Palabro de hoy: macoquista
¿Y qué es un macoquista? Pues Confessions of a Macochist: More Bad Apples la define así:
Macochist: (n) A loyal mac-owner who is in constant denial over the fact that his/her Mac IS NOT the superior machine he/she says it is; Owner of a problematic Mac who after living with a faulty machine for three years, bought a newer, still faulty machine and spends much of her days without her Mac (in the shop) and/or crying because of technical issues
Y un poco más adelante dice:
If you are thinking about getting a Macbook, DON’T. Just because Steve Jobs is «cooler» than Bill Gates doesn’t mean he’s a better boyfriend, know what I mean?
Curiosamente, yo ayer estaba considerando comprar un Macbook. Necesito un portatil algo más ligero que el que uso ahora.
La casa feliz de Alain de Botton
Que conste, creo que Alain de Botton empezó muy bien -sus dos mejores obras son Del amor y Cómo cambiar tu vida con Proust– y luego perdió parte de la gracia. Ahora sigo leyendo lo que escribe, pero ya no espero la misma chispa original. En cualquier caso, Making a Happy House es una curiosa entrevista con Alain de Botton a propósito de su nuevo libro The Architecture of Happiness, preguntándole por su casa. Dos preguntas que me han resultado muy graciosas:
Most philosophical household object: Ludwig Wittgenstein designed a house in Vienna for his sister, right down to the door handles. These door handles have been reproduced, and I had them installed all over my house. I gain great satisfaction from them. I like the idea that a philosopher can design a door handle and it can be such a nice door handle.
Books by his bed: I find the idea of a book to go to sleep with a nonsensical concept.
(vía Daddy Types)
—–
El teléfono de Veronica Mars
A ver, tengo una amiga a la que le gusta el teléfono que usa Veronica Mars. Yo no consigo identificarlo. ¿Sabe alguien cuál es?
La pérdida de nuestros ordenadores
Pronto, no sólo perderemos Internet como un espacio más o menos libre, también perderemos nuestros ordenadores como máquinas con la que podemos hacer un montón de cosas diferentes. El software y las licencias limitarán lo que podemos tener, y cómo podemos tenerlo, en nuestras máquinas. Como ejemplo, esta disección de la licencia de uso del servicio de vídeos de Amazon. Amazon es un lugar maravilloso para comprar productos físicos, pero no tanto para comprar vídeos.
Comienzo
Los dos primeros títulos de la nueva colección Omicrón: Camuflaje de Joe Haldeman e Infiltrado de Connie Willis. Premio Nebula (mejor novela) y premio Hugo (mejor novela corta) respectivamente.
Camuflaje es la historia de un extraterrestre capaz de cambiar de forma y su relación con los humanos. Infiltrado es una divertida historia de escépticos enfrentados a una canalizadora de entidades de la Atlántida.
Sí, los he traducido los dos.
Los fallos de Apple
Hay que reconocérselo, por mucho que le falle la presentación, el hombre casi siempre consigue mantener la compostura.
(vía Bob Congdon)
El caso Jane Eyre
El caso Jane Eyre de Jasper Fforde es el último libro que he traducido. Transcurre en un 1985 alternativo, donde Inglaterra es una república, Gales es un país comunista (Lenin se enamoró de una galesa), la guerra de Crimea continúa 130 años después, hay animales recreados -dodos, tilacinos, etc…-, se cazan vampiros y hombres lobo, y a la gente le gusta la literatura. Pero a la gente le gusta mucho la literatura, mucho de verdad. Tanto, que la red de operaciones especiales -una especie de cuerpo policial dedicado a casos raros- tiene una división, OpEspec 27, dedica exclusivamente a los crímenes literarios: falsificaciones de Shakespeare, robos de preciados manuscritos, interpretaciones teatrales demasiado libres… Por ejemplo, una supuesta segunda parte del famoso poema de Coleridge: «Rima II – El retorno del marinero».
