Los ángeles de Charlie: al límite

De la misma forma que hay personas tan poderosas que pueden permitirse el lujo de mostrarse débiles, y personas tan ricas que pueden vivir como pobres, Los ángeles de Charlie: Al límite pretende demostrarnos que hay mujeres tan absolutamente liberadas que pueden permitirse el lujo de mostrarse como el sueño masturbatorio de muchos varones. Perdonen mi escepticismo en esta ocasión. No dudo que esas actrices estén más que liberadas, no opino lo mismo de los personajes que representan en la pantalla.

Pero ése no es más que un tema incidental, porque la película no merece siquiera discutir si es feminista o no. No es nada, así de simple. No hay ni el más mínimo argumento, ni trama, ni idea mínima para sostener las interminables escenas de acción. Simplemente hay un encadenamiento de momentos que se suceden sin ton ni son y que parecen estar diseñados para garantizar el disfrute máximo de las intérpretes. Lástima que se olvidasen del disfrute de los espectadores.

Para ser justos, la película no pretende ser nada más que nada. Es decir, ha perdido toda pretensión de contar una historia y se limita a comentarse a sí misma (es increíble la cantidad de referencias que la película contiene con respecto su propia estructura, actrices, convenciones y demás) y a parodiar todo lo que se le pone por delante, especialmente el género de las películas de acción. ¿Pero qué sentido tiene semejante parodia cuando el género de las películas de acción se parodia a sí mismo continuamente? Por ejemplo, la única parodia realmente efectiva es la que le dedican a CSI, porque claro, esa serie pretende ser seria y por tanto se puede hacer humor a su costa. ¿Tiene sentido hacer un chiste de un chiste?

Curiosamente, es también una de esas películas donde la mala o el malo de turno tiene mejores argumentos que los héroes o las heroínas. ¿El ángel negro no está más liberado al no obedecer las órdenes de dios… digo, Charlie? (la película también está llena de referencias a dios, el diablo, el infierno, el cielo y demás). Por otra parte, los ángeles están tan liberadas que sólo otro ángel, renegado, puede hacerles sombra.

¿Son imaginaciones mías o el malo, masculino, es Robbie Williams?

John Cleese sale un momento y pone una cara genial. Lástima que aparezca tan poco. Por cierto, cómo ha cambiado físicamente este hombre; se hace difícil creer que sea el mismo de Monty Python y Fawlty Towers.

[Estoy escuchando: «Contrapunctus 13, a 3» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

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¿Qué haces tú aquí, una gaviota en Madrid?

Rvr anuncia su inmediata partida, este mismo domingo, con destino a Madrid. Su misión, que ya ha decidido aceptar, es trabajar en el Centro de Astrobiología. Mucha suerte.

[Estoy escuchando: «Canon alla Decima in Contrapuncto alla Terza» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

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La liga de caballero extraordinarios

Hablé ayer de Piratas del Caribe comentando que la crítica la ponía bastante bien (mejor de lo esperado, más bien). La que no parece haber corrido tan buena suerte es la versión cinematográfica del cómic La liga de caballero extraordinarios. Según Ebert, que le da un 1 sobre cuatro:

«The League of Extraordinary Gentlemen» assembles a splendid team of heroes to battle a plan for world domination, and then, just when it seems about to become a real corker of an adventure movie, plunges into incomprehensible action, idiotic dialogue, inexplicable motivations, causes without effects, effects without causes, and general lunacy. What a mess.

Mientras que Berardinelli le da un 2,5 sobre cuatro y dice:

In an action-packed summer, The League of Extraordinary Gentlemen gets outclassed at nearly every turn. This is ’80s style action – lots of fist-fights and low-thrill stuff. It doesn’t come close to matching the special effects-saturated roller coasters that the average recent action/adventure excursions take us on. Speaking of the effects, «special» doesn’t really apply here. The League of Extraordinary Gentlemen looks low-budget, as if all of the money was spent hiring Connery. The most embarrassing example of an effects miscalculation is Jason Flemyng’s Mr. Hyde, which looks like a low-rent Hulk without the green skin. Watching this awkward and ill-conceived creation is enough to cause even the most serious viewer to fall victim to uncontrollable fits of laughter. After seeing Mr. Hyde, no one will ever again consider calling the Hulk’s appearance «unconvincing.»

