The God Delusion, de Richard Dawkins

Según este libro, la existencia de dios es una hipótesis que puede comprobarse científicamente. La idea choca al principio, porque uno está acostumbrado a pensar lo contrario. Pero al ir leyendo, la cosa queda clara. En realidad, se trata de un problema del lector, no del autor, que es muy claro en este aspecto.

Digamos que -simplificando- hay dos concepciones de dios. Uno es el dios deísta, que puso en marcha el universo y luego básicamente se fue a hacer otra cosa. El otro es el dios teísta, que puso en marcha el universo, interviene activamente en su funcionamiento, escucha nuestras plegarias e incluso las responde. El primer dios fue el punto de partida inicial y poco más. El segundo dios interviene continuamente en el funcionamiento del cosmos.

Está claro que para Dawkins los deístas bien podrían ser ateos, porque su dios apenas -si lo hace- interviene en el mundo. Al no intervenir en el mundo, es difícil demostrar si existe o no (como mucho, una vez muertos, cuando ya sea demasiado tarde). Pero el otro, el dios en el que cree la mayoría de la gente, es un dios tan activo que inevitablemente su influencia debería poder comprobarse experimentalmente. Cuando muchos decimos que demostrar la existencia, o la inexistencia de dios, es imposible, nos estamos refiriendo al dios deísta. Dawkins habla del dios teísta.

Por otra parte, la hipótesis de dios, como la llama el autor, no es un intento de demostrar la inexistencia de dios. Dawkins sabe perfectamente que en última instancia es difícil demostrar inexistencias. Por tanto, no afirma la inexistencia de dios, sino la alta improbabilidad de su existencia. Así, uno de los capítulos se titula «Why there almost certainly is no God».

Por tanto, el libro se refiere a la visión de dios que tienen casi todos los creyentes y también, a un análisis empírico de dios. Por tanto, tiene poca paciencia para los intentos «filosóficos» por demostrar la existencia de dios. El problema de esas «demostraciones» es que siempre parten de premisas y hay que aceptarlas para que el argumento funcione, sin tener en ningún momento la posibilidad de contrastar el argumento con la realidad.

The God Delusion está dominado por dos grandes tema, que recorren todos los capítulo. Por un lado, una serie de explicaciones que hacen difícil creer en la existencia de dios. Por otro lado, una explicación de cómo un universo sin dios es perfectamente compatible con la moral -como ya sabía Platón-, con la bondad y otros muchos atributos deseables para el creyente. También hay unos capítulos finales explicando por qué considera la religión un tema tan importante como para escribir un libro como éste.

The God Delusion es Dawkins en su estado más combativo -guardando las formas- y entretenido. Es un libro dirigido al lector normal -no al especialista-, y el autor hace uso de toda su capacidad retórica y lógica para defender su postura. Uno de esos libros que se leen de un tirón. Y no dejan indiferentes.

[50 libros] 2006

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De la TV a Hollywood: un repaso a las películas basadas en series, de Concepción Cascajosa Virino

Concepción Cascajosa Virino es autora de Prime Time, un excelente análisis de las últimas dos décadas de la ficción televisiva americana, una verdadera edad de oro para el género de las teleseries. De la TV a Hollywood sigue en el mundo de la televisión, pero en esta ocasión centrándose en las series que han tendido un puente entre la tele y el cine. Y si alguien creía que lo de convertir series en películas era un fenómeno más o menos reciente (como me pasaba mí), se van a llevar una buena sorpresa. Prácticamente no habían terminado de inventar los formatos televisivos y ya estaban haciendo películas basadas en ellos (aunque el grueso de esas adaptaciones sí que parece concentrarse en las últimas dos décadas). Para que luego hablen de la velocidad del medio.

Lo curioso es comprobar cuántas buenas películas tuvieron su origen en series de televisión. Eso se debió al fenómeno de las series antológicas, que en cada capítulo mostraban una historia diferente con personajes diferentes. Por ejemplo, Marty surgió de Goodyear Television Playhouse, Doce hombres sin piedad de Studio One y El milagro de Anna Sullivan en Playhouse 90.

