Un Apocalipsis agnóstico

The Leftovers es una de esas excelentes series, el capítulo sexto ha sido la mejor hora de televisión que he visto en muchos años, que parecen desconcertar al público. Sobre todo porque no da la impresión de querer hacer las cosas como las demás series y, superada la premisa, ofrece una enorme carga de realismo: todo sucede tal y como sucedería si algo así pasase de verdad.

Tras un hecho catastrófico, la desaparición súbita de un 2% de la humanidad, el mundo se enfrenta a la vida normal sabiendo que un hecho más que extraordinario se ha producido y nadie sabe por qué. El no saber, el no tener ni la más mínima pista sobre la explicación, es el trasfondo de todo lo que sucede en la serie. ¿Quiénes fueron los elegidos? ¿Hay algún patrón, alguna relación entre ellos? ¿Cuál fue la causa? ¿Cómo se vive con un misterio de esas proporciones y que jamás se resolverá?

An Agnostic Apocalypse es el mejor comentario que he leído por ahora sobre esta gran serie muy poco comentada:

That abyss-deep level of not-knowing is too much for some people. Liv Tyler and Any Brenneman join a nihilistic cult of mute chain smokers hell-bent on proving life is worthless. Their evangelical pamphlets are literally blank. They are the show’s zombie horde: they stare at you blankly from the sidewalk outside your living room windows; they buy your church and paint its windows white; they stage protests at commemorations for your vanished loved ones; they break into your home and steal your family photos from their pictures frames.

At least zombies are accidental. Reanimated flesh-eating corpses are random byproducts of a random universe. Perrotta’s zombies choose meaninglessness, abandoning their families and severing all emotional ties and then terrorizing others into adopting their philosophy—while inwardly struggling to maintain it themselves. People secure in their nihilism wouldn’t bother to terrorize or recruit converts or take vows of silence—behaviors as inherently meaningless as all other behaviors.