Kenji Murakami
Lo malo de leer entrevistas con gente como Kenji Murakami es descubrir que te interesa ver lo que hacen pero su obra parece imposible de encontrar. Les dejo con este párrafo que me ha resultado muy interesante:
By the way, do you know how I make a living? It’s impossible to live off making independent documentaries, so I mostly work as a director on TV series, mostly on idol shows. Right now I’m doing Keitai Deka at TBS for producer Andrew Tamon Niwa. Together with Takashi Shimizu, Yudai Yamaguchi and a few others I did Kaiki Daikazoku, The Big Horror Family, which is a kind of horror comedy series. The producer for that was Yo Umezaki at TV Tokyo. That’s how I make a living. Oh, there’s another thing I do too: I make these factory videos. There are people who are factory otaku, these people actually exist. Like trainspotters, except they are factory spotters. So I make videos that feature only shots of factories. These DVDs sell really well. Also, my latest work was shot in a sex museum. The museum was going to close its doors, so I went there and filmed every single object in their collection. The final package is a three-hour DVD. That’s how I make money. Most documentary filmmakers can’t make a living off their work, which is why a lot of us become teachers or work in television. The TV work is totally opposite from what I do in my own films, because it’s meant for a mass audience. But if you look at the whole thing, I think it’s really well balanced, with the public stuff on one side and the personal things on the other.
El hermano de las moscas de Jon Bilbao
Héctor es feliz con su mujer, Sara. Ella está embarazada y él ocupa un puesto razonablemente bueno en una refinería. Viven en una urbanización de las afueras razonablemente exclusiva y llevan una vida cómoda y ordenada. Pero el día en que nace su hija Beatriz, el hermano de Héctor, Grego, regresa de Asia extrañamente enfermo. Héctor le deja ocupar un dormitorio de su casa y vuelve al hospital. El hermano cierra el cuarto y se tiende en la cama.
Y procede a transformarse en un enjambre de moscas.
Situación que persiste durante diez días. Tras los cuales, Grego vuelve a aparecer.
Cosa que se repite una vez al años. Al menos.
Y así comienza, El hermano de las moscas (Salto de Página. ISBN: 978-84-935635-6-1. 384 páginas. PVP: 21,50€) de Jon Bilbao, una historia extraña. Extraña, como mínimo, por el conjunto de circunstancias.
El elemento extraño, irracional y fantástico habita un mundo ordenado de clase media, de burguesía. Grego, el hombre que una vez al menos una vez al año se transforma en moscas, se ve obligado a ingresar en un entorno social –él, que siempre ha sido un despreocupado, un hombre que ha procurado trabajar lo menos posible y que hasta hace poco regentaba un negocio de alquiler de embarcaciones que le permitía ligar con las turistas- con el orden suficiente para mantenerle con vida. Pero a pesar de intentarlo, a pesar de convertirse en empresario más o menos responsable, a pesar de buscarse novia, hay cosas que le están vedadas. Sobre todo, cuando los ataques empiezan a acelerarse, dándose cada vez a intervalos más cortos.
Por otra parte, su Héctor, Sara y Beatriz siguen viviendo en su mundo de siempre. Es decir, hacen lo posible por ayudar a Grego, en los que invierten mucho esfuerzo y, sobre todo Sara, intentan averiguar qué pasa. Pero a la vez, sus vidas siguen igual, trabajando y cumpliendo uno a uno todos los sueños de su clase social. Que un hombre periódicamente se convierta en un montón de moscas no modifica sustancialmente sus vidas. En el fondo viven igual que si él no hubiese vuelto.
El estilo de la novela es deliberadamente seco, contada de la forma más simple y directa posible y con una trama que se desarrolla con estricta lógica (incluyendo una conclusión final que apunta más allá). Digo deliberadamente, porque hay un capítulo, ambientado en el futuro y que cuenta las vivencias posteriores de algunos personajes, que tiene un tono muy diferente, más luminoso y liberado. La lectura es muy ágil y el resultado final da que pensar. Quizá sea una obra sobre lo fácil que es ocultar lo extraño y diferente –como esa niñera que escribe rarísimas obras teatrales- bajo el manto de la más absoluta normalidad.
O quizá no.
