Abril es el mes más cruel (top)

Soy usuario de MyBlogLog y me he dado cuenta de que esa herramienta me permite obtener con comodidad algunas estadísticas. Por ejemplo, del mes de abril tenemos las entradas más visitadas de pjorge.com, en estricto orden:

  1. Power Rangers
  2. Las partes del cerebro
  3. Mis series del 2006 (I): Doctor Who
  4. Nokia N93
  5. ¿Y si una manada de power rangers te atacase de camino al trabajo?
  6. Las 100 mejores novelas de todos tiempos
  7. Nokia 6680
  8. Señales extraterrestres en los cultivos, la película
  9. Los cuatro fantásticos
  10. Serenity, la mejor película de ciencia ficción

Queda claro que los Power Ranger interesan mogollón. Tanto es así que pronto tendré que cerrar esta entrada ante la avalancha de fans estusiastas manifestando su adoración por el Power Ranger a topos, el Power Ranger color café o el Power Ranger de ese color que adoptan los hojas a los pocos días de empezar el otoño pero cuando todavía no queda claro que ha terminado el verano. Ya lo verán.

Una curiosidad, la primera entrada más que duplica en visitas a la segunda. Segunda y tercera están más o menos a la par.

¿Quiénes mandan visitas a esta página? Pues estas encantadoras personistas (he eliminado buscadores y demás. De dejarlo, toda la lista hubiese estado compuesta de varias encarnaciones de Google).

  1. Microsiervos
  2. Kirai.NET – Un geek en Japón by Héctor García
  3. Enrique Dans
  4. Minid.net
  5. Directorio – Podcast-es :: Podcast en Castellano
  6. Premios 20Blogs – 20minutos.es
  7. Planeta Canarias
  8. La Cosa Húmeda – Fabrizio Ferri Benedetti
  9. El Blog del notas
  10. CPI (Curioso pero inútil) » También leemos…

Me alegra mucho encontrarme el Planeta Canarias en la lista. Lo del directorio de Podcast me provoca un poco de inquietud, porque hace mucho que no hago uno.

Y lo que todo esperábamos. ¿En qué pinchan los visitantes de pjorge.com? Pues la radiografía colectiva es ésta:

  1. Ctrl+Alt+Del
  2. Extracine » ¿Por qué hacer desaparecer el doblaje?
  3. The 100 greatest novels of all time: The list | Review | The Observer
  4. Metromix. Movie review: ‘300’
  5. Sheldon: The Daily Comic Strip by Dave Kellett
  6. Naked Lunch (1991)
  7. Zoroblog: Sobre Edge
  8. Restaurantes en Madrid
  9. El enlace ya no funciona, pero anteriormente era la fotografía de un pene de ballena. Aparentemente, la idea gusta moderadamente a mis lectores
  10. gapingvoid: «cartoons drawn on the back of business cards»: history of my blog

A los lectores de pjorge.com le interesa el cambio a Vista, la desaparición del doblaje, las mejores novelas jamás escritas, la película 300, la muerte de personajes a manos de Joss Whedon, mi opinión de que El almuerzo desnudo es la mejor película de ciencia ficción, los juegos de tablero, los restaurantes de Madrid, los penes de ballenas (?) y, por último, los chistes dibujados en la parte de atrás de tarjetas de visita. Un grupo de personas más bien variado, diría yo.

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Ubik, de Philip K. Dick

Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2000.

UbikEn muy pocas ocasiones, un recursos puramente mecánico ha dado tan buenos resultados literarios. La necesidad de cambiar la trama cada 800 palabras, como recomendaba van Vogt (seamos justos y citemos la fuente, «Philip K. Dick: Authenticity and Insincerity» por John Huntington en Science-Fiction Studies #45, pp. 152-160) para no aburrir al lector y mantenerlo leyendo, no sólo sirve a Philip K. Dick para construir una novela apasionante que puede leerse tranquilamente como un thriller policiaco, sino también le sirve admirablemente para iluminar, manifestar y dar forma a una de sus preocupaciones fundamentales: la naturaleza última y problemática de la realidad.

Glenn Runciter dirige una empresa de inerciales, personas capaces de anular el campo psíquico producido por telépatas y precogs. En el futuro, las habilidades psíquicas han sido comercializadas y las empresas contratan a personas con habilidades especiales para espiarse las unas a las otras y a inerciales para impedir ser espiadas. Con muy mal juicio, Glenn acepta un trabajo fuera de la Tierra y sin conocer el nombre de su cliente, y parte para Luna con un equipo de sus mejores inerciales, una misteriosa muchacha llamada Pat capaz de alterar el futuro cambiando el pasado y Joe Chip, su mejor técnico. Allí les espera una trampa, una bomba en forma humana que explota y aparentemente mata a Glenn Runciter. Los otros consiguen escapar, llevándose el cuerpo de su jefe, con la esperanza de que en el Moratorio, donde se encuentra ya su esposa Ellen, puedan acceder a su estado de semivida y comunicarse con él.

