Recomendación de podcasts
El amigo Carlos Mestre nos recomienda algunos podcasts —en inglés— que le gustan especialmente. Una selección más que interesante de la que yo desconocía un par. Par que ha ido directamente a mi subscripciones.
El amigo Carlos Mestre nos recomienda algunos podcasts —en inglés— que le gustan especialmente. Una selección más que interesante de la que yo desconocía un par. Par que ha ido directamente a mi subscripciones.
Se lo suficiente de física como para entender el fundamento de lo que hace un sintetizador. Es decir, sé lo suficiente sobre ondas como para que me haga una idea más o menos clara de por qué hacer ciertas cosas produce ciertos efectos. Lo que no tengo es la habilidad de sacarle sonido a un sintetizador, de crear algo que me resulte un poco interesante.
Otras personas operan al revés. Si bien es posible que no comprendan la física de lo que sucede (y yo, definitivamente, no entiendo la electrónica porque a mí la electrónica siempre se me dio fatal), son sin embargo capaces de usar el sintetizador como cornucopia de sonidos fascinantes que se ajustan a mi cerebro, lo retuercen y al final lo dejan en otro estado diferente y mejor.
A pesar de que los sintetizadores me suenan a los 80 (aunque también recuerdo The Well-Tempered Synthesizer que es bastante anterior (la profesora de música del instituto nos hablaba de esas cosas)), buena parte de la música que me gusta los usa de una u otra forma. Y es cierto que me gustaría poder llegar a producir algún sonido que me resultase interesante.
Así que he estado jugando con esos simulares de sintetizador que hay para el iPad (y mira que hay un montón: iElectribe, NLog PRO y BassLine son los que tengo. Esos y uno programita increíblemente divertido llamado Bebot). También he estado leyendo un par de libros: The Synthesizer de Mark Vail y How to Make a Noise: iPad Synthesizers Edition.
Pero si bien eso de tocar una lámina de vidrio está muy bien, lo que a mí realmente me gusta es manipular cacharros de verdad con las manos. Por lo que me estoy planteando comprar un sintetizador e ir probando girando ruedas y dándole a teclas. No es que lo vaya a comprar de verdad, pero disfruto de estar en la fase de planteármelo. Ya veremos.
En cualquier caso, elegir un modelo ya es más complicado, así que lo mejor es preguntar a alguien que sabe. Y en mi caso, el alguien que sabe es ghost and tape (pueden ir directamente a su canal de Soundcloud y disfrutar de lo que hace).
De entre los distintos modelos que me recomendó, he decidido que el “suficientemente sencillo como para que no se me haga muy cuesta arriba pero lo suficientemente complicado como para que mantenga el interés” es el microKORG de Korg (no sé cuántas veces se supone que debo escribir el nombre de la marca. Me confunde un poco). Es así de bonito:
Lo dicho. Yo por ahora sigo con mis apps en el iPad y leyendo mis libros. Tengo en el fondo de la cabeza esa compra, que quizá no llegue a hacer nunca. Pero hay cierta diversión en el simple hecho de considerarla.
(En lo que a música se refiere, mi experiencia por ahora se reduce a intentar aprender a tocar un poco el cello. Pero ésa es otra historia).
El miércoles por la mañana, durante el desayuno, empezamos el día hablándole a nuestra hija de la sonda que ese mismo día llegaría a la superficie de un cometa. Le contamos el increíble desafío tecnológico que implicaba que una nave lanzada antes de que ella naciese llegase a su destino tras diez años de viaje. Le hablamos de todo lo que hace falta saber sobre el mundo para lograr algo así.
Queríamos transmitirle que se trataba de un logro espectacular.
Yo terminé el día avergonzado de Europa. Avergonzado de la ESA y de una comunidad científica centrada en lo suyo e incapaz de pensar que sus actos tienen un impacto en el mundo que va mucho más allá de lo puramente científico. Una comunidad incapaz de ver que hay formas y formas de comunicar.
