The Kryptonite Kid, de Joseph Torchia

La vida cuando tu único consuelo es creer que Superman existe de verdad. The Kryptonite Kid, de Joseph Torchia.

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https://www.youtube.com/watch?v=ClB6S0GRP-E

TRANSCRIPCIÓN

Bienvenido al canal. Hoy te traigo, The Kryptonite Kid, de Joseph Torchia. ¿Cómo sería tu vida si Superman es tu único consuelo?

Te lo cuento.

Quería era hacer algo sobre Miracleman, un cómic que me fascina. Así que me puse a mirar y acabé dando con digamos, “precedentes”, obras que dan otra visión del superhéroe. Una de ellas es este The Kryptonite Kid.

Se trata de una novela juvenil sorprendentemente oscura. Es enormemente triste y la tristeza no hace sino crecer con cada página.

Jerry Chariot es un niño normal que le escribe cartas a Superman, con la cooperación de un amigo. De hecho, todo el libro es epistolar. En su mayoría, cartas a Superman, a veces a otros personajes como Lois Lane o Clark Kent (para disimular). Esos dos niños creen sinceramente que Superman existe. Le invitan a ir a su pueblo. Se ofrecen a buscar kriptonita para que no tenga problemas. Los capítulos van en orden de dimensiones: primera dimensión, segunda dimensión… reflejando que Jerry también siente fascinación por el archienemigo de Superman, Mister Mxyzptlk.

Para Jerry, Superman es un consuelo y un punto fijo de referencia.

Porque el resto de su mundo, vamos comprendiendo, es un absoluto desastre. Su padre le pega y se emborracha. Su hermano le insulta. ¿La vida en el colegio? Otro desastre.

Incluso la religión se vuelve contra él. Las monjas le dicen que irá al infierno por creer en Superman. No ayuda que para él Superman sea indistinguible de Dios. La situación llega hasta el punto de que al final le niegan la primera comunión para garantizar su destino.

La novela va descendiendo lentamente hacia la desesperación. Las cartas van ganando en ambigüedad. ¿Por qué Superman nunca responde? ¿Sería posible convertirse en Superman? Hay visiones del futuro Vietnam. Hay fantasías de muerte y suicidio. Jerry adopta el ambiguo nombre de The Kriptonite Kid, que es también el nombre de un enemigo de Superman.

Pero en el fondo, Jerry nunca deja de creer. Y al final decide que él también puede ser Superman. Lo que desencadena el devastador final de la novela.

Una novela sobre la fe y la esperanza. No tengo claro sobre si es porque son necesarias o el autor las considera una trampa. Referencias a la homosexualidad. Una crítica brutal a la religión organizada. Es evidente que el autor está resolviendo muchos traumas personales. De hecho, Chariot es un anagrama de Torchia.

Hay algo devastadoramente sincero en este libro. En ocasiones el dispositivo epistolar no acabar de funcionar o la prosa se vuelve un poco rígida, pero las emociones parecen tan absolutamente reales que soportan la trama sin problema.

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Pórtico, de Frederik Pohl

Una obra maestra de la ciencia ficción: Pórtico, de Frederik Pohl. Un viaje simultáneo al espacio interior y al espacio exterior.

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Pórtico, de Frederik Pohl y publicada por Ediciones B. Una de las grandes obras maestras de la ciencia ficción. Una historia de exploración que se mueve simultáneamente hacia lo interior y hacia lo exterior.

Te lo cuento.

Pórtico es un asteroide que hace medio millón de años fue ocupado por una civilización extraterrestre, bautizada como Heecheea, de la que nadie sabe nada. Excepto que en algún momento además de ocupar ese asteroide también se dedicaron a cavar largos túneles en Venus. Desaparecieron misteriosamente, no sin antes limpiar todo lo que pudieron. Aun así, dejaron muchos y misteriosos artefactos y en Pórtico, cientos de naves espaciales capaces de superar la velocidad de la luz.

Robinette Broadhead, el protagonista, es un multimillonario que fue en su momento prospector en Pórtico. Porque verán, esas naves de medio millón de años de antigüedad no se pueden dirigir. Por tanto, la Corporación Pórtico, que controla el asteroide en nombre de Venus y las naciones de la Tierra, tiene un sistema. Puedes arriesgarte a subir a una de esas naves, darle al botón y ver donde llegas. Si mueres o no encuentras nada, dos opciones bastante probables, mala suerte. Si das con algo de valor, puedes ganar una fortuna por los derechos presentes y futuros de la tecnología descubierta que llegue a usarse.

