Hablaba en el número anterior de la idea y aquí tengo un par. En el futuro, los programas de optimización de código están tan avanzados que son completamente autónomos que saltan de ordenador en ordenador, sin que importe el sistema operativo, optimizando todo el software. Como son independientes del sistema operativo, inevitablemente saltan al cerebro humano y se dedican a optimizar al software que se ejecuta en nuestro cerebro (suponiendo que los seres humanos seamos algorítmicos, claro) para hacernos más listos, rápidos de reflejos y menos dependientes del sueño (saltan al cerebro codificados en el parpadeo de los monitores de ordenador, ¿qué pensaban?). También en el futuro, la Unión Europea ha decidido que los no blancos que habitan en Europa son los que imposibilitan la unión y los expulsa a todos del continente. Así Europa se convierte en un continente exclusivamente de blancos (por desgracia, esta última idea parece cada día más cercana si se miran los telediarios).
Esas dos idea forman con otras mucha la base de Mother of Storms, una de las grandes novelas de 1994 y con la que John Barnes fue merecido candidato al Hugo el año pasado. Cuando comienza parece ser uno de esos thriller de desastres a los que estamos acostumbrados. Una operación militar en el primer tercio del siglo XXI contra Siberia libera a la atmósfera grandes cantidades de metano, lo cual hace aumentar de tamaño a los huracanes que a su vez producen más huracanes. El mundo se enfrenta a grandes desastres ecológicos y a la muerte de mil millones de personas. La narración se cuenta desde el punto de vista de múltiples personajes. Pero no se trata de ese tipo de novelas, la resolución final incluye una imagen de transcendencia y una nueva visión de la sociedad humana (por cierto, parte de la solución necesita de un viaje al cinturón de Kupier). John Barnes ha escrito otras novelas también de interés, aunque son más primerizas, como Sin of Origin o A Million Open Doors.
Kaleidoscope Century [Siglo caleidoscópico], con la que tendría que haber sido candidato al Hugo este año, es otra visión del siglo XXI. Seguimos a su protagonista, un Joshua Ali Quare, que se despierta en Marte en el año 2109 a la edad de 140 años. Joshua se convirtió a finales del siglo XX en un agente secreto, al servicio de lo que quedaba del KGB. Como parte de su preparación se le inyecto una droga que cada quince años rejuvenece su cuerpo en diez, pero como parte de ese proceso Joshua pierde los recuerdos de sus existencia anterior (exceptuando algunos claves como su nombre y código). La novela realmente se centra en la recuperación de Joshua en su habitación de Marte que con ayuda de los registros que en existencias anteriores ha guardado en su ordenador intenta reconstruir su vida.
Antes de hablar del siglo XXI hablemos brevemente del XX. Posiblemente este siglo que se acaba ha sido uno de los más terribles de la historia de la humanidad (posiblemente también uno de los más felices, depende de como uno seleccione los acontecimientos). Hemos tenido dos grandes guerras mundiales, varias guerras regionales, líderes políticos que asesinaron a millones de sus conciudadanos y países enteros cubiertos de tal cantidad de minas antipersonales que seguirá muriendo gente por esa causa durante siglos. ¿Podría ser el siglo XXI peor aun? Ésa es la pregunta de Kaleidoscope Century. Pronto comprendemos que Joshua es un terrorista, un asesino sin escrúpulos que sigue los designios de la misteriosa Organization. A medida que reconstruye sus recuerdos comprendemos que él personalmente es responsable de la muerte de miles de personas, de asesinatos y violaciones en un siglo XXI con plagas de mutSida, una guerra terrible en Europa donde armas cada vez más avanzadas permiten el exterminio de más personas, y la guerra final entre memes, programas informáticos capaces de infectar la mente humana y someterla, en la que simplemente, junto con Sadi otro compañero que aparece varias veces en el libro, está del bando de uno de eso memes. Finalmente a Joshua no le queda más remedio que huir a las colonias espaciales cuando toda la Tierra cae en manos de Resuna, el memes más poderoso. Pero el problema principal es que los recuerdos de Joshua no concuerdan, son contradictorios entre sí.
A pesar de ser capaz de cuidar de una hija y poder vivir vidas sin hacer daño a nadie, Joshua es claramente un monstruo, un ser que mata cuando tiene que hacerlo y tortura y viola por placer. La clave de la novela es simple. Joshua a vivido varias veces su vida. Al final, y realmente no estoy revelando nada, Joshua descubre que en 1988 se construyó accidentalmente un agujero de gusano entre ese año y 2109 por la que puede viajar y recorrer de nuevo el siglo. En la frase final, cuando viaja al pasado a comenzar de nuevo, queda clara su naturaleza. Una frase que en escrita por autores más optimista como Asimov o Heinlein sería una canto a la resistencia humana y su capacidad para sobreponerse a todo, pero que dicha por Joshua no es sino una demostración más de su maldad sin límites y crueldad absoluta, la prueba de que no ha aprendido nada: «El jodido próximo siglo me pertenece».
Kaleidoscope Century es el retrato brutal de un siglo que, por desgracia, podría ser.