MIT OpenCourseware

Ya sabía que el MIT había empezado a poner online el material de sus cursos. No me había pasado a mirar, pero Víctor Ruíz me ha obligado a ir y en cinco minutos he encontrado ya un curso que me interesa: Laboratory in Software Engineering:

Introduces concepts and techniques relevant to the production of large software systems. Students taught a programming method based on the recognition and description of useful abstractions. Topics: modularity; specification; data abstraction; object modeling; design patterns; and testing. Several programming projects of varying size undertaken by students working individually and in groups.

Pues nada, a estudiar.

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Elogio de la tiza

Qué agradable es encontrarse con un profesor que no sólo sabe de qué está hablando, sino que también sabe dar la clase de forma amena y entretenida. Hoy he descubierto ese placer asistiendo a mis primeras dos horas de clase de «Fundamentos y aplicaciones de la criptografía» -me interesa mucho el asunto, sobre todo desde que traduje Criptonomicón y me quedé fascinado con el tema, y estaba deseoso por empezar. Pues el profesor es uno de esos matemáticos ya algo entrado en años, que se mueve por toda el aula, cambia el tono de voz, cuenta anécdotas, cambia de expresión, sabe transmitir el interés por la materia, se explica con claridad y… usa la tiza.

Es decir, escribe lo que necesita. Se va moviendo, va construyendo una argumentación en la pizarra y en ocasiones tiene que borrar. Qué diferencia.

Ahora, la moda es dar las clases usando Powerpoint. No voy a entrar en lo absurdo del asunto, en la aberrante idea de que el conocimiento humano de alguna forma puede resumirse en tres puntos en una transparencia y alguna raquítica animación. Porque no me hace falta, las transparencias de Powerpoint son odiosas por muchas otras razones.

Son frías, asépticas. El profesor se limita a estar de pie mirando a la pantalla de proyección leyendo lo que ya se ve. No mira a los alumnos, en muchas ocasiones simplemente mira a la proyección. No cambia el tono de voz, porque está leyendo lo que escribió. El guión está decidido de antemano y el alumno lo sabe. No hay interacción, ni movimiento, ni gracia, ni nada.

Que contraste con la clase de hoy. Dio dos horas como si sólo fuese una. Convenció a al menos un compañero para matricularse en esa asignatura (a pesar de que se prevé matemáticamente compleja). He sido profesor y sé lo que cuesta mantener la atención de los alumnos.

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