NERDGIRLS

2014 – NERDGIRLS – herstory of electronic music

The “NERDGIRLS Mash by poemproducer AGF 8 March 2014 – for equality, diversity and world peace” includes about 50 artists spanning about 50 years of outstanding, smart, fun, female and pioneering electronic music and is dedicated to my daughter.

Puedes encontrar la lista completa de artistas incluidas. Una hora y algo de música muy entretenida e interesante.

NERDGIRLS Mash by poemproducer AGF 8 March 2014 – for equality, diversity and world peace by Poemproducer Aka Agf on Mixcloud

(vía Nedgirls – herstory of electronic music by Antye Greie-Ripatti | ./mediateletipos))))

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Dark Jovian

Dark Jovian de Amon Tobin.

I made these tracks a year or two ago after binge-watching space exploration films. People have, from time to time, described things I’ve done as “scores for imaginary movies,” which has always irritated me, but on this occasion it’s sort of true.

Even so, what I was really trying to do was to interpret a sense of scale, like moving towards impossibly giant objects until they occupy your whole field of vision, planets turning, or even how it can feel just looking up at night.

Visto en Goldsmith-Ligeti EDM.

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2 reglas para lectores

2 Simple Rules That Great Readers Live By (But Never Tell)

Son dos reglas sencillas. Pero voy a empezar por la segunda: saber dejar de leer. En serio, si un libro no te gusta es legítimo dejar de leerlo. Lo puedes regalar, abandonar en el banco de un parque o incluso tirarlo a la basura (si el libro es muy malo, lo lógico es tirarlo. ¿Le regalarías a un amigo fruta podrida? ¿Verdad que no? Pues igual). No es obligatorio terminar los libros, por poco que quede para acabar. Un libro tiene que ganarse el tiempo que le dedicas.

Como se decide en qué momento dejar de leer ya es cuestión personal. En mi caso, paro en cuanto sospecho que aquello no lleva a ningún sitio. Como si quedan 10 páginas para acabar…:

The old rule ‘100 pages minus your age’, is a good one here. Life is too short to be stuck in books that aren’t going anywhere, that aren’t adding value to your mind. When you’re young, you have more time, obviously, and you also know less what you need and like. But the costs of dilettantism rise with age.
As you get older, you’ll become a more critical reader–not accepting things just because other people say it is good, or more importantly, not agreeing with an author just because they’ve been published. Authors owe a duty to their reader to marshall their arguments properly, to deliver the goods. If they fail to do this–move on. There are plenty of other writers (historians, thinkers, philosophers, entertainers, leaders, poets, storytellers) willing to step up and take their place.

La primera regla es comprar los libros a medida que te interesan. Así ya están en casa y los puedes leer cuando te entren las ganas. La lógica es que en casa están mejor que en la librería.

Sin embargo, eso cuesta dinero, aunque normalmente los lectores no suelen tener problema para gastar en libros. Pero yo la considero una regla más débil precisamente por la razón que la segunda es cada vez más fuerte: la edad. Con los años vas aprendiendo que tampoco hace falta leerlo todo, que ese esfuerzo tampoco lleva a ningún lado. Es más, que un libro te interese en la librería no significa que vaya interesarte días o semanas después, cuando te pongas a leerlo. Que si los libros se pueden dejar de leer, también se pueden dejar de comprar.

Aunque, confieso que yo tengo grandes problemas para no comprar libros.

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La música negativa y The Good Wife

The Good Wife es una curiosa serie de televisión que bajo el disfraz de una serie sobre abogados se pone a hacer cosas interesantes y poco habituales en las series de televisión. Por ejemplo, su protagonista no es ninguna santa y a veces se embarca en acciones que chocan con el código moral que dice sostener. También pierde ocasionalmente, a veces de la forma más injusta posible, porque una cosa es protagonizar la serie y otra muy diferente es ser un superhéroe (que es, por desgracia, la tónica actual en muchas series: el protagonista no puede perder de ninguna forma). The Good Wife se disfraza de convencional para poder ser diferente, mientras que series como True Detective (cuya banalidad final es parodiada en algunos de los momentos más divertidos de The Good Wife con una serie dentro de la serie que la protagonista ve ocasionalmente) fingen ser diferentes para poder en el fondo hacer lo de siempre y mandar el mismo mensaje de siempre.

Pero aparte de los temas que trata y cómo los trata, The Good Wife también hace otras cosas diferentes con la estructura de la serie. Hay momentos en que la serie parece consciente de ser una serie de televisión y tiene clara las convenciones de una serie. Y en ocasiones, con un brillo de niño revoltoso en los ojos, no duda en jugar con ese conocimiento.

