¿blogger=página personal?
Hoy domingo (ya sé que esto sale con fecha del lunes, pero para mí sigue siendo domingo) el periódico El País me ofrece una notita de curioso alelamiento. Me la encontré en la sección de la defensora del lector. Comenta hoy el uso de anglicismos en el periódico, a partir de las cartas de un señor que insiste en que los hay en exceso. Es uno de esos seudoproblemas que nos gusta plantearnos de vez en cuando. Cuando hay una entidad cultural dominante es normal tomar prestados términos de su lengua. Luego, con el tiempo, se van adaptando a la de destino y la vida sigue igual. Observen si no el gran triunfo de «evento» y «nominar» que han cambiado de significado casi de la noche a la mañana (de hecho, «nominar» ha cambiado dos veces seguidas, lo que debe ser todo un récord).
Pero particularizando, entre los anglicismos de los que se queja el lector se encuentra -empleado el mes de octubre- la palabra bloggers. Algunos de ustedes se sorprenderán porque la usan todos los días. Incluso algunos hemos empleado el verbo bloguear sin que un rayo nos partiese ni nada semejante. Yo no la suelo usar, y prefiero realizar la metonimia de extender bitácora e incluso sacarme de la chistera el verbo bitacorear (que evidentemente no sale en el diccionario, fatalidad habitual de los neologismos). Pero dejemos de lado el natural desagrado que sentimos cuando nos dicen que no debemos emplear una palabra que usamos todos los días y concentrémonos en un detalle: la defensora cita la alternativa que ofrece el comunicante:
¿no podría decirse página o portal personal?
Quiero creer que la pregunta no es retórica, que preguntaba sinceramente para aprender. Pero no puedo evitar imaginármelo henchido de satisfacción al escribir una pregunta que deja claro que no ha entendido nada. Yo he tenido páginas personales y ninguna de ellas era bitácora, o blog, hasta ésta. Que sí, que un blog es una página personal. Pero no todas las páginas personales son iguales, y es evidente que las bitácoras tienen características propias. Se me antoja un poco como pretender que a las novelas no se las llame novelas porque en realidad son libros. Pues sí, así es, pero no todos los libros son iguales, y tampoco lo son todas las páginas personales.