Valoración: 5 estrellas de 5

La factoría de ideas. Solaris Ficción 3. Madrid. Mayo 2000. Título original: Ubik (1969). Traducción: Manuel Espín. 240 páginas. ISBN: 84-8421-979-8.

Pero eso no es posible. Runciter está definitivamente muerto. O eso parece.

Porque poco a poco empiezan a pasar cosas muy raras. Runciter comienza a manifestarse en anuncios de televisión, llamadas telefónicas, notas dejadas en cartones de tabaco y demás. Y mientras tantos, sus inerciales ¿supervivientes? se enfrentan a un mundo en continua regresión, que poco a poco retrocede a un periodo anterior a la segunda guerra mundial. Peor aún, cada uno de ellos va muriendo de forma horrible. ¿Pero no estarían quizá ya muertos?

¿Qué sucede? ¿Quién murió realmente en la explosión? ¿Por qué la realidad tiende al pasado? ¿Cuál es la fuerza misteriosa que intenta ayudar a los personajes? ¿Qué otra fuerza los devora? ¿Por qué el omnipresente Ubik es tan importante para la supervivencia?

Hay muchas formas de interpretar Ubik. Se puede leer como una novela sobre el fracaso del capitalismo, en la que el empleado Joe Chip lucha sin éxito por cumplir los deseos de su jefe fallecido. Puede argumentarse también, que se trata de una fantasía solipsista en la que el control de la realidad acaba en manos de un solo individuo. O puede también interpretarse como hija de la contracultura, de Leary y Watts, donde se manifiesta una desconfianza absoluta ante la realidad, donde se entiende que existe un sustrato más profundo que lo permea todo (el misterioso Ubik) y que niega la existencia del ser como un ente separado del resto del universo, pero escrita también desde la desconfianza de un hombre que no acababa de aceptar los fundamentos de esa forma de pensar (de ahí, los continuos avisos de que Ubik debe usarse siguiendo las indicaciones). En ese caso, uno podría llegar a considerar Ubik como un largo koan zen destinado más a iluminar que a enseñar, a demostrar la imposibilidad de aplicar la lógica a una realidad (y a una trama) siempre fluida y que escapa siempre al entendimiento racional, donde las dualidades dominan la trama pero siendo siempre cada elemento de ellas complementario (los mensajes de Runciter son a menudo contradictorios, a los psíquicos se le oponen los inerciales, y Ellen lucha contra Jory sin poder destruirlo…) porque ninguno tendría sentido sin el otro (de la misma forma que no hay montañas sin valles). La única forma de disfrutar de Ubik es dejarse fascinar por ella, sin aspirar a entenderla (y menos, como hizo Lem, aspirar a explicar su inexistente fundamento científico).

Pero nada de eso importa. Ubik sigue siendo, en gran parte por la imposibilidad de contenerla, la gran novela de Philip K. Dick y una de las obras maestras que ha dado el género.

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Noche de juegos: Los pilares de la tierra y Medici

Anoche sólo fuimos tres en la noche de jugar (DavidGP, Blagdaros y yo) y aprovechamos para estrenar dos juegos.

DSC06953Los pilares de la Tierra. La cosa va de ir construyendo una catedral. El juego viene con unas piezas de madera que vas colocando una a una tras cada turno y al final acabas con una bonita catedral. Eso sí, montar las piezas no tiene el más mínimo impacto en el juego.

Cada jugador tiene 3 maestros constructores y varios peones. Los peones te sirven para conseguir materiales de construcción. Los constructores, por medio de un sistema de subasta, te permiten ocupar posiciones en el tablero que te dan beneficios extras o que te dejar ejecutar otras acciones (por ejemplo, hay un mercado donde puedes comprar material). Además, hay cartas que representan artesanos (puedes tener hasta 5 simultáneamente). Los artesanos van mejorando con el paso de los turnos y son los que permiten convertir materiales –en la fase de construcción de la catedral- en puntos de victoria.