Dejando el mundo de las antologías, adaptaciones de series las hay a montones. Batman, Star Trek,

Saturday Night Live, Superagente 86, Agárralo como puedas, Los intocables, Maverick, La tribu de los Brady, Misión imposible, por comentar algunas de las más famosas. Dos capítulos finales, especialmente interesantes, comentan las series de dibujos animados que tuvieron película con personajes reales, y las series de dibujos animados que tuvieron película de animación (es que me gusta mucho la animación, ya saben).

De la TV a Hollywood es un libro algo menos teórico que Prime Time, o mejor dicho, la teoría está más repartida entre los distintos comentarios de películas. El libro está dividido en capítulos que delimitan grandes bloques cronológicos, y cada capítulo está compuesto por una serie de comentarios de las distintas películas: un poco de argumento, un pequeño análisis comparándola con la serie original, una reflexión sobre su calidad y un breve «veredicto» final fácil de localizar en la página.

De la TV a Hollywood es un libro asombrosamente fácil de leer. Al estar compuesto por comentarios de películas -de dos o tres página- lo puedes tomar y dejar casi en cualquier momento. A la autora se le da de maravilla explicar películas, y el equilibrio entre descripción del argumento y análisis es perfecto. Película a película, va construyendo una teoría de por qué algunas adaptaciones funcionan y otras no, sobre qué hace que el paso de la tele al cine sea un éxito o un fracaso total, qué elementos conservar y cuáles rechazar. Cuando la película le gusta, te deja ganas de verla (de hecho, he comprado un par en Amazon), pero incluso cuando es mala te deja ganas de verla, aunque sólo sea para comprobar si el análisis es exacto.

En ocasiones, no ahorra juicios brutales. Hablando de la versión cinematográfica de Dimensión desconocida dice: «Puede que Spielberg y Landis crecieran empapándose de Dimensión desconocida, pero no la entendieron». En muchas ocasiones su opinión coincide con la mía –La tribu de los Brady o Bob esponja-, pero incluso cuando no coincide -parece disfrutar de Star Trek bastante más que yo-, el análisis sigue siendo interesante de leer.

En resumen, un excelente libro sobre la tele. Lejos de ser una sucesión aburrida de argumentos, contiene opiniones y análisis. Ideal para cualquier aficionado a la tele. Y es perfecto para encontrar películas que te apetece ver. Teacher’s Pet, por ejemplo.

Mi sueño es que un día la autora tenga la oportunidad de escribir un libro sobre Buffy.

[50 libros] 2006

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Camouflage, de Joe Haldeman

Hay un extraterrestre en el mundo. Lleva mucho tiempo por aquí; es posible que incluso un millón de años. Puede adoptar cualquier forma y hace tiempo que vive en los océanos, estudiando este planeta casi todo agua. Un día se da cuenta de que hay unos seres que parecen dominar la superficie, y a comienzo de los años treinta del siglo XX se transforma en uno de ellos -al que mata brutalmente para copiar su estructura interna- y se prepara para estudiar a la humanidad.

No sabe la que le espera.

Una línea argumental va contando ese proceso de aprendizaje, que va pasando de una indiferencia brutal hacia la humanidad a una empatía considerable con nuestra especie (y también, por un curioso proceso de definición sexual). El ser no puede morir, y es por tanto testigo de grandes acontecimientos del siglo. Incluso -en la mejor parte del libro- participa en la segunda guerra mundial y ve de cerca el horror de la guerra. Un día se da cuenta de que es posible que haya otros como él en el planeta y se decide a buscarles (cursos universitarios mediante). Eso sí, si se les da tan bien ocultarse como a él, la cosa no va a ser fácil.

En una línea argumental alternativa, en los años veinte del siglo XXI, encuentran un extraño objeto imposible, enterrado bajo un coral de cientos de miles de años. Crearlo está claramente más allá de la tecnología humana. Por tanto, un grupo privado de investigación lo rescata y se prepara para estudiarlo en Samoa, lejos del mundo y de las interferencias de los gobiernos.

Evidentemente, esas dos líneas acaban convergiendo. El ser, que ha olvidado sus orígenes, está interesado en saber si se trata de su nave. Por otra parte, un segundo extraterrestre, también capaz de cambiar de forma -pero limitado a ser siempre un hombre-, un depredador brutal y feroz, se siente atraído por el mismo objeto: desde su punto de vista, podría ser su nave o, peor, la nave de otro como él.

