El mito de las 10.000 horas

Practice Does not Make Perfect examina el mito persistente de que para lograr la excelencia en una actividad es preciso invertir cierto número de horas en su práctica. La realidad resulta ser mucho más complicada y si bien es preciso cierto tiempo de práctica, ese tiempo varía enormemente entre individuos. Es más, la práctica resulta no ser el elemento más importante –aunque tiene su peso– y otros factores (como la edad de iniciación o predisposición genética) resultan ser mucho más determinantes.

De la idea de que el talento es en buena parte innato se pueden extraer muchas conclusiones, algunas más interesantes que otras y algunas más caritativas que otras. Y hay que reconocerle a los autores que se atrevan a discutir varias de ellas. Pero en cualquier caso, les doy la razón de que el mito de las 10.000 horas acaba creando un clima social que impide la igualdad de derechos entre las personas. Si uno cree que basta con 10.000 horas de prácticas para dominar una actividad y hace caso omiso de cualquier otro factor, siempre puede concluir que el fracaso de los demás es resultado únicamente de su falta de esfuerzo y por tanto merece la posición que ocupa en la vida. Es, digamos, la cara más fea del mito de la meritocracia:

The second reason we should not pretend we are endowed with the same abilities is that doing so perpetuates the myth that is at the root of much inaction in society —the myth that people can help themselves to the same degree if they just try hard enough. You’re not a heart surgeon? That’s your fault for not working hard enough in school! You didn’t make it as a concert pianist? You must not have wanted it that badly. Societal inequality is thus justified on the grounds that anyone who is willing to put in the requisite time and effort can succeed and should be rewarded with a good life, whereas those who struggle to make ends meet are to blame for their situations and should pull themselves up by their own bootstraps. If we acknowledge that people differ in what they have to contribute, then we have an argument for a society in which all human beings are entitled to a life that includes access to decent housing, health care, and education, simply because they are human. Our abilities might not be identical, and our needs surely differ, but our basic human rights are universal.

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Don Hertzfeldt y la mejor intro de Los Simpson

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El primer episodio de la temporada 26 de Los Simpson vino con un chiste del sofa (ese que se produce en la introducción de la serie) obra del animador Don Hertzfeldt. Es el mejor chiste, y mira que los hay buenos, que se ha hecho en esa sección: una reflexión sobre la persistencia de la serie, y su mortalidad, cuando Homer se lanza accidentalmente al futuro. Una auténtica maravilla:

Ahora me han recomendado que vea It’s Such a Beautiful Day.

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Cómo llamaría yo al teléfono móvil

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Durante unos minutos me vi envuelto en la eterna discusión sobre lo de “al teléfono móvil lo llamamos teléfono cuando ser teléfono es ahora mismo una de sus funciones menos importantes”.

Siempre he pensado que el nombre ideal para el cacharro que tenemos ahora sería Familiar (aunque “chisme” sería francamente divertido):

El familiar, es un ser que obedece los designios de su amo o persona con la cual ha hecho un pacto, actuando como sirviente y ayudante, o para favorecerlo económicamente con sus poderes. Normalmente no es tan inteligente como su amo (al que en cualquier caso se supone una inteligencia extraordinaria), aunque los familiares del tipo feerico (duendes y otras criaturas míticas) suelen ser más inteligentes que el ser humano medio. Un tipo muy popular de espíritu familiar es el imp de la mitología de Europa.

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Un libro que debería estar en español

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Ya lo he leído y es excelente. De estar traducido, ya habría regalado varios ejemplares. Una gran lectura.

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Book review: Ways of Looking. How to Experience Contemporary Art:

I loved this book. I’m tempted to offer a copy to my many friends who stare at me with a look of “poor loser, that art job must be so BO-RING” in their eyes. I never managed to explain them why what i do for a living makes me want to spring out of bed every morning but this book might be more convincing. But Ways of Looking will be of great help to me as well. I’ve always thought that i was good at feeling when a work is ‘good’ or ‘bad’ but i often struggle to form intelligible thoughts that would help me express what i find so interesting about a particular piece or exhibition.

I particularly liked the tone of the book. While the author sounds genuinely passionate about contemporary art, he doesn’t seem to take it too seriously either. From what i could infer, he doesn’t suffer sloppy, easy and pompous art. There certainly isn’t any of that kind of art in his book.

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“Milady, anyone can be a fighter”

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Y la historia de la madre que no le quiso comprar una muñeca de princesa a su hijo tampoco está nada mal.

