Las estrellas, mi destino, de Alfred Bester

Todo un clásico de la ciencia ficción: Las estrellas, mi destino, de Alfred Bester. Siglo XXV. Gully Foyle, abandonado en el espacio, solo desea vengarse de la nave que pasó de largo.

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TRANSCRIPCIÓN

Hola. ¿Y si pudieses transportarte instantáneamente a cualquier lugar simplemente pensándolo? Si todos pudiésemos hacerlo, ¿cómo sería ese mundo? Otra cosa. ¿Cómo te comportarías si te hubiesen abandonado a tu muerte? ¿Buscarías venganza? Pues te presento Las estrellas, mi destino, de Alfred Bester, un clásico de la ciencia ficción en un mundo donde la voluntad humana ha roto muchas barreras y ha levantado algunas.

La publica la editorial Gigamesh con traducción de Sebastián Martínez.

Vamos allá

Gulliver, Gully para los amigos, Foyle está aislado en el espacio. Es el único superviviente de la nave la Nómada, ahora un pecio destrozado. Vive confinado en un pequeño armario del que solo sale para recargar el aire y buscar comida. Es un hombre bueno para nada, una mediocridad humana.

Lleva así 170 días. Agonizando sin morir. Es un animal atrapado viviendo en su ataúd.

Pero llega una nave. La Vorga-T 1339.

Estamos en el siglo XXV y una nueva habilidad ha transformado el mundo. Se trata del jaunteo. Teletransportarse por pura fuerza de voluntad. Piensas en el destino, lo deseas de veras, lo ves en tu mente y allí vas. Por supuesto hay limitaciones. No puedes saltar a un lugar que no puedas visualizar. No más de 1.500 kilómetros. Y nada de jauntear por el espacio.

El mundo ha cambiado. Ya ningún lugar es seguro si alguien lo ha visto alguna vez. Hay que construir complicados laberintos para garantizar que nadie aparezca en medio de tu casa. Así mismo, cualquier desastre atrae saqueadores desde todos los lugares del mundo. Pero con la misma facilidad, puedes trabajar en un punto del planeta y vivir en el punto opuesto. Las distancias ya no significan casi nada. Solo los ricos usan, en la Tierra, complicados medios de transportes, cuanto más antiguos mejor, simplemente porque pueden.

La Vorga parece que va a rescatar a Gully Foyle, pero en el último momento pasa de largo.

Eso mata a Foyle. El hombre que era arde en el fuego de una furia incontrolable y absoluta. Lo que nace a continuación es otra persona, un monstruo obsesivo y fragmentado controlado por el deseo total de venganza. Antes, Gully Folley era apenas un ser humano, lo mínimo para ocupar un puesto en una nave espacial. Ahora es como un bebé, puro instinto, que solo desea sobrevivir para poder castigar a la nave que lo abandonó.

Vorga. Vorga. VOOOORGA.

Poseído, logra mover la Nómada, llega a un asteroide ocupado por una tribu supuestamente “científica”, regresa a la Tierra, fracasa en su primer intento de venganza, acaba en una cárcel subterránea de la que no se puede escapar, recibe cierta educación, se reinventa como un empresario de circo y…

Las estrellas, mi destino es una extraordinaria novela que se mueve a una velocidad de vértigo, cambiando continuamente de escenario. Es como si las palabras en sí hubiesen bebido demasiado café. No es de extrañar. Alfred Bester se curtió escribiendo cómics de Batman y Superman, y también series de ciencia ficción para la televisión. Sabía llevar una historia.

Pero también es una novela muy breve que mantiene en el aire una cantidad asombrosa de temas, manejándolos con endiablada habilidad y enorme inteligencia. Las ideas se suceden a tal velocidad que si parpadeas es posible que te pierdas algunas. Parte de su gran maestría es que hiperactividad es consustancial a lo que la novela está contando.

Leí Las estrellas, mi destino hace más de 35 años. La recordaba como una gran novela de ciencia ficción. Pero esta relectura me la ha revelado como un clásico absoluto del género. Lo más asombroso es fue publicada originalmente en 1957, pero cambiando pequeños detalles, bien podría publicarse como si hubiese sido escrita hoy. Es más, con sus bebés telépatas, abogados modificados, hombres radioactivos, gente sin sistema nervioso, un capitalismo avanzado neofeudal donde las empresas son casas nobles… bien, Las estrellas, mi destino se adelantó varias décadas al ciberpunk.

El que sostiene la novela es Gully Foyle, el protagonista, que no héroe. Se le describe más de una vez como ogro, criminal, mentiroso, violador, cromañón, cavernícola… un hombre consumido por una sed de venganza tan enorme que está dispuesto a cometer cualquier crimen para lograr sus objetivos. Alfred Bester te deja bien claro quién es Gully Foyle…

En concreto, tiene en la cara la marca del tigre, la señal externa de sus demonios interiores, como se ve en la espectacular portada de Corominas. Cuando pierde el control, las manchas del tigre se iluminan y queda en evidencia lo que es en realidad.

Pero ya dije que Gully Foyle es un bebé. Empieza a crecer y a desarrollarse, empieza a aprender y a reflexionar. Pronto, sus deseos de venganza chocan con su intelecto, nace una tensión que es difícil de resolver y que impulsa la trama en la segunda parte. Mientras hace todo lo posible por vengarse, empieza a fijarse atentamente en el mundo que le rodea.

Es un futuro de guerra y explotación, donde los satélites exteriores se pelean con los planetas interiores. Es una sociedad dominada por psicópatas todavía peores que él. Es un mundo donde las religiones están prohibidas, pero no Dios.

Poco a poco las circunstancias personales de Foyle se van mezclándose con las preocupaciones del mundo. ¿Qué carga llevaba la Nómada? ¿Qué es esa misteriosa sustancia que se menciona ocasionalmente? ¿Por qué le abandonaron? ¿El ser humano puede ser libre? ¿Cuál es el futuro de la especie? ¿Quién debe dirigir el destino de la humanidad? ¿Quién dará el primer paso?

Pero como ya dije antes, Las estrellas, mi destino es mucho más que una frenética novela sobre un antihéroe que empieza demonio. Maneja una cantidad innumerable de temas. La libertad, el compromiso, la toma del control del futuro, quién manda o quién debería mandar son algunos de los más evidentes.

Cierta sensibilidad ecológica. Entornos humanos increíblemente frágiles, ecologías apenas mantenidas, una sensación de limitación que contrasta con los enormes paisajes del espacio.

También una enorme preocupación por la percepción, sobre todo la vista. En algún momento el protagonista se encuentra totalmente a oscura, hay personas que han perdido sus sistemas nerviosos e incluso un personaje que ve de una forma muy peculiar.

Incluso la sociedad que describe indica que Alfred Bester vio en los años cincuenta cosas que no debían ser tan evidentes. Vio evoluciones futuras y preocupantes que le permitieron adelantarse al ciberpunk.

Las estrellas, mi destino es una novela exuberante que en ningún momento pierde el ritmo. De hecho, cuando parece que no puede ir a más, se acelera durante las últimas 30 páginas, refinando los temas que ha tratado, sacando otros nuevo, explorando con todavía más valor la historia que está contando.

¿Esta novela sobre el espíritu humano y su capacidad para superarse es la mejor novela de la historia de la ciencia ficción? Pues es posible. Tampoco las he leído todas. Pero lo que es sin duda es una de las grandes obras maestras del género.

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Gracias y hasta la próxima