La biblioteca de Babel

A Borges, el universo se le antojaba en forma de biblioteca (a mí se me antoja más como un toroide, pero eso es deformación). Su cuento «La biblioteca de Babel» es una de sus creaciones más conocidas y comentadas. ¿Podría ser de otra forma? Muchos de nosotros vagaríamos gustoso por esa arquitectura digna de Piranesis, buscando entre volumen, volumen y volúmenes aquel que cifrase nuestra vida. Mejor, si puede ser, la ilusoria, en la que nos pasó todas las cosas buenas. De todas formas, mis cuentos preferidos de Borges serían «La loteria en Babilonia» y la que considero su obra maestra absoluta «Los teólogos» con esa confusión final tan propia de la divinidad. Siempre que tengo una discusión recuerdo el cuento y tengo por tanto presente que ante Dios, que es el azar, todos somos iguales.

Pero divago, como solemos hacer las personas de cierta edad (soy terrible en una comida, recuerdo una ocasión…). El propósito de esta historia no es hacer ver la mucha bibliografía que sobre Borges he leído, mérito que tiene como única utilidad la de permitirte releer al maestro con frescura después de frecuentar la sequedad de los comentarios críticos. No, mi propósito es recomendar una maravillosa bitácora, que se llama precisamente La biblioteca de Babel y que a su modo es tan extraordinaria como el cuento. En suma, una de las bitácoras más deliciosas que pueden leerse en español.

Por favor, no se la pierdan.

[Nota: ¿Debería haber llamado a mi bitácora «La lotería en Babilonia» o «Los teólogos». No sé, éste último suena vagamente extraño, aunque supongo que podría haber dejado salir en torrente mi vena mística. Por otra parte, podría haber recurrido a otros libros por inspiración y haberlo titulado «Pedro Jorge Romero, proveedor de iniquidades» o quizá «Pedro Jorge Romero, el saxofonista enmascarado».]

[Estoy escuchando: «You Go to My Head» de Clifford Brown en el disco Clifford Brown Memorial Album [Blue Note]]

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