Contiene toneladas de espoileres de ésos.
Una rana toca el piano y canta una canción. Poco después descubriremos que canta la rana de Greg, uno de los protagonistas de la serie, pero por ahora tenemos que conformarnos con saber que las ranas canoras son parte de esta serie. O mejor dicho, que esta es una serie dispuesta a mostrar una rana cantante.
La canción que canta, que habla de los sueños perdidos, de nuestras cargas en la vida, de los recuerdos que ahora atesoramos como preciosos, se oye sobre los títulos de crédito, que además van mostrando escenas relacionadas con los sucesivos episodios, aunque no son escenas de los episodios. Son momentos anteriores, se entiende (aparece al menos un personaje que en la serie parece haber muerto), recordatorios de que es vamos a entrar en un mundo con historia. El entorno es vagamente pastoral, apacible, un momento de felicidad y deleite, brutalmente trastornado (como veremos pronto) por una inquietante presencia. Si hubiese que asignar una época, por las imágenes diríamos que estamos en el siglo XIX.
En otoño, nos indica la canción. El verano ya ha pasado y el invierno está a la vuelta de la esquina. La temperatura va bajando, y a lo largo de la serie encontraremos varias referencias al inexorable cambio de la temperatura.
De pronto una voz nos habla de ese lugar. The Unknown (lo Desconocido), nos dice, una tierra misteriosa donde viven las historias y que muy pocos han visto. Justo cuando la narración concluye, un pájaro echa a volar y aparecen dos niños.
Uno es alto, coronado por un extraño sombrero cónico. El otro es bajito, ataviado con una tetera por sombrero. Este último va recitando una larga lista de nombres. Podría pensarse que está considerando qué nombre dar a algo, pero resulta que no, se trata realmente de una lista de los peores nombres para la rana que lleva bajo el brazo.
Van vestidos de acuerdo con el entorno general. Algún momento del XIX, quizá. Vamos, el del sombrero cónico hasta lleva lo que parece una capa. Camisas y pantalones parecen pertenecer a la época.
De pronto, el mayor, Wirt, detiene la marcha de los dos. Se gira contemplando lo que parecen peligros constante y se pregunta en voz alta “¿Dónde estamos?”. Pregunta existencial donde las haya, más retórica que otra cosa, lo que queda claro a continuación, porque ante la precisa respuesta de Greg (“En el bosque”), Wirt no puede evitar añadir: “¿Qué hacemos aquí?”. A lo que Greg vuelve a responder certeramente: van de camino a casa. Deberían haber dejado un rastro, comenta Wirt, sugerencia que Greg aprovecha para sacar un puñado de caramelos del pantalón y arrojarlos al suelo como rastro a seguir.
(Efectivamente, esta es una serie donde los niños llevan los pantalones llenos de caramelos).
Pero Wirt no acepta con facilidad las propuestas prácticas. Se lanza de inmediato a un soliloquio comentando su corazón herido que quedó atrás, su amor perdido. Lo hace empleando el lenguaje más exagerado que se le ocurre. Va para poeta el muchacho.
Quedan así marcadas las personalidades de los dos protagonistas. Greg posee una fe inquebrantable en que cualquier empresa, de alguna forma, saldrá bien. Es todo emoción y fantasía, todo entusiasmo y vigor. Lo suyo es actuar sobre el mundo, sin complicarse, sin comerse la cabeza. Después de todo, Greg es todavía un niño.
Wirt, sin embargo, es más mayor. Claramente está abandonando la niñez a pasos agigantados y no posee ya el entusiasmo vital de Greg. Wirt empieza a apreciar que el mundo está lleno de terrores, que todo podría salir mal. Si Greg apenas piensa –al menos en este primer episodio–, Wirt es todo pensamiento sin acción. No puede evitar dudar y analizar las incontables formas en que todo podría salir mal.
De pronto, hachazos. Ocasión que Wirt aprovecha de inmediato para construir la posibilidad de un asesino con un hacha. Greg, como corresponde a su naturaleza, se lanza hacia el sonido, totalmente confiado. Wirt le sigue y enigmáticamente comenta que Greg les volverá a meter en problemas. Como acabamos de encontrar a los personajes, no sabemos a qué se puede referir. De hecho, no sabemos qué hacen allí ni de dónde han venido. Está claro que ellos no conocen el lugar en el que se encuentran.
Frente a ellos se encuentra el leñador, que recorre el bosque cortando ramas. Que lo haga en plena noche, iluminándose con una lámpara de aceite, podría considerarse extraño. En cualquier caso, Greg propone que le pregunten el camino a casa. Es, después de todo, la única persona que han encontrado. Pero Wirt, como es habitual, no se fía. Mientras discuten, el leñador se va y es ahora, cuando ya no se puede, que Wirt se plantea si no deberían haberle pedido ayuda. Este chico…
Les habla justo en ese momento el pájaro Beatrice, un azulejo, que se ofrece a ayudarles dado que está claro que están perdidos. Wirt reacciona como es habitual, poniendo en duda que los pájaros puedan hablar, a pesar de tener delante un pájaro que habla. Incluso hace un comentario insultante sobre el tamaño del cerebro. Se fía más de su capacidad reflexiva que de la realidad que tiene frente a los ojos.
