Usabilidad en el cine

Jakob Nielsen se marca una columna divertida (divertida por el tema, que él sigue siendo igual de seco): Los diez fallos de usabilidad del cine. Por ejemplo, el agente secreto que llega a un sistema informático y ya sabe usarlo, el interfaz en tres dimensiones o la dicotomía Access Denied/Access Granted. Todo esto en Usability in the Movies — Top 10 Bloopers.

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#43 Freakonomics: A Rogue Economist Explores the Hidden Side of Everything de Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner

Freakonomics: A Rogue Economist Explores the Hidden Side of Everything es un libro sobre respuestas. Las respuestas se asumen correctas, pero eso no es realmente lo importante. Lo importante del libro es buscar respuestas, y aceptar, incluso alentar, que esas respuestas sean contraintuitivas, que sean completamente diferentes a las que uno esperaría en un primer vistazo al problema.

Ya desde el comienzo del libro se plantea un caso. Para evitar que los padres llegasen tarde a recoger a sus hijos en una guardería, se decidió instaurar una multa. Es decir, si el padre llegaba tarde se le cobraba una cantidad extra. El resultado fue que el número de padres que llegaban tarde aumentó. ¿Por qué? Pues según los autores, un problema moral (llego tarde y le hago perder el tiempo al personal de la guardería) se transformó en un problema puramente económico (puedo retrasarme un poco porque me basta con pagar una pequeña cantidad). La culpa desapareció y con ella la responsabilidad, al convertirse en simple cálculo aritmético de cuánto dinero puedo permitirme gastar.

Y ese modelo más o menos es el que siguen con todos los temas tratados: encontrar la respuesta oculta, la que no es evidente. ¿En qué se parecen los profesores a los luchadores de sumo? ¿Cuáles son las similitudes entre el Ku Klux Klan y los agentes de la propiedad inmobiliaria? ¿Cuánto gana realmente un traficante de droga? (muy poco, por lo visto). ¿Por qué se ha reducido la criminalidad? ¿Importa el nombre para el éxito social?

Repito que lo importante no son las respuestas concretas. ¿La legalización del aborto redujo dieciocho años después la criminalidad en Estados Unidos al reducir el número de criminales en potencia? Pues no tengo ni idea. Supuestamente, todos esos casos están analizados en artículos serios y con datos verificables. Pero creerlo no es necesario para disfrutar del libro. Se puede leer perfectamente como un ejercicio intelectual, en el que los autores -un economista y un periodista- te proponen y justifican algo en lo que no habías pensado.

[50 libros] 2006

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How Proust Can Change Your Life, de Alain de Botton

Este libro me resulta fácil de reseñar. Porque ya lo hice hace ya unos años, cuando lo leí traducido. Deja vu una vez más, que dicen. Corto y pego:

Un cruce entre libro de autoayuda y ensayo literario, ésa es la fascinante e innovadora propuesta de Alain de Botton (autor de una magnífica novela intitulada Del amor, también publicada por Ediciones B). Con capítulos del estilo de «Cómo amar la vida hoy en día», «Cómo sufrir con éxito», «Cómo ser un buen amigo», «Cómo ser feliz en el amor» o «Cómo dejar un libro a medias», el autor va recorriendo la geografía de la obra y la vida de Proust e intenta compararla con la vida de cualquier ser humano. Pedante y excesivo, el resultado no podría ser más hilarante e interesante.

El defecto principal de los libros sobre literatura es que su lectura suele ser menos entretenida y fructífera que la lectura de la obra de la que hablan. Leer, por ejemplo, la abundante bibliografía sobre Borges es admirar más a un autor capaz de escabullirse y mantenerse siempre fresco ante el acoso de tanto papel secante. Alain de Botton ha querido huir de esa situación. No ha escrito un libro para explicar a Proust, cosa imposible e innecesaria, sino un libro para enseñar a amar a Marcel y a su obra. Y el centro principal de Cómo cambiar tu vida con Proust es siempre la obra monumental que representa En busca del tiempo perdido. Y con tal éxito, que raro es el capítulo en el que el lector no estalle en carcajadas ante un ingenioso comentario o ante una salida inesperada.