¿Quién aceptaría un trato así? ¿Quién arriesgaría la vida de tal forma?

Pues mucha gente. En la Tierra viven ahora decenas de miles de millones de personas en condiciones muy precarias. Los ultrarricos, como el propio Robinette, viven en condiciones estupendas, disfrutando de sus placeres bajo sus cúpulas que les protegen de los elementos. La mayoría de la humanidad vive como puede.

Ir a Pórtico y arriesgarse a perder la vida es casi una suerte.

Suerte que tiene el propio Robinette. Un día ganó la lotería y decidió irse a Pórtico a probar suerte. Una vez allí, el miedo le impidió subir a una de las naves. Cuando lo hace al final, no logra nada en el primer viaje. En el último, realiza su gran descubrimiento, el que le da la fortuna, pero también le crea un complejo de culpa de tal calibre que exacerba sus ya considerables problemas psicológicos y le lanza al diván de una inteligencia artificial a la que llama Sidfrig.

La estructura de la novela es sencilla. Capítulos alternos. En unos, Sidfrig intenta lograr que Robinette se enfrente a sus traumas, mientras Robinette hace todo lo posible por resistirse e incluso controlar a Sidfrig. Los otros capítulos van relatando la vida de Robinette desde casi su infancia hasta el momento de la fatídica misión, donde casi todo salió mal, él se hizo rico y hubo muertes.

Pórtico es a la vez un viaje interior y un viaje exterior. En una línea nos movemos hacia el centro de la psicología de Robinette, Rob, Bob o como sea que lo llamen en ese momento. Mientras que en la otra línea nos vamos acercando al espacio exterior y el momento de la fatídica misión. Que ambos puntos coincidan es una de las gracias de la novela.

Pero son muchos los elementos los que convierten a Pórtico en una obra maestra.

Hay una enorme carga de preocupación social. Los héroes de la novela, los que hacen funcionar Pórtico, son personas sin nada que han venido de todo el mundo. El viaje espacial pierde todo el glamour de la aventura y se convierte en una medida desesperada por mejorar tus condiciones vitales. En ese futuro, un mínimo acceso a la sanidad y unas condiciones vitales dignas exigen un enorme sacrificio.

El propio Robinette está lejos de ser un héroe espacial clásico. Es un hombre con enormes problemas incluso antes de llegar a Pórtico. Problemas que no hacen más que crecer al comprender en qué situación se encuentra, la enorme disyuntiva de arriesgar la vida o vivir para siempre trabajando en Pórtico para simplemente subsistir.

Y luego están los Heechees.

O mejor dicho, no están.

Está la ausencia de los Heechees.

Una civilización cósmica, que hace medio millón de años se pasó por la Tierra. Una civilización capaz de viajar entre las estrellas. Es una de las magias de la novela. El equilibrio maravilloso que mantiene entre la imagen de los Heechees, grandiosos seres casi divinos, y la realidad mundana y socialmente devastada de la Tierra. Los Heechees son a la vez aspiración, fuente de misterio y recordatorio de que la humanidad tiene todavía mucho camino por recorrer.

Por supuesto, hay elementos de la novela que hoy suenan raros. El tratamiento psicológico es muy diferente al que se daría hoy, aunque Sidfrig es uno de sus grandes personajes. Y aunque es meritorio que la novela explore otras sexualidades, hoy esos aspectos suenan innecesariamente limitados.

Pero sus muchos aciertos… Sus muchos aciertos hacen de Pórtico una de esas grandes novelas que demuestran el gran potencial de la ciencia ficción. Una historia de exploración espacial que pinta la imagen de un vasto universo, comentarios sobre el mundo social y adónde se dirige y la voluntad de aprovechar las lecciones de las nuevas corrientes del género que se daban en ese momento y explorar la psicología de sus personas.

¿Qué piensas de Pórtico? ¿Te sigue pareciendo tan magistral como en su momento? Deja tus opiniones, recomendaciones y consejos.

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The Weird and the Eerie, de Mark Fisher

Un libro sobre un torrente de obras que reflejan esa distinción: The Weird and the Eerie, de Mark Fisher.

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The Weird and the Eerie, de Mark Fisher. Un libro sobre… lo desconcertante y lo inquietante… venga, voy a traducirlo ahora así y nunca más. Un libro que trata de las obras que mejor ejemplifican esas dos características.

