Flacideces intelectuales

Cuentan que uno de los espectáculos más tristes de este mundo es contemplar un pene flácido después del coito. Disiento, uno de los espectáculos más tristes de este mundo lo ofrecen los intelectuales, especialmente al contemplar como a algunas de las mejores mentes de su generación se les va quedando flácido el cerebro.

Empecemos por una declaración radical: la democracia es terrible para algunas personas. Tal es así, que se aspira a sustituirla por una dictadura cuatrianual: es decir, cada cuatro años se nos permitiría elegir a un dictador que tendría libertad para hacer lo que quisiese durante los siguientes cuatro años. ¿Por qué es terrible la democracia? Porque cuando das libertad a la gente, ésta tiene la mala costumbre de empezar a ejercerla, a decidir por sí misma y, lo peor de todo, no pedir permiso a las elites. En ese aspecto, nada fastidia más a un intelectual que el hecho de que la gente se atreva a ver la tele sin consultarle primero, leer cualquier libro sin buscar primero su opinión o, pecado de los pecados, se atreva a publicar escritos que no hayan pasado por la preceptiva censura orgánica y no tengan el indiscutible sello de «intelectualidad».

Ése temor a la masa anónima que no respeta las tradiciones ni las jerarquías establecidas me temo que está detrás de algunas declaraciones que leo últimamente. El espacio de libertad, relativa y me temo que temporal -están en proceso de recortarlo, ya lo comentaré algún día-, que ha significado Internet asusta, y aparentemente asusta mucho. ¿Cómo explicarme si no las declaraciones de un hombre al que admiro tanto como Román Gubern? Hoy las enlazan tanto fernand0 como Caspa.tv y vienen a resumirse bien en el título de la noticia: «Los tontos nunca habían tenido tanta audiencia», refiriéndose no a los textos que publican todos los días los periódicos, sino a lo que la gente corriente cuelga en Internet.

(Obsérvese, por otra parte, que estoy comentando lo que los periodistas dicen que Román Gubern ha dicho, lo cual siempre es peligroso.)

No me molesta que me llame tonto -hecho que estoy dispuesto a admitir sin ningún problema- pero sí me fastidia la chulería intelectual de considerar que los tontos no tenemos derecho a expresarnos y contar lo que nos parezca. Y también me fastidia esa jerarquía implícita -o muy explícita- cuando comenta que según él «vale lo mismo un texto de un tonto que un texto de un curso de Harvard». Como ya bien dice fernand0, ¿qué nos garantiza que el autor del curso de Harvard no sea un tonto? ¿El tener un título universitario? Yo también tengo un título, ¿eso me hace listo?

Sí, hay muchos textos que no valen nada, tanto en Internet como fuera de ella. Pero la libertad tiene esas cosas. Cada uno tiene derecho a contar cómo fue un día a probarse gafas de sol o a hablar de universos paralelos. Y si quiere discutir interminablemente sobre Hotel Glam, ése también es su derecho. Internet permite rebajar la barrera de entrada a la publicación, y con muy poco dinero, o cero, cualquiera puede ofrecer su punto de vista. ¿Qué no te gusta lo que dice o cómo lo dice? La solución es muy simple: no lo leas. Y si te parece que se equivoca, pues ya sabes, puedes también publicar tu propia opinión ofreciendo tus argumentos en contra.

Lo que olvida éste insigne catedrático de periodismo es que hay muchas personas muy listas por este mundo, y algunas de esas personas publican todos los días en internet. Y esas personas saben mucho, y comparten libremente sus conocimientos. Dan Gillmor (al que también hace referencia fernand0) lo resumen en la frase «Mis lectores saben más que yo» (el enlace corresponde a una presentación en Powerpoint), frase que deberíamos grabarno a fuego en el interior del cráneo. Internet me ofrece la oportunidad de conocer a muchas -un número enorme en realidad- de esas personas que saben más que yo. Qué quieren que les diga, a mí me compensa.

Actualización: parece que sí hay periodistas que entienden de qué va el asunto. En «If you really want to know, ask a blogger» se defiende la siguiente postura:

In fact, when it comes to many topics in which I have a professional interest, I would sooner pay attention to particular blogs than to anything published in Big Media – including the venerable New York Times. This is not necessarily because journalists are idiots; it’s just that serious subjects are complicated and hacks have neither the training nor the time to reach a sophisticated understanding of them – which is why much journalistic coverage is inevitably superficial and often misleading, and why so many blogs are thoughtful and accurate by comparison.

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. mina

    Peeeedro, bórrame el comentario anterior que el café matutino parece no haber hecho efecto todavía:

    Menos mal que encuentro un post reciente sobre el tema. Amazon.co.uk me envía, en base a una compra anterior (toma algoritmo), el anuncio de la publicación de este libro (a la venta desde ayer):
    Keen, Andrew. The Cult of the Amateur: How Today’s Internet Is Killing Our Culture and Assaulting Our Economy

    El autor mantiene un blog. Aunque como documentalista estoy interesada en la validez de las fuentes de información, y aunque el autor recoja en el libro algunas obviedades sobre blogs y wikis, si el título no es una ironía me suena que el libro va a ser pure crap (hay algunas «reacciones previas», como por ejemplo la de Binary Law. Aun así, alguien tiene más referencias?

  2. pjorge

    Tienes un comentario reciente de Lessig. Parece que es lo que buscas.

  3. mina

    Muchas gracias por la molestia y la rapidez. Creo que Keen va a entrar en mi wishlist (dependía fundamentalmente de si el libro era una ironía o no), y Lessig seguro que sí, amén que va a ser sindicado desde ya.

    Buena jornada,

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