De qué hablo cuando hablo de escribir

De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami
De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami
En abril se nos viene nuevo libro de Murakami en España, De qué hablo cuando hablo de escribir, publicado por Tusquets, editorial que parece dispuesta a hacernos el favor de publicar en español absolutamente toda la obra de Haruki Murakami.

(En Japón hay nuevo libro este mismo mes, Kishidancho Goroshi, pero imagino que el proceso de traducción será largo y los que no podemos leer japonés tardaremos en poder disfrutarla).

El título, por supuesto, hace referencia a su De qué hablo cuando hablo de correr, que aunque iba de correr, era también un libro sobre la forma que tiene Murakami de ver el mundo y por tanto también parcialmente sobre su escritura.

Sin embargo, De qué hablo cuando hablo de escribir está totalmente dedicado a su forma de concebir la literatura, su obra, su proceso creativo y sus opiniones sobre temas como la literatura japonesa o el elusivo premio Nobel (a este paso Murakami entrará en el club selecto, como Borges, de gente que debería haber recibido ese premio). Y también parece que da consejos sobre el proceso de escribir, que más allá de que se puedan aplicar o no (los consejos sobre cómo escribir tienden a ser muy personales) pueden también iluminar facetas de sus obras.

Siendo autor de una obra muy enigmática y además un hombre poco dado a hablar de lo que hace, el libro suena a francamente interesante.

Toca esperar un mes. Es un libro que me viene en el momento justo, porque me encuentro releyendo todos sus libros con la intención de comentarlos en vídeo (los dos primeros ya están: Escucha la canción del viento y Pinball 1973 y La caza del carnero salvaje)

Una mención aparte para la portada de la edición en español, que tal cual parece un divertido tablero para jugar a “identifica los libros de Murakami que estamos referenciando”.

De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami
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La invención de la naturaleza, de Andrea Wulf

Humboldt está hoy muy olvidado, pero en su momento su fama fue tan enorme que su nombre se honra por todo el mundo, sobre todo en América. En La invención de la naturaleza, Andrea Wulf rescata a este genial científico del siglo XIX sobre todo porque su visión del mundo cambió a su vez nuestra visión del mundo.

Mi reseña en vídeo:

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TRANSCRIPCIÓN:

Portada de La invención de la naturaleza, de Andrea WulfLa invención de la naturaleza, de Andrea Wulf. Una biografía de Alexander von Humboldt y también un gran libro de divulgación. Lo publica la editorial Taurus.

Humboldt es un personaje curioso. Hoy en día es más conocido en América que en Europa, aunque está olvidado en general. Pero en su época dicen que su fama solo la superaba la de Napoleón. Fue geógrafo, botánico, geólogo, explorador y autor. A partir de 1799, a los 30, dedicó cinco años a un épico por América, del que saldría una enorme producción científica. Luego, con 59 años, no dudó en recorrer Siberia y llegar a la frontera con China. Aunque nunca pudo cumplir su sueño de ir al Himalaya.

Tomaba datos sin cesar y creía en la libre circulación del conocimiento científico. Sus libros eran éxitos de venta y siempre estaba dispuesto a aprender algo nuevo. Sus conferencias públicas convocaban multitudes. Fue un genio seguro de sí mismo pero que buscaba la aprobación de los demás. Invirtió su herencia en su gran viaje y luego usó sus pequeños ingresos para ayudar a otros científicos. Adoraba la libertad, detestaba la esclavitud y el colonialismo. Y era el centro de una red de comunicación científica que unía todo el planeta.

Por todo el mundo hay montañas y cordilleras bautizadas en su honor. Muchas ciudades le deben su nombre. Hay bosques, ríos, lagos glaciares, corrientes marinas, especies animales y vegetales, aeropuertos, colegios y universidades que se llaman Humboldt. En la luna hay un mar de Humboldt y un asteroide en los cielos.

Mi preferido: un calamar de metro y medio que nada en la corriente de Humboldt. Si debes ser recordado, un calamar suena ideal.