Te lo cuento.

Mark Fisher fue un interesantísimo escritor británico, lo que llaman un teórico de lo cultural, muy interesado en narrativa, política radical, música y cibercosas varias. Escribió un libro excelente y muy recomendable llamado Realismo capitalista. Creo que además es su único libro traducido.

Por desgracia, Mark Fisher murió muy joven, a principios de 2017, así que los pocos libros que escribió son los que quedan, aunque estaba claro que era un hombre al que le quedaba mucho por decir.

Como demuestra este libro, ya puestos. The Weird and the Eerie explora una distinción que transciende lo simplemente fantástico y examina su plasmación en obra tras obra. Un torrente de obras. Cine, televisión, literatura… incluso música. Asombra la cantidad de obras que se pueden tratar en un libro de 128 páginas. Además, no de cualquier forma. Cada capítulo está cargado de ideas y las ramificaciones de lo que expone daría para varios libros adicionales.

Al final viene una lista con todas las obras que comenta. Lo que es una suerte, porque el libro está tan bien que dan ganas de ir a disfrutar de todas.

¿Pero qué es eso de Weird y Eerie? Son dos versiones de lo raro, pero el autor las distingue por su presencia o ausencia. Es decir, resumiendo rápido y mal. Weird es una presencia extraña que no debería estar. Eerie sería una ausencia igualmente extraña, algo que debería estar pero no está.

En el primer caso, piensa en un viejo edificio lleno de seres tentaculares. En el segundo, el mismo edificio donde no hay nadie y está totalmente abandonado. Weird es lo que viene a por nosotros. Miedo y amenaza. Eerie es lo que se va. Pérdida y nostalgia.

Mi amigo Xavier, con el que charlé sobre el libro, me puso otro ejemplo. Pompeya, me dijo, es eerie, porque parece que debería haber alguien y la ausencia es extraña. Los visitantes, me dijo, son weird, porque son una intromisión ajena y extraña.

Tras una breve introducción donde explica, mucho mejor, esa distinción, el libro está dividido en dos parte: una dedicada a Weird, la otra a Eerie.

Ejemplos de weird: Lovecraft, Tim Powers, Philip K. Dick, David Lynch…

Ejemplos de eerie: Christopher Priest, Eno, Margaret Atwood, Tarkovsky…

The Weird and the Eerie es uno de esos libros fascinantes que va recorriendo obra tras obra y es siempre interesante, estimulante e inteligente. Es uno de esos libros en los que da un poco igual si la distinción que hace es real o no. El que sirva para producir estos impresionantes análisis es justificación más que suficiente. Es justo el tipo de libro que yo guardo para releerlo varias veces más.

Lo único negativo es que ya no habrá más libros de Mark Fisher. Me parece una lástima, porque lo considero un pensador entusiasta, lleno de curiosidad y muy inteligente.

Cuéntame, ¿te gustan este tipo de libros? ¿Algún otro que suene similar? Deja tus opiniones, recomendaciones y consejos.

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Seis grados de libertad, de Nicolas Dickner

Una muy divertida novela sobre contenedores y nuestra forma de vivir en el mundo actual: Seis grados de libertad, de Nicolas Dickner.

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https://www.youtube.com/watch?v=64eMHArIBQ8

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Seis grados de libertad, de Nicolas Dickner y publicada por Txalaparta. Una maravillosa y divertida novela sobre contenedores… de esos que van en barcos… llenos de mercancías… contenedores…

No, en serio. Contenedores. Una historia de contenedores contada con mucho sentido del humor y con enorme cariño.

Vale.

Una maravillosa y divertida novela sobre el mundo contemporáneo, la globalización y cómo todo funciona casi sin intervención humana.

¿Mejor así?

Te lo cuento.

Este es un caso curioso. Se trata de una novela que no hubiese leído si no fuese porque tengo un canal donde hago vídeos sobre libros. Me dijeron: “esto te va a interesar”.

Y cuánta razón tenían. Este es justo el tipo de novelas que me encanta.

En Seis grados de libertad hay tres personajes y un contenedor fantasma.

Los personajes son tres habitantes del mundo contemporáneo. Lisa, una joven que cuida de su padre enfermo. Éric, un experto en informática que prefiere no salir de casa. Y Jay, una delincuente obligada a convertirse en instrumento de la ley y ayudar a los que antes la perseguían.

