I Kill Giants, de Joe Kelly y JM Jen Niimura

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i_kill_giantsEnvolver los traumas infantiles en la agradable manta de la fantasía, para poder tratarlos sin tener que enfrentarse a todo su horror, es una práctica habitual. El contexto fantástico ofrece una conjunto rápido de metáforas que permiten exorcizar el trauma contando una historia que puede incluso ser divertida. Es más, resulta posible alcanzar la correspondiente catarsis evitando los elementos más dramáticos.

Pero en pocas ocasiones he visto hacerlo con el cuidado y la delicadeza de I Kill Giants, cómic de Joe Kelly y JM Jen Niimura, como resultado de un exquisito equilibrio entre el guión y el dibujo.

Es la historia de Barbara, una niña de quinto de primaria, que vive obsesionada con los gigantes. Es más, afirma que su profesión consiste en matar gigantes y lleva siempre consigo un enorme martillo oculto en un diminuto bolso. Ve signos y portentos por todas partes, ominosas señales, que a veces pequeñas hadas le comunican, que presagian un desastre inminente. Obsesionada con su mundo de fantasía, es una niña solitaria que vive al margen del mundo social de la escuela.

I Kill Giants no lo tapa todo con fantasía. Su vida diaria, su soledad, el contacto con los matones de la escuela, está todo ahí sin disfraz. Su frustración siempre presente, la incapacidad de Barbara para aceptar su posición, se muestran claramente. Pero también su valor, su decisión absoluta de evitar el ataque final de los gigantes (de los que hay varios tipos, cada uno con habilidades diferentes), de impedir el apocalipsis final.

A destacar la relación con su única amiga, que se presenta con toda la verosimilitud posible. Sus encuentros y desencuentros (casi todos causados por las limitaciones emocionales de la propia Barbara) suenan a sinceros y forman parte de los problemas de la protagonista.

I Kill Giants es también la prueba de que hay cosas que se pueden hacer en el cómic que serían difíciles, o ridículas, en otro medio. Pequeños elementos visuales –las orejas cambiantes, la armadura que lleva cuando intenta ocultarse- van mostrando la personalidad de Barbara. La insistencia en los gigantes horribles y deformes, las hadas que ve y le hablan, e incluso las viñetas donde la realidad se reinterpreta como fantasía, permiten ir haciéndose una idea de lo que sucede sin revelarlo totalmente. Es el propio dibujo el que acaba perfilando la carga emocional que soporta la pobre Barbara.

Guión y dibujo se compenetran especialmente en el momento preciso donde confluyen totalmente realidad y fantasía. Da un poco igual si lo que sucede en ese momento es producto de la fantasía de Barbara o de alguna forma está pasando realmente. En ese preciso instante, la historia recorre con éxito la línea que separa el final “aquí no ha pasado nada” de lo puramente trágico, logrando ofrecer una conclusión con un mensaje positivo sin negar ninguno de los elementos trágicos. Sabiamente, los autores limitan ese momento a unas pocas páginas donde los gigantes simultáneamente existen y son pura metáfora.

I Kill Giants es una historia en la que un personaje debe enfrentarse a un mundo implacable, contada con ternura e inteligencia.

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Beagle

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Te topas con DIY Geometric Paper Masks by Steve Wintercroft y piensas “eso lo tengo que mirar”.

Así que me fui a su tienda y compré el Beagle (pensé que a mi hija una máscara de perro le haría más gracia).

Al final lo que te bajas es un pdf bastante bien hecho. La idea es imprimirlo, pegar las hojas de papel sobre un cartón (por ejemplo, el de las cajas de cereales), recortar y ponerse a montar como un loco usando cinta adhesiva (yo usé Scotch Magic). Como me quería saltar la parte del cartón, yo imprimí directamente sobre papel de 160 gramos y la cosa aguanta bastante bien. Quedó así:

head

Incluso puedo meter el cabezón dentro:

selfie

Viene totalmente en blanco, así que puedes pintar la máscara como te dé la gana. Según las instrucciones, tardar unas 2 o 3 horas en montarla completa. Yo creo que tardé un poco menos de 2.

Por cierto, que Steve Wintercroft hace otras cosas muy chulas.

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Clipper

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Hace unos días Josep M Allué preguntaba por refrescos extintos. Lo que me hizo recordar el refresco de mi infancia, el Clipper, que yo creía desaparecido.

Pero hace unos años, ya me encontré un cartel anunciándola, por lo que deduje que seguía existiendo.

(Chaplón fue un blog fotográfico que hice allá por 2004–2005. Las fotos las hacía con el Nokia (en una ocasión, un fanboy rabioso (sí, existen) me dijo que dijo que el iPhone era el primer teléfono cuyas fotos se podían usar en un blog. No hubo forma de convencerle de lo contrario) que tuviese en el momento (el 7650 sale en una foto y debía ser también el 3650, aquel del teclado redondito). No recuerdo bien cómo enviaba las fotos. Supongo que por email, porque no se me ocurre otra opción para la época. Todo fue confabulación de Víctor Ruiz, que me regaló la cuenta cuando se lanzó Typepad en español).

Resulta que Clipper era un refresco exclusivamente Canario, y lo sigue siendo, porque en la época resultaba más barato producir en las islas que importar.

Lo que les puedo asegurar es que el Clipper que yo bebía no venía así envasado:

clipper

Pero muy posiblemente sí bebiese el sabor fresa.

Anécdota sacada de la Wikipedia:

En algunos bares de Canarias se sirven copas denominadas Canarias Libre (Clipper de fresa y Ron Arehucas, Guajiro o Aguere) en alusión al Cuba Libre.

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Frieze

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Echo de menos leer Frieze. Antes la compraba en el quiosco, pero hace tiempo que no les llega.

Creo que este año en mi lista a Papa Noel voy a poner una suscripción.

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