Greg responde al revés. Para él el mundo es tal y como viene. Cuando Wirt se pregunta qué está pasando, en el sentido más metafísico posible, Greg no puede evitar responder detallando lo que está sucediendo en ese momento. De hecho, Greg no tiene tiempo para las veleidades teoréticas de Wirt (si el pájaro habla, pues habla) y pronto se mueve para colocar un caramelo (azul) sobre una tortuga negra que pasa por allí y, también, para pegar uno (rojo) sobre la capa de Wirt. ¿Será una referencia a Matrix?
En cualquier caso, la charla con el pájaro queda interrumpida por el súbito regreso del leñador, quién les pregunta qué hacen por el bosque, de noche. El leñador menciona por primera a la misteriosa Bestia, que ronda por esos bosques. Ante el comentario de Wirt –quien por supuesto está conjurando todo tipo de resultados negativos–, de que no son más que dos niños perdidos, el leñador les da la bienvenida al Unknown y les dice que están más perdidos de lo que creen. Justo en ese punto hay un plano de uno de los árboles que corta el leñador, un tronco retorcido que parece tener la cara de una persona.
Que en esta serie los personajes tienden a decir cosas que tiene dos, tres o cuatro posibles sentidos también va quedando claro.
Llegan así al molino, donde vive el leñador, a pesar de no ser su casa. En realidad, la encontró abandonada. Mientras enciende la chimenea, vemos encima la figura de un pajarillo. Si el leñador vive en esa casa es porque le da buen uso al molino. La herramienta empleada para encender el fuego de nuevo referencia un momento del pasado. Mientras tanto, Greg sigue dejando un sendero de caramelos.
(Detrás de Wirt hay más figuras de pájaros).
El leñador les explica que su trabajo consiste en extraer aceite de la madera especial que corta. Y con ese aceite mantiene siempre encendida la lámpara que lleva consigo. No lo hace con ganas. De hecho, indica que es una cruz que lleva a cuestas (una de muchas, que distintos personajes irán mostrando).
Por supuesto, a Wirt le parece todo muy sospechoso y pronto se pone a trazar planes, que conjura y abandona con igual celeridad. Todo son dudas con él. Por desgracia, Greg se toma las cosas literalmente. Eso sí, el pobre Greg es también incapaz de no responder con la verdad ante una pregunta. El literal el niño.
Uno de los temas de la serie es el engaño, sobre todo el engaño propio. Casi todos los personajes se engañan a sí mismos, habitualmente debido a la suposiciones que hacen. Por ejemplo, Wirt está convencido de la maldad del leñador y no puede evitar verse retenido, a pesar de que el leñador les dice que pueden irse cuando quieran. Es más, el leñador les advierte que La Bestia ronda el bosque en busca de almas perdidas como las suyas (Greg, siempre optimista, pregunta si para ayudarles). Pero Wirt tiene primero que plantearse si La Bestia existirá de verdad. Por desgracia, tanta duda no le lleva a mantener en mente todas las posibilidades: por ahora, si duda es siempre para pensar lo peor.
Una vez que se quedan solos (el leñador va usar el molino antes de guiarles fuera del bosque), Wirt se hunde en sus dudas, lanzando preguntas como si fuese una ametralladora mientras se tiende en lo que parece, vamos, el diván de un psiquiatra. Mientras tanto, Greg se prepara para poner en marcha el plan de noquear el leñador (a pesar de que Wirt le dijo que lo olvidase, pero Wirt cambia tan rápidamente de parecer que es fácil comprender que Greg no se diese cuenta). Para eso va sopesando distintos objetos, que valora y vuelve a tirar, lo que nos permite ver que por la casa hay todavía más figuritas de pájaros.
Wirt aprovecha la coyuntura para lanzarse a otro soliloquio. “Soy como un bote…” y demás. Está claro que para él, pensar es lo mismo que actuar, mientras que Greg sólo entiende lo que puede tocar con las manos. Wirt concluye su lamento con otra pregunta existencial, referida a quién es o quién quiere ser. Como Greg es incapaz de aceptar ese tipo de reflexiones, Wirt lo manda a jugar con la rana, que ha desaparecido temporalmente. Greg se refiere a la rana como su segundo hermano, lo que da a entender que Wirt es su primer hermano. En cualquier caso, sale de la casa para ir en busca del anfibio, no sin antes lanzar un montón de caramelos sobre el suelo, como si su cuerpecito fuese una fuente inagotable de felicidad.
Soltando caramelos, Greg acaba dando con la rana en el fondo de un barril. En ese momento Greg ve al leñador extrayendo el aceite de la madera. Al poco, Greg cae al interior del barril mientras escucha ruidos que vienen de la espesura. Cuando levanta los ojos, un animal feroz, de dientes largos y ojos multicolores y relucientes ocupa toda la abertura del barril. Los ojos son francamente bonitos, y así lo dice Greg.