The Flick Filosopher se dedica a parodiarla directamente.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Contrapunctus 14» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

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Laxe

La última vez que nos fuimos de fin de semana, fernand0 se quejó de que no pusiésemos fotos de comida. Por tanto, este fin de semana tuvimos la precaución de parar en un restaurante. Fue en Laxe, el sábado, y se llama Casa do Arco. Tienen un amplio salón que te permite almorzar mirando al mar. Por lo demás, Laxe es un pueblo muy bonito, bastante bien conservado y con una playa espléndida aunque todavía con algún rastro de chapapote (o quizá fuesen imaginaciones mías). Tomamos:

Mejillones rellenos:

Almejas:

Cigalas:

Y langosta a la plancha:

Todo delicioso.

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Inversus a 3» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. II]

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Defiende los derechos de los Brights

¿Que quiénes son los brights? Pues lo cuenta nada menos que Daniel C. Dennet en «The Bright Stuff» (es preciso registrarse gratuitamente):

A bright is a person with a naturalist as opposed to a supernaturalist world view. We brights don’t believe in ghosts or elves or the Easter Bunny – or God. We disagree about many things, and hold a variety of views about morality, politics and the meaning of life, but we share a disbelief in black magic – and life after death.

Un momentín. Me pregunto ahora mismo si soy un bright. Aparentemente los brights (que es sustantivo, no adjetivo, es decir, la forma correcta es «Soy un bright» no «Soy bright») no creen en elementos sobrenaturales. Supongo que el término operativo en este contexto es precisamente ése: creer. Es decir, en mi concepción del mundo todos son creencias y por tanto decir «Dios no existe» es una creencia tan bien fundamentada, o tan mal, como «Dios existe». Y eso es directamente situándome fuera del discurso científico, porque dentro la situación es igual de mala. No creo que la existencia de Dios se pueda demostrar científicamente (es decir, «Dios existe» no me parece falsable) y los negativos no se pueden probar. Por tanto, ¿creo en Dios? Pues no, la verdad, pero tampoco puedo ofrecer más razón que el simple hecho de que no me gusta nada la idea de un dios creador del universo. O al menos del dios judeocristiano, que hay otros dioses (como el dios taoista de Smullyan o el dios de Robert Wright en Non Zero) en los que estaría dispuesto a creer (y ojo, estar dispuesto no es lo mismo que creer). Desde mi punto de vista, si dios existe todo es posible. Por otra parte, si dios existe, mi petición es que abdique de inmediato y se forme la república del universo para dirigir los asuntos importantes. Vamos, que me identifico completamente con la corriente de Woody Allen cuando decía que para dios él era la leal oposición. Pues eso.

En lo demás, pues más o menos igual. No creo en nada sobrenatural, ni en la vida después de la muerte ni en el conejo de pascua. Por otra parte, no creer no es lo mismo que demostrar su inexistencia (cosa que no puedo hacer). En resumen, que el mundo en general me parece un conjunto de creencias, algunas de ellas muy efectivas y otras no tanto. ¿Soy un bright? Pues viendo lo que dice Dennett sí, porque no sólo pide una creencia. Básicamente, no creo en ninguna de las cosas en la lista de cosas a no creer.

Terminado con este asunto, vayamos al origen del término. Ateos y agnósticos en Estados Unidos han descubierto que esos dos términos están tan marcados que su uso implica casi de inmediato el ostracismo social, por tanto, han tomado prestada una página del manual homosexual para luchar contra la discriminación y se han apropiado de una palabra con connotaciones positivas (como los gays hicieron, precisamente, con gay). Pretenden implatar el uso de la palabra e ir extendiéndolo, de forma que puedan reclamar los derechos de los brights.

¿Derechos?

Pues sí, el derecho de los brights a no creer, es decir a que se respeten sus creencias sobre lo sobrenatural (es decir, la ausencia de creencias) como se respetan las creencias de los demás. ¿Por qué?

Most brights don’t play the «aggressive atheist» role. We don’t want to turn every conversation into a debate about religion, and we don’t want to offend our friends and neighbors, and so we maintain a diplomatic silence.