Y el contenedor.

No puedo olvidarme del contenedor. El otro personaje, el contenedor.

Alguien se da cuenta de que hay un contenedor dando vueltas por el mundo. Pasa de puerto a puerto, burlando las medidas de seguridad, cambiando de identidad, yendo a un sitio diferente al de su supuesto destino. ¿Quién está detrás de ese contenedor? ¿Qué es tan importante como para moverlo de esa forma?

Preguntas que, por supuesto, provocan miedo, y el miedo lleva a investigar. Y así tenemos a Jay, nuestra criminal ahora detective, que se pone a ello. Al principio por el interés mismo del problema, al final porque en la distancia, sin saber nada de su origen, se siente cómplice de esa caja metálica y hueca.

¿Qué une a Lisa, Éric y Jay con ese contenedor? ¿Cuál es la historia que hay detrás?

Bien, estamos acostumbrados a pensar que nuestro mundo moderno es fundamentalmente digital, que movemos bits de un lado a otro del planeta. Por supuesto, eso es solo una parte. La otra parte es que fabricamos muchas cosas y esas cosas hay que moverla y esas cosas deben llegar a su destino y esas cosas hay que venderlas y alguien tiene que querer comprar esas cosas y la gente tiene que ganar dinero para poder seguir comprando esas cosas y esas cosas…

Ya me entiendes.

Esas interrelaciones crean un mundo paralelo de mercancías que se mueven casi autónomamente por todo el planeta, navegando de un lugar a otro contenidas en esos maravillosos… contenedores.

El contenedor es el «no lugar» definitivo y perfecto.

Un no lugar es uno de esos espacios de paso que tiene nuestro mundo moderno. Sitios a los que solo vamos a realizar una transacción y de los que se supone salimos lo más rápidamente posible. Los centros comerciales, los aeropuertos, las estaciones de tren, son ejemplo de no lugares. Son espacios sin pasado, sin historia, que no se habitan, sino que se usan.

Y el contenedor es el no lugar perfecto. El contenedor rompe el espacio y el tiempo. Está en un sitio como podría estar en otro. Ayer allá, hoy aquí, mañana allí. Un contenedor es perfectamente intercambiable por otro. Los contenedores derivan por el mundo con perfecta libertad, sin estar nunca atados a ningún lugar, con esos seis grados de libertad que les asigna el título.

Seis grados de libertad va de ese mundo contemporáneo. Está contada en presente para crear esa sensación de atemporalidad. Como nuestro mundo actual, que parece embarrancado en un presente continuo. De tal forma, acontecimientos separados por años parecen confluir en un mismo punto, todo parece ir más rápido de lo que debiera. De hecho, las líneas temporales de distintos personajes no encajan, aunque parecen ir simultáneas.

Es un libro sobre cómo vivimos ahora. Un libro sobre cómo el mundo actual parece convertirse progresivamente cada vez más en un no lugar, donde todos los espacios que antes eran humanos, fijos, históricos, se van tornando en lugares de paso, se van convirtiendo en lugares destinados a una transacción concreta y que debemos abandonar en cuanto podamos.

Pero…

El gran secreto de los no lugares es que no lo son. Se pueden ocupar. Y, de hecho, es lo que hacemos. Les damos usos diferentes a aquellos para los que fueron concebidos. Les damos historia. Los dotamos de humanidad. Los convertimos en lugares.

En su anterior novela, Nikolski, Nicolas Dickner trataba el tema de la errancia sin fin, de los restos de las poblaciones, de la opción de vivir en continuo movimiento. En Seis grados de libertad va a la inversa. Se pone en duda el vagar continuo impuesto por el mundo moderno. Cada personaje busca su lugar, cada uno quiere escapar a sus circunstancias.

Y si no es posible escapar…

Seis grados de libertad es extraordinaria en muchos aspectos. Está escrita por alguien que parece comprender nuestro mundo moderno. El autor se salta la preocupación por la simple tecnología para ir más allá, a los mismos sistemas que mantienen en funcionamiento nuestra sociedad. El tono es siempre amable, trata siempre a sus personajes con cariño, pero reflexiona sobre temas muy serios. Sobre la inmigración, sobre el consumismo, sobre la ausencia de raíces. Y también habla sobre la resistencia humana.

¿Qué piensas? ¿Más libros sobre la vida en el mundo contemporáneo? Deja tus recomendaciones, opiniones y consejos.

