La secta de la Tierra Plana, de Óscar Alarcia

La idea de que la Tierra es en realidad un mundo plano es la conspiración de internet más desconcertante e incomprensible. Por suerte, Óscar Alarcia no ayuda a explorarla en el libro La secta de la Tierra Plana.

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Hola. ¿La Tierra, lejos de ser más o menos una esfera, es realmente un mundo plano? No, claro que no. Pero hay gente que cree que sí. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? ¿Hay una conspiración enorme sobre ese punto? Pues para aclararnos un poco tenemos La secta de la Tierra Plana, de Óscar Alarcia.

Lo publica Libritos Jenkins.

Venga, vamos de exploración geográfica.

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Te lo advierto. Esto es muy, pero que muy raro. Hay gente, en pleno siglo XXI, que cree que la Tierra es plana, que niega miles de años de conocimientos y que afirma que hay una conspiración global, en la que participan millones de personas, para hacernos creer que la Tierra es aproximadamente esférica.

Atento, porque aquí voy a hacer una distinción muy importante que luego ampliaremos. Esas personas no preguntan cómo podemos distinguir entre una forma de la Tierra y otro. No se plantean cómo se llega al conocimiento de la esfericidad de la Tierra. Es decir, no preguntan lo que no saben, no se trata de sentir curiosidad por el proceso de obtener conocimiento.

No, se trata de convertir la ignorancia en prueba, de afirmar taxativamente que la Tierra es plana, que el sol y la luna son pequeños objetos cercanos, que un muro de hielo rodea el mundo y que hay muchas pruebas de ese hecho. Pruebas que, por supuesto, no existen.

La secta de la Tierra Plana es un libro que nace claramente del desconcierto absoluto de enfrentarse a esas creencias. Yo mismo lo sentí al leerlo. Una cosa es saber intelectualmente que hay gente que cree algo así y otra muy, pero que muy diferente, leer sus “argumentos”. En lo que a teorías de la conspiración y seudociencias se refiere, la Tierra Plana es la más incomprensible. El libro ya empieza preguntándose cómo es posible que pueda darse el grado de disonancia cognitiva tan mayúsculo requerido para sostener esas ideas.

En La secta de la Tierra Plana, Óscar Alarcia hace de guía, llevándote de la mano a ese mundo tan desconcertante. Capítulo tras capítulo va exponiendo ideas cada cual más descabellada que la anterior. Los complicados modelos de la Tierra Plana, que varían enormemente entre sí, porque cada creyente tiene su propia versión. Todos los hechos del mundo que es preciso negar: la gravedad, la evolución, el cambio climático, el heliocentrismo, el espacio exterior, la luna, los solsticios, los satélites artificiales, los eclipses… El extraño uso que hacen de los mapas antiguos. O los enormes cambalaches con el conocimiento científico que se precisa ejecutar para justificar ese modelo.

Ah, y el odio a la NASA. De hecho, Óscar Alarcia ya comenta que los creyentes son más odiadores de la NASA que terraplanistas.

Vamos, que estamos a cinco elefantes y una tortuga de vivir en una novela de Terry Pratchett.

Oye, no entiendo las instrucciones. ¿Cómo van?

Tortuga, elefantes y disco

Eso no tiene sentido. Los elefantes van sobre la Tierra, y las tortugas son pequeñas, así que arriba

Tú hazlo como lo dice el jefe y deja de pensar

Vale, vale, no te enfades. Imbécil…

Voy a poner un ejemplo de un “argumento” falso que sin embargo se ofrece como real. Atento, ahí va.

El río Nilo tiene una longitud de unos 6.800 kilómetros. Por tanto, en una Tierra esférica, dicen, durante la mitad de su recorrido desde el sur, el Nilo tendría que ir subiendo, para luego caer finalmente hacia el norte. Como el agua siempre va hacia “abajo”, eso es imposible y por tanto la Tierra no puede ser esférica.

Sí, sé lo que estás pensando. Crees que me lo he inventado, que nadie puede considerar que eso es un argumento. Sin embargo, lo he sacado tal cual de un vídeo de YouTube. Luego hay versiones algo más sofisticadas que intentan ocultar su error fundamental.

Y de nuevo, el problema no es NO saber. Si no sabes, puedes preguntar. Y de hecho, las preguntas sencillas son las mejores, porque clarifican conceptos fundamentales. No, aquí el problema es usar el no saber como si fuese una prueba.

Pero esta historia del Nilo ofrece también un buen ejemplo de algo que el libro recalca una y otra vez. Es una forma de escepticismo malintencionado, que sobre todo se centra en negar la esfericidad de la Tierra. Como si negar una cosa implicase que la contraria es cierta.

Como ya dije, si hay un tono que caracteriza al libro La secta de la Tierra Plana es el desconcierto. Es como si el propio Óscar Alarcia no pudiese acabar de creer lo que está contando. Cuando detalla las innumerables y muchas veces contradictorias entre sí creencias que acompañan a la Tierra Plana, uno nota que está demasiado anonadado.

