La primera vez que leí algo sobre podcasting me pareció una tontería sin demasiado interés. Como suele pasar, el problema era no haber captado un detalle esencial que lo cambiaba todo. No fue hasta leer otras descripciones que comprendía finalmente de qué iba, me bajé el software y ahora soy un converso.
La idea, como he dicho, es bien simple tan simple que es muy fácil no verle la gracia. Se trata de grabar el contenido ya se una serie de comentarios, una entrevista o una conferencia- en cualquier formato de audio (aunque lo habitual es emplear MP3). El archivo se sube a internet y desde allí es accesible para todos. Y ahora viene la parte interesante. A una fuente RSS se le añade una etiqueta especial (enclosure) que permite indicar un archivo adicional. Si tu agregador de RSS reconoce la etiqueta, podrá bajarse el archivo y dejártelo preparado en algún punto de tu disco duro. Es decir, pasa como en las bitácorasy el agregador: tú te suscribes al contenido, y el material te llega sin que tengas que hacer nadas más allá de tener que suscribirte la primera vez.
¿Qué se hace luego con el archivo? Pues lo que uno quiera. Puedes oírlo directamente en el ordenador o, la gracia, cargarlo en un reproductor de MP3 y llevártelo por ahí. De hecho, el nombre Podcasting deriva de iPod, el famoso reproductor de Apple, que muchos de los pioneros del Podcasting usaban. Porque la historia sigue un poquito más. Con un reproductor como el iPod, el agregador puede automáticamente indicar que esos nuevos archivos se carguen directamente, por ejemplo, creando las listas de reproducción en iTunes (o Windows Media Player). Es decir, uno enchufa su iPod por la noche y a la mañana siguiente lo tiene cargado de nuevos podcasts que se han bajado de internet.
Antes de comentar lo positivo, mejor hablo de los aspectos negativos. Evidentemente, al tratarse de un archivo de audio, las opciones son más limitadas que en una bitácora. Por ejemplo, no se puede enlazar a un punto concreto del podcast, ni tampoco el creador puede poner enlaces externos (problema que resuelven con notas a cada programa colgadas de una bitácora una solución imperfecta). Así mismo, el tamaño de cada podcast es mucho que el que ocuparía el mismo texto en una bitácora: entre 20 ó 50 megas. Lo mejor es tener algo de ancho de banda para bajárselos.
Lo que me gusta del Podcasting es, principalmente, que no te ata al ordenador. Puedes estar en el supermercado, ponderando la trascendental decisión sobre qué yogures comprar, mientras escuchas a un tipo de Hawai hablar sobre Firefox. Además, ocupa un sentido que no requieres de la misma forma que la visión, lo que te permite todas las ventajas de escuchar música por la calle. Si tuvieses que leer un texto o ver un vídeo sería mucho más complicado (aunque yo llevo casi treinta años leyendo por la calle y nunca me ha pasado nada. Pero claro, el libro se para automáticamente en cuanto levantas la vista).
Digamos que Podcasting es como oír la radio con dos diferencias fundamentales. 1) Oyes el programa que quieres. 2) Lo oyes cuando quieres. En lugar de conformarte con la oferta de cada momento, te compones el menú a tu gusto, y además puedes escoger entre una gran variedad de podcasts que van desde lo religioso (gente que lee un pasaje de la Biblia cada día) hasta lo puramente tecnológico o geek. Incluso una gran institución como la BBC ha comprendido de inmediato el concepto de Podcasting. Uno de sus programas, In Our Time (un excelente programa cultural que cubre una gran variedad de temas: desde Maquiavelo hasta la segunda ley de la termodinámica) se distribuye de esa forma, y aparentemente con gran éxito.
Y aquí les explico lo de mi deseo de un iPod.
Verán, a mí la música no me interesa demasiado. Me gusta, me resulta agradable oírla y disfruto de ella, pero tampoco me resulta tan imprescindible como para llevarla conmigo a todas partes. Voy en el coche, por ejemplo, y la radio casi siempre va apagada. Oigo la radio, sí, pero suelo preferir programas con entrevistas o similares. Por esa razón, la idea del iPod siempre me pareció sin demasiado interés. ¿Para qué iba a usar yo 20Gb de espacio para meter música? Si no estoy haciendo nada, prefiero leer.
Pero lo del Podcasting es muy diferente. En este caso, tengo a gente que me habla y me cuenta cosas interesantes que quiero oír (por ejemplo, extreme blogging en el Polo Norte). De pronto, poder llenar gigas y gigas con ese material se convierte en una idea muy atractiva. La sola posibilidad de poder tapar los horribles hilos musicales (qué sufrimiento es Hipercor) con algo útil e interesante ya es suficiente.
Como no tengo iPod, pues por el momento uso mi Rio 500 que dormía por ahí. En las últimas dos semanas le he dado más uso que en lo cuatro últimos años. Por lo demás, convencía un amigo para que me dejase su iPod durante un par de horas. No sé qué me esperaba, pero me impresionó más de lo que creía (nunca lo había manejado, siempre lo había visto de lejos). Me pareciómuy bien pensado, concebido con elegancia y con un interfaz que parece inmejorable. Sin embargo, era más pesado de lo que esperaba; qué cosas.
Bien, para empezar con el Podcasting basta con buscarse un agregador para eso. Yo uso Doppler, pero el oficial es iPodder. Cualquiera de los dos vale. En cuanto a fuentes de interés, estás son mis preferidas:
In Our Time (rss)
ITConversations (rss)
Engadget (rss)
The Daily Source Code (rss)
Geek News Central (rss)
Y para buscar más, un buen lugar por donde empezar es Podcast Alley. Y una FAQ en Podca.st.