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The Boy Who Loved Math, Deborah Heiligman y LeUyen Pham

Crecer amando la matemática. The Boy Who Loved Math, de Deborah Heiligman y LeUyen Pham.

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The Boy Who Loved Math, de Deborah Heiligman y LeUyen Pham. Un libro para niño sobre uno de los grandes matemáticos del siglo XX: Paul Erdős.

Te lo cuento.

El subtítulo es “La vida improbable de Paul Erdős”. Y por improbable que suene un libro ilustrado para niños dedicado a la figura de un matemático, aquí está y hay que alegrarse por ello.

Paul Erdős fue un matemático húngaro, que más bien era fuerza de la naturaleza. El objetivo de su vida era la investigación matemática, que aspiraba a realizar 19 horas al día ayudado por enormes cantidades de café.

Llevaba una vida nómada. Con sus posesiones en una pequeña maleta, vagaba por el mundo, llamaba a la puerta de un matemático y gritaba «Mi cerebro está abierto». Durante unos días anfitrión y huésped colaboraban en un par de artículos. Luego se iba a otro lugar.

Paul Erdős fue extremadamente prolífico. Más de 1500 artículos matemáticos con más de 500 colaboradores.

Siendo un libro para niños, buena parte está dedicado a su infancia. La relación muy estrecha con su madre, su hiperactividad, la niñez protegida y las primeras fascinaciones con la matemática: cálculos de días, los números negativos, el amor por los primos.

Por supuesto, omite detalles que podrían no ser adecuados. Pero destaca dos cosas muy importantes.

Que la matemática puede provocar pasión e incluso amor. No tiene nada de extraño adorar los números, las operaciones, el álgebra o el cálculo.

Que Paul Erdős vivía para colaborar. En su honor se creó el concepto de número de Erdős. Si colaboraste con él, tu número es 1. Si colaboraste con alguien que colaboró con él, tu número es 2. Y así sucesivamente. Vamos, Erdős es el Kevin Bacon de la matemática. Si quieres saber más, Derivando tiene un vídeo estupendo sobre el número de Erdős.

Las ilustraciones, alegres y coloristas, destacan que Erdős disfrutaba con sus ideas matemáticas. Están llenas de referencias a los números primos, a la geometría o a los grafos.

En suma, The Boy Who Loved Math celebra y promueve la matemática. Una disciplina tremendamente hermosa.

Dime, ¿qué personaje merecería un libro para niños? ¿Algún otro libro así sobre un personaje menos habitual? Deja tus comentarios, opiniones y consejos.

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Por qué nos encantan los sociópatas, de Adam Kotsko

Ciertos nuevos personajes televisivos poseen extrañas características. Por qué nos encantan los sociópatas, de Adam Kotsko, intenta explicar la razón.

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Por qué nos encantan los sociópatas, de Adam Kotsko y publicado por Melusina. Un ensayo sobre toda una nueva categoría de personajes televisivos. ¿Qué dice de nosotros y nuestro tiempo?

Te lo cuento.

Se trata de una peculiar forma de fantasía. Con sociópata se refiere a cierto tipo de personaje televisivo. El nombre puede variar. Se puede llamar Don Draper, Walter White, Seinfeld, Jack Bauer, Dexter, House, Cartman o Homer Simpson, pero le caracteriza un desprecio absoluto por las reglas sociales combinado con una capacidad total para manipular dichas reglas. Es una fantasía relativamente reciente que solo se puede dar en la ficción. La contradicción interna impide que se manifiesten en la realidad.

Piensa en Sherlock, mi ejemplo personal y que no viene en el libro. Basta comparar versiones anteriores del personaje con la más reciente y aclamada iteración. El personaje pasa a ser arbitrariamente abrasivo e insultante, dejando claro que su inteligencia es justificación más que suficiente para su comportamiento.

Por qué nos encantan los sociópatas va detallando ejemplos de ese tipo de personajes televisivos y los clasifica en tres grandes grupos.

Maquinadores, como Cartman, los protagonistas de Seinfeld, Peter Griffith o Homer Simpson. Les motiva cumplir algún deseo momentáneo y arbitrario. Motivación que se esfuma en cuanto pasa el deseo.

El arribista, como Don Draper o Stringer Bell, hace lo posible por ascender en la escala social, manipulándola. Lo llamativo, sin embargo, es que su desprecio hacia el sistema se manifiesta como un deseo de ser aceptado por ese mismo sistema.

