Terminemos con Estocolmo

Llevamos ya varios días en casa, pero no he podido añadir ni una sola actualización. La compañía que aloja el dominio sigue haciendo de las suyas. Quizá sea hora de asumir que la cosa no se va a arreglar y buscar otro hogar.

En cualquier caso, comentar que la cena en el Grand Hotel fue genial. Todo riquísimo (especialmente los quesos y el ciervo) y la vista es efectivamente espectacular.

El último día completo en Estocolmo lo dedicamos a una pequeña excursión a la residencia de la familia Real (el palacio de Gamla Stan debe ser sólo para enseñar). Hicimos el viaje en barco, lo que llevó casi una hora. Por carretera hubiese sido más rápido, pero claro…

La vista vale la pena, aunque no es un palacio tan espectacular como otros. Eso sí, tiene algunos detalles curiosos, como un pabellón chino construido en los jardines. A los suecos parece fascinarles todo lo oriental, a juzgar por lo fácil que es encontrar esas cosas por el país.

Al día siguiente, la vuelta a casa, después de comer Sushi en uno de esos restaurante en el que los platos te van pasando por delante, fue tranquila, aunque largo e incómodo. En el avión nos sentaron justo detrás y el ruido del motor era insoportable.

En cualquier caso, el viaje fue impresionante y extremadamente agradable. Una de esas ocasiones en la que te lo pasas mejor de lo que esperabas. Nos lo tomamos con mucha calma y disfrutamos con tranquilidad de todo lo que pudimos. Nos hubiese gustado ir a Upsala, pero ya no nos daba tiempo (si quieres, te dejan dormir en un iglú). A mí, lo que me resultó más impresionante fue el paseo por el archipiélago. Para Sara, lo mejor fue la vitrina en el museo Nobel que contenía los telegramas que se cruzaron con Schrödinger cuando le dieron el premio. Verdaderamente emocionante.

Vamos, que repetiríamos Estocolmo cualquier día y recomendamos la ciudad con todo entusiasmo. Los suecos son amabilísimos, todos hablan inglés, y a pesar de que la ciudad estaba llena de turistas, no había atascos ni aglomeraciones. Es más, en algún museo estábamos nosotros solitos.

Y, repito, la ciudad es una preciosidad.

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Entre cubitos e islas

El bar de hielo resultó ser, como era de esperar, una divertida atracción turística. Metido en una especie de refrigerdor del tamaño de un salón, todo es de hielo en su interior. La barra es de hielo, las paredes son de hielo e incluso hay un par de mesas de hielo. No hay sillas de hiello, pero supongo que no aguantarían demasiado. En cualquier caso, puedes beber vodka en vasos de hielo, lo que tiene su gracia. Te dan ropa de abrigo antes de entrar, claro, y tampoco es puedas permanecer en su interior mucho tiempo a -5 grados.

Luego, iniciamos una larga odisea en busca de un restaurante en el que comer. Por lo visto, en verano muchos cierran y nos costó algo de trabajo. Al final decidimos que perdidos al río y nos fuimos al restaurante del Grand Hotel, en el que alojan a los premios Nobel. Pero estaba lleno y tuvimos que partir de nuevo. La encargada del restaurante nos recomendó una calle de la ciudad vieja cerca del palacio real y allí fuimos. Al final pudimos comer en el encantador Fem Små Hus, una bodega enorme y laberíntica deliberadamente muy poco iluminada. Como llegamos sin reserva creímos que nos condenaban a las catacumbas, pero no, el restaurante es así. En cualquier caso, al fin pude probar el salmón, el reno y el pato suecos. Todos animales deliciosos.

El lunes fue algo más ajetreado. Tomamos un pintoresco tranvía a la isla de Djurgården que como su nombre indica es casi toda un inmenso jardín. Muy agradable para pasear y esas cosas.

Empezamos la visita por el museo Vasa, que como su nombre indica contiene el Vasa, un enorme barco de guerra de 1628 que debía ser el orgullo de la flota sueca y apenas había salido de puerto por primera vez se dio la vuelta y se hundió. Permaneció en el fondo de aquí mismo durante unos trescientos años, hasta que lo localizaron, lo reflataron y después de un complejo proceso de conservación lo convirtieron en pieza de museo. Es impresionante ver tanto barco dentro de un edificio, edificio que por cierto tiene los tres palos que le faltan al barco en sí, y toda la historia que le rodea es muy impresionante. Está claro que los errores más embarazosos del pasado se convierten con facilidad en tesoros nacionales para el presente.

Justo al lado está Gröna Lund que no es más ni menos que un parque de atracciones. Tienen una atracción especialmente curioso en la que te suben muy alto, lo que te permite disfrutar de una espléndida vista de Estocolmo, y luego te sueltan en caída libre para que disfrutes. Como nunca había visto tal cosa, me subí dos veces. También nos pasamos por la montaña rusa, primera vez para mí.

