Para los hombres las mujeres bonitas son como las drogas

Pretty women scramble men’s ability to assess the future. Enfrentados a la cara bonita de una mujer, los hombres (asumo que se refiere a heterosexuales) se comportan como adictos a las drogas:

Biologists have long known that animals prefer immediate rewards to greater ones in the future. This process, known as «discounting the future», is found in humans too and is fundamental to many economic models.

Resources have a value to individuals that changes through time. For example, immediately available cash is generally worth more than the same amount would be in the future. But greater amounts of money in the future would be worth waiting for under so-called ‘rational’ discounting.

But some people, such as drug addicts, show ‘irrational’ discounting. For example, preferring a small amount of heroin today rather than a greater amount in the future.

Y aquí está lo bueno:

Wilson and Daly found that male students shown the pictures of averagely attractive women showed exponential discounting of the future value of the reward. This indicated that they had made a rational decision. When male students were shown pictures of pretty women, they discounted the future value of the reward in an «irrational» way – they would opt for the smaller amount of money available the next day rather than wait for a much bigger reward.

Women, by contrast, made equally rational decisions whether they had been shown pictures of handsome men or those of average attractiveness.

(vía the null device)

[Estoy escuchando: «Beyond the Sea» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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Darwin y su sierra mecánica

Gore y divertida visión del darwinismo:

Como se dice en Pharyngula:

Although the artist doesn’t quite get it. If the stupid people really were breeding and taking over the planet, that means the Chainsaw of Selection is being applied to the smart people. This Darwin may be brutal, but he doesn’t take sides based on personal bias: he always favors the winners.

No creo que al artista en cuestión le importase demasiado.

[Estoy escuchando: «Beyond the Sea» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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El infierno del odio

El título original de esta película de Akira Kurosawa es Tengoku to jigoku, que aparentemente significa «Cielo e infierno». Y de eso va precisamente la cosa, de un cielo y un infierno.

Un ejecutivo, Gondo, de una empresa de zapatos, muy preocupado por la calidad y esas cosas, prepara una arriesgada operación financiera que le dará el control del negocio. Justo cuando está a punto de concluirla, recibe una llamada: su hijo ha sido secuestrado. Pero pronto descubre que no ha sido su hijo el raptado, sino el hijo de su chofer. El secuestrador considera que esa situación es todavía mejor. Le exige el rescate igualmente, poniéndole contra la espada y la pared: debe pagar el rescate y arruinarse por completo conservando al menos el honor, o debe sacrificar al niño.

Ése, con un sentido asombroso de la ironía, es el cielo. El dilema conforma toda la primera mitad de la película, mientras el señor Gondo lucha contra la decisión que finalmente sabe que tomará, presionado por su mujer, que quiere que pague el rescate, y su socio comercial, que quiere completar la operación. Es más, el chofer se lo ha pedido explícitamente.

Kurosawa compone casi toda esta primera parte en el salón de la casa (una casa, por cierto, situada muy por encima del mundo terrenal, casi en el cielo). Hay muchas líneas que unes a los personajes que se disponen de forma casi geométrica. El chofer en una esquina, por ejemplo, mientras Gondo ocupa la diagonal opuesta. Cuando finalmente interviene la posición, casi siempre se mantienen respetuosamente de espaldas, no queriendo presenciar el duelo emocional que ordenadamente se desarrolla en otra sección del salón. En un momento dado, Gondo ocupa el centro mismo, se echa al suelo, y aplica sus habilidades de zapatero (empezó en el negocio desde lo más bajo) a ocultar trampas en las maletas que habrán de contener el dinero. La grandeza moral de un hombre que se sabe definitivamente derrotado no está reñida con una cierta humildad.

Gondo paga, en una escena situada en uno de esos trenes rápidos japoneses, y ahí se inicia la otra parte, la correspondiente al infierno. La segunda mitad abandona el drama psicológico para adentrarse en el thriller policiaco, cuando las autoridades intentan localizar al secuestrador. Hacen acto de presencia las drogas y otras formas de la degradación humana. Y también queda clara la motivación del secuestrador: el odio, el odio puro e inmaculado hacia alguien al que considera superior. Aquí se entremezclan los procedimientos policiales prolijamente detallados y las excursiones del secuestrador al submundo de la ciudad.

Las dos partes son magistrales en su género. Las dos combinadas, casi sin tocarse, conforman un análisis de lo que se quiera: las distintas clases sociales en una sociedad muy estratificada, las distintas formas de enfrentarse a la vida con dos personajes que empezaron desde lo más bajo, el odio opuesto a una voluntad de hacer lo correcto… Ustedes elijan. En cualquier caso, Kurosawa ejecutan un formidable retrato de una sociedad tan cercana (asombrosamente industrializada) y simultáneamente tan ajena (el comportamiento social de los personajes en la primera parte).

