¿Qué hacen bien las bitácoras?
Es lo que se pregunta uno cuando una funcionaria de la opinión como Maruja Torres siente la necesidad de escribir (sin aparentemente el más mínimo atisbo de ironía):
A veces, yendo por Internet de un blog a otro para hacerme con una dosis de malalecheína, tengo la impresión de que, parafraseando en mal rollo a Gil de Biedma, bien podemos decretar que navegamos entre las ruinas de determinadas inteligencias. Las de algunos Vigilantes de lo Ajeno aquejados de flojera de esfínteres informáticos. Parece mentira que algo aparentemente frío como la Red nos delate con tanta eficacia, con una pasión propia de la pluma y la tinta y los puñales emboscados. Por ese espacio libre e infinito proliferan caravanas de egos en todas las direcciones; si un día entran en colisión, no vamos a necesitar el Apocalipsis. Implosionaremos por una saturación de fuentes o una congestión de párrafos destinados a glosar eso, los escombros de las mentes de los bloggers y muchas de sus miserias.
Como me recuerda mi amigo fernand0, no tiene nada de extraño que estos intelectuales de invernadero se pongan tan nerviosos: tantos años viviendo de la exclusividad para descubrir ahora que cualquier tonto con un ordenador puede hacer lo mismo.
(vía Guerra Eterna)