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La historia de un hombre que podia correr muy rapido (video en ingles):
Un producto mas de la retorcida mente de los chicos de Cyanide and Happiness.
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Pinta muy bien este La historia del hombre (Tusquets editores. ISBN: 978-84-8383-176-2. 288 pp. PVP: 20,00€) de Yves Coppens. De la contraportada:
Tras participar en numerosas excavaciones paleoantropológicas en medio mundo, algunas de ellas tan importantes como la que en 1974 dio lugar al descubrimiento del fósil más famoso de la historia, el Australopithecus afarensis conocido como Lucy, el célebre investigador y antropólogo Yves Coppens obtuvo en 1983 la cátedra de Paleoantropología y Prehistoria en el Collége de France, donde impartió clases hasta 2005.
La historia del hombre explica el contenido de estos cursos, dedicados sobre todo al estudio de la evolución humana. Son veintidós años que coinciden con uno de los periodos más apasionantes de la prehistoria y de la antropología, lleno de descubrimientos asombrosos como el yacimiento de Atapuerca que han aclarado algunos enigmas de nuestro pasado más remoto. Las transformaciones de los métodos de datación de fósiles, las hipótesis en tomo al origen geográfico de nuestros ancestros y el fértil entrecruzamiento de las más diversas disciplinas científicas se narran detalladamente, con pasión no exenta de un fino sentido del humor, en estos textos que también son el relato de una vida entera dedicada al conocimiento del hombre.
Maravilloso Max Fleischer: Out of the Inkwell.
(vía La cárcel de papel)
Uno se pone a hablar de fantasía y pronto siente la necesidad de distinguir entre la fantasía y la literatura fantástica. La fantasía sería aquella literatura que sigue con mayor o menor suerte los pasos de Tolkien. La literatura fantástica sería el resto de obras que dejan atrás la realidad consensuada para introducirse en mundos propias. Todorov fue más allá y propuso un sistema trino donde tendríamos lo fantástico (obras donde no queda claro si los sucesos son sobrenaturales o no), lo extraño (donde los sucesos son claramente explicables racionalmente) y lo maravilloso (donde todo es manifiestamente sobrenatural). De esta triple distinción parten los autores, Ignacio Soildevilla Durante y Franklin B. García Sánchez, de la recopilación que presentamos hoy.
Fue Max Aub francés de nacimiento pero español de adopción. A lo once años se estableció en España: su padre era alemán y no podían regresar a París. Fue viajante de comercio junto a su padre y se acercó a la vanguardia de la época. La guerra civil le marcó profundamente y le dedicó un ciclo narrativo titulado El laberinto mágico. Huyó a México en 1939 donde falleció en 1972. Casi toda su obra es realista, pero escribió también relatos fantásticos reunidos en libros como Ciertos cuentos. De su obra se ha realizado esta selección que pretende mostrar lo mejor de su producción fantástica.
Y como era de esperar, estos cuentos no se parecen a lo que estamos acostumbrados (aunque pueden no sorprender a un lector de Borges o Cortazar). No sólo fueron escritos por un español en un periodo de tiempo que va desde 1926 hasta 1974, sino que su autor probablemente jamás conoció a los que dentro del género llamamos autores de fantasía.
Los cuentos que contiene este volumen son: «Caja», «Fábula verde», «La verdadera historia de los peces blancos de Pátzcuaro», «Uba-Opa», «La gran guerra», «La gran serpiente», «Trampa», «El fin», «La llamada», «La verruga», «La lancha», «La gabardina», «La falla», «La ingratitud», «Recuerdo», «La rama» y «El monte». Oscilan generalmente entre lo fantástico que irrumpe súbitamente en la realidad cotidiana y el relato contado a modo de leyenda. Son en general miradas distintas que dotan a los cuentos, a pesar del los años transcurridos para algunos de ellos, de una frescura agradable. Algunos de ellos son muy cortos, tres páginas, y uno en particular, «El monte», es un supercorto que perfectamente podría situar a Max Aub como un campeón del subgénero. Otros son cuentos oníricos, casi escritos como soñados que dejan un extraño desasosiego en el lector: «La gran serpiente».