[Estoy escuchando: «Mr. Bojangles» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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[La Ética en la Ciencia Ficción] Perspectivas éticas desde la ciencia ficción

Si yo hablé más en genérico sobre futuro, tecnología y ciencia ficción, Miquel Barceló -de la Universidad Politécnica de Cataluña- se centró más concretamente en el tema de la ética y la informática desde la óptica de la ciencia ficción.

Empezó con algunas consideraciones sobre la ciencia ficción, caracterizándola como una temática sin límites: se puede situar en el pasado, el presente o el futuro; en este mundo o en otros; en sociedades reales o inventadas… Es además una narrativa con muchos medios de expresión: literatura, cine, televisión, cómic, teatro, etc… Planteó igualmente una distinción entre prospectiva, que crea modelo racionales para imaginar el futuro, y la ciencia ficción, que crea modelos dramáticos para imaginar el futuro. En particular, la ciencia ficción ayuda a aprender a vivir en el futuro.

Después de plantear algunas consideraciones sobre la ética (por ejemplo: ¿quién decide lo que está bien y lo que está mal?) pasó a tratar la ética en la ciencia ficción partiendo del espléndido cuento de Ursula K. LeGuin «Los que se alejan de Omelas» (en español, en inglés), una historia que examina lo que significa la ética y que sirve además de contraejemplo al utilitarismo más estricto. Otros ejemplos fueron: El juego de Ender de Orson Scott Card (xenocidio), «Valhala» de Gregory Benford (sobre el final de Hitler) y «Para ver al hombre invisible» de Robert Silverberg (sobre la justicia excesiva).

Centrándose ya en la informática, el gran tema es la naturaleza del ser humano: robots, inteligencias artificiales, etc… Examinó las tres leyes de la robótica y mostró que con una pequeña modificación se podrían transformar en las tres leyes de la «humánica». También se ocupó de las inteligencias artificiales en 2001. Una odisea del espacio y la novela Gran río del espacio de Gregory Benford.

Miquel Barceló prefiere al término tecnociencia para englobar tanto a la ciencia como a la tecnología, partiendo de que hoy en día están tan imbricadas que sólo en casos concretos se pueden distinguir. En ese respecto, en ocasiones actúa como profecía auto-preventiva: Todos sobre Zanzibar de John Brunner, La fuga de Logan de William F. Nolan o Las torres del olvido de Geroge Turner. Como casos extremos, puso Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley (la responsabilidad del científico) y La guerra de las galaxias (abandono de la tenociencia a favor de la magia).

Sus conclusiones se resumen en: «El autor de ciencia ficción advierte de ciertos peligros, critica ciertos desarrollos negativos posibles pero sabe que, en definitiva, el ser humano es un ser tecnológico y que no existiría sin tecnología: somos el chimpacé evolucionado que hace herramientas sofisticadas».

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «I Will Talk and Hollywood Will Listen» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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La tabla rasa. La negación moderna de la naturaleza humana de Steven Pinker

Comenté su aparición en inglés y ahora descubro que lo han publicado en español. El título me suena ligeramente extraño, pero supongo que son manías.

De la contraportada:

La concepción que podamos tener de la naturaleza humana afecta a todos los aspectos de nuestra vida, desde la forma en que educamos a nuestros hijos hasta las ideas políticas que defendemos. Sin embargo, en un momento en que la ciencia está avanzando espectacularmente en estos temas, muchas personas se muestran hostiles al respecto. Temen que los descubrimientos sobre los patrones innatos del pensar y el sentir se puedan emplear para justificar la desigualdad, subvertir el orden social, anular la responsabilidad personal y confundir el sentido y el propósito de la vida.

En La tabla rasa, Steven Pinker explora la idea de la naturaleza humana y sus aspectos éticos, emocionales y políticos. Demuestra que muchos intelectuales han negado su existencia al defender tres dogmas entrelazados: la ?tabla rasa? (la mente no tiene características innatas), el ?buen salvaje? (la persona nace buena y la sociedad la corrompe) y el ?fantasma en la máquina? (todos tenemos un alma que toma decisiones sin depender de la biología). Cada dogma sobrelleva una carga ética, y por eso sus defensores se obcecan en tácticas desesperadas para desacreditar a los científicos que los cuestionan.

