South of the Border, West of the Sun, de Haruki Murakami
De esta novela ya hablé en El periplo de Haruki Murakami. Permítanme citarme a mí mismo:
El efecto que produce el autor queda más claro en el caso de Al sur de la frontera, al oeste del sol, que he releído recientemente y que es una de mis novelas preferidas de Murakami. Cuenta una historia que aparentemente no tiene nada de problemática. Hajime, de 37 años, es un hombre de éxito: propietario de dos bares de jazz, casado, con dos hijas. El éxito de su vida es un hecho objetivo que el mismo admite. Pero le falta algo, una chispa, un inefable que sólo se puede encontrar al sur de la frontera; es decir, moviéndose de lado, en lugar de seguir adelante, hacia el oeste del sol. Ese algo es el recuerdo de una amiga de infancia que tuvo a los doce años, una chica -Shimamoto- retraída como él, con un defecto en una pierna que la aislaba aún más. Fue su verdadero amor, aunque la relación no se consumó nunca. Y el recuerdo está matizado por otra relación posterior, que acabó tan mal que destrozó la vida de la otra muchacha.
Al principio, Al sur de la frontera, al oeste del sol parece ser una novela sobre la crisis de los 40. El personaje protagonista narra su situación vital en primera persona y va contando sus insatisfacciones. Un día, la amiga de la infancia entra en su bar –de todos los bares posibles en todas las ciudades del mundo- y la relación se reinicia. Pero la sospecha insistente del lector es que esa mujer realmente no existe, que esa relación sólo transcurre en la mente del protagonista o que como mucho podría ser una forma retorcida de venganza. Después de todo, la acción se describe desde el punto de vista de Hajime y elementos que parecen sólidos podrían ser totalmente evanescentes. ¿Está tan insatisfecho con su vida que está imaginando toda una aventura? ¿Cree de verdad poder retomar el pasado?
Pero la magia de la novela se produce justo al final. Durante casi doscientas páginas, Hajime nos ha hecho creer en su compleja vida interior, en sus padecimientos algo patéticos por no tener lo que realmente quiere. Pero de pronto, su esposa –hasta ese momento una mujer que permanece de fondo y que da la impresión de ser algo simplona- se revela como un personaje complejo, lleno de heridas, con un pasado que desenmascara a su marido como un llorica que no ha sufrido nunca, que desarma las pretensiones de Hajime, que revela su crisis de mediana edad como un gesto infantil y patético. Y es ella precisamente la esposa, en un eco de Tanizaki, el personaje que al final se comporta con más madurez.
Enigmática.