But the price is political impotence. Politicians don’t think they even have to pay us lip service, and leaders who wouldn’t be caught dead making religious or ethnic slurs don’t hesitate to disparage the «godless» among us.

From the White House down, bright-bashing is seen as a low-risk vote-getter. And, of course, the assault isn’t only rhetorical: the Bush administration has advocated changes in government rules and policies to increase the role of religious organizations in daily life, a serious subversion of the Constitution. It is time to halt this erosion and to take a stand: the United States is not a religious state, it is a secular state that tolerates all religions and — yes — all manner of nonreligious ethical beliefs as well.

En España, me temo, está sucediendo algo similar. Si bien en Europa el tema religioso no está tan presente como en Estados Unidos, en nuestro propio país ya han implantado obligatoriamente la religiosidad en las escuelas: el concepto de que el estado natural humano es tener una religión, sea la que sea. ¿Nos empieza a hacer falta un movimiento bright?

[Estoy escuchando: «Contrapunctus I» de Juilliard String Quartet en el disco Bach — Die Kunst Der Fuge, Vol. I]

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Cosmos Latinos

Cosmos Latinos -subtitulado An Anthology of Science Fiction from Latin America and Spain- es una recopilación de cuentos de ciencia ficción escritos originalmente en español. La han compilado Andrea L. Bell y Yolanda Molina-Gavilán (las dos profesoras de español). Se trata de una edición crítica, por lo que hay muchas notas, varios comentarios teóricos y un intento de situar cada cuento en su contexto. Acabo de recibir mi ejemplar y lo comento especialmente porque incluye el cuento «El día que hicimos la Transición» que co-escribí con Ricard de la Casa hace ya unos años. Es muy divertido leerte en inglés, y más aún con notas al pie que explican detalles que en España no precisaban de mayor aclaración pero que evidentemente en inglés son más que necesarias.

De la contraportada:

Opening a window onto a fascinating new world for English-speaking readers, this anthology offers popular and influential stories from over ten countries, chronologically ranging from 1862 to the present. Latin American and Spanish science fiction shares many thematic and stylistic elements with anglophone science fiction, but there are important differences: many downplay scientific plausibility, and others show the influence of the region’s celebrated literary fantastic. In the 27 stories included in this anthology, a 16th-century conquistador is re-envisioned as a cosmonaut, Mexican factory workers receive pleasure-giving bio-implants, and warring bands of terrorists travel through time attempting to reverse the outcome of historical events.

The introduction examines the ways the genre has developed in Latin America and Spain since the 1700s and studies science fiction as a means of defamiliarizing, and then critiquing, regional culture, history and politics—especially in times of censorship and political repression. The volume also includes a brief introduction to each story and its author, and an extensive bibliography of primary and secondary works. Cosmos Latinos is a critical contribution to Latin American, Spanish, popular culture and science fiction studies and will be stimulating reading for anyone who likes a good story.

Para los interesados, el contenido completo es:

«The Distant Future» de Juan Nepomuceno Adorno
«On the Planet Mars» de Nilo María Fabra
«Mechanopolis» de Miguel de Unamuno
«The Death Star» de Ernesto Silva Román
«Baby H.P.» de Juan José Arreola
«The Cosmonaut» de Ángel Arango
«The Crystal Goblet» de Jerônimo Monteiro
«A Cord Made of Nylon and Gold» de Álvaro Menén Desleal
«Acronia» de Pablo Capanna
«The Las Refuge» de Eduardo Goligorsky
«Post-Boomboom» de Alberto Vanasco
«Gu Ta Gutarrak (We and Our Own)» de Magdalena Mouján Otaño
«Future» de Luis Britto García
«When Pilate Said No» de Hugo Correa
«The Falsifier» de José B. Adolph
«The Violet’s Embryos» de Angélica Gorodischer
«Brain Transplant» de André Carneiro
«The Annunciation» de Daína Chaviano
«A Miscalculation» de Federico Schaffler
«Stuntmind» de Braulio Tavares
«Reaching the Shore» de Guillermo Lavín
«Gray Noise» de Pepe Rojo
«Glimmerings on Blue Glass» de Mauricio-José Schwarz
«The Day We Went through the Transition» de Ricard de la Casa y Pedro Jorge Romero
«Exerion» de Pablo Castro
«Like the Roses Had to Die» de Michel Encinosa