Pero, ¿por qué?

Esa es la pregunta que pretende responder Andrea Wulf en La invención de la naturaleza. En realidad, dos preguntas: ¿Por qué Humboldt mereció esos honores? ¿Y por qué deberíamos seguir recordando a Humboldt hoy en día?

La primera respuesta es fácil. Humboldt creó la palabra Cosmos en nuestro sentido moderno. Concebía la naturaleza como un sistema de interacciones. Cambió nuestra concepción del clima y la distribución de las plantas, viendo el planeta como un sistema global. Para él, encontrar conexiones y ver patrones era de lo más fácil. En Sudamérica, por ejemplo, vio maravillas naturales (como el volcán Chimborazo) y también la depredación del colonialismo y la esclavitud. En una época en que se creía que la Tierra estaba a disposición total del ser humano, Humboldt supo ver que el uso indiscriminado de los recursos causaba problema e incluso fue capaz de anticipar el cambio climático.

Pero más allá de sus triunfos científicos, el Humboldt de Andrea Wulf fue también capaz de transmitir su visión. Para él la ciencia era una empresa romántica, cuyo fin último era unificar conocimiento y sentimientos. Como dice la propia autora «El conocimiento, decía, nunca podría “matar la fuerza creativa de la imaginación”, sino añadir pasión, asombro y admiración». Hizo lo posible por difundir sus conocimientos y los de lootros, entregándose a una enorme labor de popularización y divulgación. En ese importante aspecto, influyó y fue influido por el poeta Goethe, hasta el punto de que dicen que su Fausto, el de insaciable sed de conocimiento, está inspirado en Humboldt.

En la primera pregunta, el libro se lee como una combinación de novela de aventuras y apasionante exploración científica. El Humboldt de Andrea Wulf es un personajes fascinante, un individuo singular en un época singular. Casi como un Indiana Jones, si Indiana Jones tuviese rigor como científico.

Pero es la respuesta a la segunda pregunta la que convierte esta excelente biografía en un gran libro de divulgación. Humboldt, es la tesis de la autora, cambió nuestra forma de ver la naturaleza, y al hacerlo su influencia se extendió mucho más allá de su época. Y algunas de las personas en la que influyó procedieron a continuación a construir sobre su legado y cambiar a su vez el mundo.

Algunas de esas influencias fueron sus contemporáneos. Darwin es el ejemplo más evidente, quien también realizó un épico viaje. Pero tenemos a Simón Bolivar. En este último caso, la naturaleza como un hecho parcialmente construido por los seres humanos, y por tanto su uso como reflejo de aspiraciones de libertad. Y también Thoreau en su visión de la vida natural.

Pero más allá de sus días. Si Humboldt escribió el primer libro ecologista, sus sucesores llevarían sus ideas mucho más lejos. Es el caso particular de John Muir, con cuya historia, que se extiende hasta entrado el siglo XX, termina La invención de la naturaleza. El ecologismo moderno, argumenta Andrea Wulf, tiene sus raíces firmemente clavadas en las ideas de Humboldt. El Humboldt que Andrea Wulf quiere recuperar, de los muchos posibles, es el Humboldt ecologista y holista.

Siendo uno de los primeros en comprender el enorme impacto humano sobre el planeta, la autora defiende recuperar a Humboldt porque sus ideas siguen siendo relevantes. Como dice al final: «Uno de los logros más importantes del científicos alemán fue hacer la ciencia accesible y popular» para luego añadir «No fue conocido por un hecho concreto ni por un descubrimiento, sino por su visión del mundo».

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Vídeos de ciencia y Azul de Klein

Como diría el chiste, me habías ganado en «Azul de Klein». Yves Klein fue un artista francés de lo más interesante que, entre otras aportaciones, se inventó todo un azul para él (un día también tuvo la osadía de firmar el cielo). Lamentablemente, murió muy joven, porque de lo contrario seguro que habría aportado muchas más cosas. En lo personal, uno de mis placeres en mi primera, y por ahora única, visita al Centro Pompidou fue encontrarme con muestras de su azul.