El justiciero, como Jack Bauer, House o ya directamente Dexter, donde violar las reglas de la sociedad se considera el primer paso para preservar esa misma sociedad.

Como sociópata más perfecto de la televisión destaca a House, aunque señala que House no es todo lo sociopático que debería ser.

El libro tiene tres fines últimos.

En primer lugar, analizar esos personajes televisivos y comentar cómo funcionan dentro de sus series y en el contexto global de la televisión. Si te gustan las series, esa parte probablemente ya te compense leer el libro.

Segundo, identificar qué aspectos de la sociedad moderna hacen atractivos a ese tipo de personajes. Más allá de que el mal suele ser sinónimo de televisión de calidad, ¿qué problemas tenemos en nuestra sociedad que requiere la creación de héroes capaces de reconocer la artificialidad del sistema social y que no tienen ningún reparo en usarla a su favor?

Tercero, y final, preguntarse en qué medida nos deberíamos parecer más a esos personajes, qué lecciones podemos aprender de cada grupo (la alegría infantil de un maquinador, por ejemplo) para aplicarlas en nuestras vidas. Llegando al punto de plantearse si no podría haber un tipo superior a los tres descritos, un individuo que integre armoniosamente todos los aspectos positivos de los tipos anteriores. Señala, que curiosamente tal personaje no podría existir en la ficción, pero que bien puede ser lo valioso de ciertos personajes históricos.

Dime, ¿qué otro libro sobre televisión recomiendas? ¿Y sobre la forma actual de nuestro mundo? Deja tus comentarios, opiniones y consejos.

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El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza

Una divertidísimas combinación de novela negra y novela picaresca. En El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza, un loco sacado del manicomio recorre las calles de la Barcelona justo antes de la llegada de la democracia.

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https://www.youtube.com/watch?v=JvSistMJo-o

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El misterio de la cripta embrujada, novela de Eduardo Mendoza y publicada por Seix Barral. Una divertida historia de detectives ambientada en la Barcelona de finales de los setenta. Una mirada satírica y crítica a una España que estaba a punto de sufrir una muy importante transformación.

Te lo cuento.

La novela de detectives parece rígida: un crimen, un criminal, un detective. El criminal comete el crimen, el crimen altera el orden social, el detective resuelve el crimen y restaura el orden.

Pero modificando un poco cualquiera de esos elementos, transponiéndolos, invirtiéndolos o anulándolos, se logran infinitas variaciones. Y eso sin olvidar que todo crimen se produce en sociedad, por lo que toda novela policial es una mirada al orden social. Vamos, que es la sociedad la que quiere que se resuelva el crimen.

¿O no?…

En el caso de El misterio de la cripta embrujada, el detective es literalmente un loco al que sacan del manicomio, con la promesa de libertad si resuelve el caso. Debe investigar una misteriosa desaparición temporal en un colegio de monjas para jovencitas. Así nuestro interno acaba en la Barcelona del prepostfranquismo, la pospredemocracia o la pospretransición…

Sin prácticamente recursos, nuestro detective cae de inmediato en el mundo marginal, donde grandes millonarios se mezclan con delincuentes de poca monta, donde nadie es lo que finge o pretende ser. Vamos, igualito que la España de la época, que tan moderna se creía sin apenas haber movido algún mueble de sitio.

Por supuesto, se producen todo tipo de peripecias. Hay muertos, persecuciones, testigos cada cual más estrafalario que el anterior, confusiones absurdas y muchos comentarios sobre cada uno de los estamentos sociales que van apareciendo.

El narrador, el propio detective, carece de casi cualquier convicción. Es taimado y mentiroso, se muestra sumiso y respetuoso, y cada vez que habla de sí mismo ofrece una versión distinta de su pasado. Es el narrador menos de fiar que uno puede imaginar. Pero precisamente por eso, es el más objetivo de todos. Cuando habla de los demás, lo hace como si no estuviese haciendo ningún tipo de juicio sobre ellos, lo que deja en evidencia toda hipocresía y arribismo social.