Pinker aporta calma y serenidad a estos debates al mostrar que la igualdad, el progreso, la responsabilidad y el propósito nada tienen que temer de los descubrimientos sobre la complejidad de la naturaleza humana. Con un razonamiento claro, sencillez en la exposición y ejemplos procedentes de la ciencia y la historia, el autor desmonta incluso las amenazas más inquietantes. Y demuestra que un reconocimiento de la naturaleza humana basado en la ciencia y el sentido común, lejos de ser peligroso, puede ser un complemento a las ideas sobre la condición humana que miles de miles de artistas y filósofos han generado. Todo ello aderezado con un estilo que, en sus obras anteriores, le sirvió para conseguir muchos premios y el aplauso internacional: ingenio, lucidez y agudeza en el análisis de todos los asuntos, sean grandes o pequeños.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Up There – Satan The Dark Prince» de South Park en el disco Bigger Longer & Uncut]

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Buscando a Nemo

Los de Pixar son unos chulos de mucho cuidado. Chulos con toda la razón del mundo, no me entiendan mal, pero chulos igualmente. Vamos, que si no ya me explicarán qué hace ese corto, «Knick Knack» (por cierto, aparentemente censurado por razones desconocidas), antes de Buscando a Nemo si no es dejar claro: «mira lo que podíamos hacer hace 14 años y lo que somos capaces de hacer ahora». «¿Presume un pájaro cuando vuela?» se preguntaba Clark Kent. ¿Presumen los de Pixar cuando hacen algo así? Sí, presumen como locos. Pero es que los de Pixar efectivamente saben volar.

Porque si algo dejan claro el corto y la película posterior es dónde radica el genio de la empresa. No es el virtuosismo técnico que muestran en pantalla -que también- sino en las historias. Un corto de unos pocos minutos contiene no sólo capacidad tecnológica sino una historia breve, apasionante y divertida. Buscando a Nemo contiene un virtuosismo tecnológico asombroso y también una historia apasionante, divertida, aterradora y emotiva a partes iguales. Vamos, que los de Pixar no son unos genios por ser capaces de crear en la pantalla un mundo visualmente extraordinario, sino por saber combinarlo con una buena historia. Son narradores de historias que usan el ordenador para plasmar sus creaciones.

Y Buscando a Nemo es una maravilla en todos los sentidos. Uno puede quedar embobado con la boca abierta contemplando esos diseños maravillosos, esas texturas, esos colores, ese sabio uso de la luz. Y también, enternecerse con las penurias de sus protagonistas, con sus pequeñas y grandes tragedias, con los sinsabores y alegrías de sus vidas. En ocasiones es una película de terror -no hay que ir más lejos que el mismo comienzo de la cinta- y en ocasiones es una comedia enloquecida -esas tortugas surferas son lo más. No hay personaje malo. No hay personaje que no tenga un doblez, un elemento extraño que lo haga apasionante: esos tiburones vegetarianos, ese profesor de ciencias que es una manta raya, esa estrella de mar permanentemente pegada al vidrio del acuario, ese pelícano incomprensiblemente interesando en los procedimientos odontológicos, esa niña del exorcista, o esa entrañable Dory que lo olvida todo de inmediato y que arranca lágrimas con una de las más tiernas declaraciones de amor que recuerdo en un cine.

Buscando a Nemo es también parábola de muchas cosas. Del respeto a las discapacidades físicas. De la conveniencia de dejar a los niños algo de libertad sin protegerlos demasiado. De la necesidad del compañerismo y la cooperación. Pero todo hecho con sutileza, sin tener que manifestarlo en palabras en ningún momento. Queda claro, pero no molesta. Es más, se agradece que las lecciones morales estén tan bien encajadas en la historia.

Lo único que lamento es no haber podido verla en versión original. Voces como las de Albert Brooks, Ellen DeGeneres o Willem Dafoe merecen el esfuerzo de leer subtítulos. Y pensar que Geoffrey Rush interpreta a un pelícano me produce dolor físico por no tener ya el dvd a mano.

Parecía imposible, pero Pixar se ha superado a sí misma. Ha creado su mejor película hasta la fecha.

[Estoy escuchando: «Beyond the Sea» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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Algunas notas sobre la Cultura

La Cultura de Iain Banks -desarrollada en varias novelas y cuentos; quizá la mejor sea El uso de las armas– es una de las grandes creaciones de la ciencia ficción: una utopía postcomunista posible gracia a la disponibilidad de recursos ilimitados. Para los muy interesados, tenemos A Few Notes on the Culture.

(vía graham glass: what’s next?)

[Estoy escuchando: «Somethin’ Stupid» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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Historia de Final Fantasy

Final Fantasy History. Un repaso breve y rápido a la historia de esta genial saga de videojuegos. No sólo interesante para jugones, sino también desde un punto de vista comercial: esa serie salvó a la compañía de la bancarrota (la leyenda asegura que por eso se llama «fantasía final». Si fallaba…)

(vía 0xDECAFBAD)

[Estoy escuchando: «Somethin’ Stupid» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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The 12 days of Kitschmas

The 12 days of Kitschmas, la cara más kitsch de la Navidad:

From the Jesus Fairy Christmas tree topper to the Lord of the Kings jigsaw puzzle… from the glowing crucifix phone cover to the Virgin Mary Bobblehead… we offer you this year’s 12 Days of Kitschmas, for the best bad taste religious gifts. Click and ponder on our Top 12 and discover again the True Meaning? of Christmas.

[Estoy escuchando: «It Was a Very Good Year» de Robbie Williams en el disco Swing When You’re Winning [Expanded] (1 of 2)]

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