Mozilla 1.2.1
Los de Mozilla no sólo admiten tener un bug grave, encima lo corrigen rápido y sacan una nueva versión.
java.blogs
Fernand0 en su Reflexiones e irreflexiones reflexiona (valga la redundancia) sobre la blogosfera hispana y cómo parece estar formada por islas que no se tocan entre sí. El contacto es mínimo, uno sólo enlaza a sus amigos, y nunca nos pasamos noticias unos a otros. No amplio más porque su reflexión ya cubre bien el espectro.
Lo que sí se produce en un impresionante contraste con la situación en el mundo de habla inglesa, que manifiesta una asombrosa facilidad para autoorganizarse. No es que las bitácoras en inglés mantengan un diálogo continuo entre ellas, saltando por encima de fronteras, zonas horarias y demás, sino que encima la comunidad bitacorera anglosajona genera proyectos para combinar los recursos producidos entre tantas bitácoras.
Como último de esos proyectos, tenemos el imprescindible java.blogs que aglutina en un único punto el conocimiento colectivo sobre Java manifestado en cientos de bitácoras individuales. No sólo representa un recurso obligado para cualquier persona interesada en Java, sino además, estimula la reflexión, el contacto y los nuevos proyectos. Y es también un ejemplo de colaboración internacional: creado en Australia, incluye bitácoras de países como España, Italia o Estados Unidos.
Supongo que sería un buen momento para retomar mi bitácora en inglés, orientarla a Java y unirme a esa comunidad.
Pero la pregunta sigue: ¿en el mundo hispano somos incapaces de generar proyectos similares?
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Base de datos de diálogos de Buffy
No es sólo un recurso impresionante para cualquier fan de Buffy, cazavampiros, sino también una web técnicamente impresionante, ofreciendo una ingente cantidad de información de una forma muy accesible.
Experiencia blogosférica
El otro día sufrí una experiencia de súbita irrupción de la blogosfera en mi vida. Estaba tan tranquilo viendo un reportaje sobre Japón en el canal Estilo de Canal Satélite Digital cuando de pronto salió Joi Ito, cuya interesantísima bitácora leo desde hace un tiempo. Es un japonés muy metido en asuntos tecnológicos que asesora al gobierno y también se muestra un ferviente activista en muchas cuestiones de derechos tecnológicos.
Lo curioso no es que saliese en el reportaje sino mi reacción al verlo. Sentí de pronto lo que sentiría si viese a un familiar o un amigo en la tele, esa sensación de que alguien de tu entorno cercano ocupa de pronto un lugar de importancia (no es que salir por la tele en sí ofrezca ninguna situación de importancia, pero ya me entienden). Pero evidentemente, yo no conozco a Joi Ito, ni tampoco he hablado jamás con él, ni nos habíamos cruzado siquiera un correo hasta ese momento.
Pero he ahí lo curioso de la blogosfera, que convierte en conocidos a personas a las que sólo conoces de leer lo que escriben en sus bitácoras, que te hace sentir simpatía por una persona con a que realmente jamás has cruzado ningún diálogo y cuya interacción con ella se ha producido exclusivamente en el interior de tu cabecita. ¿No es fascinante?
Google lee la mente del planeta
Uno sabe que Google sirve para muchas cosas, pero el artículo «Postcards from planet Google» (hay que registrarse para leerlo) da una idea todavía más impresionante de lo que Google puede hacer. Como recibe 150 millones de peticiones al día, el buscador puede seguir con precisión los movimientos de intereses en la Internet global, siguiendo tendencia en tiempo real, y prediciendo tendencias futuras. Una historia de tendencia en acción:
But the most trivial events may also register on Google’s sensitive cultural seismic meter.
The logs team came to work one morning to find that «carol brady maiden name» had surged to the top of the charts.
Curious, they mapped the searches by time of day and found that they were neatly grouped in five spikes: biggest, small, small, big and finally, after a long wait, another small blip. Each spike started at 48 minutes after the hour.
As the logs were passed through the office, employees were perplexed. Why would there be a surge in interest in a character from the 1970’s sitcom «The Brady Bunch»? But the data could only reflect patterns, not explain them.