Y luego a Skansen, el primer museo al aire libre del mundo, colección de casas, granjas, talleres, animales y demás de Suecia. Fue muy interesante en especial ver animales, como el Wolverine, que sigo sin saber cómo se llama en español, de los que había oído hablar pero no había visto nunca. En una parte de Skansen disponen además de una zona de animales más exóticos, mandriles, lemures, tarántulas, murciélagos, que asumo no pertenecen a la fauna del país (eso sí, te dejan tocar las tarántulas).

Como ya estábamos cansados de tanta naturaleza (somos más bien urbanitas) nos dirigimos al centro comercial más famoso de Escotocolmo, los NK. Son grandes e impresionante, aunque no tanto como Harrods en Londres. Digamos que como un Corte Inglés muy bien puesto.

Allí, tomando algo, nos decidimos por el complemento perfecto para el día. Nos dirigimos rápidamente a un puerto y pillamos un crucero de 5 horas por las islas del archipiélago. En realidad, se trata del barco que hace ese recorrido llevando gente, pero con la curiosidad de que dispone de un restaurante a bordo de muy buena calidad. Así que vas cenando mientras te adentras en el Báltico contando islas e islas. El paseo fue maravilloso, porque además la puesta de sol acompañó al paisaje. Es increíble la cantidad de islas que hay en ese archipiélago, dicen que unas 25.000, en tan poco espacio. En realidad, no da la impresión de navegar por un mar, sino más bien por curioso lago en el que siempre ves tierra por todas partes, o quizá por un río muy amplio.

En cualquier caso, la combinación de cena (repito, deliciosa), paisaje y paseo en largo fue maravillosa. Nos alegramos mucho de haber venido a Estocolmo y no habernos perdido semejante espectáculo. Y de postre, la entrada de nuevo a Estocolmo ya de noche y con toda la ciudad iluminada.

Lo de las islas es tan impresionante y atractivo que dan ganas de irse a vivir a una de ellas. Aunque luego te viene a la cabeza el invierno que deben pasar allí…

Hoy decidimos tomárnoslo con más calma y visitamos simplemente tres pequeños museos. El de la técnica, el de las telecomunicaciones y el etnográfico, donde pudimos encontrar algunas cosas ciertamente curiosas. Nustros planes de cena son dirigirnos al Grand Hotel a las ocho, porque dicen que la comida es muy buena y puedes cenar además con una magnífica vista del Palacio Real en la isla de Gamla Stan. Mañana ya pensamos en otro crucero.

Irónicamente, no he leído ninguno de los libros que traje, sino los dos que hemos comprado aquí. El primero es una novela, Cantor´s Dilemma escrita por Carl Djerassi (inventor de la píldora) una muy buena narración sobre el quehacer científico, y sus pequeñas envidias y rencillas. No conocía esa novela, pero la he disfrutado enormemente, y cuando vuelva intentaré localizar más obras del autor.

El otro libro es I wish I´d made you angry earlier de Max Perutz, ganador del Nobel, que es una serie de ensayos sobre ciencia, científicos y política científica muy interesantes.

Hay que resignarse. Volveré a mi libro sobre programación concurrente en Java cuando regrese a casa y esté sufriendo la depresión postviaje.

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En Estocolmo

Pues no tengo problemas para contectarme desde aqui (bueno, no hay acentos en el teclado). Lo puedo hacer desde el mismo hotel, eso si, pagando una pequeña fortuna.

Vaya sí que hay acentos.

Bueno, a lo que iba. Ayer llegamos agotados, así que dimos un largo paseo y nos metimos en un cine. Suecia es un país civilizado y las películas son en versión original.

Vimos Minority Report que nos sorprendió francamente. Esperábamos una cosa mucho peor y la verdad es que está bastante bien. Muy bien dirigida, con grande imágenes (que no son necesariamente efectos especiales) como el Jano bifronte que componen los protagonistas en un momento determinado. La historia es razonablemente inteligente (quedan algunos cabos sueltos y algún agujero en la trama sin explicar) e induce un nivel razonable de reflexión (sobre todo, porque hay más de una escena -especialmente la impresionante de las arañas rastreadoras- que parecen un comentario sobre el cruel mundo del futuro que ya estamos creando).

Para los que esperaban otra cosa, en realidad no es una película de ciencia ficción. Es un thriller de detectives, una variante del argumento del tipo acusado injustamente (o no) que debe demostrar su inocencia. Transcurre en el futuro, sí, pero exceptuando los precogs, casi podría estar situado en el mundo de ahora mismo. Esto no es una crítica. Me importa bien poco si es ciencia ficción o no, lo que me importa es que es una buena película.

Aún con todo, Spielberg no consigue evitar estropearla al final. Eso sí, es justo al final, no como pasaba en AI que hundía la película 20 minutos antes de que acabase. En esta también hay un largo epílogo que algunos podrían considerar innecesario, pero al menos está muy bien integrado en la trama.

Hoy nos dedicamos a recorrer definitivamente Estocolmo. Dimos un paseo en barco bajo los puentes, pasando frente a algunas de las islas más importantes. Dos horas nos ha durado, y la verdad es que ha valido mucho la pena. Yo que estoy acostumbrado a ver el mar, siendo de donde soy, me he sentido como en casa. Sobre todo porque hace un calor apabullante. Y el nivel de luz es impresionante.