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «It’s Coming Down» de Cake en el disco Fashion Nugget]

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Piratas del Caribe

¿Puede ser buena una película basada en una atracción de Disney? Pues, aunque sorprenda, parece que sí. The Flick Filosopher (mi nueva crítica favorita) está totalmente entusiasmada:

Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl isn’t just the biggest colon-ated mouthful in a summer of movies with colon-ated mouthfuls of titles. It’s everything we go to The Movies for… Okay, it’s everything I go to The Movies for: To escape, to vicariously live some other life that’s more interesting and more dangerous (if also more absurd) than my own, to meet people I didn’t know I wanted as friends. It’s big and bold and loud but never dumb; it’s smart enough, for all its thrills and edge- of- your- seatness, to be laid back, to be unconcerned with any Deep Meaning, and smart enough to know that a lack of Deep Meaning is not the same thing as vacuousness.

Mis otros dos críticos también la ponen bien aunque son más cautos. Roger Ebert le da un 3 sobre 4 y dice después de criticar la extensión en el tiempo de las escenas de acción:

And yet the movie made me grin at times, and savor the daffy plot, and enjoy the way Depp and Rush fearlessly provide performances that seem nourished by deep wells of nuttiness. Depp in particular seems to be channeling a drunken drag queen, with his eyeliner and the way he minces ashore and slurs his dialogue ever so insouciantly. Don’t mistake me: This is not a criticism, but admiration for his work. It can be said that his performance is original in its every atom. There has never been a pirate, or for that matter a human being, like this in any other movie. There’s some talk about how he got too much sun while he was stranded on that island, but his behavior shows a lifetime of rehearsal. He is a peacock in full display.

James Berardinelli también le da un 3 sobre 4 y comenta:

Pirates of the Caribbean belongs to Johnny Depp. Keira Knightley (now a familiar face in the wake of Bend It Like Beckham) and Orlando Bloom (The Lord of the Rings‘ Legolas, sans ears and blond hair) make a cute couple, and Geoffrey Rush is typically over-the-top as the bad guy, but the star of every scene is Depp. With several gold teeth in his mouth and beads in his hair, Depp plays the part with an engaging goofiness that sets the movie’s tone. In one scene, Sparrow becomes blind drunk, but his behavior isn’t all that different from when he’s sober – a clear indicator of where Depp elected to take the character. Sparrow is a rogue through-and-through, and, although he may have a heart of gold, it’s definitely tarnished. Take away Depp, and you’re left with a derivative and dull motion picture.

Ayer vimos el trailer y visualmente tiene muy buena pinta (en un trailer moderno se hace muy difícil juzgar la trama).

[Estoy escuchando: «Friend Is A Four Letter Word» de Cake en el disco Fashion Nugget]

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¿Que Pedro soy?

Russell está feliz porque ha recuperado su puesto en Google. Por lo demás, señala un comentario sobre los nombres propios de los bitacoreros y qué puesto ocupan. Resulta que como normalmente nos enlazamos unos a otros usando el nombre propio (aunque en España tendemos más a usar el nick. Normalmente la gente usa pjorge en mi caso y yo suelo usar fernand0, rvr, JJ o Benji y Vísperas) Google se da cuenta y da más peso. Como siempre hay tiempo para las egorías, me he puesto a mirar qué Pedro soy en Google. Como era de esperar, buscando en inglés ni salgo. Buscando en español, parece que soy el cuarto, detrás de Pedro Almodovar (se caía de maduro), Pedro Aznar y Pedro Delgado. Pues no está mal 🙂

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p class=»media»>[Estoy escuchando: «Sad Songs And Waltzes» de Cake en el disco Fashion Nugget]

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Un truco desagradable

Vaya, vaya, este truco no lo conocía. Me lo acaban de hacer: un referer que contiene código html y por tanto altera la estructura de la página. Es tal como esto: http://br><br><br /><h1>lalala</h1><br>/ ¡Qué cosas inventan! Ni harto vino se me ocurre a mí algo así 🙂

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