Y entre las cosas que no puedes hacer, es permitir que tu proyecto, como hizo Matt Taylor ese día, salga ante el mundo representado por esta camisa:
No me puedo imaginar la mentalidad de una persona que en uno de los días más importantes de su carrera decide ponerse una camisa así. No puedo concebir cómo alguien puede creer que ésa es la forma adecuada de presentarse ante el mundo, de permitir que la humanidad –incluyendo a alumnos de primaria– le vea así para hablar de un logro de ese calibre. Que tus ganas de parecer guay se traduzca en esa muestra de desprecio. Porque una cosa es lo que haces en privado, donde cada uno se pone lo que quiere, y otra muy diferente lo que haces como representante de un logro científico.
El palo del día fue encontrarme con una foto que me daba vergüenza mostrar a mi hija.
Y lo peor no es que esa persona decidiese ponerse esa camisa. Lo malo es que el hecho de que esa camisa diese la vuelta al mundo demuestra que la actitud de todo un entorno y un grupo de trabajo. Un buen montón de personas vieron esa camisa ese día. Si alguna de esas personas se atrevió a decir “Ésa no es la ropa adecuada para mostrar nuestro éxito al mundo”, está claro que nadie le hizo caso. Pero peor aún es pensar que a nadie le importó realmente, que uno tras otros la vieron y les pareció vestimenta adecuada. Que nadie se pregunto, “¿Quiero que ésa sea la imagen de mi trabajo en la tele?”.
Sí, lo que sucedió el miércoles fue un gran triunfo.
¿Y saben cuál hubiese sido un triunfo mayor?
Un triunfo mucho mayor hubiese sido que esa actitud sexista no se hubiese colado con ese descaro en la comunicación de lo que debería haber sido la celebración de una gran hito. Un triunfo hubiese sido dejar claro de una vez que el avance científico y el avance social pueden ir de la mano.
Ya lo expresó PZ Myers en The memorable image of the day of the Philae landing will always be…:
It would be nice if we could just blame Taylor’s crudity on Taylor, but it’s also depressing that no one at the ESA stopped him and said, “Jesus, Matt — we’ve got a continuous live webcast and a series of one-on-one interviews to do. You can’t go on looking like some cheesy stud who strolled out for a beer and a lad mag!”
He did change out of it later. I hope it’s because some higher-up slapped him silly and shamed him for embarrassing the organization.
O como dice Chris Plante en I don’t care if you landed a spacecraft on a comet, your shirt is sexist and ostracizing:
This is the sort of casual misogyny that stops women from entering certain scientific fields. They see a guy like that on TV and they don’t feel welcome. They see a poster of greased up women in a colleague’s office and they know they aren’t respected. They hear comments about “bitches” while out at a bar with fellow science students, and they decide to change majors. And those are the women who actually make it that far. Those are the few who persevered even when they were discouraged from pursuing degrees in physics, chemistry, and math throughout high school. These are the women who forged on despite the fact that they were told by elementary school classmates and the media at large that girls who like science are nerdy and unattractive. This is the climate women who dream of working at NASA or the ESA come up against, every single day. This shirt is representative of all of that, whether Taylor meant it to be or not.
Y también a S.E Smith en A Philae Researcher Wore An Unbelievably Sexist Shirt On A Livefeed and Women in STEM Are Pissed:
When you tell women that they’re objects, it’s a pretty big turnoff. And wearing a shirt covered in naked women is a pretty classic example of objectification. It doesn’t really matter if you’re “not that kind of guy” or you “totally respect women” or if you were wearing it as some kind of joke. It hurts the women in your workplace, and, in this case, it reflects poorly on the scientific community as a whole.
Tengo más.
New requirement for scientists: You cannot be a sexist pigdog:
His shirt says to girls watching from their elementary classrooms: Science is not for you. You shouldn’t be an engineer sending robots into space.
Y añade:
This form of pigdoggery doesn’t belong in this century. If we mildly tolerate his behavior, as we tolerated Feynman, we are passing the responsibility for gender equity to the next generation. Taylor is not only guilty of a fashion crime; he is harassing his colleagues by creating a climate antithetical to equity in the workplace. Taylor just failed in his duty as an ambassador for science.
