Linked: The New Science of Networks de Albert-László Barabási

De la contraportada:

We’ve long suspected that we live in a small world, where everything is connected to everything else. Indeed, networks are pervasive–from the human brain to the Internet to the economy to our group of friends. These linkages, it turns out, aren’t random. All networks, to the great surprise of scientists, have an underlying order and follow simple laws. Understanding the structure and behavior of these networks will help us do some amazing things, from designing the optimal organization of a firm to stopping a disease outbreak before it spreads catastrophically.

In Linked, Barabási, a physicist whose work has revolutionized the study of networks, traces the development of this rapidly unfolding science and introduces us to the scientists carrying out this pioneering work. These «new cartographers» are mapping networks in a wide range of scientific disciplines, proving that social networks, corporations, and cells are more similar than they are different, and providing important new insights into the interconnected world around us. This knowledge, says Barabási, can shed light on the robustness of the Internet, the spread of fads and viruses, even the future of democracy. Engaging and authoritative, Linked provides an exciting preview of the next century in science, guaranteed to be transformed by these amazing discoveries.

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Interesantes entrevistas

Dos interesantes entrevistas hoy en El País. La primera, en el suplemento Babelia, a Louis Menand autor del libro El club de los metafísico crónica del desarrollo del pragmatismo en Estados Unidos. Al preguntársele por lo difícil que es reconciliar el pragmatismo con el debate actual en Estados Unidos da una respuesta curiosa:

Estados Unidos nunca ha sido un país pragmático. Es práctico, instrumentalista y mira hacia el futuro y es, por tanto, pragmático en el sentido literal de la palabra. Pero no en un sentido filosófico, en el sentido de no creer en absolutos. Al contrario, Estados Unidos es un país absolutista y su cultura política es muy absolutista. Decir que el pragmatismo constituye la aportación estadounidense a la filosofía mundial no significa que represente el espíritu americano. Es un producto más de Estados Unidos, como el rock and roll y el jazz. Sería muy difícil encontrar a un político o un personaje público estadounidense que dijera creer en la concepción pragmática de la verdad. La mayoría de los americanos creen en Dios y en unos cuantos ideales de forma muy poco pragmática. Digamos, por tanto, que la popularidad del pragmatismo se limita a ciertos círculos intelectuales.

El otro entrevistados es Tzvetan Todorov, famoso estudioso (al que se le debe una no menos conocida teoría sobre el fantástico). En un punto de la entrevista, se le pregunta por los conceptos de «autoridad, seguridad, patria, institución familiar» habitualmente secuestrados por la derecha más populista. Su respuesta es:

Es que no podemos tapar los ojos a la realidad, ni dejar que los populistas hagan un uso pernicioso de esos temas. La izquierda debe confrontar directamente los problemas que los populistas explotan demagógicamente a su favor. La izquierda no debe tomar sus deseos por realidades. La inseguridad existe. Hay que analizar por qué, de dónde viene. La familia ha sufrido una erosión que perjudica a la autoridad de los padres. Pero no hay sociedad en la que la autoridad haya desaparecido por completo. La identidad colectiva puede convertirse en asesina, pero no puedes obligar por decreto a un pueblo a dejar de reconocerse en una colectividad. Sé que me meto en terreno minado, pero la izquierda debe ponerse a hablar de estas cosas desde una perspectiva distinta a la del populismo y a la de la extrema derecha.

Un comentario que me retrotrae a otro que hice con respecto a la izquierda y la naturaleza humana biológica. Como la entrevista con Todorov me pareció especialmente interesante, aunque breve, y aprovechando que leía el periódico tomando un aperitivo antes de ir a comer, decidí salir inmediatamente y salir a comprar su libro El jardín imperfecto. Veremos qué tal.

Una última nota. Creo apreciar una resonancia, a cierto nivel de visión intelectual, entre El club de los metafísicos, El jardín imperfecto y The Blank Slate. En cuanto avance en la lectura de los tres informaré de si se trataba de un espejismo o no.


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Máximas bitacoriles

En algunas bitácoras americanas se ha hablado últimamente de la ética profesional de las bitácoras (una tormenta, con maremoto incluido, en una taza de café). Una persona dio una conferencia cobrando de Microsoft y se olvidó de propagarlo a los cuatro vientos para satisfacer a algunos. Eso llevó a denuncias de posibles, y poco probables, conflictos de intereses. Tengo la impresión de que en este caso estamos en una de esas situaciones en las que no se acaba de entender la naturaleza de la bestia.

Una bitácora no es periodismo. Una bitácora tampoco es un diario personal, porque normalmente se evita que dichos diarios caigan en manos de los demás. Por tanto, estamos ante un formato nuevo, a medio camino entre una columna personal de opinión en un diario, que ningún lector construye como noticia, y la carta a un amigo, que nadie en su sano juicio considera objetiva. El hecho de que una bitácora pueda servir para difundir noticias no la convierte en periodismo.

Por otra parte, está el peliagudo asunto de intentar ganar dinero con tu bitácora. Es España es imposible, por lo que nos ahorramos los quebraderos de cabeza, pero en Estados Unidos siempre hay alguien que se lo plantea. Supongo que a todos nos gustaría cobrar por mantener nuestro vicio (el que sea) y no habría nada más satisfactorio para el ego que recibir una compensación por escribir lo que se te pasa por la cabeza. Pero claro, ganar dinero implica profesionalismo y de ahí a…

Desde ese punto de vista, es posible que la de David Weinberger sea la mejor respuesta, algunas nota sensatas, que lllama A Blogger Code of UnProfessional Ethics, sobre lo que significa escribir y, lo más importante, leer una bitácora. Una especie de contrato tácito entre autor y lector:

If I apologize, it will be because I have actually betrayed my readers’ trust, not because I may have, might have, or could be misread as having done so.

Terminando con un: » I pledge to keep the reading of my weblog purely optional».

Como los comentarios de Weinberger suenan muy epigramáticos, el autor de netmeme ha decidido, con mucho sentido del humor y la ironía, ofrecer algunos proverbios que sirvan para guiar al bitacorero descarriado:

Strike while the topic is hot.

A watched hitlog never scrolls.

You get what you pay for.

Yo, viendo un posible ángulo para una entrada y llegando por fin, después de tan larguísimo preámbulo, al núcleo de lo que quería decir, he decidido recurrir al refranero y modificar algunas de esas máximas de sabiduría para adaptarlas a nuestro medio en la realidad del siglo XXI. No dudo que muchos de ustedes, amables lectores, encontrarán algunas variaciones mucho mejores:

No se ganó Google en una hora

La bitácora se demuestra actualizando

Dime a quién enlazas y te diré quién eres

No por mucho postear se consiguen más visitas

Ninguna bitácora dura 100 años, ni bitacorero que lo aguante

Aunque la bitácora se vista de seda, bitácora se queda

Bitácora que zumba no mata

Bitácora grande ande o no ande

Bitacorero que se duerme se lo lleva la corriente

Entre bitacoreros honrados, cumplimientos dispensados

Bitácora vieja hace buen caldo

Más vale tema comentado que ciento volando

Mejor enlazado que solo

No hay bitácora pequeña

Quien se fue de rositas perdió sus visitas.

No hay peor bitácora que la que no se hace

Nunca es tarde si la noticia es buena

Enlaza lo que debes y sabrás lo que tienes

Bitacorero, ¡a tu bitácora!

Como observarán, algunos se contradicen, en el mejor espíritu de un refranero, con otros. Es parte de la gracia.

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