That is a paradox of a Google log: it does not capture social phenomena per se, but merely the shadows they cast across the Internet.
«The most interesting part is why,» said Amit Patel, who has been a member of the logs team. «You can’t interpret it unless you know what else is going on in the world.»
So what had gone on on April 22, 2001?
That night the million-dollar question on the game show «Who Wants to Be a Millionaire» had been, «What was Carol Brady’s maiden name?» Seconds after the show’s host, Regis Philbin, posed the question, thousands flocked to Google to search for the answer (Tyler), producing four spikes as the show was broadcast successively in each time zone.
And that last little blip?
«Hawaii,» Mr. Patel said.
Y en cuanto al poder predictivo:
Take Las Ketchup, a trio of singing sisters who became a sensation in Spain last spring with a gibberish song and accompanying knee-knocking dance similar to the Macarena.
Like a series of waves, Google searches for Las Ketchup undulated through Europe over the summer and fall, first peaking in Spain, then Italy, then Germany and France.
«The Ketchup Song (Hey Hah)» has already topped the charts in 18 countries. A ring tone is available for mobile phones. A parody of the song that mocks Chancellor Gerhard Schröder for raising taxes has raced to the top of the charts in Germany.
In late summer, Google’s logs show, Las Ketchup searches began a strong upward climb in the United States, Britain and the Netherlands.
Haven’t heard of Las Ketchup?
If you haven’t, Google predicts you soon will.
Por supuesto, se habla de sacarle partido comercial al asunto.
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Estadísticas
Hoy me he mirado las estadísticas de la bitácora para noviembre. 12.594 visitas totales. Más que en octubre, que fueron 11.126. Me falta todavía mucho para poder poner publicidad 🙂
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Informaciones
Tuvimos una experiencia curiosísima en Oporto. En el hotel disponíamos del canal internacional de TVE ?que por cierto, da unas películas españolas del jurásico superior- y, claro, los canales portugueses. Por tanto, tuvimos la curiosa experiencia de comparar la forma de dar una cierta noticia en especial.
En TVE, el asunto del Prestige era como más o menos que una fiesta. Aparte de unas machillas de petróleo sin importancia, la cosa no tiene mayor trascendencia. Es más, la situación parece que está perfectamente controlada y contamos con un alegre grupo de jóvenes, sin duda imbuidos del espíritu de Operación Triunfo, que valientemente salvan las pocas playas afectadas. Es más, en Galicia tendremos la oportunidad de ver al submarino que descubrió el Titanic, dedicándole mucho espacio de la noticia a las maravillas del cacharrito. Más aún, gracias a los ímprobos esfuerzos de nuestro primer ministro, la UE cambiará su legislación sobre el asunto. No faltó tampoco declaración del líder de la oposición quejándose de lo ocurrido y de inmediato los insultos del representante gubernamental contra el mencionado líder acusándole de la consabida delealtad. Lo dicho, poco más o menos parecía que el asunto no tenía mayor trascendencia, y viendo la información daba la impresión de que la cosa era eso, una fiesta.
Pasamos luego a la televisión portuguesa, y parecía que hablasen de otra cosa completamente diferente. Se hablaba de marea negra, se decía que era la segundo, se comentaba la preocupación en Galicia por el asunto, no se hablaba del dichoso submarinito más que para decir que vendría a ver qué pasaba (nada de referencias al Titanic), se entrevistaba a los afectados y se les permitía expresar su indignación por el tratamiento dado a la crisis. Incluso, se comentaba que iba a celebrarse una manifestación de protesta, manifestación extrañamente ausente de la información de TVE. Según la televisión portuguesa, la cosa era grave.
Eso sí, en el caso de la televisión lusa, eran los ímprobos esfuerzos del gobierno portugués los que obligarían a la UE a cambiar su legislación.
Fin de semana en Oporto
Pasamos el fin de semana en Oporto, una ciudad que no conocía. La verdad es que tiene delito que no nos movamos más a según que zonas, considerando que nos queda muy cerca por autopista. Desde Santiago en un par de horas llegamos allí, aunque luego nos perdimos de inmediato al entrar en la ciudad, porque se trata de uno de esos lugares laberínticos donde es fácil equivocarse.