Sometimes, a shirt is not just a shirt donde Terry A. Wheeler concluye:
Science took a huge step forward today, and, thanks to one dumb fashion choice, one step back.
Confessions of a teenage dirtbag: Thoughts on shirtstorm explica que hay que tener mucho cuidado cuando intentas provocar:
Matt Taylor was being presented as a working class hero, and that’s important. With Britain the most unequal society in Europe, we need to encourage people from non traditional backgrounds into science, and we need to break the snobbery that makes people think that scientists look and sound, well, like me. But that doesn’t mean we get to give Matt Taylor a pass. Today he failed as an ambassador for science. In doing so, he failed not only young women, but young working class children too. The solution is not to gloss over Matt Taylor’ mistake. The solution is to find more working class people, men and women, to speak for science in the public eye. The solution is to expect more.
When you stick it to the man, be careful that you don’t throw women, or anyone else under the bus in the process. And when you become the head of a major international space project, remember that you are no longer quite the underdog you once were. In fact you have power, and visibility, and a platform. You will be judged on how you make use of them.
Que el cambio social es mucho más complicado que el simple cambio tecnológico queda expresado en Why women in science are annoyed at Rosetta mission scientist’s clothing:
ESA can land their robot on a comet. A comet! It’s amazing. But they still can’t see misogyny under their noses. It’s painfully ridiculous. Pointing this out is not a distraction to the science. It’s part of it. It’s time science finally realised that.
En resumen, brillantemente expresado en un tui de Rose Eveleth:
No no women are toooootally welcome in our community, just ask the dude in this shirt. https://t.co/r88QRzsqAm pic.twitter.com/XmhHKrNaq5
— Rose Eveleth (@roseveleth) November 12, 2014
Una cosa es el comportamiento privado, donde cada hace lo que su conciencia le deja y otra muy diferente es la comunicación, donde hay que tener mucho cuidado con el mensaje que se lanza sin querer. Incluso con las mejores intenciones, nadie es perfecto ni ningún hombre se libra de caer en el sexismo (porque recibimos la educación que recibimos y superarla requiere enormes esfuerzos). Por eso hay que tener especial cuidado cuando vas a presentar algo que te trasciende. Hay que pensar que la presentación de un logro común no es el mejor momento para mostrar tu “personalidad”. Que hay momentos que no van de ti.
Pero volviendo al desayuno.
Yo fui un niño enamorado de la ciencia y la tecnología. Mi hija me pregunta en ocasiones si yo cuando era pequeño ya sabía lo que quería ser de mayor y siempre le respondo lo mismo: desde que tengo uso de razón quería ser físico. Y es lo que estudié (no me dedico a la ciencia porque una cosa es estudiar la carrera y otra tener lo que hace falta para convertirla en tu trabajo diario), porque crecí absolutamente enamorado de la ciencia, leyendo todas las revistas de divulgación de mi época y quedándome embobado frente a la tele con cada capítulo de Cosmos.
Toda persona quiere transmitir a sus hijos aquello que a ella le fascinaba a su edad. Para unas es Star Wars, para otras es la música. Yo quiero que mi hija aprecie la maravilla que es el conocimiento científico del mundo, en toda su enorme complejidad, sin dejar de lado sus aspectos sociales y filosóficos. Y quiero que sienta, ante todo, que no hay limitación de ningún tipo a lo que ella personalmente puede elegir hacer.
Por suerte, el jueves me encontré con “Stop flirting, I’ve still got a job to do here.” Heard at comet landing donde Zen Faulkes, tras comentar la limitada representatividad en la presentación de la ESA enlaza a una foto que lamento no haber visto en su momento:
Es una fotografía de la misión de la India a Marte.
Que es la foto que al final le enseñé a mi hija.
Su respuesta, a los nueves años, fue: “Por fin”.
Actualización: En un gesto que le honra, Matt Taylor se ha disculpado pública y directamente.
