La conservación de libros

Me identifico:

Hoy en día trato de conservar en mi biblioteca sólo dos tipos de libros: por un lado, aquellos que he leído y que siguen significando algo para mí; y, por otro lado, aquellos que todavía no he leído pero que tengo la intención de leer algún día.

En los libros | [ el ojo fisgón ].

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[Recibido] Padres, hijos y primates, de Jon Bilbao

La verdad es que recibir los libros de Jon Bilbao se ha convertido en una alegría. Periódicamente uno llega a mi apartado de correos y cuando lo recojo sé de inmediato que me espera una lectura fascinante (por ejemplo: Bajo el influjo del cometa y El hermano de las moscas). Y bien, aquí tenemos Padres, hijos y primates (Editorial Salto de Página. ISBN: 978-84-15065-06-7. 176 pp. 15,95 €) que ya estoy deseando leer:

De la contraportada:

A Joanes la vida no le ha ido tan bien como esperaba. Cuando estudiaba en la Escuela de Ingenieros todos le auguraban un brillante futuro, pero éste no se ha cumplido. Su empresa está al borde de la quiebra. Sin embargo todo podría cambiar, gracias a la posibilidad de un importante contrato.

En estas circunstancias, con el contrato a punto de cerrarse, lo último que quiere Joanes es viajar a la Riviera Maya para asistir a una boda. Una vez en México, una alerta de huracán le obliga a abandonar su hotel en la costa y trasladarse al interior en busca de refugio.

En el trayecto se encuentra por sorpresa con un antiguo profesor de la universidad, que huye también del huracán. El profesor, un reconocido matemático, tiene un carácter manipulador que invita a desconfiar de cuanto hace y dice. En el tiempo transcurrido desde que terminó sus estudios, Joanes ha llegado a convencerse de que el profesor es el culpable de su pobre carrera profesional.

Ahora, retenidos por el huracán en una casa de huéspedes de un villorrio mexicano, Joanes tendrá oportunidad de saldar cuentas con él. Podrá comprobar si sus sospechas son ciertas o nada más que una sofisticada fantasía, aunque para ello no le bastarán sólo las palabras.

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La ciencia, Japón y la prensa

De la reacción de los medios a la reciente tragedia en Japón, lo que más me impresionó no fue el sensacionalismo, la elección de los expertos según el tremendismo de sus declaraciones, las distorsiones y manipulaciones, y todos los demás elementos de los que habitualmente se acusa a los periodistas. Lo que más me asombró fue la absoluta incultura científica de la que podían llegar a presumir los medios. Durante esos días leí artículos periodísticos cargados de errores científicos de bulto, fallos tan descomunales que eran el equivalente científico de decir que el pato Donald escribió El Quijote. Y sin embargo, así se publicaban supuestas explicaciones sobre la radiación o el funcionamiento de una central nuclear, que no tenían ni pies ni cabeza. Acabé con la convicción reforzada de que las únicas noticias que en los medios se atienen a los hechos son aquellas referidas al deporte.

El amigo Maximiliano Corredor, que sabe de comunicación científica, lo resume perfectamente.

Un caso claro que une ambas situaciones es lo vivido el último mes tras el desastroso accidente de la central nuclear de Fukushima Daichii. Es lógico que un periodista no sepa de radiación y centrales nucleares. Si lo hiciese, sería ingeniero nuclear y trabajaría en una de ellas. Por tanto, a la hora de hablar de la situación real y los riesgos para la población, lo que debe hacerse es recurrir a la opinión de expertos. Expertos que, cada uno, tienen su propia agenda y, sobre todo, su propio área de experiencia. El periodista no sólo debe recurrir a más de un experto, sino que debe averiguar los intereses de cada uno de ellos antes de reproducir lo que le han dicho. Las prisas por informar, sin embargo, pudieron más y en la mayor parte de los casos se difundieron rumores y exageraciones (de cada uno de los bandos) y la habitual aglomeración en el metro tokiota a la hora de volver a casa al finalizar la jornada laboral se convirtió en imagen de la huida desesperada de los japoneses.

La víctima de esto es el público, pero también el propio medio periodístico. Cada vez más los ciudadanos tienen a su disposición multitud de fuentes de información y, lo que quizá sea más importante, la capacidad de contrastar ellos mismos lo que se les dice. Las fuentes primarias tienen a su disposición un medio para que su mensaje sea lanzado, así que lo hacen. Basta con utilizar un buscador web para encontrar información más que suficiente sobre cualquier tema. Al poco de producirse la catástrofe, ya corrían por blogs y twitter el diseño de la planta accidentada, recuentos actualizados con la última hora desde Japón e infografías poniendo en perspectiva el significado de las fugas.

En Evolucionarios – Buena ciencia.

