Rimero de enlaces
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Jugamos Tod@s publican una larga entrevista con el creador de juegos Josep M. Allué, autor de juegos tan divertidos como Tobynstein. Entresaco sus comentarios sobre dos de sus juegos (todavía inéditos):
He tenido la oportunidad de jugar en un par de ocasiones a La Cofradía y la verdad es que me gusto mucho. Es un juego rápido de puñaladas por la espalda que resulta bastante simpático:
[…]es un juego de amigueteo, es decir, de intentar asesinar a tus amigos mintiéndoles y engañándoles para ser el último superviviente. Cada jugador es el prefecto de un clan de asesinos y todos se pasan cartas bocabajo con armas para matar a los demás y ser nombrados Gran Maestre de la Cofradía. Da muchas risas y para poner a prueba tu intuición y tu capacidad de convencer a tus amigos para que levanten las cartas equivocadas.
Constelaciones no he podido jugarlo, pero parece un jugo para dos más que interesante. Es uno que me gustaría probar:
Es un juego en el que dos astrónomos, los jugadores, compiten por crear la constelación más amplia que la de su oponente. Se juega sobre un tapete azul – el cielo – sobre el que se dejan caer 25 fichas de estrella, así cada partida es diferente. A partir ahí cada jugador va colocando segmentos de constelación intentando limitar los movimientos del otro y retirando las estrellas que deja su constelación. Cuando uno de los dos no puede hacer crecer su constelación, gana el otro.
Las fotos corresponden a la entrevista.
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Parece evidente (y ya se sabe que estas cosas no hay que tomarlas como certezas, que luego viene la realidad a demostrarte tu error) que la relación entre el artista y su público está cambiando. La primera parte de este Fans, Friends & Followers: Building an Audience and a Creative Career in the Digital Age, una exploración de cómo los artistas desarrollan sus carreras en la red, se dedica precisamente a establecer estas nuevas reglas. Apunta, por ejemplo, la necesidad de ofrecer varias versiones de la obra, la obligación de ganarse al receptor lo más rápidamente posible (la regla de los 15 segundos la llama), que es preciso buscar tu público, que lo mejor es ayudar a aprender (y por tanto, compartir también tus técnicas) o la conveniencia de ser diferente, porque si ofreces lo mismo que los demás nadie tendrá razones para seguirte a ti.
Pero el detalle más importante que apunta es el siguiente: nunca ha sido más fácil llegar directamente al público, pero a la vez nunca ha sido más difícil, porque hay mucha competencia. Los beneficios de la red benefician a todos por igual.
El resto del libro está dedicado a entrevistas con distintos artistas, en distintos campos de creación (escritores, músicos, animadores, cineastas, incluso magos), de forma que cada uno ofrece su personal variación de cómo utilizar las redes para sostener sus carreras. La mayoría ofrece su producción, o parte de ella, de forma gratuita, y aspira a ganar dinero de alguna otra forma (por ejemplo, con las actuaciones en vivo o la venta de objetos físicos, es decir, dejando gratis lo que es fácil de copiar y cobrando por lo escaso). Eso sí, no es una defensa del «háztelo todo por ti mismo», porque algunos han aprovechado las redes para lograr fama suficiente y obtener así algún tipo de contrato con una discográfica o una editorial. Y volvemos a lo de antes: la vida artística en el mundo digital es muy dura –y varios entrevistados se refieren a ello- y es una comodidad tener a alguien que se ocupe de todos los detalles más mundanos.
Por ejemplo, Jonathan Coulton señala que de tener una banda con tres personas, no podría ganarse la vida, que gana lo suficiente para él. DJ Spooky dice que carrera es una campaña permanente por la atención del público y Jill Sobule indica que es fantástico hacer tú todo lo que hace una discográfica, pero que es mucho trabajo.