A destacar la reflexión posterior de PZ Myers.
PZ Myers comentado la… digamos, curiosa elección de vestimenta de Matt Taylor, uno de los responsables de la misión Rosetta.
The memorable image of the day of the Philae landing will always be…:
It would be nice if we could just blame Taylor’s crudity on Taylor, but it’s also depressing that no one at the ESA stopped him and said, “Jesus, Matt — we’ve got a continuous live webcast and a series of one-on-one interviews to do. You can’t go on looking like some cheesy stud who strolled out for a beer and a lad mag!”
El otro día hice referencia a una bitácora fotográfica que tuve llamada Chaplón. Ahora caigo que la palabra debe ser bastante desconocida.
Por suerte, la Academia Canaria de la Lengua tiene definición:
- m. Lz, Fv y Tf. Escalón ante la puerta de la calle. En la noches de verano, la gente mayor se sentaba en sillas al aire libre y los chicos en el chaplón.
Me encanta por la idea de sentarse en el chaplón a charlar. Siempre me pareció nombre ideal para un blog.
Fluxx es un juego realmente simple. Las reglas iniciales son: en tu turno robas una carta y juegas una carta. Pero a medida que se van jugando cartas las reglas del juego van cambiando y las condiciones de victoria se modifican continuamente. Nadie diría jamás que Fluxx es un juego serio, pero sí que es tremendamente divertido.
Pues resulta que entre todas las variantes de Fluxx, ahora hay un Cartoon Network Fluxx, con los personajes de dibujos de esa cadena. Me encanta que salgan Johnny Bravo y Samurai Jack en la caja. Qué recuerdos:
The awesomeness of Cartoon Network’s greatest hits teams up with Fluxx, the Card Game of Ever Changing Rules to create a truly best-selling game! Fluxx’s unique gameplay makes every game different. Play cards that change the rules and collect cool Keepers that combine to meet the current Goal – but do it quickly before someone changes the Goal card!
Tiene que ser mío.
Podcasting: Así lo hago yo, el libro del experto Emilcar por sólo 0,99 euros:
Todo aquel que esté interesado en crear su propio podcast encontrará en este libro una herramienta clara en la que apoyarse en estos inicios donde tantas dudas surgen. Y es más, dado que el formato digital lo permite, Podcasting: Así lo hago yo nace con la vocación de ser un proyecto abierto y vivo, donde las sugerencias y peticiones de los lectores (y como no, correcciones) determinarán el camino a seguir en las futuras actualizaciones.
Envolver los traumas infantiles en la agradable manta de la fantasía, para poder tratarlos sin tener que enfrentarse a todo su horror, es una práctica habitual. El contexto fantástico ofrece una conjunto rápido de metáforas que permiten exorcizar el trauma contando una historia que puede incluso ser divertida. Es más, resulta posible alcanzar la correspondiente catarsis evitando los elementos más dramáticos.
Pero en pocas ocasiones he visto hacerlo con el cuidado y la delicadeza de I Kill Giants, cómic de Joe Kelly y JM Jen Niimura, como resultado de un exquisito equilibrio entre el guión y el dibujo.
Es la historia de Barbara, una niña de quinto de primaria, que vive obsesionada con los gigantes. Es más, afirma que su profesión consiste en matar gigantes y lleva siempre consigo un enorme martillo oculto en un diminuto bolso. Ve signos y portentos por todas partes, ominosas señales, que a veces pequeñas hadas le comunican, que presagian un desastre inminente. Obsesionada con su mundo de fantasía, es una niña solitaria que vive al margen del mundo social de la escuela.
I Kill Giants no lo tapa todo con fantasía. Su vida diaria, su soledad, el contacto con los matones de la escuela, está todo ahí sin disfraz. Su frustración siempre presente, la incapacidad de Barbara para aceptar su posición, se muestran claramente. Pero también su valor, su decisión absoluta de evitar el ataque final de los gigantes (de los que hay varios tipos, cada uno con habilidades diferentes), de impedir el apocalipsis final.