Entra aquí la protagonista, Thursday Next (literalmente, Jueves Próximo), hasta hace poco detective literario en Londres, pero que ha vuelto a su ciudad natal de Swindon tras un encuentro casi fatal con el supercriminal Acheron Hades -un hombre de extraños poderes y más alto de lo que esperabas- que acaba de robar un manuscrito de Dickens. El tío de Thursday es un genio de la invención llamado Mycroft que acaba de desarrollar el Portal de Prosa, que te permite entrar en un libro. Su padre no tiene nombre, porque es ahora miembro renegado de la CronoGuardia y fue completamente erradicado de la historia por sus propios compañeros. Pero aparece de vez en cuando para hacerle a su hija preguntas históricas muy enigmáticas. Además, el hombre tiene una cara capaz de parar el tiempo.
Leí El caso Jane Eyre hace unos años. No recuerdo exactamente cómo decidí comprarla, pero fue una de esas situaciones donde mi mujer compró el mismo libro que yo exactamente al mismo tiempo y acabamos con dos ejemplares. Me encantó ya en su momento, tanto, que en cuanto Amazon anuncia la publicación de un nuevo libro de la serie (cuatro hasta ahora), yo me lanzó a hacer un pedido. Fíjense lo que les digo: el año que viene se publican dos libros que me interesa leer, el séptimo de Harry Potter y el quinto de Thursday Next (The War of the Words). Pues bien, si tuviese que elegir sólo uno, sería el de Next.
Pero volvamos al libro en sí. Es una verdadera delicia, con una inventiva desbordante y un sentido del humor que alcanza cotas asombrosas -rara es la página que no contiene algún chiste, juego de palabras o invención chocante. Mis dos ejemplos favoritos es la representación de Ricardo III como si fuese The Rocky Horror Picture Show y la batalla campal entre surrealistas y rafaelistas tras la legalización del surrealismo cuatro años antes (según los rafaelistas, los surrealistas intentan destruir el arte amparándose en una supuesta libertad). La gente se va de copas y a comer y habla sobre quién escribió realmente las obras de Shakespeare. Y los baconianos van de puerta en puerta intentando convencerte de que el verdadero autor fue Bacon.
Pero lo que más me llama la atención del libro es el absoluto deleite que transmite hacia la literatura. En El caso Jane Eyre, la literatura no es algo que está en los libros, sino algo que la gente vive intensamente. La casa de Dickens es uno de los lugares más visitados de Inglaterra, y cuando un famoso personaje literario desaparece, el primer ministro interviene ejerciendo toda la presión posible. No sé, quizá sean limitaciones mías, pero me da la impresión de que esa capacidad para tomarse la literatura tan en serio de forma que puedes hacer bromas sobre ella es muy anglosajona.
Por cierto, a algunos les interesará saber que el tercer libro de la serie, El pozo de las tramas perdidas, trata sobre los sistemas de protección de copia. En el mundo de los libros, han decidido modificar el sistema operativo que hacer funciona a los libros. Pero la nueva versión impone abominables restricciones al disfrute literario.
Vaya, no he hablado del Porsche de colores.
Manu Larcenet
Hace unos días, mi librero de cómics -Pío Barreiro de la librería Komic- me habló muy bien de Manu Larcenet, así que me llevé su obra La línea de fuego. La historia era atractiva: Van Gogh enviado al frente de la primera guerra mundial para pintar la realidad de la guerra, de forma que los mandamases en la retaguardia sepan por qué desertan los soldados. Me encantó. Me encantó hasta tal punto, que al día siguiente volví y compré todo el resto de la obra de este hombre. 48 horas después, lo he leído todo… dos veces.
Curiosamente, tengo librero de cómics y no tengo librero de libros. Es más, sólo conozco a un verdadero librero de libros, alguien a quien le gusta leer y es capaz de recomendarte un libro para cualquier tipo de lector. Hablo de Norberto, que lleva la librería El Puente en Arrecife (Lanzarote):
El resto que conozco, son vendedores más o menos eficaces (habitualmente menos) y en ocasiones extraordinarios. Pero por lo general, Amazon me recomienda mejor.
50 años de televisión
Pixel y Dixel andan recopilando grandes momentos de los 50 años de televisión en España. Yo – al contrario que La chica de la tele– me quedo con estos dos grandes momentos de la intelectualidad española:
Con intelectuales así, ¿quién necesita magos?
Aunque confieso, Britney Spears en Médico de familia me ha parecido psicotrónico y bizarro (no confundir con el bizarro español):