Ya está fuera dos tercios de El ciclo barroco. Queda, El sistema del mundo.
De la contraportada:
Jack Shaftoe, el llamado Rey de los Vagabundos que será rey de verdad en el Indostán, sigue con sus peripecias por todo el mundo, de Japón a México. Mientras, Eliza, la joven de Qwghlm que ha sido odalisca y espía para acabar convertida en una influyente dama en la corte de Francia; estrecha lazos con Sofía Carlota, esposa de Federico I de Prusia y protectora de Leibniz.
Por su parte, la Filosofía Natural sigue avanzando en su camino para desbancar a la alquimia. Daniel Waterhouse, más cercano al racionalismo de Leibniz, debe, pese a todo, convencer a Newton, cuyo proyecto intelectual no rechaza la sabiduría, alquímica, para que éste acepte ocupar el cargo de director de la nueva Casa de la Moneda de Inglaterra.
La confusión inevitablemente asociada al nacimiento del mundo y la mentalidad modernos es en realidad el eje central de una vasta peripecia humana, social e intelectual que configura el segundo volumen de una magna obra, el Ciclo Barroco. Un libro de ambición, erudición y alcance inmensos.
Tras el indiscutible tour de force que representó Criptonomicón, Stephenson se atreve a novelar en el Ciclo Barroco cómo pudo ser el nacimiento del mundo moderno, la creación de la ciencia y el paso de la alquimia al empirismo y al racionalismo. Y lo hace con la misma facilidad y amenidad que sorprendieron a todos en Criptonomicón, con esa mezcla abigarrada de historia, aventura, ciencia, hechos verdaderos e invenciones, y enfrentando la locura al racionalismo, la alquimia al empirismo y sin olvidar contarnos con ironía el nacimiento de la bolsa y la economía modernas, en medio de guerras, espías, intrigas, corsarios y piratas.