La ciudad en sí es curiosa, muy vieja y muy llena de contrastes. Por ejemplo, de noche era una preciosidad, pero el centro de día parecía algo descuidado, con muchos edificios claramente abandonados. Luego, te movías por otras zonas y encontrabas lugares muy diferentes y zonas de paseo. Nos quedamos en un hotel en la misma orilla del río, en una zona que de noche resultaba también muy agradable.
La cena del viernes fue en un restaurante que nos habían recomendado: Oriental (rua do Padrão 103). Me gusta mucho la comida oriental y siempre que vamos a Barcelona pasamos por un restaurante japonés. En Galicia nos quejamos porque o no los hay o no hemos sabido encontrarlos (¿alguien sabe de alguno?), así que un conocido de Oporto nos recomendó este sitio. Y la verdad, la experiencia fue muy agradable. No sólo la decoración del lugar es muy acogedora y moderna (¡simultáneamente!) sino que la comida es francamente deliciosa. Nos sirvieron un sushi y un sashimi buenísimos.
Aprovechamos también para visitar el centro comercial Norte Shopping. Hay gente que va a visitar las catedrales, nosotros vamos a visitar los centros comerciales. Cuando decimos que más nos gusta de las Navidades es comprar, hacer y recibir regalos no intentamos ser irónicos, es estrictamente cierto.
Ahora estamos planteándonos darnos un día de estos un salto a Lisboa que yo sí conozco pero Sara no.
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¿Es Criptonomicón una novela sobre hackers?
Hay gente que cuestiona si Criptonomicón es una novela sobre hackers o no, debido a la frase de la portada de la edición española que dice: «La novela de culto de los hackers». Duda, confieso, que me resulta muy extraña. No sólo la palabra «hacker» aparece varias veces en el texto (y más en la versión original, donde se usa también como verbo) para referirse a varios personajes o las comunidades con las que se relacionan, sino que encima dos de sus personas principales, Lawrence Pritchard Waterhouse y Randall Lawrence Waterhouse, son claramente hackers, sólo que Stephenson está usando la definición correcta de hacker que se puede encontrar en el Jargon File:
hacker n.
[originally, someone who makes furniture with an axe] 1. A person who enjoys exploring the details of programmable systems and how to stretch their capabilities, as opposed to most users, who prefer to learn only the minimum necessary. 2. One who programs enthusiastically (even obsessively) or who enjoys programming rather than just theorizing about programming. 3. A person capable of appreciating hack value. 4. A person who is good at programming quickly. 5. An expert at a particular program, or one who frequently does work using it or on it; as in ‘a Unix hacker’. (Definitions 1 through 5 are correlated, and people who fit them congregate.) 6. An expert or enthusiast of any kind. One might be an astronomy hacker, for example. 7. One who enjoys the intellectual challenge of creatively overcoming or circumventing limitations. 8. [deprecated] A malicious meddler who tries to discover sensitive information by poking around. Hence ‘password hacker’, ‘network hacker’. The correct term for this sense is cracker.
(el resto de la definición se puede encontrar aquí)
Y nadie podrá dudar que si algo les gusta a Lawrence y Randy es precisamente programar. Programar no como un trabajo, sino como una obsesión a la que no pueden resistirse. De hecho, Lawrence llega hasta el punto de inventar el ordenador para poder programarlo.
Lo que es evidente es el sentido en que se emplea «hacker» en la novela no es el habitual que le dan los periodistas. Ya se dice en la definición que el individuo que intenta obtener información confidencial rompiendo sistemas es realmente un «cracker». Lo curioso del asunto es que Lawrence también es un «cracker», porque otra de sus obsesiones consiste en romper códigos (de hecho, en un momento dado se dice que es el fundamento de su felicidad) y hay incluso un capítulo en el que crackea una caja fuerte. Capítulo que se llama precisamente «Cracker» (conservado en español para que quedase claro).
Pues eso. No dudo que a Stephenson podrá pillársele en muchas cosas, pero no creo que una de ellas sea no saber qué es un hacker.
Más: Javier Cantero ha cumplido su promesa y ha ampliado sus opiniones sobre Stephenson y Hacker en uno de un posts largos, llenos de datos e interesantísimos.