So, Anyway…, de John Cleese

so_anywayJohn Cleese se monta en So, Anyway… un libro autobiográfico contando… bien, eso es lo curioso. Siendo posiblemente el miembro más famoso de Monty Python, en cierta forma el libro cuenta su formación vital para acabar convertido en un miembro de Monty Python. Su infancia llena de traslados, la peculiar relación con su madre, la educación académica de la época (que, digamos, dejaba que desear), la relación inicial con la matemática y el descubrimiento de que se le daba realmente bien eso de hacer reír.

En última instancia, Cleese se pinta como un individuo perfectamente normal, ni muy listo ni muy tonto, sin mayor talento que ser capaz de escribir comedia con perfecto ritmo, de forma que el público se ría justo cuando debe reírse. Resulta especialmente interesante todo el periodo de tiempo que pasa en Nueva York, participando en obras de teatros y en espectáculos de humor. Es claramente formativo y es claramente importante para después.

En lo personal, hay referencias a los problemas de relaciones amorosas y a la terapia, aunque no da más detalles. Comenta que su clase social tiende a ser muy reservada y uno de los, múltiples, chistes del libro parece ser precisamente mantener todavía cierta reserva.

Dejando de lado a sus padres, la relación que domina buena parte de la historia es la que tuvo con Connie Booth (su primera mujer), y en el caso de lo Python, Graham Chapman y Terry Gilliam (que es objeto de innumerables bromas que parecen surgir de una profunda admiración).

So, Anyway…, es un libro muy divertido sobre la formación de un cómico, que incluye una pequeña historia de la evolución de la comedia de la época (con referencias a discos y programas de televisión que valdría la pena visitar), con personajes que se consideran pasados de moda, pocos, y muchos que fueron revolucionarios en su momento e influyeron enormemente en lo que luego sería Monty Python, una serie de televisión que se sitúa en algún punto entre la síntesis de lo mejor de la época y el intento de trascender lo que se podía hacer.

Lo que no hay es ninguna explicación sobre la serie de televisión que le dio fama. De hecho, a todos los efectos el libro termina cuando se comienza a grabar el primer sketch de la serie. Quizá sea una broma final, o quizá simplemente la historia de Monty Python’s Flying Circus ya se ha contado tantas veces que no vale la pena repetirse. Pero eso es todo lo que hay, excepto algunas referencias a la necesidad de una equipo diverso con distintos puntos de vista como base de la creatividad. Un grupo homogéneo, nos dice, nunca va a producir nada bueno.

Extrañamente, las páginas finales del libro saltan en el tiempo (sin contar casi nada de la vida posterior de Cleese tras Python) a los espectáculos en vivo de hace dos años, resultado de la necesidad de ganar dinero para hacer frente a una demanda. Esas páginas finales sirven para dejar claro que los Python se siguen llevando bien, pero que no tienen la más mínima intención de volver a actuar juntos.

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