Mi cuento preferido es el titulado «La verdadera historia de los peces blancos de Pátzcuaro» que comienza: «En aquel tiempo los chinos creían que los peces eran almas fugadas. Inmóviles, los miraban hora tras hora. Y si un pez atravesaba su imagen reflejada tenían el convencimiento de que aquel animal era parte de su propio ser.» y que cuenta, en grandes ciclos temporales, como los peces llegaron al lago Pátzcuaro. En apenas diez páginas el autor entreteje mitos, realidades e imaginación para construir una historia escrita en el siglo veinte que merecería ser leyenda.
Ése es por tanto un volumen para reencontrarse con un autor al que nunca debimos perder de vista. Es parte de la tradición fantástica que la literatura española merecería tener.
Publicado originalmente en BEM 45 (1995)
Ya se acerca esa cita obligada para todo aficionado a los juegos de mesa -o de tablero, o de cartas, o de lo que sea: El Festival internacional de Córdoba, que como todos los años se celebrará en el palacio de la Merced del 9 al 12 de octubre. El ambiente es genial, la gente todavía mejor y ni siquiera hace falta ser un gran aficionado: si te pasas por allí con ganas de jugar, alguien se sentará contigo delante de un juego. Yo ya tengo los billetes y el hotel. Será el cuarto año que vaya y la verdad que es una de esas citas anuales que no me gustaría nada perderme.
El cartel:
La información irá apareciendo en http://www.festivaldejuegoscordoba.es/.
No sé qué pasó con este quinto año del personal y acertado observador social llamado Ángel Sefija, pero o el periodo 2006-2007 fue propicio al humor o Mauro Entrialgo estaba en especial estado de gracia, porque el resultado final es uno de los mejores recopilaciones de la serie.
Para los que no lo conozcan, decir que Ángel Sefija es un personaje que rara vez interacciona con lo que se describe. Su papel es más bien el de observador y certero analista de la realidad. Sus observaciones se diriguen habitualmente a destacar el absurdo de nuestra vida cotidiana, y no hay aspecto -alto o bajo, importante e irrelevante- de nuestro mundo que escape a su ojo analítico. Aunque en realidad las conclusiones no suelen ser suyas. Él más bien plantea las cuestiones que dan pie a las reflexiones. En unas pocas ocasiones, su papel es hacer de cínico, ofreciendo como respuesta el subterfugio más habitual en nuestra sociedad (como se ve en «Algunos sectores en los que la utilización del eufemismo está muy extendida hoy en día», página 7).
Las observaciones de Ángel Sefija ya han dado para 5 tomos y es poco probable que pare. Después de todo, el mundo no deja de ofrecer ejemplos de las situaciones tratadas por el personaje y aparentemente Mauro Entrialgo es incapaz de dejar de observarlas y comentarlas.
Este Ángel Sefija desde el quinto pino está lleno de observaciones extremadamente logradas. De hecho, si las pusiese todas, acabaría con una lista bien larga. La construcción, la relación entre mayores y jóvenes, la creencia en que los tiempos pasados fueron mejores, los títulos de las películas, el mundo del cómic, las plazas modernas, las secciones de las librerías, el mundo del vino, los defectos de los productos, las pegatinas de cerrajero, el secuestro del número 1573, los tópicos sobre la emigración o la simple definición de qué es hortera son algunos de los temas tratados. Un derroche de inteligencia, un espejo que, por desgracia, no nos deforma demasiado.
Tal y como cuenta Al Jaffee, «Tall Tales» nació en un momento de necesidad económica, cuando decidió meterse en el mundo de la tiras sindicadas en los periódicos. Por desgracia, meterse en ese mundo resultaba muy difícil, por lo que pensó que lo mejor era una aproximación original: crearía una tira cómica de una única viñeta que encajaría en el espacio donde no podía entrar ninguna otra tira, es decir, una tira vertical en lugar de la habitual horizontalidad. La gran ventaja es que podía aparecer en cualquier página del periódico. Eso fue en 1957.
La verticalidad le permitía, en muchas de las tiras, crear una viñeta imposible de apreciar de un sólo vistazo, que además de izquierda a derecha, tuviese que leerse de arriba a abajo, de forma que el chiste comenzaba en la parte superior y terminaba en la parte inferior. Es un buen truco, que le funciona muy bien. Además, la mayoría de ellos -de los contenidos en este libro- son chistes puramente visuales y no requieren muchos conocimientos de inglés.
