Sintetizador
Se lo suficiente de física como para entender el fundamento de lo que hace un sintetizador. Es decir, sé lo suficiente sobre ondas como para que me haga una idea más o menos clara de por qué hacer ciertas cosas produce ciertos efectos. Lo que no tengo es la habilidad de sacarle sonido a un sintetizador, de crear algo que me resulte un poco interesante.
Otras personas operan al revés. Si bien es posible que no comprendan la física de lo que sucede (y yo, definitivamente, no entiendo la electrónica porque a mí la electrónica siempre se me dio fatal), son sin embargo capaces de usar el sintetizador como cornucopia de sonidos fascinantes que se ajustan a mi cerebro, lo retuercen y al final lo dejan en otro estado diferente y mejor.
A pesar de que los sintetizadores me suenan a los 80 (aunque también recuerdo The Well-Tempered Synthesizer que es bastante anterior (la profesora de música del instituto nos hablaba de esas cosas)), buena parte de la música que me gusta los usa de una u otra forma. Y es cierto que me gustaría poder llegar a producir algún sonido que me resultase interesante.
Así que he estado jugando con esos simulares de sintetizador que hay para el iPad (y mira que hay un montón: iElectribe, NLog PRO y BassLine son los que tengo. Esos y uno programita increíblemente divertido llamado Bebot). También he estado leyendo un par de libros: The Synthesizer de Mark Vail y How to Make a Noise: iPad Synthesizers Edition.
Pero si bien eso de tocar una lámina de vidrio está muy bien, lo que a mí realmente me gusta es manipular cacharros de verdad con las manos. Por lo que me estoy planteando comprar un sintetizador e ir probando girando ruedas y dándole a teclas. No es que lo vaya a comprar de verdad, pero disfruto de estar en la fase de planteármelo. Ya veremos.
En cualquier caso, elegir un modelo ya es más complicado, así que lo mejor es preguntar a alguien que sabe. Y en mi caso, el alguien que sabe es ghost and tape (pueden ir directamente a su canal de Soundcloud y disfrutar de lo que hace).
De entre los distintos modelos que me recomendó, he decidido que el “suficientemente sencillo como para que no se me haga muy cuesta arriba pero lo suficientemente complicado como para que mantenga el interés” es el microKORG de Korg (no sé cuántas veces se supone que debo escribir el nombre de la marca. Me confunde un poco). Es así de bonito:
Lo dicho. Yo por ahora sigo con mis apps en el iPad y leyendo mis libros. Tengo en el fondo de la cabeza esa compra, que quizá no llegue a hacer nunca. Pero hay cierta diversión en el simple hecho de considerarla.
(En lo que a música se refiere, mi experiencia por ahora se reduce a intentar aprender a tocar un poco el cello. Pero ésa es otra historia).