Insomnio

Al Pacino hace de policía venido al lejano norte, con un compañero, a investigar el asesinato de una jovencita. La misión tiene también la intención de alejarle de Los Angeles debido a una extraña investigación de asuntos internos. Queda claro que es un policía concienzudo, brillante, capaz de meterse en un instante en la mente del asesino. Pero la cosa se complica cuando, persiguiendo al sospechoso entre la niebla, mata por accidente ?quizá- a su compañero, quien, casualidades de la vida, estaba a punto de pactar con asuntos internos.

¿Qué hacer?

Pues ocultar el accidente, culpar al asesino e sentirse aliviado por haberse librado ?quizá- de asuntos internos.

Ésa es la teoría.

El resto es un thriller más que respetable, interesante, con un duelo de interpretaciones en medio que carga brillantemente la tensión.

Robin Williams hace de asesino. Tranquilo, pausado, inteligente. Persigue al policía, porque es la única persona qué sabe realmente qué sucedió entre la niebla. Cree que eso le salvará, porque podrá usarlo para librarse de la persecución y de paso cargarle la muerta a otra.

Insomnio es una película en la que se enfrentan dos personalidades. Un Robin Williams cada vez más seguro de sí mismo, y un Al Pacino cada vez más hecho polvo al no poder dormir, porque su culpa interna se transforma en una cegadora luz blanca. No ayuda nada que además, en esas zonas remotas, durante cierta época del año luzca el sol durante todo el día.

Me gustó mucho, sí, pero me dejó también el deseo de ver el original, la película noruega de la que ésta es un remake. No es que Insomnio sea mala, pero en algunos momentos se notan huecos, a través de los cuales se entreve una versión más dura de la historia, con un policía protagonista todavía más ambiguo moralmente y con un final más duro.

Como detalle genial, el hecho de que le asesino irrumpe en medio de la película y comience a intervenir activamente en la acción. Como elemento atractivo, las escenas de Al Pacino junto con Robin Williams. Detalles negativos, un par de clichés de películas de policías que se les cuelan, y el inevitable tiroteo final, que por suerte es más bien breve.

Ese tiroteo era especialmente innecesario. Ya se cuidaban los actores de crear tensión, y ya era de por sí bastante inquietante ver a Al Pacino intentar conducir después de seis días sin dormir.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Paco

    Oye, ya podías haber contado tambien el final de la peñícula. Porque es lo único que te falta macho.

Deja una respuesta