Curculio bassos, de Mark Manders

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No conocía a Mark Manders (lo que no es de extrañar, porque en cuestiones de arte no soy más que un aficionado más bien caótico), artista holandés nacido en 1968, hasta esta exposición, Curculio bassos, que le dedica el CGAC, el museo de arte contemporáneo de Santiago de Compostela.

Pero para eso va uno a los museos, para descubrir cosas nueva. Y el CGAC (uno de los lugares más interesantes de la ciudad y que no recibe el apoyo que merecería) ha cumplido con su función una vez más.

Porque Curculio bassos me encanta. Lo que muestra me parece sencillamente espectacular. Obras que miras y de inmediato te sugieren un torrente incontenible de ideas y sensaciones. Son enigmáticas, en muchos casos con títulos que no parecen corresponderse con lo que estás viendo, pero simultáneamente poseen una claridad meridiana. Cada un de las piezas es como un iceberg.

La he visto dos veces (estará hasta el 12 de octubre, por lo que queda tiempo para acercarse a ella), la primera vez con mi hija. a la que también le gustó mucho. Y espero verla algunas veces más.

Lo divertido de la exposición es que su entrada es una zona del vestíbulo del museo acotada con plásticos. Por el pasillo resultante atraviesas una reconstrucción de un estudio de arte. El texto pegado a la pared aclara que esa obra se llama “Silent Studio” y que está realizada con materiales diversos (!) entre 1992–2014:

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Son unos buenos metros en los que te encuentras objetos adecuadamente random:

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Me encanta este tocadiscos:

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Por cierto, el periódico que se ve al lado es otra de las obras de Mark Manders, que también trabaja con el lenguaje. Son periódicos falsos con titulares que parecen coherentes pero que realmente no significan nada o, quizá, su significado es fundamentalmente poético, una disrupción del sistema cognitivo.

La entrada me parece espectacular. Me encanta el espacio semicerrado en lo que es en realidad un vestíbulo mucho más grande (el CGAC por su estructura se presta muy bien a ser objeto de esas intervenciones en el propio espacio). El ordenado desorden que exhibe, la sensación que transmite de alguien frenéticamente ocupado en la producción de obras, el dar a entender que el artista se ha ausentado brevemente y que volverá en cualquier momento, no sólo me hace creer que es efectivamente un espacio de trabajo real temporalmente en silencio y quietud, sino que también me hace sentir tranquilo. Así que cuando voy recorro esos metros de un lado a otro varias veces. Y como es expresión de un estudio, siempre hay algo nuevo que ver.

En la siguiente fase ya te encuentras con obras individuales. No por ellos menos complicadas, porque en menos espacio acumulan un gran número de elementos. Como sucede con “Living Room Scene”, con dos figuras que parecen flotar, y no, sobre escritorios que no están del todo rectos, o “Notional Cupboard”, con sus ratas colgando, su tambor alargado o sus fotos. “Short Sad Thoughts” es al contrario de una simplicidad cortante.

Una de mis preferidas no sale bien en ninguna de mis fotos y no lo voy a intentar. “Nocturnal Garden Scene” es una espacio totalmente negro, de tierra negra, donde un gatos yace inmóvil, dividido por la mitad por una cuerda sostenida entre dos torres. La tierra es negra, las torres son negras, la cuerda es negra. Es efectivamente una escena nocturna en la que no parece no haber luna ni estrellas. Y mi me hace pensar en una Gulliver macabro, como si una pequeña raza de seres hubiese encontrado un gato muerto y se hubiese decidido por despedazarlo. Me produce la sensación de melancolía de la habla el artista.

Al entrar, por cierto, uno de los acceso a la sala grande está bloqueado por un plástico, lo que difumina las figuras que se encuentran al otro lado, las de “Living Room Scene”.

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“Abandoned Room, Constructed to Provide Persistent Absence” me resulta fascinante. Esos cuerpos preservados, que parecen orgánicos pero que realmente son de bronce pintado:

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Hay muchas figuras que no acaban de estar completas. A veces hay trozos de madera verticales que parecen constreñir el alma y que yo no puedo evitar ver como libros (lo que dice más de mi relación con la lectura que de las obras):

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A veces sin embargo los trozos de madera salen de la carne:

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Una obra que nos encantó a mi hija y a mí fue “Finished Sentence” (es un horror intentar hacer estas fotos con un móvil, tendría que haberme llevado la reflex):

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Me produce una impresión orgánica, a pesar de que los elementos son todos totalmente artificiales. Ni siquiera el té es té, sino bolsitas de té. La obra está junto a “Live-Size Scene with Revealed Figure” que en su combinación de madera, metal y figuras en precario equilibrio parece bastante explícita.

Hay un espectacular autorretrato del autor como chimenea industrial, que ocupa toda una sala y es fascinante. Como parte de la obra, una silla junto a la cual se encuentra la ropa normal de calle cuidadosamente doblada. También hay una rata por las inmediaciones. Por lo que leo en el folleto, esos autorretratos los hace periódicamente.

Yo creo que el mejor punto para terminar es la gran sala ocupadas por “Figure on Chair” y “Window with Fake Newspapers”. Aquí reaparecen los periódicos falsos (que a lo largo de la exposición tapan alguna ventana más) y que se usan para cambiar la luz de la sala. Los titulares, me repito, son juegos con el lenguaje y dejo a la imaginación de cada uno lo que sucede cuando se les usa para tapar ventanas:

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La figura que ocupa el espacio de la sala es especial, porque está formada por un fragmento de torso y cabeza pero con un cuerpo que es básicamente un tablón de madera. No está sentada, porque el tablón no se puede doblar, por lo que más bien está apoyada. Tampoco acaba de ser una figura, porque en cierto punto pierde toda forma corpórea. Es similar a esta.

El texto que acompaña a la exposición es de Javier Hontoria, que sólo cae en la jerga del folleto artístico en muy contadas ocasiones, por lo que es bastante comprensible para un lego como yo. Me resultó una muy valiosa e informativa introducción a un artista que no conocía de nada y es más que recomendable como primera aproximación. En el CGAC suelen insistir en que te lleves un folleto y en este caso esa insistencia es merecida.

Para mí, lo único realmente decepcionante de esta exposición, y me parece un fallo enorme, es que el catálogo todavía no está disponible. Por lo demás, merece totalmente la visita.

Y ahora sólo me queda intentar descubrir más cosas de este hombre. He quedado entusiasmado