El intelectual melancólico, de Jordi Gracia

Un panfleto contra los intelectuales quejicosos. El intelectual melancólico, de Jordi Gracia.

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TRANSCRIPCIÓN

El intelectual melancólico, de Jordi Gracia y publicado por Anagrama. Un panfleto, un ajuste de cuentas, contra los intelectuales quejicosos que pasean sus llantos por los medios.

Te lo cuento.

El autor lo llama síndrome del narciso herido. Aflige a muchos intelectuales que un día descubren que acabarán muriendo. Enfrentados a ese vacío existencial descubren de pronto que no son el centro del mundo. Mundo que encima se empeña en seguir sin ellos. Se vuelven resentidos y melancólicos. Presa de esas emociones, arremeten de inmediato contra el presente que tan árido les parece, un presente que dicen ha olvidado todos los valores, todas las culturas, todas las cumbres del pensamiento que ellos creen haber defendido siempre.

No es difícil encontrar ejemplos. Que si los millenials esto o aquello. Que si en mi época. Que si antes leíamos literatura de verdad. Que si las películas. Que si…, que si…, que si. Son paradójicamente famosos, así que los medios no tienen ningún problema en darles todas las plataformas posibles para decir una y otra vez lo mismo.

Jordi Gracias va desgranando ejemplos de los argumentarios esgrimidos, de las declaraciones apocalípticas realizadas, de las predicciones de muerte intelectual absoluta que se cierne sobre el mundo. Destaca también que hay elementos auxiliares a esas posiciones. Que la queja, por ejemplo, tiene muy buena prensa. Hay mucho de nostalgia también. Aunque curiosamente, los seres humanos tendemos a sentir nostalgia del pasado tal y como creemos que fue, no de cómo fue en realidad.

No se trata, nos recuerda Jordi Gracia, de pensar que todo va bien y no hay problemas. Sino que esa actitud quejicosa es muy contraproducente y no se ajusta a la realidad. Toda denuncia y posible solución debe partir de un análisis equilibrado. No es esa la postura del intelectual melancólico, que siempre presenta una enmienda a la totalidad del presente.

En última instancia, es una postura inútil. Esa queja continua nunca vas a cambiar nada. Al final nadie te hará caso, ante la regañina perpetua, todos pasarán de ti. Y finalmente sufrirán justo esos valores que fingen defender.

Lo que me gusta de El intelectual melancólico es lo que tiene de recordatorio. Los quejicas de ahora no van a cambiar, y cada vez que publiquen un nuevo libro no dejarán de repetirse. Pero ese síndrome no aflige solo a los intelectuales. Siempre nos afecta un poco a todos siempre. Así que el libro nos recuerda mantener la cabeza clara, sopesar los hechos y decidir racionalmente antes de lanzarnos contra el mundo tal y como es ahora.

¿Qué opinas? ¿Conoces a muchos intelectuales melancólicos? ¿No? Abre cualquier periódico y lee la sección de opinión. Por lo demás, deja tu comentario, tus opiniones y tus consejos.