Esas malditas cámaras instantáneas

Ahora que el mundo sufre, es un decir, un ataque de pánico debido a los teléfonos con cámara (que si acabarán con la intimidad, que si servirán para hacer fotos en sitios comprometidos, que si permitirán fotografiar tarjetas de crédito…) es buen momento para echar un vistazo a situaciones similares en el pasado. Por ejemplo, cuando Kodak puso a la venta su cámara allá por 1888. En The Kodak Camera Starts a Craze lo cuenta y, previsiblemente, la reacción de la época suena hoy pelín exagerada:

The appearance of Eastman’s cameras was so sudden and so pervasive that the reaction in some quarters was fear. A figure called the «camera fiend» began to appear at beach resorts, prowling the premises until he could catch female bathers unawares. One resort felt the trend so heavily that it posted a notice: «PEOPLE ARE FORBIDDEN TO USE THEIR KODAKS ON THE BEACH.» Other locations were no safer. For a time, Kodak cameras were banned from the Washington Monument. The «Hartford Courant» sounded the alarm as well, declaring that «the sedate citizen can’t indulge in any hilariousness without the risk of being caught in the act and having his photograph passed around among his Sunday School children.»

(vía Kottke.org)

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#30 Platón

Platón de R. M. HareÚltimamente me ha dado por leer a Platón. No lo hago por ningún interés filosófico, porque en realidad las opiniones que pudiese tener me resultan indiferentes. Pero me encanta el método que usaba, ese manejo tan magistral de los diálogos y el partido que le saca a una forma tan simple. Consigue transmitir un rango amplísimo de emociones y de reacciones en lo que parecen racionales discusiones filosóficas. Y también me encanta ese superhombre de la filosofía que es Sócrates, que se enfrenta a todo tipo de supervillanos sofistas, tan buen discutidor él que en ocasiones no tiene oponente a su altura y debe contentarse con discutir consigo mismo. Vamos, que disfruto mucho leyendo a Platón, qué le vamos a hacer. Para saber más, he leído Platón de R. M. Hare.

Este librito (poco más de 100 páginas) está destinado a dar una panorámica rápida de Platón. No pretende ser un análisis profundo, pero si cubrir el suficiente terreno como para que el lector no especializado se haga una composición de lugar. Trata la vida del filósofo, sus precursores y también las razones que le llevaron a la filosofía: el problema del conocimiento para aplicarlo luego a una filosofía práctica. Destaca que es muy difícil encasillar a Platón y muestra que pueden al menos distinguirse dos «platones» distintos que él llama Patón y Latón. Más aún, refiriéndose a las múltiples filosofías platónicas dice: «No está en modo alguno claro que Platón fuese ‘platónico’ en cualquiera de estos sentidos» para añadir: «Sus lectores estarán siempre tentados de escoger aquellas de sus ideas que encuentren atractivas y olvidar las demás».

Un capítulo interesante es aquel en el que comenta la influencia de la estructura del griego clásico en el pensamiento de Platón. Por la forma de esa lengua, algunas de sus ideas parecen más naturales. Habla de una especie de «visión» mental que permea todo su pensamiento. Aún así, el método platónico exige un procedimiento riguroso de verificación de las intuiciones mentales, en lo que gana a más de un filósofo más moderno.

En otros temas, muestra que Platón fue evolucionando y cambiando su pensamiento. En la naturaleza del bien, en la educación, en sus teorías políticas o en sus ideas sobre la mente. En particular, la división de la mente -nunca especificada del todo- plantea más problemas de los que resuelve, como por ejemplo, preguntarse si la razón tiene deseos que la impulsan a actuar. En ese caso, ¿cómo pueden estar los deseos separados de la razón?

El mejor capítulo es aquel dedicado al estado autoritario de Platón. Es interesante especialmente porque inicialmente se plantea como una defensa de ese estado frente a las posibles críticas. Es decir, si alguien tiene la capacidad de ser un gobernante perfecto, ¿no debería gobernar? ¿Y cómo podría tal gobernante estar sometido a las leyes cuando él sabe mejor que nadie cómo aplicarlas para obtener el mayor bien? Pero al final:

Pero Platón no reconoce, como debería, que si los gobernantes pueden equivocarse, resulta menos consistente su pretensión de poder absoluto. Como ha insistido con razón sir Karl Popper, puede ser más importante tener medios institucionales para limitar el daño que puedan hacer gobernantes ineptos, destituyéndolos sin violencia si dejan de proporcionar el bien a sus ciudadanos.

Ahora tengo para leer Leer a Platón de Thomas A. Szlezák que parece centrarse en aspecto más «literarios».

Éste es uno de mis 50 libros de 2004.

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Veniss soterrada de Jeff Vandermeer

Al autor no lo conozco, pero la novela parece interesante. Muy buenas críticas por ahí.

En Veniss, una ciudad refugio aislada por los desastres ecológicos, la tecnología conocida como Arte Viviente produce cualquier criatura que sus creadores puedan soñar. Pero Nicholas es un artista sin éxito y, sin equipo ni reconocimiento con el que continuar su carrera, su única esperanza es un misterioso hombre llamado Quin, un genio de la ingeniería genética que habita el lugar más oscuro y tenebroso de la ciudad: Veniss soterrada. Sin embargo, su búsqueda pronto se convertirá en un descenso más allá de las últimas fronteras de la civilización, una caída que arrastrará a su hermana y a su mejor amigo a un mundo de degeneración tecnológica y vida descontrolada, a una carrera a través de los infiernos.

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Un pueblecito galés se cambia el nombre

Se hace llamar Llanhyfryddawelllehynafolybarcudprindanfygythiadtrienusyrhafnauole (aunque sólo durante una semana). Todo para protestar porque les quieren hacer un parque eólico por ahí cerca. El nuevo nombre significa: «a quiet beautiful village, a historic place with rare kite under threat from wretched blades».

(vía Language Log)

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