A destacar la relación con su única amiga, que se presenta con toda la verosimilitud posible. Sus encuentros y desencuentros (casi todos causados por las limitaciones emocionales de la propia Barbara) suenan a sinceros y forman parte de los problemas de la protagonista.
I Kill Giants es también la prueba de que hay cosas que se pueden hacer en el cómic que serían difíciles, o ridículas, en otro medio. Pequeños elementos visuales –las orejas cambiantes, la armadura que lleva cuando intenta ocultarse- van mostrando la personalidad de Barbara. La insistencia en los gigantes horribles y deformes, las hadas que ve y le hablan, e incluso las viñetas donde la realidad se reinterpreta como fantasía, permiten ir haciéndose una idea de lo que sucede sin revelarlo totalmente. Es el propio dibujo el que acaba perfilando la carga emocional que soporta la pobre Barbara.
Guión y dibujo se compenetran especialmente en el momento preciso donde confluyen totalmente realidad y fantasía. Da un poco igual si lo que sucede en ese momento es producto de la fantasía de Barbara o de alguna forma está pasando realmente. En ese preciso instante, la historia recorre con éxito la línea que separa el final “aquí no ha pasado nada” de lo puramente trágico, logrando ofrecer una conclusión con un mensaje positivo sin negar ninguno de los elementos trágicos. Sabiamente, los autores limitan ese momento a unas pocas páginas donde los gigantes simultáneamente existen y son pura metáfora.
I Kill Giants es una historia en la que un personaje debe enfrentarse a un mundo implacable, contada con ternura e inteligencia.
Te topas con DIY Geometric Paper Masks by Steve Wintercroft y piensas “eso lo tengo que mirar”.
Así que me fui a su tienda y compré el Beagle (pensé que a mi hija una máscara de perro le haría más gracia).
Al final lo que te bajas es un pdf bastante bien hecho. La idea es imprimirlo, pegar las hojas de papel sobre un cartón (por ejemplo, el de las cajas de cereales), recortar y ponerse a montar como un loco usando cinta adhesiva (yo usé Scotch Magic). Como me quería saltar la parte del cartón, yo imprimí directamente sobre papel de 160 gramos y la cosa aguanta bastante bien. Quedó así:
Incluso puedo meter el cabezón dentro:
Viene totalmente en blanco, así que puedes pintar la máscara como te dé la gana. Según las instrucciones, tardar unas 2 o 3 horas en montarla completa. Yo creo que tardé un poco menos de 2.
Por cierto, que Steve Wintercroft hace otras cosas muy chulas.
Hace unos días Josep M Allué preguntaba por refrescos extintos. Lo que me hizo recordar el refresco de mi infancia, el Clipper, que yo creía desaparecido.
Pero hace unos años, ya me encontré un cartel anunciándola, por lo que deduje que seguía existiendo.
(Chaplón fue un blog fotográfico que hice allá por 2004–2005. Las fotos las hacía con el Nokia (en una ocasión, un fanboy rabioso (sí, existen) me dijo que dijo que el iPhone era el primer teléfono cuyas fotos se podían usar en un blog. No hubo forma de convencerle de lo contrario) que tuviese en el momento (el 7650 sale en una foto y debía ser también el 3650, aquel del teclado redondito). No recuerdo bien cómo enviaba las fotos. Supongo que por email, porque no se me ocurre otra opción para la época. Todo fue confabulación de Víctor Ruiz, que me regaló la cuenta cuando se lanzó Typepad en español).
Resulta que Clipper era un refresco exclusivamente Canario, y lo sigue siendo, porque en la época resultaba más barato producir en las islas que importar.
Lo que les puedo asegurar es que el Clipper que yo bebía no venía así envasado:
Pero muy posiblemente sí bebiese el sabor fresa.
Anécdota sacada de la Wikipedia:
En algunos bares de Canarias se sirven copas denominadas Canarias Libre (Clipper de fresa y Ron Arehucas, Guajiro o Aguere) en alusión al Cuba Libre.