Evidentemente, si hablamos de los complejos detalles del funcionamiento de la energía nuclear o la mecánica cuántica, se debe recurrir a los expertos. Y si el experto suelta lo que para alguien con conocimientos similares es una tonterías, tienes pocas opciones (aunque una evidente sería buscar algunos expertos más al mismo nivel). Pero lo más triste de la situación es que no estoy hablando de ese tipo de conocimientos avanzados. Yo me refiero a una especie de analfabetismo fundamental, un desinterés total por aspectos fundamentales del planeta sobre el que ponemos los pies, unos conocimientos mínimos, de educación secundaria, sobre el mundo. Luego, los periodistas no dejan de llorar –vas a cualquier reunión de blogs y lo puedes comprobar– sobre la muerte de su profesión. Pero en realidad, es un suicidio nacido del más absoluto desinterés.

Hay quien me lo intentaba justificar diciendo que los periodistas se limitan a transmitir lo que dicen sus fuentes. No me creo que esa sea la imagen que los periodistas tienen de sí mismos, simples transmisores, como los cables de un teléfonos. Si así fuese, su profesión sería innecesaria, o al menos, sólo duraría hasta que podamos enseñarle a un ordenador de disfrazar las notas de prensa. Si el periodismo no aspira ni siquiera a comunicar algo que se parezca mínimamente a la verdad, ¿cuál es su función?

Lo curioso es que hay gente dispuesta a contar esas cosas de una forma razonablemente precisa. Me encontré muchos blogs que se las arreglaban para explicar qué es la radiación o cómo funciona la energía nuclear sin problemas y con claridad. Como comenta Maximiliano más arriba, los blogs se apresuraron a llenar el hueco que el periodismo se negaba a cubrir (también tenemos la Wikipedia, que explica muchos de esos conceptos sin problema). Y la verdad, cuando un blog de ciencia ficción hace mejor trabajo informativo que un importante periódico nacional, creo que tu problema empieza a ser grave.

Tres enlaces más: Autocrítica, Why bad journalism has driven me to desperate ends y ¿Cuándo dejaron la prensa y los medios de informar?

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Ciencia y sociedad en Doctor Who

Es un comentario metido casi al final del último episodio que he visto de la serie (el segundo de la sexta temporada). Tras la conclusión de la aventura, descubrimos que un agente fue expulsado del FBI por querer casarse. Estamos en 1969, el día mismo en que la humanidad ha llegado a la Luna. Teniendo en cuenta los servicios prestados por el agente para resolver la crisis del momento, el presidente de los Estados Unidos (un Nixon que irónicamente el episodio ha convertido en héroe) se muestra magnánimo y está dispuesto a perdonarle al agente el que quiera casarse con alguien de raza negra. Por desgracia, al agente le gustaría casarse con un hombre de raza negra. Al descubrirlo, el único comentario del presidente es que por ahora haber llegado a la luna es más que suficiente. Me encanta esa observación de que los avances tecnológicos son relativamente fáciles, pero que los cambios sociales requieren mucho más tiempo y son mucho más difíciles. ¿Ir a la luna? Nada, eso lo hacemos en menos de una década, dime sólo cuánto dinero tengo que poner. ¿Un hombre casándose con otro hombre? Para eso mejor esperamos medio siglo.

La verdad es que ese tipo de comentarios son habituales en la encarnación moderna de la serie (he visto muy poco de la antigua). Hace unas temporadas, el Doctor se refugiaba en el Reino Unido justo antes de la Primera Guerra Mundial. Su compañera de entonces, médica, al ser de raza negra tenía que ocupar un puesto de limpiadora, por su doble discapacidad: no sólo su raza no era la correcta para esa época, es que además era mujer. El episodio, que con otra ironía se llama «Human Nature», contiene así mismo varios comentarios sobre las relaciones entre clases sociales e incluso sobre el colonialismo inglés. La ansiedad por el imperio es otro de esos temas que no dejaban de salir en temporadas anteriores (al final de la segunda temporada, la jefa de la ultrasecreta organización victoria Torchwood declara que trabaja por «la reina y el imperio». Cuando le recuerdan que el país ya no tiene imperio, se limita a responder «por ahora»).

Evidentemente, siendo una serie que ha demostrado una gran longevidad, podemos concebir alguna próxima versión del Doctor (en cuanto hayan resuelto el problema de la regeneraciones limitadas) viniendo a nuestra época y demostrando como a nosotros también la tecnología se nos daba bien pero lo social lo teníamos más descuidado.

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El potencial de un libro

A book, as an object, has no inherent, objective power. Which is why it’s so hard to predict bestsellers, why you can’t judge a book by its cover.

The REAL power of a book comes from lots of people reading it and, MORE importantly, people talking about it.

En Gapingvoid | «Hugh MacLeod» Cartoons drawn on the back of business cards.

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¿Por qué dan miedo los Daleks?

El Doctor ha vuelto. Momento ideal para meterse en estas disquisiciones.

The Daleks are perhaps Doctor Who’s greatest success. After their first appearance, they boosted ratings and turned the show into a national phenomenon. “Dalekmania” became a common term and “Dalek” itself now commands its own entry in the Oxford English Dictionary.

Almost half a century later, their popularity shows little sign of subsiding. A 2008 survey by the National Trust found that while only 53% of children could identify an oak leaf, nine out of 10 could identify a Dalek. In 2010, readers of the science fiction magazine SFX voted the Dalek as the all-time greatest monster, beating both Godzilla and Gollum from The Lord Of The Rings.