Luego dimos paseo en carro de caballos por la ciudad vieja y pudimos visitar el museo Nobel. Aproveché para comprar libros, pero es que soy un «visioso».

Por el momento Estocolmo me está resultado una ciudad absolutamente preciosa. Ya la considero mi primera ciudad favorita de Europa. No sólo es una belleza, sino que también está francamente bien conservada. Me gusta sobre todo la cantidad de colores de los edificios. En Galicia todo es gris, y me pusieron como excusa que los colores se estropean con facilidad. Pero aquí que las condiciones climáticas deben ser peores los usan con total libertad.

Nada, cuestiones culturales, he decidido.

Ahora corto, que nos vamos a tomar algo a un bar que nos han dicho está hecho completamente de hielo. Ya veremos…

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Antigravedad

Robert L. Park, autor de Ciencia o Vudú, mantiene un servicio informativo semanal con respecto a nuevas tonterías que corren por ahí (especialmente si alguien en el gobierno está implicado).

En el último, comenta que Boeing está tirando millones en intentar probar un sistema antigravitatorio. Sistema que aparentemente ya probó la NASA en su día sin resultados.

Dios los cría y ellos se juntan.

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Nosotros también

Pues nada, que todo el mundo se va de viaje y en esta casa no íbamos a ser menos. Unos días fueras a descansar y conocer otros sitios. En nuestro caso, Estocolmo.

Mi mujer me ha limitado estrictamente los libros que me puedo llevar y he escogido: Emoción y conocimiento de varios autores, El futuro de la naturaleza humana de Jürgen Habermas (me gustó el título y decidí echarle un vistazo) y Hijo del río de Paul McAuley a ver qué tal está.

De trabajo me llevo Concurrent Programming in Java de Doug Lea. Estamos trabajando en un proyecto, un sistema de vigilancia multicámara, para el que tengo que reescribir parte del código en Java. Del libro hay críticas muy negativas en Amazon, pero aparentemente se debe a que es muy teórico. Pero me da la impresión de que a mí me podrá enseñar exactamente lo que me hace falta.

Evidentemente, no me lo voy a leer todo. Es más, probablemente sólo lea en el avión. Pero me gusta llevar varios libros conmigo, y comprar revistas en el aeropuerto (MAD y El jueves, especialmente – pero me compro también The Economist para esconderlas), porque nunca tengo claro qué me puede apetecer leer.

Posiblemente no pueda actualizar en unos días (¿habrá cibercafés en Estocolmo?) así que en principio, hasta la semana que viene.

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Actualización de El archivo de Nessus

Lo tenía algo abandonado desde hacía un tiempo (el trabajo, ya saben), pero hoy me he decidido a actualizarlo con mucho material que tenía atrasado y algunas cosas nuevas que me han llegado hace poco. Por el momento he puesto los libros:

Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay de Michael Chabon

La Antigua Grecia de S.B. Pomeroy, S.M. Burstein,W.Donlan y J.T. Roberts

La era del diamante de Neal Stephenson

Cuando fuimos huérfanos de Kazuo Ishiguro

Mister X de Peter Straub

Ladrona de medianoche de Nalo Hopkinson

The League of Extraordinary Gentlemen de Alan Moore y Kevin O’Neill

El nacimiento de la República Popular de la Antártida de John Calvin Batchelor

El bisturí de Darwin de Dan Simmons

Viaje a un planeta Wu-Wei de Gabriel Bermúdez Castillo

Pilotos infernales de Gerardo Sifuentes

Piscis de Zhintra de Víctor Conde

La sombra del Hegemón de Orson Scott Card

La Perla alla fine del mondo de Luca Masali

El cañon de Newton de Daniel Keyes

Todo está en El archivo de Nessus.

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No sólo para bitácoras

Me he dado cuenta de lo genial que es el tener un canal RSS (o RDF o cómo se llame, que la sopa de siglas me tiene algo desconcertado). Puedes estar tranquilamente trabajando y el agregador que uses (yo, por el momento y hasta que me decida definitivamente, estoy usando la versión de prueba de NewzCrawler) te va contando qué pasa por el mundo.

Bien, el asunto es que me he dado cuenta (sí, lo sé, soy un poco denso) de que el sistema es ideal para páginas que no son bitácoras pero se le parecen mucho. De hecho, colaboro o administro otras dos páginas que bien podrían beneficiarse de algo así.

La primera es BEM, que fue una revista en papel y ahora es un portal de noticias relacionadas con la ciencia ficción. Estaría bien, la verdad, porque se actualiza cada día o cada dos días.

La otra es mi página de libros, El archivo de Nessus. También podría ser interesante, aunque las actualizaciones son mucho menos frecuentes.

Eso sí, las dos páginas están hechas en PHP. ¿Qué hago ahora que he jurado frente a una fotografía de Gosling sólo desarrollar en Java? Bueno, no será la primera vez que renuncio a mis principios.

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