Juguetón y lleno de humor, sabe sabiamente irse por otros derroteros al recorrer las enseñanzas de Proust. Así, por ejemplo, en el capítulo primero aprovecha para hacer una incursión en Proust padre para dedicar una sección a «Cómo el doctor Proust puede mejorar su salud» y los divertidos ejercicios de la época. Cómo cambiar tu vida con Proust es una obra de amor escéptica que nos acerca a la obra de Proust reconociendo la limitación de toda obra literaria. El libro comienza con una frase lapidaria «A pocas cosas nos dedicamos los seres humanos con tanto ahínco como a la infelicidad» y termina con un consejo devastador «Hasta los mejores libros se merecen que uno los deje a medias». La vida es lo importante. Incluso más que Proust.

Sólo puedo añadir un par de apuntes. Esta segunda vez me ha gustado mucho más, quizá porque la he leído en inglés. Además, he sentido el embate escéptico de la obra. Es una invitación a leer a Proust, a usar a Proust para pensar sobre la vida, pero en ningún momento es una invitación a perderse en Proust. Declara que las vicisitudes de la obra son mucho menos importantes que la visión ofrecida por el artista. Anima a ver el mundo moderno con los ojos del escritor en lugar de querer ver el mundo del escritor con ojos modernos. El tesoro de la literatura es una cierta forma de mirar y los libros no hay que tomárselos demasiado en serio.

Una pregunta curiosa se plantea en el capítulo titulado «How to Suffer Successfully»: ¿quién querrías ser, Robert o Marcel? Robert Proust era el hermano de Marcel Proust, un individuo totalmente diferente que vivió una vida muy diferente. Robert sufría accidentes de los que se recuperaba casi milagrosamente y no dudaba en chocar directamente contra la vida. Creo que la idea del capítulo, y posiblemente me equivoque, es que Robert, aún así, vivió una vida menos rica que la de su hermano. Robert sufrió menos y eso le abrió menos posibilidades para la reflexión. Robert no percibía el mundo tan bien como su hermano.

Por desgracia, no tenemos acceso a la vida interior de Robert Proust, como tampoco lo tenemos, a pesar de las miles de páginas que escribió, a la de Marcel Proust. Cualquier declaración sobre cómo percibían el mundo es pura conjetura por nuestra parte. Sufrir más o menos es sólo prueba de mala suerte. Por tanto, decidir sobre ese criterio quién tuvo mejor vida me parece futil.

Por otra parte, la verdad, yo preferiría ser Robert y tener la oportunidad de leer En busca del tiempo perdido. Si quiero.

No sé por qué se sorprenden. Ya saben que yo soy de Aristipo.

[50 libros] 2006

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What we believe but cannot prove: science in the age of certainty de John Brockman (coord.)

Me encanta cómo vienen envueltos los regalos de Amazon: con un sobrecito aparte indicándote que abras primero en regalo para no destrozar la sorpresa:

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Por supuesto, el libro trae una tarjetita firmada por Algernon, así que esa parte no es demasiada sorpresa.

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Y el libro al fin después de retirado todo el papel:

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[Recibidos] Envío de Casa del libro

Hace poco me ofrecieron 40 euros en libros de Casa del Libro, como forma de dar a conocer los servicios del sitio. Como me encantan los libros, sobre todo si me salen gratis, dije que sí y elegí mis títulos: Pangea: ciberespacio, blogs y velocidad en el nuevo milenio de Vicente Luis Mora y Entre lobos y autómatas: la causa del hombre de Víctor Gómez Pin.

El envío llegó hace unos días:

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Pangea lo elegí porque me llamó la atención mientras recorría el sitio; no tengo más información sobre él. Entre lobos y autómatas ya lo vi en la librería y me pareció interesante. Sin embargo, también me vibró el sentido arácnido dándome la impresión de ser un libro quizá un poco tontito. Vamos, que me debatía entre el interés que me producía y el rechazo, totalmente irracional, que sentía. La reseña publicada en El País no hizo más que reforzar la impresión de ser un libro con el único argumento de «lo digo yo» (pero eso bien puede ser un fallo del reseñador, no del libro). Ahora por fin podré comprobarlo.

Por cierto, cuando empezamos a hablar del envío, les comenté que Casa del libro haría bien promocionando entre los bitacoreros su sistema de afiliados.

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Tabblo

El otro día discutía con fernand0 (por una cuestión que no viene al caso) y tuve que sacar Tabblo como ejemplo. Resulta que no conocía la página y además le encantó. Tanto, que me reclamó mis propios tabblos. Yo no era usuario, pero bueno, por satisfacer a fernand0, importé mis fotos de Flickr y por el momento me he hecho dos: The Stockholm Archipelago y Volcanos.