En Moral philosophy and the Daleks.

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The Cult of Done Manifesto

Una selección:

2. Accept that everything is a draft. It helps to get it done.

6. The point of being done is not to finish but to get other things done.

7. Once you’re done you can throw it away.

10. Failure counts as done. So do mistakes.

11. Destruction is a variant of done.

En Bre Pettis | I Make Things – Bre Pettis Blog – The Cult of Done Manifesto.

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Fish Story, de Yoshihiro Nakamura

Estamos en el año 2012 y faltan pocas horas para que un cometa choque contra la Tierra, acabando así con la civilización tal y como la conocemos. Cada uno espera el fin del mundo como puede. En particular, 3 personas acaban en una tienda de discos. El dueño. Un posible cliente que afirma que prefiere pasar las últimas horas en este mundo con su música favorita. Y un hombre ya algo mayor con cáncer terminal que disfrutó de la vida todo lo posible en previsión de la catástrofe.

Y la única esperanza de la humanidad, aunque nadie lo sabe, es una canción punk japonesa de 1975 (antes de los Sex Pistols). Es una canción casi totalmente desconocida, llamada Fish Story, grabada por un grupo del que nadie se acuerda, en su último disco y que encima no vendió nada. Es más, al hacerla sabían que no iba a vender nada. También es una canción extraña, porque en medio de un solo hay como un incomprensible minuto de silencio.

Y no, no es nada de lo que están pensando. Precisamente ésa es una de las delicias de este película.

Saltando en el tiempo (hay escenas en 1975, 1982, 1999, 2009 y 2012), Fish Story (que ya es una de las mejores películas que he visto este año) va contando la vida de distintos personajes (de una forma casi íntima y personal, alejándose de las pelis de catástrofes) que recibieron la influencia de esa canción. Va ofreciendo eslabones sueltos de lo que sabemos que es una cadena de acontecimientos que acabará de alguna forma frente a ese cometa. Pero en la mejor tradición, no es hasta el final que comprendemos cómo encaja todos entre sí (por ejemplo, nos encontramos con un cocinero al que su padre entrenó para ser un campeón de la justicia, o la historia del hijo de un productor musical) porque las relaciones con la canción pueden ser tan sutiles como para antojársenos inexistentes. Es más, en cualquiera de los fragmentos no sabemos exactamente quién se supone que es el personaje realmente importante, a quién se supone que debemos prestar atención. Quizá porque en realidad lo importante en esta película es la relación entre todos y no las acciones individuales de cada uno, la cascada de acontecimientos que se derivan de uno anterior.

Sólo en el último momento podemos observar todo lo sucedido en su orden correcto. Mientras tanto, Fish Story va creando esa sensación de confusión que tan habitualmente sentimos ante el mundo, esa impresión de que lo que está pasando es más significativo de lo que parece, pero que lo es de una forma que no acabamos de comprender. Hay momentos trágicos. Hay momentos cómicos. Hay momentos serios, pero con esa seriedad que no deja de ser juguetona. Lo que no hay son elementos de ciencia ficción (excepto el cometa, claro).

Lo que sí hay es una canción.

Una canción grabada por un grupo menor. Una canción excelente. Una canción que saben que no va a vender. Una canción tan buena que es una pena que no llegue a otras personas, una canción tan incomprensible en su tiempo que sólo puede considerase una botella lanzada hacia el mar del futuro. Pero que graban con sinceridad, con entusiasmo, porque es demasiado buena para guardársela. Lo hacen con la cabeza llena de sueños, pensando que es tan buena que algún día salvará el mundo. Aunque sabe que es imposible que eso llegue a pasar. En una películas con tantas referencias a un grupo de cinco superhéroes, los cinco responsables de la canción (los 4 músicos y el productor) no saben que lo son.

Hay partes francamente logradas. Todo lo que sucede en el barco secuestrado por una secta convencida de que el fin del mundo será en 2009 (se equivocan), con su sutil análisis del deber. O la sesión de grabación de la canción que esperamos sea extraordinaria, porque después de que casi toda la películas haga referencia a ese momento esperamos que suceda algo especial. Y es especial lo que sucede, curiosamente porque no pasa nada de lo que esperamos.

Fish Story es más bien un viaje por el tiempo, deleitándose en las consecuencias imprevisibles de actos que consideramos triviales. Al darnos una visión no lineal nos coloca en ese estado de confusión que luego se revela finalmente ordenado, aprovechando al máximo el truco narrativo. Pero también cuida los personajes e incluso va más allá de lo estrictamente necesarios. Dota de personalidad a los miembros de la banda, dibujándolos como personas completas y explorando la relación entre ellos.

Si la película tiene un mensaje (que no estoy seguro) posiblemente sea que debemos vivir nuestra vida como si nuestros actos y obras fuesen importantes, con la potencialidad de salvar al mundo aunque no entendamos cómo, aunque sepamos que es totalmente imposible que algo así vaya a suceder.

Hasta, por supuesto, el día que sucede.

Porque hay muchas formas de ser un héroe y salvar al mundo.

Películas 2011

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