También hay eventos –sucesos positivos o negativos-, impuestos que debes pagar al rey (y una forma de evitarlos), cartas que te ofrecen ayuda, la posibilidad de lograr más dinero –siempre escaso- y la opción de lograr más trabajadores. Cada ronda está dividida en fases muy simples y la mecánica se entiende con mucha facilidad. Nosotros sólo éramos tres aunque el juego admite hasta cuatro jugadores. Tras la sexta ronda el juego acaba y el ganador es el jugador con más puntos de victoria.

DSC06942Evidentemente, al ser la primera partida, no aprovechamos todas las posibilidades. Por ejemplo, el mercado –que permite comprar y, más importante, vender- casi siempre estuvo vacío; es evidente que no es ésa la intención del juego. Aún así, lo pasamos estupendamente y la partida fue agradable y rápida. Es como un Caylus –un juego al que me encantaría volver a jugar- con menos complicaciones. Los materiales del juego, por cierto, están muy currados.

Más fotos en Flickr.

DSC06955Medici. Es un juego de subastas que acomoda de 3 a 6 jugadores. Hay un pequeño tablero central donde se van indicando cuántos productos de cada tipo compra cada jugador. Así mismo, cada jugador tiene un tablerito que representa un barco con cinco espacios.

La idea del juego es ir sacando materiales de una bolsa y formando lotes que luego se subastan. El jugador que más puja se lleva el lote y lo acomoda en su barco. Cuando todos los jugadores menos uno han completado su barco –o cuando la bolsa se vacía- el jugador que quede sin rellenar saca aleatoriamente productos de la bolsa.

A continuación, se calcula el valor de cada barco –los productos vienen marcados con un número y se van sumando- y los jugadores con barcos más valiosos ganan cierta cantidad de dinero. Además, ser el jugador que más ha comprado ciertos productos también te da dinero.

DSC06957Eso se repite tres veces –supuestamente, tres días- y el juego acaba. El jugador con más dinero al final –que se va marcando usando el exterior del tablero central- es el ganador.

Medici nos gustó bastante. Es un juego de subastas muy simplificado que funciona muy bien. No sólo tienes que tener en cuenta el valor de las mercancías en el barco, sino también cuántos productos de cada tipo has comprado, para intentar conseguir bonificaciones. La combinación de ambas opciones da bastante juego. Es además, muy rápido. Nuestra partida duró poco más de media hora. Las reglas son muy simples y se explican en un santiamén.

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La primera entrada oficial

Fernand0 cuenta en Primeras historias la idea de rescatar la primera entrada de una bitácora. En mi caso, la situación es ligeramente problemática, porque tuve una bitácora anterior en Blogger y además, aprovechando el cambio a WordPress, estoy recuperando para incluirlas aquí. Es decir, en pjorge.com hay una primera entrada que es cronológicamente posterior a otras entradas que ahora están aquí pero que originalmente no formaban parte de este sitio. Creo que ya me he perdido.

Vale, recapitulemos. Mi primera entrada en pjorge.com es Una profesión peligrosa del 29 de junio de 2002 (cumpleaños oficial de esta página). No hace falta que la miren, porque el contenido de la entrada es un galimatías que generé usando un programa (que ya no recuerdo). Su propósito era simplemente probar el sistema que estaba preparando para mi bitácora, programado en Java, porque ninguno de los de la época me gustaba. Luego, me hizo gracia tener como primera entrada algo totalmente incomprensible. Decidí que hacer declaraciones de buenas intenciones no era lo que me apetecía y que ese «texto» transmitía todo lo que había que saber. Por cierto, dentro de poco pjorge.com cumple cinco años.

Mi primera entrada en una bitácora fuera en Blogger, en un intento abortado que hice a finales del 2000. Ahora vive aquí.

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¿Qué dios eres?

Uno de esos tests, en esta ocasión todavía más chorra de lo habitual. Me ha salido que soy Buda:

Which God or Goddess are you like?

Your Result: Budha
 

You are Budha. You are a very peaceful person, you love all who love you. You are a cheerful personality, and you have a great sense of humor. Congratulations!! You are Budha!!

Jesus
 
The Christian God
 
Goddess Sekhemet
 
God Zeus
 
Goddess Bast
 
You are your own God or Goddess
 
Satan
 
Which God or Goddess are you like?
Make Your Own Quiz

Siento la tentación de señalar que Buda no es un dios, pero lo voy a dejar…

(vía Pharyngula)

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Las consolaciones de la filosofía: Para tomarse la vida con filosofía de Alain de Botton

Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2000.