Pero a lo que habíamos venido aquí.

La divulgadora científica Deborah García tiene un nuevo canal de YouTube donde en sus primeros vídeos aúna su interés por la ciencia y el arte contemporáneo (una combinación curiosa e interesante, que por lo que he visto parece ser también el tema de su tesis). Los resultados son tan interesantes como este vídeo.

Disfruten:

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Ángel Sefija en camisa de once varas, de Mauro Entrialgo

Cada poco tiempo, Mauro Entrialgo reúne en un volumen las páginas semanales de su personaje Ángel Sefija. Ángel Sefija en camisa de once varas es la oncena de esas recopilaciones, un conjunto de observaciones sobre nuestra sociedad y el mundo moderno.

Aquí mi reseña en vídeo. Si te interesan las lecturas de las que hablo, suscríbete a mi canal de Youtube.

TRANSCRIPCIÓN

Ángel Sefija en camisa de once varas, una nueva entrega de los tomos recopilatorios de la página semanal de Mauro Entrialgo. Una cornucopia de observaciones sociales de la mano de uno de los grandes humoristas gráficos de España.

Quizá no sea evidente, pero Ángel Sefija en camisa de once varas es la undécima recopilación de las páginas que cada semana Mauro Entrialgo publica en la revista El Jueves.

Por tener, Ángel tiene hasta página en la Wikipedia. Por ello sé que empezó como amigo de Alter Rollo, otro personaje del autor. Allí ya era el agudo observador de la realidad cotidiana que es ahora mismo, pero no se suelta realmente hasta saltar a su propia publicación.

Ángel Sefija es un personaje muy poco activo en su propia página. Muy rara vez es el protagonista y muy pocas veces interacciona con otros. Normalmente aparece en la parte superior de la página y anuncia el tema que va a diseccionar.

Ángel Sefija es un explorador de la realidad, un cosmonauta de lo cotidiano. Da la impresión de estar en todas partes. Aparece de pronto, mira fijamente lo que le rodea prestando atención a los detalles más nímios.

Es evidente que Ángel Sefija es una versión, quizá exagerada, de su autor, Mauro Entrialgo. Varios de sus personajes son claramente versiones extremas, o no tanto, de sí mismo. Drugos el acumulador llevaba al límite las tendencias coleccionistas de su creador. Pero en general, todas sus obras, aunque no sean páginas de Ángel Sefija, se sostienen sobre ese enorme poder de observación. Es evidente que en su vida diaria se fija en incontables detalles que a ti pueden pasarte totalmente desapercibidos. Capacidad que le sirve muy bien, porque su humor parte de una comprensión del fenómeno que está comentando. Intenta huir de lo obvio y el chiste fácil.

De tal forma, el poder de Ángel Sefija es tan enorme que te hace ver la realidad de otra forma.

Un caso práctico.

Hace unos meses fui a Barcelona. En el vuelo leí la página de Ángel Sefija donde comentaba un curioso cambio en la forma de sostener y hablar por el móvil. Allí, atrapado en muy constreñido espacio de un asiento en un vuelo moderno, mi incredulidad no pudo ser mayor. Pensé: “imposible, en mi vida he visto tal cosa”.

Por supuesto, en cuanto bajé del avión y salí a la calle no dejé de ver personas sosteniendo el móvil justo como la página describía. No pueden imaginarse mi sorpresa. Fue como poner el pie en un universo alternativo.

Por supuesto, después de tantos años no todas las páginas tienen el mismo nivel. Pero es muy muy consistentemente alto y en más de una ocasión brillante. Ángel Sefija es todo un derroche de inteligencia, con un sentido del humor que corta directamente al hueso. Estoy reseñando este último volumen, pero la verdad, vale cualquiera de los once. O todos.

Te garantizo que al menos una página te mostrará algo que está por todas partes pero no habías percibido hasta ahora. Y el resto te hará reír pensando “cuánta verdad”.

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