Camouflage es una novela sobre primer contacto muy lograda. El truco de dos líneas paralelas, que se mueven a velocidades diferentes, añade una tensión extraña (sobre todo, porque lo que sucede en una realmente no afecta a la otra). En particular, el extraterrestre protagonista está francamente bien ejecutado y su visión de la humanidad es interesante. Si bien se acaba sintiendo más o menos cómodo adoptando forma humana, es consciente de que no lo es y eso le ofrece una perspectiva diferente. Está especialmente bien plasmado el proceso de aprendizaje y como la posibilidad de cambiar de forma le ofrece interesantes experiencias.

La segunda parte de la novela tiene un carácter más de thriller, con la lucha por la nave y el enfrentamiento con el otro extraterrestre. Como pasa con Haldeman, esa parte está muy bien desarrollada y explicada, y las cosas van sucediendo con lógica. Al ser protagonista no todo le sale bien y tiene que ingeniárselas para hacer lo que quiere. Leerle resolver los problemas es casi tan divertido como leerle aprender a ser persona.

Las dos mejores partes de la novela son la dedicada a la Segunda Guerra Mundial y a las peripecias del extraterrestre depredador a lo largo de la historia. Son dos muy buenos momentos.

Advertencia: Este libro está publicado en español con el título de Camuflaje. La traducción es mía.

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#30 La llegada del cometa de Tove Jansson

La llegada del cometaEn el valle Mumin tienen un problema: se acerca un cometa que va a acabar con el mundo. Y comprenderán, en un lugar donde todos se dedican a pasarlo bien, eso de que se acabe el mundo mata el ánimo de cualquiera. Todo se ha vuelto gris, además, y mamá Mumin considera que es un incordio tener que estar limpiándolo todo.

Por tanto, el Mumintroll abandona a papá y a mamá Mumin y parte, en compañía de sus amigos, en busca del observatorio, donde se lo explicarán todo y les darán la hora exacta del impacto. Por el camino, van encontrando seres totalmente estrafalarios, cada uno con su personal obsesión; obsesión que no varía ni siquiera con la inminente llegada del cometa. Los personajes tienen una curiosa interacción, y cada uno de ellos es en cierta forma parodia y sátira amable de algún tipo humano (el filósofo, el científico…).

En muchos aspecto, La llegada del cometa es un delicioso cuento existencialista. Los personajes van a lo suyo, aunque estén caminando por el fondo de un mar vacío, un poco como si siguiesen aquella máxima de «si hemos de morir, que sea pensando en algo estúpido». Su próxima y casi segura destrucción no parece afectarles excesivamente. Parecen lamentar más no volver a comer tarta que el hecho de que quizá no vayan a seguir con vida.

Para niños a los que no les importe entrever el abismo.

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What Good Are the Arts?, de John Carey

Estoy de acuerdo con lo que se dice en este libro (excepto, quizá, algún pequeño detalle aquí o allá). En mi descargo, decir que no lo sabía cuando compré el libro. Pero fue una de estas situaciones en las que empiezas a leer y todo va encajando en su sitio.

La tesis del libro es muy simple: llamar obra de arte a un objeto es un juicio de valor puramente subjetivo muy lejos de una verdad absoluta. El arte no es arte en sí mismo, sino porque alguien lo valora como tal (a menos, claro, que dios exista, le interese el arte y aprecia más unas obras que otras; para cubrirse ante esa eventualidad, el autor ya declara nada más empezar que deja a dios fuera de la discusión). Considerando la variedad de objetos que la historia ha considerado como artísticos, y los distintos juicios emitidos sobre los mismos, alcanza una definición de arte muy simple: arte es aquello que alguien considera arte, aunque esa persona sea la única que lo considere arte. Es decir, puede ser arte para ti y no arte para mí; la mirada hace la obra de arte (también comenta que nuestro concepto de arte es relativamente reciente, aunque yo no sé lo suficiente para juzgar si eso es cierto).

¿Y qué hay del juicio artístico, de visitar museos, de ir a la ópera? Pues esas actividades no indican que poseas una sensibilidad artística superior, sino más bien son marcadores sociales que indican que perteneces a un grupo que se preocupa por esas cosas y se las puede permitir. Incluso niega que las obras de arte superiores sean más difíciles:

What sort of difficulty, it might be asked, do those attending operas encounter? What is difficult about sitting on plush seats and listening to music and singing? Getting served at the bar in the interval often requires some effort, it is true, but even that could hardly qualify as difficult compared with most people’s day’s work.