Las consolaciones de la filosofíaMucha filosofía se ha escrito, pero quizá menos sobre la vida buena (en oposición a la buena vida). Alain de Botton parece pensar que la preparación para la felicidad debería ser la preocupación fundamental de la filosofía. Por tanto, ejecutando con igual virtuosismo el truco empleado en Como cambiar tu vida con Proust, fusiona el libro de autoayuda con la divulgación filosófica para presentarnos Las consolaciones de la filosofía, que es también una serie de televisión llamada Philosophy: A Guide to Happiness.

Centrándose en seis pensadores, y sin nombrar ni en una sola ocasión a Boecio, Alain de Botton va repasando problemas fundamentales de la condición moderna e intenta buscar solución en enseñanzas del pasado. La «Impopularidad» nos remite a Sócrates, «No tener dinero suficiente» merece un comentario sobre Epícuro, la «Frustración» es la especialidad de Séneca, la «Incapacidad» recibe ayuda de Montaigne, «Un corazón roto» se arregla con Schopenhauer y las «Dificultades» hay que dejárselas a Nietzsche.

El estilo es directo y franco, mezclando los detalles triviales de la vida cotidiana con los preceptos más elevados. Mucho del encanto del libro viene de su sinceridad y la voluntad decidida del autor de usarse como muestra. Por ejemplo, no duda en admitir que su tendencia en la vida, al contrario que Sócrates, es intentar agradar a los demás en lugar de expresar la verdad. Y no duda, páginas después, en comparar al filósofo ateniense con El hombre elefante. Sus desaires amorosos, las molestias que le causa el ruido de una obra, los problemas en el tráfico o la pérdida del mando a distancia… no importa, todo le sirve de excusa para aplicar las enseñanzas filosóficas a la vida diaria.

Valoración: 4 1/2 estrellas de 5

Taurus. Madrid. 2001. ISBN: 8430604189

Pero no por ello deja en ningún momento de ser serio. Lo que Alain de Botton dice lo dice de verdad, y la preocupación ética, tan denostada ella, es constante en todo el volumen. Realmente cree que la reflexión filosófica puede ayudar en nuestro camino por la vida y ese entusiasmos sincero es otro de los encantos del libro. Como lo son, también, la prosa brillante y lúcida, el tono siempre irónico y humorístico que le impide caer, una vez más, en la pedantería.

Dicho todo esto, hay que reconocer que a pesar de hablar de seis autores Alain de Botton manifiesta una preferencia evidente. Quizá Sócrates, Epícuro, Séneca, Nieztsche o Schopenhauer pudiesen ser modelos válidos para una vida, pero está claro que puestos a elegir, aunque nunca se plantea en esos términos, la mejor vida de filósofo ha sido la de Montaigne, el hombre que consideró que su cuerpo era tan digno de estudio y análisis como su mente. Quizá el filósofo menos esquizofrénico.

Sencillo pero brillante, Las consolaciones de la filosofía es simultáneamente una introducción a la filosofía, un ensayo sobre la búsqueda de la felicidad y una defensa lúcida de la necesidad de la filosofía en el mundo moderno. Y, como siempre en el caso de Alain de Botton, una extraordinaria obra literaria.

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El misterio de la conciencia de John R. Searle

Publicado originalmente en El archivo de Nessus en el año 1999.

El misterio de la concienciaJohn R. Searle tiene sus propias ideas sobre qué es la consciencia y sobre si una máquina podría llegar a ser consciente. En este libro no sólo expone sus tesis, a las que llegaré en un momento, sino que las enfrenta y compara con las opiniones de otros influyentes miembros de la comunidad de pensadores sobre la consciencia y la inteligencia artificial.

El valor y el interés del libro es, por tanto, doble. En principio porque Searle expone sus propios planteamientos y argumentos con claridad y precisión lo que ayuda a entender las consecuencias de sus ideas y las de sus críticos. Y por otro, porque sirve de resumen clarificador de las ideas de otros, que se benefician, y uno sospecha que en ocasiones bastante a regañadientes, de la claridad expositiva del autor.

El volumen está formado por siete capítulos y una conclusión. El primer capítulo y la conclusión los dedica Searle a exponer sus propias opiniones sobre el problema de la consciencia. Los seis capítulos restantes son otras tantas reseñas para no especialistas publicadas en The New York Review of Books.

La ventaja de tal método es que uno puede, si lo desea, leer los libros comentados y sacar sus propias conclusiones. Los autores tratados son: Francis Crick, Gerald Edelman, Roger Penrose, Daniel Dennet, David Chalmers e Israel Rosenfield.

Valoración: 4 estrellas de 5

Ediciones Paidós. Barcelona. Septiembre, 2000. Título original: The mystery of consciousness (1997).