Porque como ya habrás comprendido, el detective nunca abandona el manicomio. La sátira de la novela es tratar la España de la época como un manicomio mucho más grotesco y mucho más caótico que la institución real. Quien tiene las llaves de las habitaciones manda . Y aunque te hayan asignado una misión…

En ocasiones por mucho que te empeñes…

La fundamental de El misterio de la cripta embrujada es que se trata de una fusión feliz entre novela picaresca y novela policial. Eso es lo que permite al narrador moverse por entre clases sociales, revolverlo todo y descubrir cosas que nadie quiere que se sepan. También es lo que permite todo su desbordante humor, que deriva tanto de las situaciones exageradas, o no tanto, y de la incongruencia de lenguaje usado por el narrador, más de Quevedo que de la germanía.

El misterio de la cripta embrujada es divertida de principio a fin. Si entras en su juego, te ríes continuamente con su retrato deforme y demencial de toda una época de nuestro país, que preparado o no estaba a punto de cambiar… sin dejar de arrastrar su pasado.

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En la piscina con David Hockney, de Will Blöß

Un pequeño cómic sobre un gran artista: En la piscina con David Hockney, de Will Blöß.

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En la piscina con David Hockney, de Will Blöß y publicado por SD Edicions. Un pequeño cómic sobre… bien, una gran figura del arte.

Te lo cuento.

Andaba yo por Málaga y, como no, me metí en una librería. Allí estaba, junto a la caja, este cómic con algunos hermanos de colección: Dalí, Kahlo, Hopper, Warhol… Eran baratísimos, así que compré el de David Hockney, porque es un artista que me gusta mucho.

Es pequeñísimo y son 24 páginas. Por lo visto, Will Bloß lleva ya varios años creando toda una serie de pequeño cómics biográficos sobre artistas.

En tan pocas páginas, es evidente que tampoco puede contarse mucho, pero la verdad es que al menos el de David Hockney es un excelente ejercicio de resumen y concisión. Los temas más escabrosos, como el trato a la homosexualidad en la Inglaterra de la época, se mencionan. También se dan muchas pinceladas sobre las intenciones artísticas de David Hockney. Su forma de tratar los encargos, o su aproximación a las nuevas tecnologías. Incluso en algún momento se ofrece alguna interpretación.

Conocí a David Hockney por su obra fotográfica, pero es especialmente famoso por su serie de cuadros sobre piscinas que hizo en California, de ahí el título. Es un tipo de pintura que se ajusta muy bien al cómic y el autor no vacila en reproducir algunos de sus cuadros más famosos en forma de viñetas.

David Hockney tiene ahora 80 años y ahí sigue trabajando. En la retrospectiva que le hizo la Tate hace unos meses, se podían ver algunas de las obras que ha creado con el iPad o una impresionante videoinstalación.

Por supuesto, En la piscina con David Hockney no sustituirá a una biografía completa, pero tampoco es su intención. La idea es realizar una aproximación rápida, sin esconder nada importante, que te permita tener una serie de claves. Puede ser divertido leerlo por sí mismo o como punto de partida.

Dime, ¿conocías estos cómics? ¿Hay algún otro cómic sobre arte? Deja tus comentarios, opiniones y consejos.

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La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa

La matemática como metáfora de la familia. La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa.

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La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa y publicado por Funambulista. Una novela sobre una muy peculiar familia y la fórmula que explica qué les une.

Te lo cuento.

Un profesor de matemática sufrió años atrás un accidente que le dejó con la memoria severamente limitada: todos los recuerdos nuevos los olvida tras 80 minutos. Para recordar lo importante, lleva notas fijadas a su chaqueta.

Alguien se tiene que encargar de él. Tras una larga serie de asistentas, que acaban dejando el trabajo en general por no soportar sus excentricidades matemáticas, su nueva cuidadora no puede evitar sentir admiración y respeto por el profesor. Es más, la enorme curiosidad de la mujer le lleva a interesarse por los comentarios matemáticas, fascinación que incluso comparte su hijo. Hijo al que el profesor llama Root porque su cabeza le recuerda a la raíz cuadrada.

El profesor no parece tener más familia que una cuñada distante. La asistenta es madre soltera, hija de madre soltera, por lo que tampoco tiene muchas relaciones familiares. Son por tanto un trío peculiar que conforma una nueva unidad familiar. El profesor transmite su pasión por la matemática -en concreto, la teoría de números, que efectivamente es la rama más hermosa de la disciplina- mientras que madre e hijo intentan ampliar sus horizontes. Como cuando le llevan a un partido de béisbol, deporte que apasiona al profesor, pero más bien como un problema estadístico.