“Milady, anyone can be a fighter.”

I went to the Renaissance faire dressed as a warrior. I had a real sword with me, too. I was standing (in character) next to a sword-fighting ring, where kids of all ages got the chance to pick up a sword and challenge the champion. Some woman walks by, with her little girl. The girl starts walking towards the ring, saying she wants to fight. But the mom pulled her away hella sharply, and was like, “That’s for boys.” You don’t want to be a BOY, do you?” And the girl looked around and saw me. I think she thought I was a boy; I had my hair in a ponytail, and was wearing a hood. So she comes up to me and asks me, “Do you think girls can be fighters, too?” And her mom looks like she’s silently gloating. Like she thinks I’m going to say no. So I take off my hood, untie my hair so that it flows freely, and kneel before her. And I’m like, “Milady, anyone can be a fighter.” I swear, the look on that mother’s face made my day.

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Viaje al fondo de la mente: Neurocomic, de Dr. Matteo Farinella y Dr. Hana Roš

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neurocomicSiguiendo evidentemente, tanto que incluso aparece en la lista (breve) de lecturas recomendadas incluida al final, el ejemplo del Understanding Comics, de Scott McCloud, Neurocomic, publicado en España con el título de Neurocómic, es un comic de ensayo donde la intención última es explicar algunos aspectos (pocos y brevemente, por el formato) del funcionamiento del cerebro. Para ello hacen uso de una historia sencilla: un hombre cae en un cerebro, que debe ir recorriendo para salir de él, encontrándose por el camino con famosos científicos (todos hombres) cuyas investigaciones ayudaron a entender su funcionamiento. El primero de esos científicos, por cierto, es Santiago Ramón y Cajal.

¿A quién pertenece el cerebro al que ha caído este desdichado? Pues bien, eso es parte de la historia y la revelación final es otra muestra más del funcionamiento del cerebro; uno de sus trucos más impresionantes. Es un giro divertido que obliga al lector plantearse de nuevo buena parte de los leído.

Estructurado como un viaje, el protagonista recorre el cerebro como Alicia el País de las Maravillas, conociendo a personajes como los neurotransmisores o los inhibidores. Atraviesa las neuronas, sale por las sinápsis y acaba en regiones de la memoria. El destino final es, como no podía ser de otra forma, la sede del yo, el misterio fundamental del cerebro y su secreto mejor guardado. Los capítulos cubren la morfología, la farmacología, la electrofisiología, la plasticidad, la sincronicidad. En cada caso se van dando explicaciones sobre el funcionamiento del cerebro desde casa una de esas formas de verlo. Por ejemplo, Ramón y Cajal es el responsable de explicar su teoría neuronal, mientras que Eric Kandel habla de la memoria.

La verdad es que el planteamiento de Neurocomic no era nada sencillo. Es verdad que el cerebro se presta a la explicación porque es extremandamente interesante y atractivo, pero aún así, me asombra el equilibro logrado entre las explicaciones, que no escasean y que llegan a ocupar varias páginas, y los elementos más chistosos y cómicos (Ramón y Cajal peleándose con Golgi, o el calamar gigante que ataca el submarino de Alan Hodgkin y Andrew Huxley). Incluso la idea de alguien perdido en el cerebro, y que por tanto desconoce todo lo que le rodea, sirve como mínima justificación para la aparición de científicos que deben ilustrar al lego interesado. E incluso en una ocasión se atreven a mostrar una, pequeña, gráfica. Inevitablemente, como en cualquier obra de divulgación, habrá enormes simplificaciones, pero la verdad es que lo esencial parece estar presente.

Hay dos cosas que me gustan especialmente. La primera es toda la parte dedicada al funcionamiento de las neuronas y la comunicación entre ellas. El proceso en sí es complicado, pero creo que han logrado simplificarlo haciéndole justicia. La otra es que no rehuyen para nada el misterio final de la conciencia y de hecho planean el “viaje” con ese destino, el encuentro final con el hombrecillo tras la cortina.

Mi único punto negativo es que este cómic, que hace tantas cosas bien y logra su objetivo de una forma tan excelente, caiga en el prólogo y el epílogo en el cliché de encajar la obra en el marco de “la búsqueda de una mujer”. Un poco más de originalidad habría sido el punto perfecto.

A destacar la portada, con preciosos detalles en oro y plata, mostrando algunas de las criaturas y lugares que aparecen en la historia. Una portada así lo convierte además en un regalo ideal.

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