A Henry Ford se le atribuye la cita “Si hubiese preguntado qué querían, me habrían dicho que un caballo más rápido”. En referencia, claro, a sus clientes, a su famoso modelo T y a la producción en serie de automóviles.
Por supuesto, como es habitual en estos casos, Henry Ford nunca dijotal cosa. Sin embargo, la frase por apócrifa que sea (y con todas sus detalles problemáticos) se ha convertido es una especie de grito de batalla, repetido una y otra vez, de la innovación, indicando la necesidad de romper con lo anterior para poder crear algo mejor en lugar de limitarse a mejorar un poco lo que ya hay preguntando a tus clientes. Uno puede intentar crear un caballo más rápido, pero el cambio radical de inventar el automóvil es mucho más conveniente y permite muchos otros usos que no habíamos considerado o eran imposibles. O al menos, esa es la lógica.
Es muy simpático que ahora la “innovación” en el automóvil sea precisamente una mejora de lo que hay, en lugar de lanzarse a dar con una solución nueva. Sí, el coche autónomo tendrá muchas ventajas (posiblemente incluso de seguridad), pero en última instancia ganaremos espacio en los garajes para dejar las calles exactamente como ahora, igual de llenas de vehículos cargando gente de un lado a otro. Mejoraremos algunas cosas para dejar sin tocar uno de los peores problemas de los coches. Y lo que es peor, ni nos planteamos otra posible solución que no pase por cambiar lo que ya tenemos.
Por eso el coche autónomo es, en el fondo, simplemente un caballo más rápido, una versión mejor de lo que ya hay. Es lo que quieren seguir vendiendo los antiguos y nuevos criadores de caballos. Es lo que llamamos “innovación”.
Para muchos de nosotros, Rembrandt no es más que un nombre. Un pintor famoso que siempre se menciona. Algunos reconocerán sus cuadros (unos más, otros menos). En muchos casos, Rembrandt será sobre todo una forma de pintar, un conjunto concreto de rasgos. Rembrandt es, en suma, prácticamente virtual para nosotros. Es una idea, un constructo, que tenemos en la cabeza.
Lo que explica “The Next Rembrandt” (también Too Rembrandt to Fail: Dutch Bank 3D Prints “New” Old Master). Durante 18 meses, un equipo multidisciplinar de ingenieros, científicos, informáticos y expertos en arte enseñaron a un ordenador a pintar un cuadro de Rembrandt. Para ello reunieron una ingente cantidad de datos, analizando todos los cuadros de Rembrandt que pudieron, para que el algoritmo extrajese todos los elemento numéricos relevantes. Separación de los ojos, por ejemplo (“típicos ojos de Rembrandt” dicen en un momento), el tipo de pincelada o la ropa. Luego, el ordenador generó un cuadro, no una simple imagen, porque está impreso en 3D para dar también la sensación de relieve que tendría un cuadro real.
Como dice uno de los responsables del proyecto, el cuadro no es una imitación de Rembrandt aunque el resultado es 100% Rembrandt. En cada paso del proceso, el ordenador tomó la decisión más probable. Por tanto, suena a que es el Rembrandt más genérico posible. De hecho, ya decidieron que el cuadro, guiándose por lo más habitual, sería un retrato de un hombre de raza blanca con pelo facial. Tendría entre 30 y 40 años, iría vestido de oscuro, con collarín y sombrero. Miraría a la derecha.
No tengo mayor problema con la afirmación de que es un Rembrandt. ¿Por qué no iba a serlo? El proceso de generación ya garantiza que cumpla todo lo que el algoritmo (y por tanto las personas que lo diseñaron) considera importante en un cuadro de Rembrandt, que es básicamente como lo juzgaríamos nosotros de tenerlo delante (o en la sardónica versión de Hyperallergic: “Too Rembrandt to Fail”). No decidieron que el ordenador crease, no sé… el cuadro de una lata de sopa en el estilo de Rembrandt, o una vista de los rascacielos de Manhattan como la podría haber visto Rembrandt. No, al contrario, es exactamente lo que esperaríamos ver en un Rembrandt, y así es fundamentalmente como reconocemos las cosas y la colocamos en su casilla.
Otra cosa diferente es preguntarse si ese cuadro es algo que Rembrandt hubiese pintado. Pero la persona que pintó esos cuadros murió hace casi 400 años y nunca sabremos qué decisiones hubiese podido tomar. En momentos distintos de su vida hubiese pintado ese cuadro de formas diferentes, y no sabemos si justo en ese caso hubiese decidido cambiar la pincelada o algún otro elemento. En cualquier caso, si hubiese pintado ese cuadro, ahora sería parte de la base de datos y su aportación adicional habría modificado un poco el resultado creado por el ordenador.
A lo que voy.
En su época, Rembrandt fue una persona, con todos las peculiaridades, manías y arbitrariedades que eso implica. En la nuestra, Rembrandt es una idea y “The Next Rembrandt” parece ajustarse fielmente a ella. No dudo que colgado en una exposición nadie notaría que no lo pintó Rembrandt. También es seguro que no es el cuadro que Rembrandt pintaría de estar vivo ahora, pero no es eso lo que vamos a ver al museo.
Lo que no tengo claro es de que la creatividad de ese cuadro nuevo sea la de Rembrandt, como afirma uno de los responsables. Parece más bien la creatividad de todo un equipo de personas que lograron extraer los hechos salientes (para ellos) de un cierto corpus de obras. Da más bien la impresión de que muchas personas fueron creativas y cedieron parte de esa creatividad al ordenador.
Por tanto, eso de que el ordenador entrará en el terreno de la creatividad cuando empiece a producir arte por sí mismo (acompañado de la muy desconcertante condición: “and artwork that we actually like”) me resulta un poco extraño. ¿Por qué en ese momento y no ahora? Entiendo que el algoritmo es perfectamente definido y conocido, al estar escrito por una serie de personas, pero ¿implica eso que el algoritmo no está siendo creativo? Suena más bien a que como en nuestro caso la creatividad nos parece una caja negra, asumimos que todo lo que podemos explicar deja de ser creativo.
Lo que no parece estar sucediendo es que la máquina esté expresando su propia subjetividad. No está creando arte para sí misma, sino una forma genérica para fácil consumo humano (algo que los seres humanos, añado antes de que nos sintamos superiores a las máquinas, hacemos continuamente y sin que nos remuerda la conciencia). ¿Cómo sería arte creado por máquinas para máquinas? No hablo de obras que se rindiesen a la subjetividad humana sino que al contrario aspirasen a expresar un punto de vista radicalmente alienígena. ¿Cómo sería un Rembrandt realmente mecánico?
Aun así, el ordenador es por el momento más instrumento que creador, pero no dudo que ese segundo papel irá incrementándose con el tiempo. Resulta imposible concebir qué tipo de obras veremos cuando llegue ese momento, pero seguro que será muy interesante e instructivo. Y yo, por mi parte, doy la bienvenida a nuestros nuevos artistas, los ordenadores.