La matemática usa mucho lenguaje metafórico. Las relaciones humanas, por ejemplo, en los primos gemelos o los números amigos. Pues esta novela lo hace al revés, usa la matemática como metáfora de las relaciones humanas. En algunos de los momentos más emocionantes del libro, esas emociones se expresan como sencillas explicaciones matemáticas.

¿Pero cuál es la fórmula preferida del profesor?

Pues se llama la identidad de Euler y es esta de aquí. e elevado a pi por i más 1 da cero. Es efectivamente una de los resultados matemáticos más hermosos. Si quieres saber más, Derivando tiene un estupendo vídeo sobre la identidad. Lo importante en nuestro caso es que e, i, pi, 1 y 0 no podrían ser números más diferentes entre sí. Irracionales, enteros, complejos… Pero ahí están, creando una belleza sublime y sorprendente, como si sus diferencias fuesen precisamente lo que les permite unirse en esa armonía total.

El profesor, la asistenta y Root no podrían ser personas más diferentes. Pero en esta novela delicada y sutil, su unión dispar es feliz.

Como muchos números.

¿Has leído la novela? ¿Qué te parece? ¿Hay más libros con la matemática de fondo? Deja tus comentarios, opiniones y consejos.

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El imperio de los signos, de Roland Barthes

El semiólogo francés Roland Barthes viajó a Japón y luego escribió El imperio de los signos.

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El imperio de los signos, de Roland Barthes y publicado por Seix Barral. ¿El relato de un peculiar viaje a Japón? ¿Un ensayo personal e intransferible? ¿Las aventuras de un hombre que lo leía todo?

Te lo cuento.

Roland Barthes fue un filósofo y semiólogo francés. Alguien que estudiaba los signos y leía el mundo. Un buen ejemplo es su libro Mitologías. Se trata de una serie de ensayos donde mira fenómenos de la sociedad —las revistas de cotilleos, la lucha libre, una comida— y luego “lee” lo que cada uno de esos fenómenos dice sobre nuestro mundo humano.

Pues un día, Roland Barthes fue a Japón.

Miró atentamente a ese país. A continuación, haciendo uso de todo lo que había visto, imagino otro país, muy similar pero imaginario. Lo llamó “El Japón” …para distinguirlo… Logró así un signo perfecto, puro, sin referente. Un signo que no se correspondía con nada real.

Y procedió a leerlo.

Porque eso es lo que él hacía.

Él leía.

Donde nosotros descodificamos palabras sobre el papel, él leía la realidad entera.

Barthes al final, tras irse bien lejos, más allá del horizonte de las convenciones occidentales con las que nació y vivió, logra construirse su texto ideal, el que puede analizar sin referentes… porque los desconoce. En Mitologías cuando habla, por ejemplo, de una portada de revista de cotilleos, es dolorosamente consciente de entender lo que hay detrás, lo que hay delante, lo que hay a derecha y a izquierda… de hecho sospechas que incluso entiende lo que hay en universos paralelas, pero eso es otra cuestión. Ese conocimiento le permite identificar el mito. Pero es un conocimiento que también le limita. Sin embargo…. en El imperio de los signos puede leer con libertad, porque no hay referente tras su país imaginario.

Llega a decir que él es lector, no visitante.

Así lee las máquinas Pachinko, la comida (cuya única envoltura es el tiempo), el centro vacío de Tokio (ocupado por el palacio). De la ausencia de direcciones nos dice que según Tokio «lo racional no es más que un sistema entre otros». Incluye seis páginas extraordinarias sobre los paquetes de El Japón. Reflexiona sobre el gesto en el teatro de muñecos. Todo lo que dice del haikú me parece interesantísimo («el haikú no sirve para ninguno de los usos (a su vez también gratuitos) concedidos a la literatura»). Incluso lee las caras y los cuerpos japoneses, relacionándolos con los signos de hombre y mujer.

Y así una y otra vez. Con los temas más variopintos, centrándose sobre todo en la cotidianidad de El Japón, pero intentando siempre mantenerse en la superficie lectora, en las letras. Para él … la línea recta es una línea recta en sí misma y no esconde nada más.

El imperio de los signos es ante todo un libro sobre la aplicación por parte de Barthes de método de Barthes, un texto que ante todo celebra su libertad personal como lector. Eso lo convierte en un libro extraordinario, arrebatador y accesible … porque descubres con él el país que está leyendo.

Yo lo considero una maravillosa escapada poética.

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Gracias y hasta la próxima.

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