Es estupendo, por ejemplo, ese momento cuando un presentador dentro de la serie anuncia que van a pasar a publicidad y es el episodio en sí el que pasa a los anuncios (lo que recuerda un poco a “I’m not Gary”). O, como dije antes, el comentario sobre la banalidad de otras series —los monólogos seudofilosóficos y hueros o la insistencia en la pesada carga del hombre blanco— que la protagonista mira con diversión.
Y también el sonido. The “Negative Music” of The Good Wife se centra en ese aspecto, cuando un vistazo al interfaz de un sistema de edición resulta ser todo un comentario sobre a) la simpleza del periodismo y b) el cuidado con el que la serie se toma esos detalles.

In “Loser Edit” we watch as the bit of career-recap news is first pitched as a generally favorable overview and then, with the sudden arrival of a slew of damaging emails, as an act of ambush journalism. When the timbre of the still-in-progress story shifts from biography to admonition, the producer of the bit is shown back in the studio with her editor. Earlier in the episode they had left the Florrick character alone in color, against an otherwise black and white photo. Now they switch the emphasis, leaving her alone in black and white, amid a color setting. We watch as, with a simple shift in color coding, they entirely alter the meaning of the photo. The Good Wife is the rare show on television that shows people working on computers in a manner that actually is how people work on computers. We see colors being adjusted and photos being manipulated and text being edited with everyday tools.

And at this moment in “Loser Edit,” the editor dips into a folder of generic background music and switches to a file titled “Negative Music” from one titled “Positive Music.” The sheer, brazen laziness of the action — the sad binary of “positive” and “negative” — speaks volumes of the journalist and her ilk, and though it’s a split-second instant in the overall episode, it also speaks volumes of the intricacy of The Good Wife and the attention of the folks who make it.

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The Imaginary, de A.F. Harrold y Emily Gravett

The ImaginaryRudger es un niño imaginario amigo de una niña real llamada Amanda. Amanda, haciendo uso de una imaginación vivaz y casi infinita, creó a Rudger un día, dentro de su armario. Desde entonces son amigos inseparables, viviendo todo tipo de aventuras en los mundos conjurados por la imaginación de Amanda.

Le viene un poco de familia, porque la propia madre de Amanda tuvo un amigo imaginario —un lanudo perro grande que hablaba— cuando era niña. Por desgracia, ya no lo recuerda, porque hay cosas que no están hechas para los adultos.

Cosas como los compañeros de juegos imaginarios.

En cualquier caso, Amanda es una niña atrevida, deseosa de comerse el mundo, que se lanza a toda empresa como si fuese la más importante. Rudger es digamos su equilibrio. Mucho más tranquilo, dispuesto a seguirla donde sea, siempre disponible para cargar con las culpas.

Todo va bien hasta que un día aparece un misterioso hombre, Mr. Bunting, que para mantener su larga existencia se alimenta de seres imaginario. En concreto, de seres imaginarios que están empezando a desvanecerse porque sus compañeros reales empiezan a olvidarles. Y tras una serie de vicisitudes, Amanda sufre un accidente y de pronto olvida a Rudger, quien se encuentra huyendo de Bunting y a la vez viendo cómo va poco a poco difuminándose.

Comienza así la historia donde nos encontramos a otros muchos seres imaginarios, visitamos el lugar donde viven, exploramos la relación de Mr. Bunting con su propia compañera imaginaria (una niña que parece sacada de una peli de terror japonesa), conocemos las distintas formas que puede adoptar la imaginación de los niños y comprendemos por qué hay seres imaginarios mejor adaptados a un cierto niño.

A.F. Harrold no ha escrito tanto una celebración de la imaginación como un canto a la imaginación infantil y al lugar que ocupa en el desarrollo vital. En este libro, haber imaginado es mucho más importante que poder seguir haciéndolo y en ningún momento se censura a los adultos por no poder ver a los otros seres (que, por cierto, son los suficientemente corpóreos como para poder ejercer cierta influencia física en el mundo). De hecho, si hay un mensaje, sería que aferrarse al mundo infantil, por maravilloso que sea, no es sano. En todo caso, visitarlo ocasionalmente.