Este libro reúne 120 de esas curiosas tiras verticales, las que el propio Jaffee considera mejores del periodo inicial mudo de la serie (que duraría hasta 1963). El conjunto es divertido y repleto de originalidad. Las observaciones son en ocasiones ácidas y en otras tiernas. Muchos, como ya he comentado, dependen del efecto vertical. Por ejemplo, una beldad extraterrestre que se deja caer desde su ovni hacia el concurso de Miss Universo, unas pisadas grandes se acercan a una fuente de la juventud de la que se alejan una pisadas pequeñas o un trozo de cuerda de rota que cuelga del techo sobre un aspirante a suicida de bastante mal humor. Más de 50 años después, siguen asombrando.
Ya he hablado muchas veces de Mauro Entrialgo por aquí. Entre sus muchas virtudes, creo que es uno de los más inteligentes comentaristas sobre internet. Ahora, Antonio Delgado le hace una entrevista.
Carlos Giménez es uno de los gigantes del cómic español, con una obra extensa llena de grandes momentos. En Érase una vez en el futuro, Rafael Marín discute una de sus obras más interesantes:
Una y otra vez, la figura de Carlos Giménez es un referente inevitable cuando se trata de equiparar el arte de la historieta con los potenciales que podrían desarrollarse a poco que se exploraran sus recursos y se intentara en serio entroncarla con la literatura. El caso que ahora nos ocupa, la breve selección de relatos titulados Érase una vez en el futuro, aúna las atmósferas asfixiantes del relato escrito con la expresividad que sólo la imagen (ya sea cómic o cine) puede transmitir, sin hacer alardes ni dejarse constreñir por el espacio físico del medio o la inmadurez (?) de sus hipotéticos destinatarios.
Hay libros que merecen el título que tienen y en este caso, «puro placer» no podría ser más acertado. No sólo porque ése es el punto de partida del libro -los 50 libros del siglo XX más placenteros de leer- sino también porque el libro en sí es una delicia, uno de esos libros sobre literatura escrito por alguien que sabe transmitir su fascinación por las obras que está comentando. Uno de esos libros que te incita a leer libros que no sabías que podían interesarte.
Todos estamos familiarizados con las listas de los libros a leer que los intelectuales nos tiran a la cabeza periódicamente. Por desgracia, habitualmente son listas pensadas para formar profesores de literatura en lugar de hacer lectores. O como lo expresa él: «They seem more like end-of-term reports, dispatched to the Almighty, to show Him how well His earthly creatures are doing in the cultural side».
No en este caso, la lista de Carey es refrescante no sólo por los libros que el autor considera -y la lista es, por supuesto, personal- sino porque su criterio principal es la disfrute de la lectura. Por tanto, nada de obras que él no haya leído o no haya podido terminar (nada de Proust o Faulkner), nada de añadir libros simplemente por su fama crítica y nada de esos criterios que siempre aparecen en las notas de prensa de Nobel (referencias a «la plasmación del espíritu humano» y demás). Libros del siglo veinte -ensayo, novela o poesía- y sólo uno por autor.
El resultado es demasiado inglés y demasiado occidental. Pero a pesar de esos defectos -que son importantes- el libro se lee de un tirón y el autor transmite eso tan importante en un libro sobre libros: el deseo de leer los títulos de los que habla. Además, algunos comentarios delatan una gran ironía y un formidable sentido del humor.
Sobre el autor de El buen soldado Svejk:
He seems to have decided that the best way of dealing with a world full of lunatics was to agree with them as eagerly as possible, since oppositionn would only make them worse.
O a propósito del «realismo mágico» en El tambor de hojalata:
Modern practitioners of the genre often seem to choose it for no better reason than that they cannont manage realism.
Y al final, como todo buen libro de este tipo, te deja una lista de libros que te llaman la atención y te gustaría leer. En mi caso, por ejemplo: Confessions of Felix Krull, Confidence Man, Lucky Jim, The Inheritors (creo que la leí hace muchos años), The Road to Miltown, o Under the Spreading Atrophy, El tambor de hojalata, Crow: From the Life and Songs of Crow, The Cement Garden y Collected Poems de Philip Larkin. Y lo demás, pues depende de cada lector.