Mobius Dick, de Andrew Crumey
Mobius Dick (publicada en español con el mismo título) es un híbrido fascinante. Por un lado es una novela literaria, por el otro, es una parodia de novela literaria, y cuando se llega al borde de la novela y la parodia, resulta ser una deslumbrante reflexión sobre la creación intelectual. Está escrita con tal garbo que no puedes sino rendirte a las pocas páginas. Si entras en la historia, el viaje no baja de alucinante.
Todo comienza cuando el físico John Ringer recibe un misterioso mensaje en su teléfono cuántico. Dice «llámame: H.» y como todo adulto, John no sabe buscar quién se lo ha enviado (¿una antigua amante?). Trasteando con los menús del teléfono, da con información sobre conferencias en su universidad y una en particular, sobre Moby Dick, le llama la atención. Decidiéndose a confiar en el azar, asiste a la conferencia. El título «Cicloides viciosas» daba a entender algo interesante, pero la conferencia resulta ser un fárrago arbitrario donde la conferenciante va razonando por pura analogía, yuxtaponiendo interpretaciones a medida que le resultan convenientes, extrayendo significados de donde no los hay. Que Andrew Crumey está parodiando el mundo de la crítica literaria y la novela literaria -que funciona así, fingiendo la creación de sentido uniendo elementos arbitrarios- está claro. Lo que el lector tarda todavía una páginas en comprender es que Andrew Crumey está describiendo su propia novela.
A partir de ahí, nos somete a un viaje impresionante en el que va encajando elementos en un complejo puzzle. Schrödinger y el origen de la mecánica cuántica, Melville y su ballena, Schumann y la inspiración del genio, Thomas Mann y la influencia de la política en el autor, Heinrich Behring y la influencia de la política en el autor… ¿Cómo, no saben quién es Heinrich Behring? Pero si es un famoso autor en la República Democrática Británica. La República Democrática Británica -socialista- es el mundo real. ¿No lo sabían? Nosotros vivimos en las páginas de una novela.
Y también E.T.A. Hoffmann, que ofrece el modelo para todo el libro.
Los personajes entran y salen, hacen comentarios que tienen ecos en otros lugares y tiempos. De pronto un capítulo es una obra de ficción dentro de la ficción. Al siguiente, la ficción que estamos leyendo es ficción dentro de otra ficción. Un mismo personaje se duplica o triplica. Unas personas se encuentran con otras en líneas alternativas diferentes. Y de fondo, continuamente, una pregunta insistente: ¿cómo funciona el genio creador?, ¿cómo se escriben las grandes novelas?, ¿como se hacen los grandes descubrimientos?
Y le sale. Durante un momento dudé, confieso, pero le sale. Primero, porque Andrew Crumey posee un descarado sentido del humor y es imposible enfadarse con él incluso cuando te toma el pelo. En este libro, como en todos sus anteriores, hay algo de juego en serio, de expresión hierática -después de todo, finge ser una novela literaria muy sobria- que está conteniendo una enorme sonrisa. Segundo, porque los personajes son atractivos -ese Schrödinger mujeriego, esa Bettina von Arnim alternativa- y en particular, los esfuerzos de John Ringer por dar sentido a éste u otro universo. Y tercero, porque la mecánica cuántica le permite jugar con todos esos elementos, pegándolos como quiere, transformándolos como le apetecen, sirviéndole de punto común que une todas las tramas.
Mobius Dick es una excelente novela, divertida, compleja, juguetona. Se deleita en un juego de espejos intelectual que puede hacer las delicias de cualquier lector dispuesto a entrar en ella.