Wirt está en el interior de la casa (intentando pasar el rato con uno de esos juguetes de encajar una bola en un palo) cuando oye la conmoción. También entra el leñador, que ha abandonado sus labores de producción de aceite para ir a enterarse de qué está pasando. Al poco entra Greg, que hace una referencia a “hot dog” (quizá la primera indicación de que no pertenecen a la época de la ropa que llevan) antes de que el perro monstruoso rompa la puerta.
Wirt cree que es la bestia. El leñador se prepara para defender a los niños. Y Greg decide que ése es el momento justo para poner en marcha el plan desechado y noquear al leñador. Éste, más por casualidad que por otra cosa, acaba efectivamente inconsciente en el suelo.
Una vez más queda en evidencia la diferencia entre los niños. Mientras Wirt se oculta tras una pantalla de metal, Greg se lanza a atacar al monstruo, usando muy poco eficientemente el mango del hacha. En cualquier caso, se produce la persecución y la acción se traslada rápidamente al molino en sí (donde por cierto, hay un saco de papas con un pájaro pintado). Es ahí donde descubren que el perro monstruoso ha estado siguiendo el rastro de caramelos, comiéndoselos hasta llegar al molino. Mira tú…
Wirt no vacila en regañar a Greg, porque justo eso es lo más importante cuando tienes delante a un monstruo enorme dispuesto a devorarte. En cualquier caso, una vez en el tejado, la única solución parece darles todos los caramelos. Pero el único que queda es el que Wirt lleva pegado a su capa, que Greg usa prontamente para hacer que el perro salte desde el tejado y vaya a caer, como si de un villano Disney se tratase, justo a la rueda del agua, donde pronto morirá aplastado.
Bueno, no, porque si algo le gusta a Más allá del jardín es no seguir el lugar común. Resulta que la fuerza de la rueda –mientras Wirt y Greg caen al agua– obliga al perro a expulsar ¡a la tortuga negra con el caramelo azul! Resulta que el monstruo no era más que un perro normal, mágicamente transformado. Es más, se trata del mismo perro que vimos en los títulos de crédito acompañando a una joven junto al agua.
Y aquí es donde ya toda la acción de la serie se precipita. El molino ha quedado destruido y también la producción de aceite. ¿Qué pasará ahora con la lámpara? Es más, ni siquiera han acabado con La Bestia, como les informa rápidamente el leñador (despertado, evidentemente). Un curioso detalle es que mientras el leñador habla de La Bestia, una hoja se desprende de un árbol y sale volando, recordándonos el invierno que se acerca.
Wirt le ha echado la culpa a Greg de todo lo sucedido. Pero como le recuerda el leñador, Wirt es el mayor y por tanto el responsable. Cuál es la forma correcta de operar en el mundo, cuál es tu grado de responsabilidad, es otro de los temas que trata la serie. Que se junta con otro más: el miedo. Ya ha quedado claro que Wirt tiene miedo a la responsabilidad, tiene miedo de tomar decisiones y equivocarse. Se está haciendo mayor y eso le produce terror.
Antes de verles partir, el leñador les da tres consejos: Cuidarse de lo Desconocido, temer a la bestia y salir de allí… si pueden. Es la carga de Wirt, en un universo narrativo donde cada uno lleva su propia cruz. A Greg le dice que le dé de una vez nombre a la rana. Greg decide que la llamará Wirt, lo que implica que a Wirt tiene que llamarle de otra forma y así sucesivamente. Como a lo largo de la serie la rana tendrá muchos nombres, es evidente que Greg vive en un mundo mental pre-adánico, donde el nombre de la rosa es mucho menos importante que la rosa en sí.
Un último pájaro en una rama antes de cerrar el episodio.
Lo fascinante de este primer episodio es cómo establece sus temas principales en unos pocos minutos: el engaño, el miedo y la responsabilidad. Que lo haga aprovechando las diferencias de personalidad entre los dos niños es ya guinda. También ha establecido una cierta urgencia y una clara línea temporal. El molino ha quedado destruido, el aceite ya no está, lo que vuelve complicado mantener encendida una lámpara cuya función desconocemos. Así mismo, sabemos que se acerca el frío, lo que exige la necesidad de volver a casa.
Lo que no ha terminado de quedar claro es qué hacen ahí esos dos niños. Es evidente que no se han limitado a alejarse un poco de su casa. Más bien, lo Desconocido es un mundo liminal, donde hay ranas que cantan, truchas subidas a una barca e incluso pájaros que hablan. También rondan las bestias y los perros se pueden transformar en monstruos feroces. Pero para ellos todo eso es totalmente desconocido y lo van descubriendo junto con los espectadores.
Tampoco está clara la naturaleza exacta de su relación. Parecen ser hermanos, pero está claro que Wirt se exaspera con la forma de ser de Greg y que su relación no es todo lo buena que podría ser.
Y queda Beatrice, sí, que todavía no ha tenido oportunidad de hacer nada.
Habrá que ver el segundo episodio.
Actualización: El amigo rvr me recuerda Walt Disney’s The Old Mill (1937) – YouTube, una de las múltiples referencias a Disney que hay en la serie.