Las ilustraciones, de Emily Gravett, son generalmente en blanco y negro, pero usan de forma muy efectiva el color cuando resulta necesario (en ocasiones, las propias páginas pasan del blanco al negro, dependiendo de la necesidad). Esas transiciones reflejan muy bien el mundo de la imaginación infantil (donde todo lo que piensas se manifiesta de forma real) y ayudan enormemente a crear la atmósfera del libro.

Como casi todas las historias por y para niños, hay un elemento de terror. No es que realmente dé miedo, pero sí que la desaparición (o el desvanecimiento) está muy presente. Como la narración cambia el punto de vista de Rudger a Amanda, nos queda la sensación de seres que piensan sobre el mundo, por imaginarios que sean. Cuando un compañero imaginario desaparece, definitivamente sabemos que la niñez ha quedado atrás.

Como deliciosa historia sobre la infancia y la imaginación, The Imaginary es muy recomendable.

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Los años de On Kawara

On Kawara-Silence es una retrospectiva del artista en el Guggenheim de Nueva York (hasta el 3 de mayo. Hay que darse prisa) que incluye una performance de una de sus obras más curiosas: One Million Years.

En realidad, lectura de una parte, porque One Million Years es una serie de veinticuatro obras (dividas en pasado y futuro) que detallan fechas (2 millones de años en total, un millón de años para el pasado y un millón para el futuro). La performance consiste en que dos personas van leyendo las fechas.

Reading Years for On Kawara:

Brendan and I read at a steady pace, he the odds and I the evens (Kawara’s instructions), a healthy pause hanging in the air between each one. This seems fitting given that each number represents a whole year, each line an entire decade. We read and swiftly cross out our numbers with pencils as we go, using rulers to keep ourselves on track, but even then we stumble. Brendan says “seven thousand seven three …” by accident, and I look down at the abyssal page, suddenly struggling to find my number and remember how it’s actually spoken. “Seven — hundred — seventy-three … ” And then as quickly as we trip, we regain our stride.

So much performance art is built on a foundation of inspired persistence, and one of the beauties of One Million Years is that it offers that experience to those who would normally just watch. Thirty minutes into my hour I had to pee and still hadn’t figured out how to sit comfortably in my chair, but I knew I had signed an invisible contract with On Kawara (as well as a physical one with the Guggenheim), so I continued reading years. There is a kind of freedom in being forced to stick with something past the point when you’d normally quit. You adapt and crudely make your own meaning. I tried, as much as I could, to look up when I spoke my years, making eye contact with museum visitors, offering them my numbers as I would my hand: a gesture of affinity. And I tried to enunciate, projecting the unfathomable past into the mystical modernist spiral, hoping my delivery would be worthy of these pre-human years, of the artist who brought them into the present, and of the building that’s currently serving as their home.

Como añadido, decir que siempre he creído que On Kawara era un artista que habría que tener muy en cuenta en conjunción con la idea de Big Data.

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La mecamística del cine

VAL DEL OMAR. LA MECAMÍSTICA DEL CINE es una exposición que se inaugura en el CGAC (el museo de arte contemporáneo de Santiago de Compostela) el próximo 24 de abril y que estará hasta el 30 de agosto. Está dedicada a, evidentemente, el cineasta español Val del Omar, una figura de lo más interesante:

La exposición plantea un recorrido por la obra de Val del Omar a partir de un concepto que sobrevuela toda su trayectoria: la mecamística. Otro neologismo (creado a partir de “mecánica” y “mística”) con el que el artista granadino se refería al universo de las máquinas, a las que se enfrentaba, al igual que a la realidad, con una actitud mística, buscando ver más allá de lo inmediato de la tecnología.

Como veo que está organizada por el Reina Sofía, asumo que es la misma exposición que vi allí de casualidad (en el sentido de que entré y me la encontré, que así es como voy yo a los museos) y que me gustó bastante. Tengo ganas de disfrutarla de nuevo.

Me gustó especialmente la vista de “taller” que ofrecía.

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Steven Universe y el concepto de familia

Justo estaba pensando, ahora que mi hija y yo estamos viendo la serie, sobre la idea de familia en Steven Universe. En particular, pensaba en su relación con las gemas que cuidan de él y, más concretamente en el personaje de Granate que posee unas características propias (reveladas en el episodio final de la primera temporada) que la hacen especialmente importante e interesante.

Por suerte, he encontrado un vídeo donde discute todo lo que yo hubiese querido decir y va más allá: How Does Steven Universe Expand Our Ideas of Family?

Y en cuanto a Granate, no me puedo resistir a enlazar este clip del último episodio de la temporada (y que, por tanto, contiene espoileres de esos): Steven Universe – Stronger Than You

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