Conferencias de la Fundación March
Leído en El blog del futuro del libro. Parece un recurso más que interesante:
La madrileña Fundación Juan March comenzó en 1975 una serie de ciclos, exposiciones y conferencias que acaban de ponerse en la Red como archivos MP3, acompañados de materiales complementarios. El conjunto es espléndido: dos mil conferencias, de 800 autores.
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Hoy he comprendido a JJ, que cuando le toca a él pone algún acertijo matemático y no dice nada más. Este año no se me ocurre absolutamente nada que decir. Creo que lo mejor será dejarles con entradas anteriores: Las nieves del tiempo, 39 y 40.
Le preguntaré a mi hija qué quiere hacer para celebrarlo. Probablemente ver Pocoyó.
[Recibido] Desafíos matemáticos de Angela Dunn
La colección sobre juegos y divertimentos sigue su buen ritmo. En esta ocasión el título es de los de romperse de veras la cabeza, Desafíos matemáticos (RBA Libros. ISBN: 978-84-9867-187-2. 168 pp. 5,5€) de Angela Dunn, una serie de problemas matemáticos y de lógica cada cual más complicado que el anterior (sólo el primero me llevó un buen rato). El precio, por cierto, sigue siendo excepcional.
Desde simples problemas que no requieren de ningún conocimiento especial, hasta aquellos que representan un desafío aún para un matemático, pasando por otros que requieren algún conocimiento sobre teoría de números, los desafíos matemáticos de este libro fueron enviados a la columna de juegos matemáticos conducida por Angela Dunn en la revista Aviation Weekly por docenas de aficionados de Estados Unidos y de todo el mundo, muchos de ellos matemáticos o especialistas en ciencias aplicadas.
Al hacer esta selección de más de cien acertijos, se eligieron aquellos que combinan lo inusual con lo inesperado y lo no obvio.
Este libro es para todos aquellos que encuentran placer en el proceso de razonar, que disfrutan ejercitando sus facultades inventivas, que se deleitan en la persecución de una prueba elusiva… ¡Un libro para divertirse!
Belkin CushTop
Cuando supe por primera vez del Belkin CushTop (un soporte de portátiles para colocar sobre las rodillas) me hice una idea algo equivocada; el problema de sólo poder ver fotos y leer una breve descripción. Ahora que, gracias a la intermediación de Bloguzz, he recibido uno, he podido hacerme una idea bastante más adecuada.
Por alguna razón, pensaba que sería algo más parecido a una almohada. Sin embargo, es bastante rígido, más parecido a una mesa de forma especial que a un cojín. Es mucho mejor así, claro. Es lo suficientemente rígido como para sostener sin problemas el portátil, pero no tan duro como para molestarte al tenerlo sobre las rodillas. Así, el portátil se mantiene sin ningún problema, no se desliza y tampoco se hunde más por un lado que por otro (como pasa cuando usas una almohada). Aparte de servir de soporte para trabajar con comodidad, te permite además no tener que sufrir el molesto calor de los portátiles.
Tiene dos lados, uno más ancho que otro. Se supone que el pequeño es para portátiles de hasta 15» y el ancho para portátiles de hasta 17». Mi MacBook cabe perfectamente y no da la impresión de que falte o sobre espacio. La parte central es hueca, y se supone que se usa para meter accesorios –ratón, fuente de alimentación y demás- cuando no se están utilizando, aunque las dimensiones son reducidas y no cabe cualquier ratón (aunque sí la fuente de alimentación del MacBook). Aunque, la verdad, yo por el momento no me he molestado en usar la ranura para nada; los cables colgando no me molestan.
Lo que sí me ha molestado siempre era no lograr mantener el portátil en buena posición para escribir, situación habitual estás sentado delante de la tele o en la cama. En ese aspecto, el Belkin CushTop cumple a la perfección. Es un artilugio cómodo que coloca el portátil en muy buena posición, elevándolo lo justo para que resulte cómodo escribir. Es ideal para una persona como yo, que sobre todo trata con textos. Si quieres usar el ratón, pues no queda mucho espacio.
Supongo que es uno de esos artículos que entran dentro del grupo de «agradables de tener pero no necesariamente imprescindibles». Pero también es verdad que con los años lo agradable de tener puede acabar volviéndose imprescindible cuando empiezas a valorar la comodidad por encima de otras características. Sólo el tiempo y el uso dirán si este soporte especial se vuelve esencial. Y uso no le va a faltar.