día de estos y que… Y qué es a todos los efectos Han Solo, pero con pasado de verdad, y que cuando pone cara de dolor, sabes exactamente por qué sufre.
El resto de la tripulación es igual de variopinta. Una prostituta de lujo -tiene tanto nivel social, que nadie sabe qué hace en la nave-, un sacerdote con oscuras conexiones con la Alianza, un piloto coñón, una militar que seguiría a su capitán hasta el fin del mundo, un mercenario algo tontorrón, una pareja de hermanos que huyen de la Alianza (él es médico dotado, ella posee grandes poderes mentales). Todo ellos con pasado, con traumas, con personalidad, cambios de humor y demás. Porque lo mejor no lo he dicho todavía:
El creador de la serie es Joss Whedon, el genio detrás de Buffy y Angel. Y aquí demuestra que es guionista de televisión de tercera generación. Hay momentos deliciosos, diálogos chispeantes, reflexiones profundas y nunca, nunca, nunca, pasa lo que esperas. En cuanto la serie se topa con un cliché, lo pulveriza atravesándolo sin contemplaciones. Les pongo sólo dos ejemplos:
Al capitán le están dando de lo lindo. Al hombre lo tienen casi muerto y el matón de turno lo está estrangulando. El piloto de la nave corre a socorrerlo, pero la segundo de a bordo le retiene diciendo algo así como «Es algo que el capitán tiene que hacer solo». A lo que el mentado capitán responde algo así como «La verdad es que no».
Otro. En un episodio sale un cazarrecompensas. El hombre lleva toda la vida en el espacio, dando vueltas por ahí en la soledad de su nave, cazando gente. Le han mandado capturar a River -la hermana con superpoderes. Lo que se muestra en el episodio es cómo llega hasta la nave, los espía a todos, aprende sus puntos débiles, los deja fuera de servicio a cada uno de forma diferente y encima explica su filosofía vital. Lo interesante de verdad es que el personaje ya es conocido: Bobba Fett. Pero en esta ocasión, le dejan hablar y explicarse.
Firefly ofrece una magnífica revisión de los tropos de la ciencia ficción, sobre todo en su versión cinematográfica y televisiva. Aspira a conservar el sentido de la aventura y el entretenimiento sin sacrificar por eso la inteligencia. Por desagracia, duró muy pocos episodios. Sin embargo, en un giro inesperado, va a convertirse en película, con el título de Serenity, para estrenarse en 2005. Ya se habla incluso, de que vuelva a ser una serie de televisión. No me digan que no es raro. Mientras tanto, podemos tomarla como una espléndida miniserie de televisión, donde el género alcanza niveles rara vez logrados antes.
Ah, lo de los caballos. Sí, es que todos los planetas extraterrestres están sufriendo terraformación y por ahora se parecen bastante a… ¡sí, al oeste! Tampoco hay insfraestructura, de ahí la necesidad de usar caballos.
No hay alienígenas, por cierto. Y tampoco hay sonido en el espacio. Mejor aún, los productores saben emplear la ausencia de sonido como un elemento dramático.
Y ahora a esperar, como mínimo, hasta septiembre. Qué largo se me va a hacer.