Pero su desconcierto es una suerte para nosotros. Para hablar de la Tierra Plana está obligado a contarnos expediciones polares de verdad, a hablarnos de quién ha dado y dejado de dar la vuelta al mundo (y en qué sentido), a introducirnos en la historia de las sociedades dedicadas a la Tierra Plana. Incluso indica las conexiones de la Tierra Plana con otras conspiraciones de internet que ya no son tan inofensivas. De hecho, Óscar Alarcia te cuenta cosas sobre el mundo que quizá querrías no haber sabido.

Sin embargo, es tal que así. Para hablar de este libro pasé varios días en unos foros dedicados a la Tierra Plana y te aseguro que es peor de lo que parece. No te aconsejo para nada que hagas lo que hice yo. Si quieres saber lo que se dice, lee mejor la selección de citas del capítulo titulado “Museo del pensamiento terraplanista”. Y luego pásate por el capítulo dedicado a la música plana. Para relajarte.

Ahora uno puede preguntarse por las razones para creer. Es algo a lo que Óscar Alarcia intenta responder valientemente. Es decir, ¿qué sentido tendría una conspiración para hacernos creer a todos que la Tierra es aproximadamente esférica? Desde el punto de vista del poder y la política, ¿qué se ganaría con una Tierra esférica que no pudiese ganarse aunque la Tierra tuviese forma de plátano?

En última instancia, las razones para creer en la Tierra plana se reducen a las habituales en una teoría de la conspiración. Sobre todo, la sensación de poseer un conocimiento “especial” y más “real” del mundo del que carecen las personas normales. Pero curiosamente, también se da mucho la necesidad de seguridad. Vivir en un mundo plano, cerrado por una cúpula, ofrece cierta tranquilidad, y el confort de un mundo pequeño y acogedor.

Y sobre todo se da una enorme desconfianza ante la ciencia. Lo cual, como destaca el propio autor, no tiene en sí mismo nada de malo. La ciencia ha dado muchas cosas buenas, pero también muchas cosas malas. Nos ha dado formas de tratar horribles enfermedades y también ha creado armas capaces de destruir el planeta varias veces. Además, en general, es bueno y saludable el escepticismo ante toda institución con poder.

Lo curioso es que a la vez, se reconoce el prestigio de la ciencia y las propias ideas de la Tierra Plana se visten de, según sus seguidores, científicas.

Por supuesto, su versión de la ciencia es tremendamente distorsionada. Siguen un realismo muy ingenuo, confiando solo en sus sentidos. No admiten la posibilidad de que el mundo no sea exactamente tal y como se ve y niegan cualquier prueba contraria a sus ideas. Una acusación que les encanta es decir que esto o aquello es CGI, es decir, que ha sido generado por ordenador. Incluso disponiendo de un satélite como el Himawari 8, en órbita geoestacionaria y que cada pocos minutos ofrece una imagen completa de la Tierra.

Es decir, usan la apariencia de ciencia para defender ideas que nada tienen de científica. Richard Feynman tiene un famoso ensayo sobre seudociencias llamado “Ciencia tipo «cultos cargo»: algunos comentarios sobre ciencia, pseudociencia y aprender a no engañarse”, incluido en el libro El placer de descubrir. En él señala que el fallo de estas seudociencias es justo la ausencia de cierta humildad básica, de un cierto compromiso con la transparencia, el estar dispuestos a aceptar las pruebas en contra y la posibilidad de que uno pueda estar equivocado. Por muy admirable y necesario que sea el escepticismo, en algunas ocasiones el escepticismo es insostenible.

Por tanto, por un lado, estamos hablando de una negativa absoluta a aceptar cualquier prueba contraria. Y por otro, de enormes fallos de educación. Como indica el ejemplo del Nilo, algo hemos hecho muy mal con la escuela si hay gente que acepta ese argumento.

Pero desde otro punto de vista, las “argumentaciones” de la Tierra Plana se convierten en interesantes preguntas. Preguntas que van a lo más básico y fundamental. ¿Cómo funciona la gravedad? ¿Por qué no sentimos la rotación de la Tierra? ¿Por qué las estrellas no parecen moverse a lo largo del año? Esas son las preguntas que requieren respuesta más urgente, precisamente porque a veces lo fundamental es lo que no se menciona porque se da por sabido. En muchas ocasiones, lo básico se escapa por entre los dedos de la educación. Si yo me dedicase a la divulgación, son esas las preguntas que intentaría responder. Los cimientos es justo lo que se debe recalcar una y otra vez. Por desgracia, desde cierta altura es fácil olvidar que esos cimientos están ahí. Por esa razón las argumentaciones de la Tierra Plana son tan importantes: para saber lo que hay que explicar.

La secta de la Tierra Plana no pretende ser un texto académico o un estudio final. Es más bien como un libro de viajes. Óscar Alarcia se ha adentrado en el interior de una subcultura que ha ganando popularidad gracias a vídeos de YouTube y redes sociales y ha regresado para explicarnos lo que ha visto, ofreciendo todo tipo de detalles. Es una lectura apasionante y desenfadada que te abre los ojos a aspectos del mundo que posiblemente no conocieses, pero que hay que tener en cuenta.

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Gracias y hasta la próxima.

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