Cualquiera que haya asistido a una ópera en el Auditorio de Galicia sabe perfectamente que conseguir que te atiendan es el bar es una tarea hercúlea.

También comenta la difícil relación entre arte superior y arte popular, negando que la distinción sea tan clara como se afirma. El arte superior es más bien un indicador de identidad, un elemento empleado para distinguirte de otros y poder mirar por encima del hombro a los que aprecian el arte inferior. Shakespeare es el ejemplo más socorrido en estos casos: empezó como arte popular y miren…

Posteriormente, se pregunta si la ciencia podría ayudar, permitiéndonos descubrir los fundamentos estéticos del ser humano. Admite que podemos ver el funcionamiento del cerebro en su relación con los objetos, pero niega que podamos observar las experiencias subjetivas, es decir, la reacción de un individuo ante un objeto. Opina que la experiencia subjetiva siempre nos eludirá y que jamás sabremos cómo ver el mundo otra persona. Es posible que tenga razón, aunque no sé si yo me atrevería a ser más categóricos. En cualquier caso, si no podemos mirar en el interior de una cabeza, no sabemos qué hay realmente de cierto en las afirmaciones sobre el efecto causado por obras de arte.

Ante la pregunta de si el arte nos hace mejores personas, concluye que no (no hay más que pensar en los estetas nazis). Como mucho, admite que practicar arte (pintar o cuidar del jardín) sí que puede ser una fuente de desarrollo personal. Pero se trata de practicar, no de observar. Y sobre si el arte puede ser una religión secular… Su juicio se resume bien en una frase: «Worship of art made human beings expendable», refiriéndose a los delirios artísticos de Hitler. Después del Holocausto, dice, es imposible considerar como axioma que las humanidades humanizan.

Esa es la primera mitad del libro. Lo que he presentado son algunas ideas sueltas, que en el texto están convenientemente aclaradas, explicadas y soportadas (o no) por las citas correspondientes. Pero a continuación sucede algo efectivamente curioso: salva a la literatura.

Salva a la literatura, digo, de algunas cosas que ha dicho en la primera parte. No porque la literatura sea mejor o menos subjetiva. No, el juicio literario es igualmente subjetivo que el de cualquier otro arte y las obras literarias que comenta en el libro no son necesariamente las que te gustan a ti. No, la razón es muy diferente:

Literature is not just the only art that can criticize itself, is the only art, I would argue, that can criticise anything, because it is the only art capable of reasoning.

La parte de razonar es la importante. Al usar palabras, argumenta, la literatura puede ir uniendo argumentos y razonamiento. Cuando una película critica, por ejemplo, es porque roba palabras de la literatura. Más aún: «only literature can moralize».

Es decir:

Literature’s indistinctness (as Chapter 7 argues) makes reading creative, and gives readers a sense of possession, even of authorship. The detainee at Deerholt young offenders’ institution who exclaims, after reading Lord of the Flies, «I’ve got a massive imagination», speaks for all readers. Literature does not make you a better person, though it may help you criticize what you are. But it enlarges your mind, and it gives you thoughts, words and rhythms that will last you for life.

Ahora, a leer Rasselas.

[50 libros] 2006

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Letter to a Christian Nation, de Sam Harris

Letter to a Christian Nation es la respuesta de Sam Harris a la respuesta recibida por The End of Faith. Ya saben, le dicen que es tonto por no creer en dios, o por no haber entendido esto o aquello. La nación cristiana del título es Estados Unidos, que muchos ven como cimentada en esos principios, y el libro se concentra sobre todo en esa religión.

Sam Harris deja las cosas claras:

Anyone who believes that the Bible offers the best guidance we have on questions of morality has some very strange ideas about either guidance or morality.

Uno podrá estar de acuerdo o no, pero la verdad es que el hombre no se anda por las ramas.

Podría pensarse que el blanco del libro son los creyentes cristianos. Sería un error. El verdadero destinatario de este libro son los liberales y los ateos. Sam Harris les acusa de ser demasiado blandos y no comprender realmente cómo funciona la cabeza de un creyente, de no comprender lo que significa realmente creer en dios. Es un tema que ya aparecía en The End of Faith, pero que aquí cobra más fuerza.

[50 libros] 2006

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