El fin último del libro queda claro en el título de la conclusión: «Cómo transformar el misterio de la consciencia en el problema de la consciencia»; y a esa tarea dedica el autor todas sus energía, en un intento de eliminar la visión oscurantista y acientífica de la consciencia para situar su estudio entre lo puramente natural, con la convicción de que el primer paso para obtener respuestas es saber plantear las preguntas correctamente.

La convicciones de Searle son claras: la consciencia existe (para lo cual invita al lector a pellizcarse el brazo y sentirse a sí mismo sintiendo dolor); la consciencia está producida por el cerebro de la misma forma que el estómago produce la digestión; la consciencia no es algorítmica (es decir, en nuestro cerebro no hay un programa de ordenador que nos hace consciente, opinión que le enfrenta a la Inteligencia artificial dura); las máquinas pueden pensar porque el cerebro es una máquina y piensa (lo que lo sitúa en el campo de la Inteligencia artificial débil); y la consciencia es irreductible (no puede explicarse en función de mecanismos menores, aunque está causada por estos, lo cual no quiere decir que no sea digna de investigación objetiva).

Así armado, procede a estudiar a los distintos autores y las tesis que defiende. Los que salen mejor favorecidos son Francis Crick, Gerald Edelman e Israel Rosenfield, porque estos estudian los mecanismos cerebrales y neurológicos con la esperanza de explicar la consciencia. Daniel Dennet, que niega la existencia de la consciencia, y David Chalmers, que dice que la consciencia es algo añadido al mundo y por tanto que no puede estudiarse de forma objetiva, son los que reciben más críticas.

En estos dos casos, Searle considera sus conclusiones contrarias al sentido común. La primera, porque considera evidente para cualquier ser humano que la consciencia efectivamente existe (de la misma forma que existe la puesta de sol, aunque ese hecho es fácil de explicar refiriéndose al movimiento de la Tierra alrededor del sol) y el segundo por su posición acientífica y retorno al dualismo cartesiano.

Penrose es la quizá la discusión más extraña, porque este autor niega siquiera la posibilidad de una máquina consciente cualesquiera refiriéndose a una supuesta teoría posible que supere a la cuántica y a la relatividad. Searle simplemente no acaba de entender qué tiene todo eso que ver con la consciencia humana, aunque recomienda el libro por su clara explicación del Teorema de Gödel y la mecánica cuántica.

La capacidad crítica de Searle, su visión racionalista y objetiva y su habilidad como escritor, hacen de este libro una lectura estimulante y agradable, y un más que adecuado punto de partida para explorar otros volúmenes sobre este tema apasionante; quizá la pregunta más importante que podamos plantearnos: ¿por qué somos conscientes?

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El gran salto adelante (IV): El año que leímos a Spinoza

pjorge.com antes de la metamorfosisBien, ya está hecho. Después de semanas de tenerlo funcionando en otro dominio, ayer viernes por la tarde me decidí a cambiar pjorge.com a WordPress. Por el momento parece que todo ha ido bien. Hubo varios problemas durante las primeras horas, pero se debieron principalmente a la configuración de los dominios implicados. Después de cruzar varios mensajes con mi empresa de hospedaje (la excelente gente de Kattare), todo se solucionó.

Otro pequeño problema fue la redirección de las fuentes de RSS. En el navegador todo iba bien, pero Bloglines parecía no enterarse de que la fuente estaba ahora en otro sitio. Sin embargo, es un problema que aparentemente se ha corregido por sí solo con el paso de las horas.

Otro asunto que me preocupaba era si realmente podría conservar las urls originales. A lo largo del día he ido comprobando que el tráfico sigue los parámetros habituales de cualquier fin de semana y que las búsquedas en Google llegan sin problemas. Todo bien por ese lado.

En realidad, ha sido un poco anticlimático. Confieso que al principio creía que tendría que abortar la operación en algún momento y volver al sistema antiguo (que sigue funcionando, más mal que bien, en http://pedro.jorgeromero.name, para beneficio de nostálgicos). Por suerte, los problemas que se dieron (todos ellos inesperados, como era de prever) se resolvieron.

Y aquí está. Misión cumplida. Para una vez en mi vida, un proyecto completado. Ahora puedo ir a por el libro.

Un detalles final. Muchas personas me han ayudado con consejos e ideas y a todos ellos mi agradecimiento. Pero dos personas en particular me ayudaron muy especialmente y no quiero dejar de nombrarlas: rvr (que me dio los consejos para exportar el sitio antiguo y me ahorró muchas horas de trabajo) y Juan Diego (que me advirtió que mis redirecciones no se comportaban como debían).

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