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Para ti que eres una persona de lo más normal a la que le gusta jugar a juegos de tablero sin que eso implica ningún rastro de frikismo en tu personalidad

Un Carcassonne de pan de jengibre, con sus meeples y todo:

Incluso hay instrucciones para hacérselo uno mismo.

(vía Boing Boing)

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Posturas Wii

La Wii es una consola realmente curiosa. Dependiendo del juego, la forma de jugar puede llegar a ser muy diferente a la de una consola normal. Zelda es un videojuego más convencional, pero Wii Sports resulta ser una delicia. Puedes jugar al golf, por ejemplo, de una forma bien distinta, sosteniendo el mando como si fuese un palo. Lo que lleva, claro está a que la gente adopte posturistas bien llamativas delante de la consola.

Wii Motion es una recopilación de fotografías en Flickr de gente jugando con la Wii, y las posturas que adoptan. Por ejemplo:

Francamente, no se me había ocurrido lo de subirme al sofá.

O esta otra:

(vía Boing Boing)

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Vaya País, de Werner Herzog (coord.)

Si crees que España se limita a Madrid, el centro de Barcelona y algunas calles, no muchas, de Sevilla, este libro es para ti. Si crees que el país quizá sea, a lo mejor, un poquito más grande, pues mala suerte. Tendrás que esperar a que otros corresponsales extranjeros -venidos de Bali, la India o China- escriban otro libro. En mi caso, por ejemplo, Canarias sólo aparece para hacer ese chiste tan original.

No pretendo dar a entender que el punto de vista del libro sea más bien limitado y que su visión del país se acerca en ocasiones a la de un miope intentando describir una esquina de La Gioconda a cuarenta metros de distancia. Nada más lejos de mi intención. Pretendo que quede claro. En su defensa, el libro está escrito más en broma que en serio. Y cuando el comentario da en la diana, acierta de pleno (las tertulias radiofónicas son por lo general insufribles, cierto, y cualquier persona que guste de los argumentos racionales las evitaría).

En cuanto al contenido, pues hay de todo, como era de esperar. Eso sí, he aprendido al menos una cosa curiosa del país. Resulta que puedes entrar en cualquier bar de España y tirar los desperdicios al suelo. Yo jamás he visto tal cosa, pero dada la insistencia con lo que lo dicen -lo repiten varios- no dudo que sea cierto. Lástima que ésos sean los únicos bares que visitan los corresponsales.

Bueno, vamos a lo nuestro. Entre lo que está bien, «España vista desde el arenero. Los niños, los mimos y lo contrario» de Cécile Thibaud sobre lo que significa tener y criar hijos en España (yo, por suerte, cuando vino la enfermera no estaba en la habitación) y «El discreto encanto de la tradición. Por qué tantos hombres españoles se visten como en la serie Cuéntame» de Michela Coricelli sobre lo mal que vestimos los españoles (tienes toda la razón, por cierto).

Con los pies firmemente plantados en el planeta bizarro, tenemos a Martine Silber que en «La inexplicable paciencia de los españoles. Sorpresas de una francesa fogosa» descubre que los españoles somos seres pacientes que rara vez nos quejamos. Leyéndolo comprendes su error y lo que quería decir en realidad, pero no es buena señal que debas recurrir a la exégesis. Y el propio compilador se marca «¿Me entiende usted? De cómo los españoles son egocéntricos y cómo les va», que construye una demencial teoría sociológico-psicológica a partir de una peculiaridad del español. Tiene que ser una broma, pero en este libro a veces resulta difícil distinguir los chistes de las afirmaciones serias.

Al final, lo más curioso del libro es que tantos corresponsales europeos, 15 de 18, vean el país como si fuese Marte. Exageran para lograr el efecto cómico, eso está claro, pero no deja de resultarme llamativo. Por esa razón, los dos mejores textos y los más sinceros me parecen «Cultura de palabras, cultura de silencios» de Masako Ishibashi (Japón) y «Episodios nacionales. Vivencias de una mexicana en la vieja y la nueva España» de Patricia Alvarado (México). Son de los pocos que suenan a reales, a que su extrañeza es efectivamente producto de las distancias geográficas y culturales.

[50 libros] 2006

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