Concurso de diseño de juegos

La asociación cultural Jugamos Tod@s, con el apoyo de la editorial Rara Avis, organiza un concurso de creación de juegos (que tendrá su colofón en el festival internacional Eutopía 2008). El plazo de presentación termina el 9 de julio y está dotado con un primer premio de 500 euros y un segundo premio de 250 euros.

Los participantes pueden presentar hasta tres juegos, que no pueden ser electrónicos ni videojuegos. El concurso estará dividido en dos fases. En la primera, se evaluarán las reglas, y en la segunda se valorarán los prototipos seleccionados.

Aquí están las reglas completas.

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Lo que se perdió en la traducción de Casablanca

Traducir películas es muy complicado. La fidelidad de la traducción se pega con la necesidad de ajustar los textos a ciertos límites de tiempo. Por tanto, no es de extrañar que algunas películas acaben con curiosas traducciones. Lo que se perdió en la traducción de Casablanca lo demuestra con esa mítica película.

(gracias a Enreas)

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Parecía increíble pero Roger Ebert me ha convencido para ver Iron Man

Pero claro, Roger Ebert es un maestro en lo suyo:

When I caught up with «Iron Man,» a broken hip had delayed me and the movie had already been playing for three weeks. What I heard during that time was that a lot of people loved it, that they were surprised to love it so much, and that Robert Downey Jr.’s performance was special. Apart from that, all I knew was that the movie was about a big iron man. I didn’t even know that a human occupied it, and halfway thought that the Downey character’s brain had been transplanted into a robot, or a fate equally weird.

Yes, I knew I was looking at sets and special effects–but I’m referring to the reality of the illusion, if that make any sense. With many superhero movies, all you get is the surface of the illusion. With «Iron Man,» you get a glimpse into the depths. You get the feeling, for example, of a functioning corporation. Consider the characters of Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), Stark’s loyal aide, and Obadiah Stane (Jeff Bridges), Stark’s business partner. They don’t feel drummed up for the occasion. They seem to have worked together for awhile.

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[Recibido] El economista naturalista de Robert Frank

Este libro, El economista naturalista (Ediciones Península, ISBN: 978-84-8307-826-6. 298 pp. ) de Robert Frank, me ha llegado de una forma curiosa. No ha sido directamente a través del editor, como suele pasar, sino por medio de BRM, dedicados a poner en contacto a bitacoreros con empresas. La verdad es que lo hicieron bastante bien, porque primero me preguntaron si el libro podría interesarme. Y efectivamente, interesante parece:

De la contraportada:

Las clases más interesantes de economía no suceden en el aula sino en la vida real: en el cine, en nuestra casa, en el coche o en la calle. El brillante economista Robert H. Frank explica y encuentra respuestas –en comprensibles términos económicos- a múltiples preguntas recogidas a lo largo de dos décadas de actividad docentes con sus alumnos. Estas cuestiones, curiosos enigmas y las sorprendentes, ágiles y simpáticas respuestas, revelan cómo los principios de la economía tienen un papel determinante en nuestra vida diaria.

¿Por qué nuestro congelador no tiene una pequeña luz encendida como tiene nuestra nevera cada vez que la abrimos? ¿Por qué más mujeres que hombres se ganan la vida como modelos? ¿Por qué las ballenas y no las gallinas se encuentran en peligro de extinción? ¿Por qué son más caros los huevos marrones que los blancos si los dos saben igual y poseen los mismos valores nutricionales? El economista naturalista muestra con amenidad que conocer los fundamentos de la ciencia económica puede ayudarnos a resolver estos fascinantes interrogantes diarios.

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A Hitler no le gustó el final de la segunda temporada de Torchwood

La verdad es que su furia está bastante justificada. Yo estoy de acuerdo en casi todo, excepto en algunos detalles. Entre ellos, creo que Owen merecía morir. Merecía morir desde hace tanto tiempo, que dos muertes no parecen suficientes.

(vía Respectful Insolence)

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Por qué me enganché a Lost

Con cuatro temporadas ya, con tantos enigmas abiertos, con un universo tan amplio y tan lleno de posibilidades, olvidé por qué me había enganchado a la serie ya desde el episodio piloto. Pero tras leer Finding Lost (una guía de episodios de las dos primeras temporadas) de Nikki Stafford lo he recordado.

Y no, no fueron los misterios de la serie. Es decir, me encanta el misterio y creo que los guionistas han logrado una atmósfera absolutamente extraordinaria, una historia de vidas vividas en la más absoluta incertidumbre, donde tu mundo puede transformarse de inmediato y donde todo puede volverse del revés. Es más, final de temporada tras final de temporada, han logrado la hazaña de modificar la serie dejándola igual, de ampliar el universo, de introducir nuevos elementos, de trastocarlo sin que el sustrato fundamental –la incertidumbre- se modifique.

Por eso temo tanto a la revelación final de los misterios. Los dos principales –qué es la isla y qué es el monstruo de humo- dicen que se contarán en los últimos episodios de la sexta temporada. Mi problema es que dudo que cualquier explicación pueda estar a la altura del aura de misterio que han logrado, mi temor es que cualquier explicación sea totalmente anticlimática. Cuando dudo de veras a veces deseo que la cancelen antes del final. (En particular, temo que ninguna explicación de ciencia ficción esté a la altura).

Perdidos

Sin embargo, me encantaría que las historias de los personajes tuviesen final, que alcanzasen la conclusión que se supone que deban lograr. Porque eso fue lo que me enganchó desde el primer episodio, esa serie de personajes perdidos en una isla, ese conjunto de vidas que no se sabía cómo eran. Al principio tenías una imagen concreta de cada uno, pero episodio tras episodio, esa imagen –como si de la propia serie se tratase- iba modificándose y en ocasiones se trastocaba radicalmente. De pronto aparecía un personaje destinado a morir pronto que se convertía en un eje central. Y aquel otro que parecía imprescindible moría sin remedio.

Y además, la serie permitía a esos personajes ser héroes de su propia existencia, vivir la vida como la vivimos todos, desde nuestro punto de vista, como si nosotros fuésemos los protagonistas. Antes todo, por mucho que cambie y se rehaga, Perdidos es una serie de personajes. Lo que recordé al leer el libro fue que en la primera temporada se descubría muy poco sobre la isla, pero se descubría un buen montón de cosas sobre los perdidos. Eso fue lo que me enganchó.

Es lo que me sigue enganchando.

No me importan ni la isla ni el humo. Vuelvo porque quiero saber qué pasa con ellos.

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