Como dije, la mayoría de los artistas comentan la necesidad de ofrecer al menos parte de tu obra de forma gratuita. Por ejemplo, Timo Vuorensola, de Star Wreck, dice que puede duplicar ingresos si das algo gratuito. M dot Strange, animación, comenta la conveniencia de compartir tus técnicas con el público, como si ofrecieses los extras del DVD antes de lanzar el DVD, como una forma de ganar su buena voluntad. La gratuidad del material se considera en esos casos una forma de autopromoción. M dot Strange lo expresa diciendo que «Debes tener alma», no quieres que la gente tenga que pagar, quieres que la gente quiera pagar para ayudarte a seguir produciendo.
Otro aspecto en los que inciden las entrevistas es en la necesidad de una continua renovación de las herramientas. Es decir, internet te ofrece mucho control y muchas opciones, pero esas opciones cambian con el tiempo y no puedes quedarte anclado siempre en la misma red social o forma de distribuir. En todo caso, la idea central de todos ellos es la de comunidad, un grupo de personas al que tu obra le importe y te ayuda a difundirla. Lo primero es pensar en tu público potencial y como llegar hasta él.
El libro concluye con el mensaje de que los antiguos modelos de negocios no desaparecerán, sino que aparecerán modelos nuevos que serán mucho mejores para algunos artistas. Es decir, no cae en la trampa de pensar un único modelo es el mejor para todos. Simplemente, habrá artistas que, por personalidad o cualquier otro motivos, no estarán capacitados para ejercer su propia promoción.
Fans, Friends & Followers es una muy interesante aproximación a las nuevas formas de promoción para los artistas. Al estar compuesto por entrevistas, huye de la trampa de ser un texto más bien teórico y se transforma en una serie de casos de éxitos razonables. Pero también es ése su problema. Tomado tal y como está, da la impresión –por mucho que se insista en la dificultad- de que es muy fácil, que simplemente hace falta trabajar duro para conseguirlo. No hay ninguna entrevista con alguien que lo intentase y no lo lograse, quizá precisamente porque si alguien no logró triunfar entonces no logró fama suficiente para aparecer en este libro. Siendo justos, el libro no pretende ser exhaustivo, ni tampoco una estudio completo, pero esa limitación es algo a tener muy en cuenta durante su lectura. Una lectura recomendable, claro.
Conservadores y realistas. Reconozco que los términos no son inocentes, aunque no quiero darle demasiada carga ideológica. Los primeros defendían que el libro digital no será tal revolución, que como mucho ambos convivirán siempre y que, en definitiva, fuere lo que fuere, es un mal que en el caso de imponerse acabaría con una tecnología muy superior. La mayoría de los que venían a defender esta postura estaban entre los organizadores del evento y entre el público, editores, libreros, bibliotecarios. Creo que el miedo y el desconocimiento cibertecnológico juegan un papel fundamental en esta idea. Del otro lado, la inmensa mayoría de los ponentes (lo cual dice mucho a favor de la organización del Simposio), todos ellos nativos digitales (perdón) y con años y experiencia de trabajo en el ámbito de la red y la edición. El argumento, con matices: el libro electrónico llegó para quedarse y es ya una alternativa seria al papel. Y cualquier posibilida de negocio pasa por entender el funcionamiento de la red y el no volcado del modelo tradicional al digital. A este respecto, una de las grandes preocupaciones del sector era la protección del producto ante la copia, y se les dijo por activa y por pasiva (salvo las empresas que hábilmente ofrecen el antídoto para el pánico, cure o no la fobia) que el modelo cerrado no tiene futuro alguno en el mecanismo de internet. A este respecto, Javier Jiménez dejó la comparación más divertida del Simposio: nos recordó la obra de Umberto Eco El nombre de la rosa, y dijo que el veneno con el que el venerable monje untaba las páginas del libro de Aristóteles que no quería que fuese leído por nadie, era la versión medieval del DRM.
Enlaces compartidos en Google Reader el día 18/11/2009. Son enlaces que por alguna razón, positiva o negativa, me han llamado la atención: